Espejo y cruz. Sobre el inicio de la contemplación

 



"Cantar de amadores. Sobre el inicio de la contemplación." (2019)


Contemplar es mirarse en el espejo del Amado.



Espejo que espejea el rostro del sol;

espejo que nutre la llama de amor;

espejo sin mancha, diáfano y puro;

espejo eterno, cruz y elevación.

 

Espejo que seduce con suave cantar;

espejo que abraza y sabe inflamar;

espejo que enamora en la intimidad;

espejo eterno, cruz y transfigurar.

 

Espejo que enriquece al mendigo amor;

espejo que enaltece al hediondo amor;

espejo que reanima al tullido amor;

espejo eterno que despeja reunión.

 

           


Contemplar es mirarse en el espejo del Amado.

            Espejo que brilla más que el sol. Espejo que es sol de salvación. Espejo donde se muestra el rostro Trinitario, la perfecta e infinita comunión de las tres Personas divinas. Espejo donde el rostro de Cristo Señor transparenta el rostro del Padre Dios. Espejo que ilumina y enceguece y abre el panorama al misterio de una comunión indecible. Espejo que invita a la participación y nos regala primicias por el don del Espíritu Santo. ¡Oh Espejo irrechazable!

            Espejo que nutre y alimenta la llama de amor que el Amado encendió en el contemplador. Espejo cristalino y transparente, fuente de todo bien, donde todo es bueno, donde todo está llamado a retornar para ser bueno para siempre.

            Espejo donde puede contemplarse la centralidad de la Cruz, su misterio salvífico, su elevación en la elevación de Cristo, la recapitulación de todo en Él, recapitulación desde el reverso y no desde el anverso de nuestro esperar. Cruz que el Espejo nos devuelve para despejarnos el itinerario del contemplar. No basta ciertamente salir en fuga y buscar la unión. Esta unión no se realiza sino por la Cruz, por el desnudamiento y desapropiación creciente del yo. El contemplar se aborta cuando se queda en el saborear una exquisita experiencia y no se pone en obra. Pasar la vida entera por la Cruz por amor al Amado es verdadera contemplación. La oración contemplativa es un regalo que se nos da para aprender a ver en toda circunstancia y en todo rostro al Amado en Cruz y amarlo allí con todas nuestras fuerzas. Contempla quien ora viviendo y vive orando a los pies del Amado en Cruz.

            Espejo que atrae al contemplador con fuerza irresistible y lo invita a participar del Amor Eterno. Espejo donde la Cruz y el transfigurar se encuentran unidos como misterio y como acción salvífica sobre la historia y sobre el contemplador. Todo será recapitulado en El se muestra como todo será crucificado en El, es decir, todo será transfigurado en El por la puerta estrecha de la Cruz.

            Espejo éste que recoge y recibe el limitado amor del contemplador y en el camino vivo del encuentro -caminado durante toda la vida- lo va haciendo un amor a su medida: lo va ensanchando a la medida de la eternidad, lo va haciendo capaz de lo eterno, lo va preparando para la reunión eterna. Así lo va convirtiendo en espejo para que él también despeje amor. Lo va sacando de mendigar amor a prodigarlo, de ser hediondo a ser aroma de Cristo para el mundo, de estar tullido a caminar con fervor y a llevar en sus brazos a los tullidos. En fin, lo va transformando.

            Contemplar es tener la vista fija en el eterno Espejo de Amor y dejarse modelar a su imagen.


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