Ezequiel: vivir según Dios en una tierra extraña (6)

 




Un profeta en duelo que no llora a sus muertos

 

Hacia el 588 a.C. anuncia la caída de Jerusalén y en el 587 predica sobre el orgullo del Faraón que no sabe medir sus fuerzas y que va a servir para la destrucción de Judá. Al comenzar el asedio de Jerusalén muere su esposa y por mandato de Dios hace una pantomima dura y cruel: no hace duelo por ella pues Yahvéh no hará duelo por Israel. Durante ese período queda paralizado y mudo por cinco meses y después del 586 profetiza sus oráculos más amargos contra las naciones y algo más suaves contra los desterrados.

Como ya Dios lo había propuesto con Oseas y luego con otros profetas, ahora también la vida misma de Ezequiel se hace una con la profecía que debe anunciar. De nuevo la relación esponsal sirve de símbolo.

 

“La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos: «Hijo de hombre, mira, voy a quitarte de golpe el encanto de tus ojos. Pero tú no te lamentarás, no llorarás, no te saldrá una lágrima. Suspira en silencio, no hagas duelo de muertos; ciñe el turbante a tu cabeza, ponte tus sandalias en los pies, no te cubras la barba, no comas pan ordinario.» Yo hablé al pueblo por la mañana, y por la tarde murió mi mujer; y al día siguiente por la mañana hice como se me había ordenado.” (Ez 24,15-18)

 

Dura experiencia pues de no poder llorar ni exteriorizar pena alguna por la muerte de su esposa. Dios quiere que siga viviendo como si nada hubiese pasado. ¿Pero acaso no la extraña, no la amaba? ¿Le es indiferente su pérdida? ¿Por qué, por qué no llorarla? ¿Por qué, por qué no brota del corazón un río de amargura y desconsuelo?

 

“El pueblo me dijo: «¿No nos explicarás qué significado tiene para nosotros lo que estás haciendo?» Yo les dije: «La palabra de Yahveh me ha sido dirigida en estos términos: Di a la casa de Israel: Así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo voy a profanar mi santuario, orgullo de vuestra fuerza, encanto de vuestros ojos, pasión de vuestras almas. Vuestros hijos y vuestras hijas que habéis abandonado, caerán a espada. Y vosotros haréis como yo he hecho: no os cubriréis la barba, no comeréis pan ordinario, seguiréis llevando vuestros adornos en la cabeza y vuestras sandalias en los pies, no os lamentaréis ni lloraréis. Os consumiréis a causa de vuestras culpas y gemiréis los unos con los otros. Ezequiel será para vosotros un símbolo; haréis todo lo que él ha hecho. Y cuando esto suceda, sabréis que yo soy el Señor Yahveh.»” (Ez 24,19-24)

 

Como el profeta no llora la muerte de su querida esposa, Dios no llorará la caída de Jerusalén y el destierro de Judá. Tampoco ellos deben llorar como si se tratase de una desgracia en la cual no tienen responsabilidad alguna. El exilio es consecuencia de su vida de pecado e idolatría, de su ruptura de la Alianza. Ahora el Pueblo entero tiene que asumir el resultado de sus elecciones. La pérdida será dolorosa pero si vertieran lágrimas serían hipócritas. ¿Por qué si amabas tanto tu tierra, tu templo y tu rey no cuidaste estas realidades? ¿Si te eran tan preciadas por qué rompiste la Alianza? ¿Acaso pensaste que eran tuyas como si fueses dueño? ¿Tan pronto te olvidaste que son regalo y don, promesas del Dios que es fiel y cumple su Palabra? Pues el Señor que te las dio, tras que tú las has profanado, te las quita para devolverte la cordura desde el arrepentimiento, para que el peso de la compunción posibilite sensatez y una conversión auténtica.

 

“Y tú, hijo de hombre, el día en que yo les quite su apoyo, su alegre ornato, el encanto de sus ojos, el anhelo de su alma, sus hijos y sus hijas, ese día llegará donde ti el fugitivo que traerá la noticia. Aquel día se abrirá tu boca para hablar al fugitivo; hablarás y ya no seguirás mudo; serás un símbolo para ellos, y sabrán que yo soy Yahveh.” (Ez 24,25-27)

 

El enmudecimiento del profeta y la ausencia de Palabra por parte del Señor se prolongarán hasta que el Pueblo pierda a Jerusalén y la ruina de la dinastía real junto a la deportación, lo asole. Este período de silencio anuncia tanto la desgracia inminente como esa contradicción tan inherente a la vida profética. El profeta goza y sufre de forma anticipada. La Sabiduría de Dios le permite escrutar el sentido profundo y último de los acontecimientos, comprender en gracia los derroteros de la historia. Pero anunciarlos a sus compatriotas le hace ser incomprendido y rechazado. Nunca le es fácil al hombre aceptar la verdad. El profeta que ya ha vivido el proceso permanece como símbolo y modelo para transitar según Dios los tiempos que llegan.

 

Anticipación, testimonio y orientación

 

En gracia, el ministerio profético auténtico, supone una mirada iluminada por estar en sintonía con el Plan de Dios. Buscando vivir unido a la Voluntad Divina, el mensajero interpreta con una mirada larga y profunda cuanto sucede. Pero la comunicación de cuanto hallazgo del Señor le llega, produce perplejidad, resistencia y se vuelve contra sí como rechazo, separación y violencia. Esta es la cruz de la profecía, servir a la Palabra de Dios tan difícil de digerir por los hombres.

Pero se trata de una anticipación testimonial: ni aséptica ni neutra ni distante. El profeta queda involucrado personalmente en el drama que anuncia. En todo caso sufre y goza antes que todos, cuando nadie aún presagia el porvenir. Y vive el futuro de Dios que adviene en fidelidad y obsequiosa entrega de sí. Por eso podrá revalidar su profecía ante quienes la han desestimado y levantar de nuevo su voz con la autoridad de una penitente y expiatoria concordancia con Dios que afirma: “Yo ya lo he vivido, tengo las cicatrices y por eso puedo señalar el camino”. Orientador del pueblo –de un pueblo rebelde y poco dócil- será su identidad. Esta martirial vocación que es la profecía bien la expresaba Ezequiel bajo el leimotiv del “centinela de Dios”.

¿A cuántos profetas hemos hecho sufrir? Yo mismo he descubierto últimamente cuán resistente se ha vuelto incluso –escandalosamente- la Iglesia peregrina a los profetas santos que el Señor le envía. ¡Que la humanidad no quiera escuchar la voz de Dios no es cosa nueva! Pero… ¿y el Pueblo que se dice Suyo? ¿No quiere ver la verdad de sí mismo y de sus opciones? ¿No quiere discernir a fondo si se halla en sintonía con la Voluntad de Dios? Pero el Dios fiel no deja de ser Palabra y Silencio profético a través de centinelas inquietantes y llenos de su Espíritu.

 

 

POESÍA DEL ALMA UNIDA 21

 




Inesperada contraposición

Todo un Dios

Abierto y donado al hombre

Y una humanidad casi entera

Tan increíblemente cerrada a su Señor

Y toda mi alma bajo este filo

 

Tremenda contraposición

Dios hecho Niño

Pobre humilde y tierno

El humano creyéndose un dios

Altivo prepotente y frío

Y toda mi alma bajo este filo

 

Temible contraposición

El Creador inclinado a las creaturas

Condescendiente benévolo y compasivo

La creatura a su imagen henchida de orgullo

Sometiendo bajo su rudo pie a los iguales

Y toda mi alma bajo este filo

 

Inexplicable contraposición

El Cielo volcado a la tierra

Fecundante en Alianza de Amor

Y la tierra reseca y estéril

Impermeable al Don de lo Alto

Y toda mi alma bajo este filo

 

Paroxistica contraposición

Quien viene a ser refugio y dar cobijo

No encuentra quien lo reciba

Y a quien le urge ser abrazado y querido

Rechaza la cercanía que da Salvación

Y toda mi alma bajo este filo

 

Enloquecedora contraposición

Solo la fe ha podido ver en la noche

En la intemperie de semejante desnudez

El Misterio de Dios Padre y su Hijo

La silente Luz que todo lo recrea

Y toda mi alma bajo este filo

 

Tan absurda como sabia contraposición

El Amor no es amado

Han cantado los poetas

Pero el Amor es más fuerte que la muerte

Es como agua torrencial que se derrama indetenible

Y toda mi alma bajo este filo

 

Esperanzadora contraposición

Solo el Resto contempla con dicha la Gloria

María José los pastores y unos medio sabios a tientas

Los pequeños de Dios tenidos por nada

Solo ellos se abren al Todo que irrumpe en la historia

Y toda mi alma bajo este filo

 

Esplendente contraposición

El Eterno ha preñado generoso al tiempo

Y los días del hombre que pasaban fugaces y esquivos

Sin contar otro destino que su irremediable extinción

Habitarán si quieren la Casa donde siempre habrá Fiesta

Y toda mi alma bajo este filo

 

Superada contraposición

La terquedad del hombre ha sido vencida

Por la desmesura en Amor de su Dios

La ofuscación de lo humano ha sido curada

Por la Paterna y sapiente voluntad del Señor

Y toda mi alma bajo este filo

 

 



Ezequiel: vivir según Dios en una tierra extraña (5)

 



Las basuras del corazón

 

En el comienzo de su profecía se le ordena comer el libro de los ayes (2,8-3,3) y dárselo a comer al pueblo que se niega porque es rebelde, porque no quiere aceptar la responsabilidad personal por sus pecados. Entonces recurre a falsos profetas que lo convaliden y justifiquen o reincidir en el uso de la figura del rey que, mediante el mecanismo de la “personalidad corporativa”, le permita exculparse.

Ezequiel les recrimina ser un pueblo apegado a las basuras del corazón: tradiciones falsas y fetiches como el templo convertido en un amuleto o peor aún, las imágenes de los falsos dioses idolátricos.  Tales son tratados de “basuras” y queda claro que al celebrarles culto se erige su presencia abominable como realidad interior y el templo del corazón queda dedicado a las “basuras” contrarias al Señorío único de Dios.  

El término “basuras” es abrumadoramente frecuente y su uso es técnico en Ezequiel: basura (guilulim) es el estiércol de caballo. No sólo califica fuertemente el interior o corazón del pueblo como un lugar regado de excrementos. Tal vez la comparación también apunte a las caballerizas del ejército y al intento de alianza con el Faraón de Egipto como defensa contra el avance de Babilonia. Tal acto estratégico constituye para el profeta tanto una falsa expectativa como una falta de fe y desconfianza de Dios.

Veamos algunos abundantes ejemplos que no llegan a ser ni la mitad de las citas posibles:


“Vuestros altares serán devastados, vuestros braseros de incienso serán rotos, haré caer a vuestros habitantes, acribillados, delante de vuestras BASURAS, pondré los cadáveres de los israelitas delante de sus BASURAS, y esparciré sus huesos alrededor de vuestros altares. En todo lugar donde habitéis, las ciudades quedarán en ruinas y los altos serán devastados, de forma que vuestros altares queden en ruinas, como cosa culpable, vuestras BASURAS sean destrozadas y aventadas, vuestros braseros de incienso hechos pedazos y aniquiladas vuestras obras.” (Ez 6,4-6)

 

“Y vuestros supervivientes se acordarán de mí, entre las naciones adonde hayan sido deportados, aquellos a quienes yo haya quebrantado el corazón adúltero que se apartó de mí y los ojos que se prostituyeron detrás de sus BASURAS.” (Ez 6,9)

 


“Y sabréis que yo soy Yahveh, cuando sus víctimas queden allí entre sus BASURAS alrededor de sus altares, en toda colina elevada, en la cima de todos los montes, bajo todo árbol verde, bajo toda encina frondosa, dondequiera que ofrecen calmante aroma a todas sus BASURAS.” (Ez 6,13)

 

“Entré y observé: toda clase de representaciones de reptiles y animales repugnantes, y todas las BASURAS de la casa de Israel estaban grabados en la pared, todo alrededor.” (Ez 8,10)

 

“Algunos ancianos de Israel vinieron a mi casa y se sentaron ante mí. Entonces la palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos: Hijo de hombre, estos hombres han erigido sus BASURAS en su corazón, han puesto delante de su rostro la ocasión de sus culpas, ¿y voy a dejarme consultar por ellos? Habla, pues, y diles: Así dice el Señor Yahveh: A todo aquel de la casa de Israel que erija sus BASURAS en su corazón o que ponga delante de su rostro la ocasión de sus culpas, y luego se presente al profeta, yo mismo, Yahveh, le responderé, a causa de la multitud de sus BASURAS, a fin de prender a la casa de Israel en su corazón, a aquellos que se han alejado de mí a causa de todas sus BASURAS.” (Ez 14,1-5)

 

“Por eso, di a la casa de Israel: Así dice el Señor Yahveh: Convertíos, apartaos de vuestras BASURAS, de todas vuestras abominaciones apartad vuestro rostro.” (Ez 14,6)

 

“Pues bien, prostituta, escucha la palabra de Yahveh.  Así dice el Señor Yahveh: Por haber prodigado tu bronce y descubierto tu desnudez en tus prostituciones con tus amantes y con todas tus abominables BASURAS.” (Ez 16,35)

 

“El que es justo y practica el derecho y la justicia, no come en los montes ni alza sus ojos a las BASURAS de la casa de Israel.” (Ez 18,5-6)

 

“Y les dije: Arrojad cada uno los monstruos que seducen vuestros ojos, no os contaminéis con las BASURAS de Egipto; yo soy Yahveh, vuestro Dios. Pero ellos se rebelaron contra mí y no quisieron escucharme. Ninguno arrojó los monstruos que seducían sus ojos; ninguno abandonó las BASURAS de Egipto.” (Ez 20,7-8)

 

“Pues habían despreciado mis normas, no se habían conducido según mis preceptos y habían profanado mis sábados; porque su corazón se iba tras sus BASURAS.” (Ez 20,16)

 

“En cuanto a vosotros, casa de Israel, así dice el Señor Yahveh: Que vaya cada uno a servir a sus BASURAS; después, yo juro que me escucharéis y no profanaréis más mi santo nombre con vuestras ofrendas y vuestras BASURAS.” (Ez 20,39)

 

 “Así dice el Señor Yahveh: Haré desaparecer las basuras, y pondré fin a los falsos dioses.” (Ez 30,13)

 

Quita, Señor, las basuras de nuestro corazón

 

Si en mi juventud me ha impresionado negativamente aquella imagen del pecado como mancha y desorden que afea la casa del alma hasta expulsar de ella a Dios quien ya no la puede habitar, debo admitir que con el paso de los años, tanto por la experiencia acumulada en el camino como por la maduración de la vida en el Espíritu, advierto claramente cuánta oscuridad solemos introducir o dejar entrar en nuestro corazón.

La purificación es una exigencia básica del camino de fe. No hay forma de avanzar y crecer sin podar los vicios y ordenar las pasiones, sanar las heridas y por supuesto extirpar el mal enraizado en nosotros. Y sin embargo me quedo perplejo frente a tamaña negación en nuestros días de esta evidencia insoslayable en la vida de cualquier creyente.

No digo que esta certeza espiritual no sea admitida en la teoría sino que más bien es ampliamente negada o desconocida en la práctica religiosa. Obviando que alguna terminología clásica pueda ser rechazada por la sensibilidad contemporánea, no he hallado remplazos semánticos en la práctica eclesial de formación espiritual para estas ejercitaciones y prácticas esenciales al proceso interior. ¿Penitencia, ayuno, mortificación, sacrificio, austeridad y sobriedad de vida? ¿Alguien ha escuchado hablar de algo así o en términos semejantes durante las últimas décadas en sus ambientes cristianos? ¿Toda una rareza verdad?

Me temo pues que tal descuido y negligencia espiritual haya hecho proliferar un amplio espectro de basuras y pestilencias varias en el corazón de los creyentes y del cuerpo eclesial. Cuando nos demos cuenta tal vez tengamos que acometer la ardua tarea de desmontar un terreno que ha llegado a ser inhabitable. Espero que no lleguemos a tal extremo. ¡Señor si adviertes en tu Pueblo semejante dejadez no te quedes lejos, ven pronto a socorrernos! ¡Quita las basuras de nuestro corazón!

 

 

Ezequiel: vivir según Dios en una tierra extraña (4)

 


Los oráculos actuados o acciones simbólicas son una especialidad de Ezequiel. En los capítulos 4-5 hallamos ejemplos interesantes.

 

“Tú, hijo de hombre, toma un ladrillo y ponlo delante de ti; grabarás en él una ciudad, Jerusalén,  y emprenderás contra ella un asedio: construirás contra ella trincheras, levantarás contra ella terraplenes, emplazarás contra ella campamentos, instalarás contra ella arietes, todo alrededor. Toma luego una sartén de hierro y colócala como un muro de hierro entre ti y la ciudad. Fijarás tu rostro sobre ella, y quedará en estado de sitio: tú la sitiarás. Es una señal para la casa de Israel.” (Ez 4,1-3)

 

Así como juegan los niños “a los soldados y a la batalla”, el profeta finge el asedio y sitio de Jerusalén a la vista de todos los habitantes que pasan. No dice una palabra, el gesto del profeta se transforma en oráculo. En 4,1-17 una serie de acciones complementarias describe la situación de acecho que se anuncia. En principio la forma de acostarse y su significado simbólico:

 

“Acuéstate del lado izquierdo y pon sobre ti la culpa de la casa de Israel. Todo el tiempo que estés acostado así, llevarás su culpa. Yo te he impuesto los años de su culpa en una duración de trescientos noventa días, durante los cuales cargarás con la culpa de la casa de Israel. Cuando hayas terminado estos últimos, te acostarás otra vez del lado derecho, y llevarás la culpa de la casa de Judá durante cuarenta días. Yo te he impuesto un día por año. Después fijarás tu rostro y tu brazo desnudo sobre el asedio de Jerusalén, y profetizarás contra ella. He aquí que yo te he atado con cuerdas, y no te darás vuelta de un lado a otro hasta que no hayas cumplido los días de tu reclusión.” (Ez 4,4-8)

 

Ezequiel se echará a dormir durante 430 días junto a la maqueta fabricada que plantea el asedio de la ciudad, probablemente amarrado entre cuerdas. Más de un año perseverará en esa actitud pública. Durante ese lapso de tiempo, en 4,9-10 se le indica el tipo de alimento que debe ingerir; lo hará racionado en pequeñas cantidades igual que el agua que beberá y siempre a una hora fija. Para reforzar el anuncio dramático en 4,11-15 también se le ordena comer un pan cocinado sobre excrementos. Todo el capítulo 4 constituye un anuncio del futuro sitio de Jerusalén y el horror propio de tal vivencia, así como la advertencia acerca del exilio donde convivirán entre pueblos impuros.

Finalmente la última acción simbólica cierra el espectáculo:

 

“Tú, hijo de hombre, toma una espada afilada, tómala como navaja de barbero, y pásatela por tu cabeza y tu barba. Luego tomarás una balanza y dividirás en partes lo que hayas cortado. A un tercio le prenderás fuego en medio de la ciudad, al cumplirse los días del asedio. El otro tercio lo tomarás y lo cortarás con la espada todo alrededor de la ciudad. El último tercio lo esparcirás al viento, y yo desenvainaré la espada detrás de ellos. Pero de aquí tomarás una pequeña cantidad que recogerás en el vuelo de tu manto, y de éstos tomarás todavía un poco, lo echarás en medio del fuego y lo quemarás en él. De ahí saldrá el fuego hacia toda la casa de Israel.” (Ez 5,1-4)

 

En 5,5-17 se ofrece un oráculo convencional en el cual se explicita todo lo actuado. Jerusalén caerá bajo Babilonia a causa de su pecado, sobre todo su ruptura de la Alianza por la idolatría. Dios ya tiene medido y pesado su futuro: un tercio del pueblo morirá dentro de la ciudad sitiada a causa del hambre y la peste, otro tercio morirá en combate por la espada y el último tercio será dispersado en el exilio.

 

Que la Palabra del Señor resuene contundente y clara

 

Me resulta impactante el gesto simbólico, simple y contundente en su expresión, extremo en cuanto al tiempo que es sostenido con increíble perseverancia y sacrificio personal. Pienso que sería muy fácil catalogar de “locura” semejante iniciativa. Tal vez así lo hayan percibido sus contemporáneos. Pero la actuación sostenida habla de la profundidad del compromiso de Ezequiel profeta, quien cueste lo que cueste se siente urgido a lograr que la Palabra del Señor sea escuchada y recibida. No ahorra recursos y como un martillo que golpea incesante está cada día de cara al Pueblo insistiéndole.

En cambio nuestros días no son exactamente gloriosos ni en largas fidelidades ni en sistemáticas y ordenadas comunicaciones. Todo fluye bastante caótico, inconexo, ambiguo, incoherente o contradictorio y por supuesto todo está cargado de relativismo pasajero, de moda de hoy y poco de absolutos firmes o sabor a eternidad.

Pero sobre todo en la Iglesia peregrina realmente se extraña tamaño compromiso con la Palabra del Señor. ¡Cuánta falta nos hacen aquellos predicadores de antaño, creativos y fidelísimos, urgidos y en quemazón constante por anunciar el Evangelio! Como Ezequiel podrían parecer locos, fuera de sí, demasiado revulsivos o inadaptados a su ambiente mundano. ¿Acaso creemos que el movimiento profético fue una suerte de corriente fácil de ubicar en los estándares culturales? Para nada, ¿verdad? El profeta desubica y descoloca a sus coetáneos. No surge desde la acostumbrada normalidad de lo mismo de siempre, sino desde el inquietante Misterio.

Dios quiera en nuestro tiempo, resurja en la Iglesia que camina en la historia, una renovada pasión –diría casi una pasión focalizada, persistente y creativa- que desee que la Palabra del Señor atraviese corazones, transfigure vidas y provoque un cambio radical de la mirada. Sólo una entrega de semejante envergadura podrá revertir el declive decadente de un cristianismo en disolvencia que parece optar por sobrevivir traicionándose y adecuándose al concierto de un nuevo paganismo emergente. ¿Ya estamos de nuevo en Babilonia? ¡Señor, siembra profetas inquebrantables en medio de tu Pueblo exilado!

 

POESÍA DEL ALMA UNIDA 35

  Oh Llama imparable del Espíritu Que lo deja todo en quemazón de Gloria   Oh incendios de Amor Divino Que ascienden poderosos   ...