EL DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL

 

 
 



La vida en Cristo, no se trata solo de un vínculo personal (que podría terminar en un “espiritualismo”, en un intimismo emocionalista desencarnado), sino de un concreto modo de vivir al estilo del Señor. Unirse a Cristo y vivir en Él es obrar como Él. “Pero quien guarda su Palabra, ciertamente en él el amor de Dios ha llegado a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él, debe vivir como vivió él.” (1 Jn 2, 5-6)

 

OBRAR EN CRISTO = DISCERNIR LA VIDA EN EL ESPÍRITU

 

Discernir significa distinguir, y no se me ocurre acción más apropiada para ejemplificarlo que el pasar las substancias por un tamiz o colador. El objetivo del discernimiento espiritual es descubrir la voluntad de Dios sobre mi vida y tal vez podría sintetizarse en esta pregunta fundamental: ¿Qué haría Jesús en mi lugar? Obviamente, a la raíz del discernimiento está el amor a Dios, el deseo de ser fiel, de llevar una vida santa. Hay momentos más cruciales y decisivos de la vida donde el discernimiento espiritual se hace evidentemente necesario; sin embargo, el cristiano que aspira a una vida espiritual madura, constante y sin fisuras, debería recurrir siempre a él.

 

Algunos criterios básicos y reglas de discernimiento

 

1)   El discernimiento espiritual es un Don del Espíritu Santo. Por lo tanto hay que pedírselo a Dios en la oración. Pedirle la Sabiduría que proviene de su Espíritu. Ayuda siempre a realizar un buen discernimiento hallarse en gracia de Dios.

 

2)   El discernimiento espiritual supone manejar algunas reglas o criterios básicos. La Sagrada Escritura es una fuente privilegiada de criterios. Además, a lo largo de dos milenios, en la Iglesia muchos maestros espirituales nos han dejado pautas de discernimiento aprendidas en el transcurso de su propio seguimiento de Cristo.

 

3) El discernimiento espiritual necesita ser confrontado y confirmado. Por lo tanto, nunca se hace enteramente solo; tal actitud es un engaño. No basta ser iluminado por el Espíritu y manejar bien las reglas; todo discernimiento debe ser confrontado y confirmado por la Iglesia. La mediación eclesial se llama en este caso dirección o acompañamiento espiritual. Se trata de recurrir con periodicidad a un hermano experimentado de modo que, en la presencia de Dios, él o ella puedan confirmar el modo de caminar tras las huellas de Jesús y hacer las sugerencias o correcciones necesarias. Hay que evitar 2 extremos:

a) Recurrir al director espiritual para tomar cada decisión puntual: tal actitud sería insostenible prácticamente y, por supuesto, inmadura y excesivamente dependiente.

b) No tener acompañante, privatizar la Vida que Dios me dio por medio de la Iglesia, el acostumbrado yo me las arreglo solo. Esta actitud nos deja fuera del cuidado pastoral de Jesús por medio de los hermanos, o expresa la resistencia y rebeldía a la obediencia pastoral.

 

4) En la vida espiritual experimentamos 2 tiempos o movimientos básicos: consolación y desolación.

Tiempo de consolación: No hay dificultades en la relación personal con Dios. Hay gusto y deseo por la oración, necesidad del encuentro. Se tiene claridad y firmeza en la decisión de seguir a Jesús. Es un tiempo donde prima la paz y la alegría interior, el buen ánimo y el deseo de santidad, la búsqueda de lo que agrada al Señor. Claro que pueden haber también situaciones difíciles y dolorosas, pero no obstaculizan la relación con Dios, se las vive con Él y desde Él.

· La consolación nos mueve a inflamarnos más en el amor de Dios, a convertirnos del pecado, a buscar la voluntad del Señor.

· La consolación de 1º grado viene ciertamente de Dios porque no hallamos causa que la preceda.

· La consolación de 2º grado tiene causa precedente y debe ser discernida a la hora de tomar decisiones pues puede estar mezclada con mal espíritu o proceder engañosamente de él. (El enemigo se disfraza de ángel de luz: propone al comienzo una intención devota que agrada al alma para sacar de ella algún mal hacia el final).

· Se debe vivir con humildad meditando en la maravilla que es la gracia de Dios, sin autoglorificaciones o presunciones humanas (tentación de centrarnos en nosotros y en nuestra fuerzas) sino como pobres agradecidos del don que se nos hace.

· Se debe preparar para la próxima desolación meditando sobre cómo se la superará. Es tiempo propicio para tomar decisiones pues nos mueve más el buen Espíritu.

Tiempo de desolación: La relación con Dios se hace dificultosa y estéril. Es tiempo de desierto. Falta el deseo por la oración. A veces parece que Dios se ausenta o se queda callado. A veces esa experiencia de sequedad espiritual o de vacío nos impulsa a alejarnos de Él, a escaparnos de su Presencia. Hay confusión, duda, angustia, temor u otros sentimientos que nos desestabilizan. El alma está oscura y turbada, triste y perezosa, sin esperanza y tocada por la desconfianza, e inclinada hacia lo bajo. Nos encontramos frente a una crisis-prueba de fe o frente a una situación de tentación. Las causas de este tiempo pueden ser:

a) Situaciones de vida difíciles de aceptar que me colocan en crisis, en rebeldía con Dios.

b) Producto de la mediocridad de la vida espiritual o de una situación de pecado no superada o de un embate de tentaciones que no son rechazadas.

c) Dios nos pone a prueba para fortalecer nuestro amor y deseo de seguimiento, o para que valoremos que dependemos de él y de su gracia.

d) Un don de Dios que prepara un crecimiento en la vida espiritual. (En este último caso hay notables diferencias con la descripción que precede de la desolación. Aquí no se encuentra en crisis la relación con Dios sino el modo de presentarse Dios a la persona. Si hay confusión es resultado de la novedad, del cambio en el estilo de la comunicación. Sin embargo quedan en pie el deseo del encuentro con Él, la voluntad de seguimiento y la confianza de que esta esterilidad o aparente ausencia provienen de Él, de su pedagogía y que son para nuestro crecimiento. Se hace realidad en la vida contemplativa y en las purificaciones infusas.)

En los tres primeros casos no es tiempo propicio para tomar decisiones nuevas pues es tiempo donde nos mueve más el mal espíritu. Se deben sostener las decisiones tomadas en tiempo de consolación. Se debe evitar la tendencia al aislamiento y recurrir con prontitud a la comunidad y al director espiritual a quienes hay que obedecer.

· La desolación nos inclina a separarnos de Dios y de la comunidad hacia el pecado.

· En la tentación la regla básica es resistir, fortalecer la voluntad y luchar hasta rechazarla. Si así lo hacemos salimos fortalecidos, crecemos en fidelidad. Tiempo de prueba que se debe soportar con paciencia.

· Nos ayuda a conocernos y a valorar la hondura y firmeza de nuestras convicciones evangélicas.

· Cuando hay tentación en el reverso hay una gracia que el enemigo nos quiere arrebatar. Bien discernida puede ser un camino para descubrir o valorar una gracia puntual.

 

5) El discernimiento espiritual supone distinguir de dónde vienen las mociones interiores y hacia dónde me llevan. “Moción interior” designa todo impulso, pensamiento, estado de ánimo, sentimiento o emoción que nos invita a actuar de cierto modo. Dichas mociones tienen 3 fuentes de procedencia: nuestra propia naturaleza, el mal espíritu y el Espíritu de Dios. Sólo debemos obrar según aquellas mociones que vienen de Dios y que nos llevan a Él. Es clave el discernimiento, porque a veces no todo lo que parece provenir de Dios o llevarnos a Él, proviene efectivamente de Él. Hay engaños muy sutiles que sólo descubre quien ya se encuentra muy experimentado en el discernimiento. Por eso a veces nos pasa que creyendo hacer un bien la cosa termina mal. Discernir es un aprendizaje para descubrir lo que es de Dios de lo que no lo es. Intentemos alguna ejemplificación didáctica.

· Cuando andamos ganados por el mal espíritu, de pecado en pecado, el buen Espíritu nos mueve al arrepentimiento y a la conversión.

· Cuando andamos en gracia el mal espíritu puede movernos a escrúpulos o remordimientos falsos, a desesperarnos o a pensar que no es posible la santidad; nos desanima y pone obstáculos para crecer. El buen Espíritu nos alienta y anima.

· El enemigo se hace fuerte cuando condescendemos y se debilita cuando lo resistimos.

· El enemigo nos ataca por dónde estamos más débiles y desguarnecidos.

· El buen Espíritu produce alegría y gozo y remueve turbaciones y tristezas.

· El mal espíritu produce engaños, nos quiere turbar y hacer desconfiar.

· El buen Espíritu tiende a tocarnos suave y profundamente en el centro del alma.

· El mal espíritu tiende a ser bullicioso y movilizar las capas más superficiales (pensamientos y sentimientos).

· Las mociones del buen Espíritu en el principio, medio y fin nos inclinan al bien y a crecer hacia un bien mayor.

· Aunque comience bien, si en el medio o en el fin se percibe algún mal o se tiende a decrecer en el bien o el alma se distrae de Dios y se conturba es señal de que la moción proviene del mal espíritu.

· Discernir las mociones nos ayuda a conocer cómo actúa la gracia y cómo la tentación, capitalizando la experiencia para que nos ayude a discernir mejor en el futuro.

 

6) El discernimiento espiritual es un camino de conocimiento y aceptación de la propia persona. Nadie puede seguir a Jesús e intentar vivir a su estilo sin clarificar cuáles son sus capacidades y sus limitaciones, sin medir sus fuerzas, sin contar con su temperamento y con las condicionantes de su propia historia de vida. Por eso a veces el discernimiento se torna crudo: hay que aceptarse, hay que abrazarse, hay que amarse. No se puede caminar hacia la santidad queriendo ser otro que uno jamás podrá ser. Hay que poner la propia persona bajo la mirada de Jesús para que nos ayude a reconciliarnos con nosotros mismos en vez de vivir quejándonos o decepcionándonos por lo que no podemos ser. Dios sabe quienes somos y quienes podemos llegar a ser; nosotros, muchas veces, nos auto-engañamos.

 

7) El cristiano obra por la fe y no por ideas o sentimientos. El cristiano actúa de acuerdo a lo que cree y no solo a lo que siente o piensa. En tiempo de desolación esta regla es vital para sobrevivir: aprender a obrar por convicción. No se hace el bien cuando se tiene ganas, ni se cultiva la vida espiritual cuando se tiene gusto. Se obra y se ora en relación con una Persona, con Jesucristo y nadie abandona a quien dice amar cuando las cosas no parecen andar como uno lo espera: tal amor sería o poco o falso. Discernir es aprender a vivir desde un nivel más profundo que los estados de ánimo, sentimientos, emociones, ideas u opiniones. Discernir es aprender a vivir desde la fe.

 

8) El Dios que se comunica y que gesta comunión no puede sugerirnos vivir a escondidas y aislados. Una de las grandes tentaciones de la vida espiritual es apartarse de Dios y de la comunidad. Cuando la moción interior nos induce a no compartir la vida con los hermanos, a no sacar a la luz nuestra situación de opresión interior o de pecado, a abandonar la relación con Dios en tiempo de esterilidad o a no acercarnos a la comunidad en tiempos de desolación, cuando nos hace creer que a Dios y a la Iglesia uno sólo puede acercarse cuando está bien y sin dificultades, cuando nos pinta el cuadro de que Dios y la comunidad nos van a rechazar debido a nuestras limitaciones o pecados y que sólo nos queda por delante el camino de quedarnos solos, esa moción no es de Dios. Seguirla nos conducirá a una situación peor: nuestra Vida en el Espíritu enfermará, agonizará y morirá. Tal situación sólo se salva haciendo lo contrario a lo sugerido, poniéndose bajo la luz de Dios, de la comunidad y del director espiritual.

· El enemigo desea actuar manteniéndose secreto y escondido pero huye cuando denunciamos la tentación a la que nos somete.

 

9) Se discierne para cuidar la gracia recibida y sus frutos. No se trata de que Dios nos regale con abundancia y nosotros derrochemos alocadamente. Discernir es aprender a cuidar la gracia recibida en tiempo de consolación de modo que no nos falte en tiempo de desolación. Cuando llegue el tiempo de la prueba y de la contradicción mejor es que nos encuentre firmes en Dios. Quien sabe cuidar lo que Dios le da no se quiebra ante la prueba sino que sale airoso, entero y crecido en gracia.

 

10) El discernimiento es un aprendizaje continuo. Nunca se termina de aprender a discernir: a) porque la Vida en el Espíritu crece y nos coloca frente a gracias y experiencias nuevas, b) porque nosotros mismos y las circunstancias de nuestra vida también cambian, c) porque no siempre aprendemos de los errores y podemos volver a repetirlos. El discernimiento espiritual es como una capitalización de experiencias a base de ensayo y error. A menudo la situación es comparable con otra ya vivida y eso nos facilita comprenderla. Cuanto más se ejercita el discernimiento mejor se discierne.


1 comentario:

  1. Que bueno que nos enseñes como discernir en momentos que muchas veces se busca mas el disfrute y el éxito inmediato que la verdad.! Es importante discernir para tomar buenas decisiones. Me gustaría que me puedas responder igualmente no sé si es el sitio 2 dudas ... 1)como puedo practicar la no reaccion pero si la respuesta de una situación que me confronta? 2)y si existe una manera de darme cuenta, diferenciar una intuición propia de algo más profundo, de un mandato interior. O sea identificar una exigencia de algo que viene de mí yo más profundo. Ya que no es constante pero por momentos siento angustia aún estando en el camino que debiera estar proporcionando más claridad,paz y armonía?

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