Oleada de dolor quemante. Poesía escondida

 


"Cantar de amadores. Sobre el inicio de la contemplación." (2019)



Oleada de dolor quemante

Que asciende interminable

Dejándolo todo a oscuras

Y que tras breve permanencia

Desoculta

La Luz imperceptible

Que el amor

        Tras de sí lleva

Y que no ve ni toca

Mas por la fe prueba

                                  Y sabe tan radiante

          Y caudalosa

Y que la deja derramada

   Y tan sujeta

En tinieblas de paz y de consuelo

Y así llagada

         En su vibrante herida

 

Vivir es para mí. Poesía escondida

 



"Cantar de amadores. Sobre el inicio de la contemplación." (2019)



Vivir es para mí

Aceptar pasar oscuro

Sin ninguna luz

Sabiendo que es verdad

Que habito la oscuridad más honda

Pero una oscuridad resplandeciente

 

Estoy hablando de la noche

Quien lo vive

                      Así lo entiende

          Y nadie más

 

Tres heridas. Poesía escondida

 



"Cantar de amadores, Sobre el inicio de la contemplación." (2019)


Herida que profiere

                                Herida proferida

Comunicación total

       Y hay otra Herida

 

El que tenga al amor

          De seguro lo tiene

    En Tres Heridas

 

Hiriéndote una en una

Las Tres te hieren

    Como si Una sola

 

La palma recibe

La mirada cautiva

La llama enciende

 

Y te hieren las Tres

Que en Tres son Una

        Como Tres distintas

 

El que tenga al amor

          De seguro lo tiene

    En Tres Heridas

 

Herida que profiere

                                Herida proferida

Comunicación total

       Y hay otra Herida

 

"Él me hizo entrar en la bodega." Cantar de los cantares



"Cantar de amadores. Sobre el inicio de la contemplación." (2019)


“Él me hizo entrar en la bodega y enarboló sobre mí la insignia del Amor.” (2,4)

 

            ¡Oh, qué herida dulce y suave, profunda y quemante, extenuante que desmaya, inflamante oscura! ¿Quién podría explicar este suceso, ponerle palabras a este acción original y preciosa del Dios del Amor?

¡Oh, si apenas recuerdo este regalo, que me ha hecho algunas veces, la respiración del alma se agita y el corazón se acelera;  exhalo amoroso deseo! Porque me hizo entrar en la bodega, donde a oscuras en la intimidad, me dio el vino de su Ser y me embriagó de amor. Enarboló sobre mí su insignia y me hizo suyo, ya que el corazón del hombre desea entregársele por completo pero es débil para actuar su deseo, y Él que es todo Misericordia adelantándose, se compadece y lo toma.

¡Oh dichosa bodega guardada en el fondo más hondo del alma! Allí mete el Señor a su amador para que reciba destellos de unión, y aunque sólo destellos, incomparables, inimaginables e indecibles. Así algún día habitará en ella alcanzando el grado de unión más alta.

Pero ¿cómo es esto de que la bodega está en el alma y el alma es metida en la bodega?  No sabría cómo explicar lo que comprendo sin comprender: que el alma Dios habita y el alma es llevada allí para ser introducida como en el seno de Dios. Tras vivirlo, sabiendo que estaba en Dios sin saber cómo, me ha ido brotando la certeza de haber participado de algún modo de la Vida Trinitaria. Y este modo sé que puede ser más subido en esta vida, aunque este saber tampoco sé cómo ni de dónde me viene a no ser de Dios que llama. Así espero alcanzar un habitar más duradero en la bodega, de acuerdo al Señor y su querer. Pero ahora me parece que quien saborea este amor que se ofrece en la bodega, este amor insignia enarbolado, saborea un amor en tres heridas.

Y el corazón resuena tras este acercamiento al seno Trinitario:

 

            Herida que profiere, Herida proferida,

            comunicación total y hay otra Herida.

            El que tenga al Amor de seguro lo tiene

            en Tres Heridas.

 


"Yo me senté a su sombra tan deseada." Cantar de los cantares



"Cantar de amadores. Sobre el inicio de la contemplación." (2019)



“Yo me senté a su sombra tan deseada y su fruto es dulce a mi paladar.” (2,3b)

 

            El alma ya salida de sí, existencialmente deseosa de vivir descentrada en sí misma; a su vez padece terriblemente el reflujo del sólo-yo que desea imponerse y desterrar al Amado que le ha ganado el corazón y tomado por asalto su dominio. Esa alma sufre el descentramiento tan deseado, aún no alcanzado por completo y que la tiene retenida para la unión esponsal. Esa alma en tensión sólo encuentra reposo en el encuentro con Él.

El Amado es ese árbol frondoso que arroja sombra que ampara y refugia, bajo la cual sentarse a descansar y experimentarse el alma inquebrantablemente segura. Y el árbol le regala sus frutos sabrosos al paladar que la reconfortan y revitalizan. Y esta alma encaminada a una unión más duradera, aún experimentando como el Señor trabaja para vaciarla completamente de sí, envuelta por dura noche, exclama su necesidad de ser visitada para no sucumbir.

¡Sé tu Amado mi refugio y mi amparo! ¡Socórreme cuando desfallezco! ¡Dame de comer y de beber de lo tuyo! Así grita esta alma y el Señor que la ama la visita con su inefable presencia y la alimenta con su gracia. ¡Oh, qué seguridad experimenta quien descansa en el mismísimo Señor del universo!

 


"Mi nardo exhala su perfume." Cantar de los cantares

 



"Cantar de amadores. Sobre el inicio de la contemplación." (2019)



“Mientras el rey está en su diván, mi nardo exhala su perfume. Mi amado es para mí como una bolsita de mirra que descansa entre mis pechos.” (1,12-13)

 


            Cuando el Señor revela al alma su presencia reposada y tranquila en lo más hondo de ella, no puede menos que exhalar su perfume más original: su referencia absoluta al Amado, el reconocimiento cándido de su dependencia creatural. Y perfume de amor con Perfume de Amor es pagado. El Amado como bolsita de mirra, como escondido secreto que bulle, se expande y se derrama en el centro del alma, se le ofrece, se le da, se le regala. ¡Oh, sí, el alma lleva en su centro la habitación del tesoro de donde brotan mercedes y florecen regalos que la tornan más semejante a su Amado! ¡Oh, olorosa Presencia, que tanto bien me haces, úngeme con tu néctar y sáciame de Ti, ya no quiero más vivir en mí sin Ti pues eres sólo Tú ya mi vivir! ¡Oh, Señor, escondido en lo secreto de mí, trueca el episodio, que quede yo escondido en lo secreto de Ti!

 

 

Apreciar el tamaño de la Cruz, amar y caminar hacia delante. Florecillas de contemplación

 



"Cantar de amadores. Sobre el inicio de la contemplación." (2019)

                                                            

                                              Apreciar el tamaño de la Cruz,

amar y caminar hacia delante

 

 

El camino del cristiano es un camino de cruz hacia la Cruz. No es amor un amor incapaz de cruz. Y la cruz aparece siempre en uno mismo, en los otros y en el mundo. Asociada solo con la prueba, la amargura, el dolor, la injusticia, el desamparo y el fracaso, en fin, sólo con la muerte pierde su verdadero valor y fuerza. En cambio, sin negar aquello, alcanza su plenitud sumándole su ser posibilitante del crecer, de la felicidad auténtica, del gozo, de la redención, del abrazo fraterno, de la victoria de la resurrección, es decir, de la Vida. Pero ante el peso contundente de cada cruz que nos toca cargar, peso que aplasta y como afilada daga traspasa el alma entera: ¿quién nos puede hacer capaces de mirarla con ojos de posibilidad, de recibirla agradecidos, de llevarla con alegría? Indudablemente el Señor Jesús, aquel que cargó con su Cruz todas las cruces de la humanidad y de la historia. Mirándolo a Él se nos regala una mirada nueva. Su Espíritu nos muestra dulcemente el tamaño de nuestra cruz revelándonos también su posibilidad salvífica y nos introduce en el conocimiento interior de la magnitud de la Cruz del Amado. Lo amargo se nos torna sabroso inflamados por su amor. Amar la Cruz, amar a los crucificados que hay en ella es lo que hizo Jesús y lo que nos enseña. Elevar nuestra cruz a la Cruz de Jesús que eleva toda cruz al Padre para que Él derrame abundantemente el don de la resurrección. Por eso el verdadero contemplador, es decir, el verdadero amador del Amado, toma su cruz y lo sigue, camina hacia delante, seguro, confiado, lanzado a los brazos del Padre. Y no solo su cruz sino tantas cruces de otros que no saben, no pueden o no quieren cargarlas; las toma y las lleva por ellos. Sucede que en la cruz amanece esplendoroso el rostro del Esposo y el contemplador le busca en desposorio abrazándolo enloquecido y errante por el mundo. El misterio de iniquidad que hace despuntar la cruz sólo se redime con amor. Así lo vivió Jesús. Así quiero vivirlo yo.

 

 

 

 


Escóndeme en lo escondido. Florecillas de contemplación




"Cantar de amadores. Sobre el inicio de la contemplación." (2019)


                                            Escóndeme en lo escondido

 

El verdadero contemplador ha gustado del Dios escondido. Tras la primera noche del alma se ha encontrado con Aquel que tanto sobrepasa resultando inasible, en huida, escondido frente a su inteligencia y sus afectos. Vive el momento negativo donde nada de lo que diga de él alcanza y el momento superlativo donde Dios es más y siempre más de lo que de Él se puede afirmar. Dios es la nada y  Dios es el todo. Un Dios escondido que solo puede abrazar con el nuevo sentido interior que le ha sido regalado. Y avanzando hacia quien se le dona lo contempla, es decir lo ama y es amado en lo escondido de Encarnación, Eucaristía y Cruz.

Mirando con mirada cautivada este bendito Espejo, atraído todo él con fuerza irresistible a la comunión, no puede menos que suplicar con dulzura ser escondido en él. Escondido tras el escondido quiere vivir para que desapareciendo él brille el Amado. Y quiere esconderse justamente allí donde el Dios escondido más se anonada: tras Encarnación, Eucaristía y Cruz.

El verdadero contemplador suele pasar ante los ojos del mundo como un torpe, loco o ciego. Es que por amor busca ser pobre para abrazarse enteramente al plenamente Pobre. Unido a esta pobreza que enriquece deja escondidos en la intimidad los favores y se esfuerza por sacar a luz a Dios en las obras desapareciendo lo más posible, obrando también en lo escondido. Sólo en lo escondido, donde el Padre únicamente ve, el amor fecunda y fructifica.

La mayoría de los hombres no se encuentran en profundidad con Dios porque lo buscan donde él no destella. La lógica de la Encarnación, de la Eucaristía y de la Cruz va a contramano de la lógica del endiosamiento, de la autoafirmación negadora de lo diferente y del poder que nos empuja desde la raíz de pecado que vive en nosotros. El Dios que vino entre nosotros asumiendo plenamente la humanidad y la historia eligió pararse en el reverso de nuestro hacer humanidad y hacer historia y desde allí, desde lo escondido, sumergido en lo más profundo de nuestras tinieblas hizo brillar su luz que dispersa oscuridades. Esconderse en lo escondido es pararse junto al Amado y ser testigo y cooperador de su amor que salva.

El camino del santo es el camino de la locura, que no es otra que la locura de amor de Jesús, el Señor.

 


Crecer hasta la altura del amor regalado. Florecillas de contemplación






"Cantar de amadores. Sobre el inicio de la contemplación." (2019) 



Crecer hasta la altura

del amor regalado

 

Dura pero ineludible exigencia es ésta para un camino de verdadera contemplación. Para andar en la noche alcanzando siempre nuevas terrazas en dirección a la cumbre es necesario caminar con paso firme, es decir, experimentando bajo los pies desnudos la rudeza de las rocas, la aspereza de los arbustos, el aguijonear de las espinas y cuanto más se asciende el dolor quemante de la escarcha. Figuras estas de las numerosas dificultades que hallamos a la hora de poner en obra tanto amor que se nos regala.

A la gracia hay que aceptarla, algo así como atar a ella la naturaleza para que la recree. Y a las mercedes se las atesora devolviéndoselas al Amado por el canal de las criaturas. El amor del Señor no solo nos invita a devolverle amor a Él sino que nos exige amarlo en todo lo que es obra suya, reconocerlo allí y allí abrazarlo. No progresa en el amor a Dios quien no progresa en el amor a los hermanos humanos, a todos los hermanos de la naturaleza, al hermano universo. Atar la gracia es desatarla, devolver gratis lo que gratis se nos da. Dejarse recrear es dejarse atravesar. La transformación comienza por la recepción del don y sigue por su devolución multiplicadora. Atesorar es desnudarse.

Por eso cada vez que recogido en la interior morada recibo amor nuevo y quemante del Señor sé que no es un final sino un nuevo inicio del trabajo de conversión, siempre continuo, nunca acabado. Me aferro entonces a la gracia regalada y poniéndola delante de mis ojos intento mirar la vida a través de ella. Muchas veces la aparto y la rechazo. Entonces me detengo en el amor y el Amado Misericordioso me acaricia y al acariciarme me invita a seguir andando, reanimando en mí el deseo del desposorio consigo y a la vez firme y suavemente, con esa misma caricia, me corrige y me reprende por mi negligencia. ¡Experimentarse avergonzada ante la mirada cariñosa del Señor, detenida en el amor, reaviva en el alma el sendero de la penitencia! Y entre lágrimas y no pocos dolores lucha y pone todas sus fuerzas en crecer con obras hasta la altura del amor que el Señor le regala.

¡Ojala algún día por algún momento la altura de ese amor que anima y exige sea la altura de la concordia amorosa con todos por amor al Amado! De poner en obra tanto amor habré crecido con la ayuda generosa de la gracia hasta la altura del amor de Jesús en la Cruz. Entonces exultaré y cantaré lleno de gozo al verme desposado en la Cruz, crucificado junto a mi Amado, uno solo con Él.

 

En la interior morada Tú eres el fuego que abraza y abriga. Florecillas de contemplación








"Cantar de amadores. Sobre el inicio de la contemplación." (2019)


En la interior morada

Tú eres el fuego

que abraza y abriga

 

En el centro profundísimo de mi alma, lugar escondido y resguardado, el Señor me ama. Y su amor es percibido por mí como un amor siempre más crecido y nuevo, más exigente y aguzado, más acariciante y suave. A esta interior morada me retiro cargando mis desvelos y contemplando el espejo donde Encarnación, Eucaristía y Cruz brillan retorno transformado; despejando algo en el rostro mío del Rostro del Amado. Es que allí con su fuego me abraza y toda soledad y todo mal se esfuman. Es que allí con su fuego me abriga y el frío de la noche de esta tierra da paso al cálido clima de cielo que él me trae.

¡Gracias, Señor, por tanto cuidado! ¿Con qué pagaré tanta vigilia tuya? ¿Con qué pagaré, Amado mío, tanto amor pródigamente regalado? Ya sé que es gratuito pero quiero devolverte algo y para hacerlo te devuelvo mi vida, esta vida que no es mía sino tuya y que ahora libre y alegremente no retengo y reconduzco a Ti. ¿O no es tema de amadores darse uno a otro sin medida para ya no ser dos sino uno solo? Si Tú, el Altísimo, me recibes a mí, el bajísimo: ¿cómo no he de aceptar tan increíble acogida? En la interior morada que juntos habitamos tú eres y serás siempre el fuego que llameando, ardiendo y quemando me da vida.

 


A tanto amor se paga con desprecio y a tanto abandono de le deja abandonado. Florecillas de contemplación





"Cantar de amadores. Sobre el inicio de la contemplación. (2019)



 A tanto amor se paga con desprecio

y a tanto abandono se le deja abandonado

 

Lo veo en mí y lo veo en las gentes. ¡Que mal tan terrible es éste! Mal de males y desprecio de todo bien es dejarle a Cristo solo en su amoroso sacrificio. Por eso el alma encendida y esclarecida en amor quiere desterrar este mal que late en sus dominios, esta inclinación perversa que la pierde. Por eso gime y solloza viéndolo al Amado tan solo y al mundo tan indiferente. ¡Gran desastre es que el Amor no sea amado! ¿A quién se amará entonces? El hombre se vuelca todo sobre sí mismo y se endiosa y hace la guerra a sus hermanos. ¡Haz de mi vida, Señor, un único grito suave y cálido que anuncie donde quieras que tu amor debe ser amado y tu abandono recibido y devuelto a Ti en abandono! ¡Que no quede en mí, Señor, tanto Amor tuyo abandonado!


Unión de amadores. Sobre el inicio de la contemplación






"Cantar de amadores. Sobre el incio de la contemplación." (2019)

 

Contemplar es entrelazar la vida con la Vida del Amado.

 

Entrelazándonos, amadores,

cantamos la vida de a dos;

vida que será Vida Nueva

fecundada en amor.

 

Jesús, sos mi amador.

Jesús, soy tu amador.

 

           

Contemplar es entrelazar la vida con la Vida del Amado.

            Amadores, el Señor y el contemplador, que se buscan y se encuentran y se unen. Se van entrelazando, entretejiendo estos dos bien distintos y por la gracia de uno van alcanzando la unidad y la armonía en el amor. Así la vida del contemplador va siendo transformada a imagen y semejanza de la Vida Nueva del Amado; imagen y semejanza sembrada desde siempre y desde siempre llamada a crecer hasta alcanzar la plenitud. Plenitud regalada por el amor fecundo del Señor Jesús que se da sin medida.

            Contemplar es lanzarse a la fecundidad del amor en el encuentro unitivo con Jesús Amado que viene y no deja de venir.

 

Andar y provocar. Sobre el inicio de la contemplación





"Cantar de amadores. Sobre el inicio de la contemplación." (2019)

 

Contemplar es andar en amor.


 

El que en amor anda transido

en amor se halla vagando

y en amor se encuentra herido

por ardores inflamado.

 

El que en amor vive encendido

en amor anda engendrando

y tras amor va peregrino

en todo sitio enamorando.

 

Quiera el alma venturosa

darse más a su Señor

para así ser en el mundo

rostro del amor.

 

           


Contemplar es andar en amor.

            Un andar en amor que es andar transido por la angustia de no contar con ese amor; angustia suave y profunda, dulce y dolorosa que pone al alma en espera constante y en continua súplica de amor. Un andar vagabundo tras de amor como quien nacido de lo alto escucha aquel viento que sopla donde quiere, sin saber de dónde viene ni a dónde va. Un andar herido de amor que inflamado por ardores indescriptibles que le llegan de más allá de sí se ve animado, impulsado y llevado. Un andar enloquecido de amor.

            Y este andar en amor encendido e incendiado va engendrando amor por donde pasa. En su peregrinar tras el amor se ve llevado a dónde el amor del Amado no está presente y se ve invitado a contagiarlo, a ofrecerlo, a darlo. Por su testimonio de andar en amor el Señor va regalando a otros el enamoramiento de amor que ya ha infundido en el contemplador. Así anda en amor provocando el llamado a vivir y andar en amor del Amado.

            Y así este andar en amor encuentra su vocación en darse más a su Amado para que su Amado lo convierta en rostro y presencia viva de su amor para el mundo.

            Contemplar es andar en amor provocando amor por un amor tan encendido.


Pertenencia y renuncia. Sobre el inicio de la contemplación






"Cantar de amadores. Sobre el inicio de la contemplación." (2019)


Contemplar es un camino de renuncia a toda propiedad sobre uno mismo para pertenecerle por entero a otro, al Amado.

 


Toda la vida en amor vivir

abrazándote, respirándote,

bebiendo de tu limpia fuente

el agua clara de eternidad.

 

Toda la vida en amor vivir

escuchándote, recibiéndote,

aferrándome a tu suave voz

y conformándome a tu voluntad.

 

Toda la vida en amor vivir

esperándote, anhelándote,

siguiendo tus cálidas huellas,

ir por detrás de tu caminar.

 

Que todo te pertenezca a Ti,

todito a Ti, Jesús.

 

           


Contemplar es un camino de renuncia a toda propiedad sobre uno mismo para pertenecerle por entero a otro, al Amado.

         El contemplador, ya encaminado al encuentro unitivo profundo, no quiere otra cosa que moverse, vivir y existir en el amor de su Amado, depender de Él. Y en el encuentro de amor el Señor Jesús le da a beber del agua clara de eternidad, el Espíritu Santo, que le anima a entregarse más y más. Así el contemplador busca con mayor amplitud darle todo a su Amado, lograr que todo le pertenezca a Él y nada ya a sí mismo. Ser todo él del Amado Jesús.

            Y esta pertenencia se traduce en la conquista de una actitud fundamental para el crecimiento contemplativo: tener la atención cada vez más fija, más permanentemente centrada en el Amado. El contemplador busca pertenecerle ampliando su capacidad de escucha y acogida, aferrándose más a la voz del Amado -que es Camino, Verdad y Vida- desechando cada vez más la propia voluntad para en amoroso abandono conformarse a la voluntad de su Señor, única voluntad que sana, libera y plenifica.

            Ser cristiano es algo simple pero que a la vez reclama jugarse toda la vida. Ser cristiano es ir haciéndose semejanza de Cristo, dejarse disminuir para que Él crezca, morir en su muerte y que él viva en uno. Por eso la contemplación auténtica moviliza una real y concreta transformación de la vida para pertenecerle al Amado. Pertenencia que busca en la fidelidad que se ofrece y por la inmensa ayuda de la gracia alcanzar absolutez: “ser como otro Cristo”.

            Y así, siempre más enamorado, y no queriendo pertenecer a sí sino a la voluntad tiernísima del Señor seguirlo donde sea, ir tras de sus huellas alegremente. Caminar detrás de Jesús Maestro y no querer ocupar otro lugar más que el que le corresponde, el justo lugar, el lugar de discípulo.

            Contemplar es entonces pertenecer al Amado, devolverse en amor a quien en amor todo entero se nos ofrece.


POESÍA DEL ALMA UNIDA 35

  Oh Llama imparable del Espíritu Que lo deja todo en quemazón de Gloria   Oh incendios de Amor Divino Que ascienden poderosos   ...