ORAR CON LA PALABRA DE DIOS

 



BREVE INTRODUCCIÓN A LA "LECTIO DIVINA"
 

 «Desconocer la Escritura es desconocer a Cristo».

«Cuando tú oras le hablas a Jesús. 

Cuando lees la Escritura 

es Él quien te habla.»

San Jerónimo


¿Qué es la Lectio Divina?

 

Veamos algunas definiciones:

 

1. Es el ejercicio ordenado de la escucha personal de la Palabra. Card. Carlos María Martini.

 

2. Es una lectura personal de la Palabra de Dios por la cual uno se esfuerza en asimilar su verdad y vida; hecha en la fe, en espíritu de oración, creyendo en la presencia actual de Dios que me habla por medio del texto sagrado. Bernardo de Olivera, OSB (OCSO)

 

3. Es una lectura, individual o comunitaria, de un pasaje más o menos largo de la Escritura, acogida como Palabra de Dios, y que se desarrolla bajo la moción del Espíritu en la meditación, oración y contemplación. Pontificia Comisión Bíblica.

 

Puede ser presentada, según los autores, subdividida en diversos momentos o pasos. Sin embargo en general hay 4 que son fundamentales y de consenso absoluto: lectura, meditación, oración y contemplación. Hay quienes agregan también la acción como el fruto del ejercicio de la lectio.

En verdad nunca es claro cuando se pasa de un momento a otro, pues bien practicada, naturalmente cada uno engendra el siguiente en un proceso dinámico sin notorias rupturas.

 

Los pasos de la lectio

 

En principio se trata de un ejercicio personal, lo cual asegura el clima de silencio y escucha como la continuidad del “discurso y diálogo interior”, exceptuando las distracciones y tentaciones que puedan sobrevenir.

Obviamente al realizarse comunitariamente se introducen diversas variantes, sobre todo el diálogo de intercambio entre los participantes. El animador debe cuidar que no se transforme en una clase ni en un grupo de estudio, moderando las intervenciones y ajustándolas a lo que sea realmente conducente. Una comunidad que practica la lectio aprenderá con el paso del tiempo a nunca perder el clima de oración tan propio de esta forma de encuentro con la Palabra de Dios.

 

Oración inicial

Siempre es conveniente introducirse en la lectio con una breve oración: una invocación al Espíritu Santo, un canto, una oración escrita por otros, etc.

 

1. LECTURA

 

Este primer momento es como “levantar sabores y aromas”. Como cuando olemos y saboreamos una comida que ya está en su punto de elaboración y al probarla ya anticipamos qué tan rica es y cuanto disfrutaremos de comerla. La LECTURA es como una primera degustación, un pasar la Palabra de Dios “por el paladar del alma y el olfato del corazón”.

Si se hace en comunidad se puede proclamar el pasaje de la Sagrada Escritura y luego pasar a una relectura personal y silenciosa. Hasta podría realizarse un ejercicio de imaginación contemplativa con música de fondo.

 

2. MEDITACIÓN

 

Como ya dijimos, un paso lleva al otro con cierta fluidez, y mientras estamos “saboreando” por la LECTURA ya comienza la MEDITACIÓN.

 

¿Qué dice el texto?

Justamente estamos en la bisagra o puente que une el primer paso con el segundo. Aquí, poner atención a diversos elementos, puede ayudarnos:

1)  Recurrir a las notas marginales y también a algún comentario introductorio del aparato crítico.

2)  Contextualizar el relato identificando los textos anteriores y posteriores al mismo.

3)  Especificar el género literario del relato.

4)  Descubrir divisiones internas en la unidad de un mismo texto.

5)  Identificar palabras, expresiones o frases que sean la clave de interpretación del texto.

6)  Deducir o imaginar los paisajes o itinerarios geográficos y su posible relevancia para la comprensión de la narración.

7)  Reconocer los personajes con sus sentimientos, emociones, acciones, gestos y actitudes. Indagación psicológica y espiritual de su identidad y de sus procesos vitales.

8)  Referencia a otros textos bíblicos que sean aludidos explícita o implícitamente.

9)  Reconocer a los destinatarios del texto con sus inquietudes.

10) Definir el mensaje o tema central del relato.

 

¿Qué me dice el texto?

Ya bien adentrados en la MEDITACIÓN que ha logrado una comprensión más profunda del texto, la comunicación divina dirigida a todos, ahora debe encarnarse en mi historia personal de vida.

Obviamente en este punto ya nos hallamos en el umbral difuso que da lugar al siguiente paso: la oración –y esto será más evidente si la lectio es personal-. La confrontación con la Palabra inevitablemente anima a realizar una “revisión de vida” y de este discernimiento, probablemente el llamado a la conversión y a la Vida Nueva de la Gracia.

11) ¿Qué cuestionamientos, propuestas o exigencias el texto me dirige a mí? ¿En qué me siento tocado personalmente? Es indispensable ser concreto, aplicándolo a situaciones y actitudes bien reconocibles y no de forma vaga o general. (Si la lectura es comunitaria también debo preguntarme cómo aplicarlo en la vida eclesial. Es importante el diálogo con los hermanos como espacio de discernimiento, guardando el clima de oración y descubriendo la tradición del “coloquio espiritual”.)

 

¿Qué le digo al texto?

Claramente la Palabra del Señor también espera respuesta, nuestra palabra, un diálogo de salvación. Mientras vamos procesando como vivir la Palabra meditada va surgiendo la oración y su Palabra se hace plegaria en nuestro corazón.  

12) ¿Que puedo hacer para cambiar, para dejar que la Palabra de Dios me transforme? Es imprescindible ser también concreto y no divagar. Proponerse cambios posibles y a corto plazo ayuda a no desanimarse y a evaluar. (También a nivel comunitario si la lectura es grupal.)

 

3. ORACIÓN

 

Pongo en oración lo que he descubierto y le pido a Dios la gracia de vivir según su Palabra. El Espíritu Santo impulsará tanto la petición personal como la intercesión por otros, como la invocación de su asistencia o la alabanza, acción de gracias y adoración del Señor. El tono óptimo de la ORACIÓN sería ponernos en sus manos, ofrecernos y abandonarnos en Él con confianza filial. La Virgen María, nuestra Madre, nos da la clave: “Hágase en mí según tu Palabra” y “Hagan cuanto Él les diga”.

Debe ser un momento que evite ser como un “cierre de la actividad”, sino sereno y abierto a que Dios nos lleve donde quiera, pues tal vez Él desee adentrarnos más en Alianza.

Éste momento –sobre todo si la lectio es comunitaria- deberá ser muy creativo, utilizando diversas técnicas de oración que a todos les permitan expresarse e incluso incorporar nuevos modos de encuentro con Dios, se puede incluso recurrir a los salmos.

 

4. CONTEMPLACIÓN

 

Este momento puede darse o no ya que es un don de Dios libre y gratuito. Diríamos que aquí todo ha sido más activo de nuestra parte, dependiendo de nuestro esfuerzo y concreta docilidad a la conducción y auxilio del Espíritu. Sin embargo la contemplación es un gozo indecible y extasiado por su Presencia que actúa en lo más íntimo de nosotros mismos, una profunda experiencia de unión con Él y un esclarecimiento sobrenatural, una mirada nueva brotada de este don. Nos hallamos en el misterioso terreno de lo infuso, de la experiencia mística que alumbra “sabiduría en amor por la Unión”.

 

 

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