CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 40
LOS GOZOS POR BIENES SOBRENATURALES, ¿CÓMO SE VALORAN?
“Por los cuales entendemos aquí todos los
dones y gracias dados de Dios, que exceden la facultad y virtud natural, que se
llaman gratis datas.” (SMC L3, Cap. 30,1)
“El
ejercicio de éstos tiene inmediato respecto al provecho de los hombres y para
ese provecho y fin los da Dios.” (SMC L3, Cap. 30,2)
Fray Juan, entraremos
de lleno aquí en bienes sobrenaturales, gracias que el Señor da para la
edificación de la Iglesia y el bien de los hombres. Pero iremos paso a paso,
pues mis contemporáneos son demasiado aficionados a lo extraordinario y tienen
una retorcida fascinación por lo sobrenatural. Paciencia, ni entienden ni están
habituados a las maravillas de Dios.
“Dos
provechos que hay en este género de bienes, conviene a saber: temporal y
espiritual.
El temporal
es la sanidad de las enfermedades, recibir vista los ciegos, resucitar los
muertos, lanzar los demonios, profetizar lo por venir para que miren por sí, y
los demás a este talle.
El
espiritual provecho y eterno es ser Dios conocido y servido por estas obras,
por el que las obra o por los en quien y delante de quien se obran.” (SMC L3,
Cap. 30,3)
“Las
obras y milagros sobrenaturales poco o ningún gozo del alma merecen; porque,
excluido el segundo provecho, poco o nada le importan al hombre, pues de suyo
no son medio para unir el alma con Dios, si no es la caridad.” (SMC L3, Cap.
30,4)
“Debe,
pues, el hombre gozarse, no en si tiene las tales gracias y las ejercita, sino
si el segundo fruto espiritual saca de ellas, es a saber: sirviendo a Dios en
ellas con verdadera caridad, en que está el fruto de la vida eterna.” (SMC L3,
Cap. 30,5)
Mucho hay que decir
aquí y poco agradable para tantos. Pues como ya dijimos hay una desordenada
atracción por lo extraordinario y hay quienes siempre andan buscando milagros y
señales portentosas para creer. De los provechos temporales por bienes
sobrenaturales no debemos fiarnos.
Siempre narro la
misma anécdota. De joven, integrándome recientemente a un movimiento eclesial,
tuve esta experiencia. En la parroquia donde habitualmente nos reuníamos se
estaba rezando por una joven que sufría una enfermedad muscular degenerativa.
Se la habían diagnosticado recientemente, ya padecía algunos síntomas en su
rostro. Se oró intensamente por ella y al tiempo la enfermedad se detuvo y los
síntomas remitieron. Finalmente los médicos no sabían cómo pero se hallaba
sana. Junto a la alegría por el bien recibido de su sanación y la alabanza a
Dios tributada por su maravillosa acción, también comenzó a circular cierta
expectativa: ¿qué designios tendría el Señor para esta joven a la que le había
realizado este gran don? Pasados los meses nos enteramos que dicha joven había
iniciado un camino de consagración. Por supuesto la indocta expectativa juvenil
fue satisfecha y se aguardaban aún mayores cosas para su vida. Era muy
respetada y hasta diría admirada. Con el correr de los años decidió concluir su
camino de consagración, al tiempo se casó y formó una familia. Ya desvinculado
de ese movimiento alguna vez pregunté por ella. Me respondieron que ya no
participaba de la Iglesia en general. No sé cómo siguió su camino.
En mi experiencia
pastoral una importante cantidad de personas se acercan a Dios al comienzo por
bienes temporales que necesitan, ya sea curación de enfermedades, trabajo y
capacidad de mejorar el sustento familiar y protección contra el mal. Aunque
les aconseje casi nunca oyen. No buscan a Dios sino los beneficios que pueda
hacerles y apenas los obtienen se olvidan del Señor o permanecen agradecidos un
período pero al final su fe se enfría. ¿De qué te sirve ser curado de una
enfermedad temporal si ello no te ayuda a cuidar tu salvación eterna? Alargarás
tus días en el tiempo pero perderás tu alma. ¿Cuánto provecho sacas de mejorar
tu situación económica si luego no te alimentas con su Gracia? Nutrirás tu
cuerpo pero tu espíritu será desnutrido sino te alimentas con su Palabra y con
su Eucaristía. ¿Para qué el Señor te libera de los males sobrenaturales
presentes sino perseveras en no caer en la tentación? Pues aunque te libere de
estos demonios hoy volverás a ser presa de ellos –y de un modo peor-, si no te
conviertes e inicias un camino de penitencia y oración.
Incluso debemos
considerar la situación de quien ha recibido y ejercita estos dones
sobrenaturales. ¿Has recibido el don de sanación, de profecía, de intercesión
con fe, de expulsar demonios o cuales fuera? ¡Pon atención en cómo los usas!
Porque uno ya ha visto suficientemente cómo esos dones concedidos gratis por
Dios para hacer el bien pueden ser mal usufructuados. Y son orientados a la
propia fama, a crearse un halo de poder y santidad, a amasar popularidad
eclesial y a negociar con ellos. Tal desviación distorsiona el don, es una
infidelidad a Dios y un engaño a los demás.
Estos bienes
sobrenaturales pues, cuando solo son estimados por sus provechos temporales,
ningún gozo merecen, ya que así considerados son incapaces de unir el alma a
Dios por el amor.
En todo caso nos
gozaremos en ellos cuando produzcan el reconocimiento de Dios por la fe y la
alabanza por sus obras de amor. Nos gozaremos cuando quienes los hayan recibido
gratuitamente para hacer el bien los ejerciten gratuitamente para Gloria de
Dios en fidelidad. Nos gozaremos cuando aquellos que reciban algún bien
sobrenatural con provecho temporal den un paso más y descubran que el mayor
provecho espiritual es conocer a Dios, saber que nos ama y que obra nuestra
salvación. Entonces cuando estos bienes sobrenaturales nos ayuden a quedarnos
en Dios y buscar la unión con Él ciertamente tendremos gozo.
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