DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 42




CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 42


LOS GOZOS POR BIENES ESPIRITUALES, ¿CÓMO SE DISTINGUEN?

 

“Por bienes espirituales entiendo todos aquellos que mueven y ayudan para las cosas divinas y el trato del alma con Dios, y las comunicaciones de Dios con el alma.” (SMC L3, Cap. 33,2)

 

Fray Juan, hemos llegado a lo más alto de la escala de los bienes y sus gozos. ¿Pues que bien podría ser más beneficioso que estos que posibilitan la comunicación del alma con Dios?

Sin embargo permíteme una digresión. Mirando este trayecto ascendente me pregunto dónde se encuentra el promedio del Pueblo peregrino que es la Iglesia en la historia. Se trata de una apreciación del todo subjetiva pero consecuencia de mi experiencia en el servicio pastoral. Creo que la gran mayoría no pasa más allá de la consideración de los bienes morales.

Me explico. Ciertamente hay cristianos que personalmente y en comunidades intentan ascender hasta la cima de los bienes espirituales cultivando una espiritualidad seria y profunda. Pero son los menos en el conjunto. Apenas puedo intuir algo de mi diócesis, región eclesiástica y país. Quizás algo vislumbro de la Iglesia universal en las noticias globalizadas del hoy. Me impresiona oír a mis queridos feligreses rezar, pues cuando tienen que elaborar los guiones litúrgicos o en otro tipo de experiencias espirituales donde pueden libre y espontáneamente elevar su plegaria, casi todo se resume en los primeros niveles: bienes temporales, naturales y sensuales. Toda la oración muy centrada en nosotros mismos y nuestras necesidades con un marcado carácter emocional. Ciertamente surgen temáticas morales porque se haya muy internalizado el concepto de que ser cristiano es “portarse bien”.

Pero lo sobrenatural suele estar más ausente. De hecho, como hay quienes buscan inmaduramente fascinados lo religioso-extraordinario, hay tantísimos más que frente a lo sobrenatural se asustan, se sienten descolocados, les resulta totalmente extraño a su forma de vivir la fe. Más bien les causan rechazo las manifestaciones del Dios santo y poderoso en el amor. Diría que tienen miedo y se escapan al vislumbrar que Dios es capaz de tanto, no sea que se acerquen demasiado y pueda cambiarles la vida.

De lo espiritual baste decir esto: ¡qué difícil es convencer a nuestros cristianos de realizar un retiro espiritual! Si en las parroquias organizamos retiros o jornadas espirituales son seguramente las iniciativas menos respondidas. Tal vez de a poco hemos conseguido crecer en la Adoración Eucarística o la Lectio Divina. Pero yo creo que simplemente pensamos que los cristianos no estamos para eso de estar en silencio y dialogando con el Señor. Hay que actuar, organizar eventos, planificar estrategias pastorales y no sé yo cuántas cosas más. Juzgo que pocos incluirían en la pastoral ordinaria de la Iglesia el trato con Dios. De hecho poco enseñamos a orar e incentivamos a ello. El culto a Dios se ha tornado funcional y medido por un reloj exigente. ¿El Misterio? ¿De qué rarezas me hablas?

Juzgo por supuesto que la mayor responsabilidad recae sobre los ministros ordenados. Al menos hasta donde yo palpo y observo nuestro ejercicio pastoral se ha inclinado decididamente al activismo funcionalista o a cierto populismo demagógico. Reina el amiguismo fácil de pasarlo bien juntos a costa de no tocar ningún tema que exija definiciones profundas y pueda provocar tensión. ¿La fidelidad al Evangelio? Bueno, todo se charla y se acomoda. Lo importante es que las personas se sientan bien.

Por mis lares además han quedado profundos resabios de acercamientos teológicos muy marcados por la sociología y el análisis político. Hay pastores que solo hablan del Evangelio desde el ángulo de la llamada “Doctrina Social de la Iglesia”. ¿Este ángulo es el único o el más importante? Una soteriología totalmente reducida al inmanentismo de la historia, una soteriología secularista. Ya no hay Gloria ni Cielo y si los hay no importan tanto.

Además el exacerbamiento arbitrario de la piedad popular ya ha olvidado que con sus elementos positivos igual debe ser purificada y reorientada. Más bien se la erige como tipo y modelo del trato con Dios, con su mezcla con el pecado y también con la superstición o la magia.

Fray Juan, en este clima de época, no son muy favorables las condiciones para anhelar bienes espirituales. Pero como Dios trabaja sin descanso y generosamente en las almas, sigamos adelante.

 

“Los bienes espirituales son en dos maneras: unos, sabrosos, y otros penosos. Y cada uno de estos géneros es también en dos maneras: porque los sabrosos, unos son de cosas claras que distintamente se entienden, y otros, de cosas que no se entienden clara ni distintamente. Los penosos, también algunos son de cosas claras y distintas, y otros, de cosas confusas y oscuras.” (SMC L3, Cap. 33,3)

 

A modo muy general entonces diremos que los bienes espirituales se comunican en la vida activa o de ejercicio nuestro de trato con Dios y de modo infuso por vía contemplativa o mística teología. Obviamente por vía activa accesibles a todos y por vía infusa a quienes hayan sido enlazados en aquella secreta quietud y recogimiento interior que solo el Señor puede obrar en el alma.

Pero además en ambas dinámicas pueden ser sabrosos provocando contento, buen ánimo, fervor espiritual, excitando una decisión más firme en la fe, robusteciendo la esperanza y haciendo comprender la envergadura del amor que Dios nos dispensa; como pueden alcanzar las cimas del éxtasis, embelesamientos y arrobamientos, vuelos en espíritu e incendios interiores junto con un sinfín de revelaciones y degustación del Misterio.

Como en ambas dinámicas pueden ser penosos moviéndonos al arrepentimiento y a llorar nuestros pecados, doliéndonos de la vida que llevamos para buscar una mayor conversión, invitándonos a penitencias y trayéndonos a consideración la Pasión de Cristo y cuánto pagó por nosotros derramando su Sangre; por supuesto nos introducirán en el desierto y la noche de las purificaciones infusas como si nos metieran en el sepulcro de Cristo para ser transformados y resurgir con Él.

 

“Todos éstos podemos también distinguir según las potencias del alma; porque unos, por cuanto son inteligencias, pertenecen al entendimiento; otros, por cuanto son afecciones pertenecen a la voluntad, y otros, por cuanto son imaginarios, pertenecen a la memoria.” (SMC L3, Cap. 33,4)

 

Podrán ser como iluminaciones sobre el entendimiento, como visiones sobre la memoria y como afectos sobre la voluntad. Todo nuestro ser creado ha sido justamente diseñado ontológicamente para la comunicación con Dios, para la Unión. Y el Esposo no escatima esfuerzos, es decir derrama generosamente gracias, a quienes llegados a esta cima de la escala se han acercado y arrimado a Él. Quiéreles conquistar del todo por el amor y hacerlos suyos para siempre.




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