DIÁLOGO VIVO CON SAN PABLO 37

 


LA IGLESIA ES EDIFICACIÓN DE DIOS (II)


“Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como buen arquitecto, puse el cimiento, y otro construye encima. ¡Mire cada cual cómo construye! Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo. Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse por el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquél, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa. Mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. El, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego.” 1 Cor 3,11-15

 

Estimadísimo Apóstol, he aquí el principio básico: el cimiento es Cristo. Tú también te referirás a Él como la “piedra angular”. ¿Acaso no es una verdad obvia de toda obviedad que la Iglesia se funda en Cristo? Pues si pusiéramos otro fundamento ya no sería la Iglesia de Jesucristo sino la nuestra. Pero con tu analogía entras en sutilezas. El cimiento ha sido colocado pero… ¿qué se construye encima?

¡Que ridícula y peligrosa una edificación que no respeta sus cimientos! Si sobre una base hexagonal levanto una edificación cuadrangular o  sobre un cimiento triangular levanto una casa heptagonal seguramente habrá problemas. O los cimientos sobran y una parte queda en desuso o la casa se apoya insuficientemente y amplios sectores quedan sin sustento. La edificación más sólida será la que respeta y se desarrolla según los cimientos que le hacen de base.

Esto vale sin duda a nivel personal como comunitario. Con nuestra incorporación a Cristo por el Bautismo una Vida Nueva comienza. Y ya hemos experimentado que toda la vida es penitencia y combate, pues perviven en nosotros inclinaciones que nos invitan a poner otro fundamento y a guiarnos por otras lógicas y otros dinamismos. Transitaremos los días adecuándonos al fundamento para construir según el plan del Padre en Cristo Jesús. Podríamos decir que la estructura personal que vamos levantando debe permanentemente convertirse hacia su fundamento.

Y en la vida eclesial otro tanto. Sobre el fundamento de la Revelación y de la Gracia de la Pascua comunicada por los sacramentos vamos edificando la comunidad. ¿Qué proyecto tendremos y qué materiales utilizaremos? Porque inevitablemente la Iglesia en el mundo, en diálogo con su contexto cultural y epocal, contexto vital desde el cual somos llamados a la Vida Nueva los hijos de Dios, requerirá discernimiento. ¿Qué elementos deben tener continuidad y ser aportados, cuáles purificados o rediseñados y cuáles simplemente desechados?

Todo misionero sabe que en el diálogo propio de la evangelización hay una necesaria aproximación al lenguaje del otro para poder entendernos y proponer oportunamente el acercamiento al lenguaje Nuevo y Definitivo de Jesucristo. Como también reconoce que en todas las traducciones existe el peligro de las traiciones. Y así también la Iglesia en diálogo con el mundo debe discernir seriamente qué incorporaciones desde las ciencias humanas y la cultura epocal son adecuadas para construir sobre el único cimiento, cuáles debe depurar y cuáles debe rechazar. El diálogo con el mundo que supone su identidad evangelizadora, le exige a la Iglesia una constante vigilancia para no perder de vista la lógica y el dinamismo de su único fundamento, Jesucristo.

Y la edificación levantada sobre el cimiento será probada. ¿Qué suerte correrá? ¿Se mantendrá en pie dada su sólida continuidad con el fundamento o se derrumbará por la inconsistencia interna al no respetar la directriz de su cimiento? Ya lo veremos. Por lo pronto querido San Pablo nos da esperanza tu expresión un tanto mística en cuanto misteriosa. Si la edificación se desbarata el fundamento es fiel y permanece, pudiendo a pesar de sufrir daño ser salvados como quien pasa por el fuego.

No es el momento de adentrarnos en la escatología y en el Purgatorio, pero queda sugerido a nivel personal. En cuanto a la Iglesia peregrina, cada vez que emprende una reforma, ¿no está evidenciando que debe readecuarse a su cimiento? En la historia hemos visto no pocas veces levantarse y derrumbarse la edificación “visible” eclesial pero el fundamento que es Cristo y sus lógicas y dinamismos “invisibles” permanecen y la sostienen. Solo se trata de permanecer vigilantes para que la edificación histórica sea un desarrollo en fidelidad del fundamento. Lo que construimos hoy permanecerá en pie o se derrumbará en la hora de la prueba. Ya lo veremos.

 

 

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