LA
IGLESIA ES EDIFICACIÓN DE DIOS (II)
“Conforme
a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como buen arquitecto, puse el
cimiento, y otro construye encima. ¡Mire cada cual cómo construye! Pues nadie
puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo. Y si uno construye
sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la
obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de
revelarse por el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el
fuego. Aquél, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la
recompensa. Mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. El, no
obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego.” 1 Cor
3,11-15
Estimadísimo
Apóstol, he aquí el principio básico: el cimiento es Cristo. Tú también te
referirás a Él como la “piedra angular”. ¿Acaso no es una verdad obvia de toda
obviedad que la Iglesia se funda en Cristo? Pues si pusiéramos otro fundamento
ya no sería la Iglesia de Jesucristo sino la nuestra. Pero con tu analogía
entras en sutilezas. El cimiento ha sido colocado pero… ¿qué se construye encima?
¡Que
ridícula y peligrosa una edificación que no respeta sus cimientos! Si sobre una
base hexagonal levanto una edificación cuadrangular o sobre un cimiento triangular levanto una casa
heptagonal seguramente habrá problemas. O los cimientos sobran y una parte
queda en desuso o la casa se apoya insuficientemente y amplios sectores quedan
sin sustento. La edificación más sólida será la que respeta y se desarrolla
según los cimientos que le hacen de base.
Esto
vale sin duda a nivel personal como comunitario. Con nuestra incorporación a
Cristo por el Bautismo una Vida Nueva comienza. Y ya hemos experimentado que
toda la vida es penitencia y combate, pues perviven en nosotros inclinaciones
que nos invitan a poner otro fundamento y a guiarnos por otras lógicas y otros
dinamismos. Transitaremos los días adecuándonos al fundamento para construir
según el plan del Padre en Cristo Jesús. Podríamos decir que la estructura
personal que vamos levantando debe permanentemente convertirse hacia su fundamento.
Y
en la vida eclesial otro tanto. Sobre el fundamento de la Revelación y de la
Gracia de la Pascua comunicada por los sacramentos vamos edificando la
comunidad. ¿Qué proyecto tendremos y qué materiales utilizaremos? Porque
inevitablemente la Iglesia en el mundo, en diálogo con su contexto cultural y
epocal, contexto vital desde el cual somos llamados a la Vida Nueva los hijos
de Dios, requerirá discernimiento. ¿Qué elementos deben tener continuidad y ser
aportados, cuáles purificados o rediseñados y cuáles simplemente desechados?
Todo
misionero sabe que en el diálogo propio de la evangelización hay una necesaria
aproximación al lenguaje del otro para poder entendernos y proponer
oportunamente el acercamiento al lenguaje Nuevo y Definitivo de Jesucristo.
Como también reconoce que en todas las traducciones existe el peligro de las
traiciones. Y así también la Iglesia en diálogo con el mundo debe discernir
seriamente qué incorporaciones desde las ciencias humanas y la cultura epocal
son adecuadas para construir sobre el único cimiento, cuáles debe depurar y
cuáles debe rechazar. El diálogo con el mundo que supone su identidad
evangelizadora, le exige a la Iglesia una constante vigilancia para no perder
de vista la lógica y el dinamismo de su único fundamento, Jesucristo.
Y
la edificación levantada sobre el cimiento será probada. ¿Qué suerte correrá?
¿Se mantendrá en pie dada su sólida continuidad con el fundamento o se
derrumbará por la inconsistencia interna al no respetar la directriz de su
cimiento? Ya lo veremos. Por lo pronto querido San Pablo nos da esperanza tu
expresión un tanto mística en cuanto misteriosa. Si la edificación se desbarata
el fundamento es fiel y permanece, pudiendo a pesar de sufrir daño ser salvados
como quien pasa por el fuego.
No
es el momento de adentrarnos en la escatología y en el Purgatorio, pero queda
sugerido a nivel personal. En cuanto a la Iglesia peregrina, cada vez que
emprende una reforma, ¿no está evidenciando que debe readecuarse a su cimiento?
En la historia hemos visto no pocas veces levantarse y derrumbarse la
edificación “visible” eclesial pero el fundamento que es Cristo y sus lógicas
y dinamismos “invisibles” permanecen y la sostienen. Solo se trata de permanecer
vigilantes para que la edificación histórica sea un desarrollo en fidelidad del
fundamento. Lo que construimos hoy permanecerá en pie o se derrumbará en la
hora de la prueba. Ya lo veremos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario