Escritos espirituales y florecillas de oración personal. Contemplaciones teologales tanto bíblicas como sobre la actualidad eclesial.
POESÍA DEL ALMA UNIDA 27
Iluminando
Con tu Luz prestada
Cual luna de Sol
Enamorada
Iluminando
Reflejando sereno
El destello de tu Rostro
En espejo
Iluminando
Contigo que resplandeces
Disipando las tinieblas
Sin impedimento
Iluminando
Cantando esperanzas
De cielos y tierra nuevos
Salvación y Gloria
Iluminando
Faro de viajeros
Señalizando travesías
Puerto seguro
Iluminado
Quedarme Contigo
Abriendo camino
Y movilizando
Iluminando
¿Qué otra tarea
Más urgente y esencial?
Aporte santo
DIALOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 25
CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 25
REVELACIÓN Y REVELACIONES (III)
“…aprendan a no hacer caso sino en fundar la
voluntad en (fortaleza de) amor humilde, y obrar de veras, y padecer imitando
al Hijo de Dios en su vida y mortificaciones; que éste es el camino para venir
a todo bien espiritual, y no muchos discursos interiores.” (SMC L2, Cap. 29,9)
No es posible que
sigamos adelante Fray Juan, tú y yo, sin volver una y otra vez a la palabra fundante
de la Cruz. Nuestra propia experiencia espiritual así nos lo reclama. Solo hay
que hacer memoria del camino. Pero nada fácil para nuestros interlocutores la insistencia
en la Cruz como clave única, pues si su disposición interior aún es insuficiente,
serán presa todavía de fascinación por lo extraordinario y por las
consolaciones y de regodearse en todo ello. Mientras no los conquiste la
fascinación por la Cruz, ¿cómo podrán adelantar en el camino? ¡Que sea
alumbrada en todos la belleza de la Cruz! ¡Oh Cruz tan amable fuera de la cual
no hay en modo alguno Salvación!
“Cuando
en las palabras y conceptos juntamente el alma va amando y sintiendo amor con
humildad y reverencia de Dios, es señal que anda por allí el Espíritu Santo, el
cual, siempre que hace algunas mercedes, las hace envueltas en esto.” (SMC L2,
Cap. 29,11)
Porque el Amor hace
crecer el amor, podríamos decir. O si es Dios quien pasa la Caridad queda
fortalecida, en verdad toda la vida teologal pues sus virtudes son conexas.
Pero bien tú dices, “amor con humildad”, pues no hay allí sombra de vanagloria
ni amor propio, que la humildad es la fiel guardiana de la casa. ¡Oh santa
humildad, contigo todo se tiene y sin ti todo se arruina y se pierde! “Amor con
humildad” es la evidencia y el vestigio del paso de Dios en el alma.
“Cuando
procede de la viveza y lumbre solamente del entendimiento, después de pasada la
meditación, queda la voluntad seca, aunque no inclinada a vanidad ni a mal si
el demonio de nuevo sobre aquello no la tentase.” (SMC L2, Cap. 29,11)
Nuestras fuentes son
superficiales, nuestra agua poca y nuestro riego insuficiente. Por eso nuestra
tierra se humedece solo en sus primeras capas y pronto se torna reseca de nuevo
cuando es regada apenas con el producto de nuestras facultades. La meditación,
como ejercicio activo de la oración, con su bondad que es superior a otros
ejercicios piadosos que no pasan de una mecánica recitación vocal, aún no logra
ofrecernos caudales incontenibles de Agua viva. La meditación que intenta
discurrir con el intelecto y mover los afectos del corazón concentrándose en
Dios, en su Misterio, en su obra creadora y redentora, en su Palabra Santa y en
la vida de la Iglesia con sus sacramentos sacará siempre ganancia de tales
consideraciones. Inclinada quedará el alma al bien, a madurar en su proceso de
fe y a empeñarse más por la conversión permanente en aras de la santidad. Y si
el Adversario no se inmiscuyese intentando retorcer y desviar el fruto de la
meditación, seguirá por buen camino. Pero el alimento será poco y permitirá
solo transitar algún corto trecho del camino. Ciertamente podemos seguir
alimentándonos una y otra vez en la oración activa y así con gran esfuerzo y
disciplina seguir avanzando lentamente. Solo por la gracia de la unión será
posible una verdadera transformación interior en las capas profundas de la
persona.
Pero debemos volver
al tema que nos ocupa. ¿Cómo darnos cuenta que el Demonio se ha entrometido?
“…las
que son del demonio, a veces son dificultosas de entender y conocer, porque
aunque es verdad que ordinariamente dejan la voluntad seca acerca del amor de
Dios y el ánimo inclinado a vanidad, estimación o complacencia, todavía pone
algunas veces en el ánimo una falsa humildad y afición hervorosa de voluntad
fundada en amor propio, que a veces es menester que la persona sea harto
espiritual para que lo entienda. Y esto hace el demonio por mejor
encubrir(se)…” (SMC L2, Cap. 29,11)
El Adversario y la
humildad no se llevan. Imposible para los demonios andar el camino del
abajamiento por amor, de la donación de sí y del anonadamiento de quien siendo
Rico se hizo Pobre para enriquecernos con su Pobreza. Por eso a veces podrá
disfrazarse de “ángel de luz” y presentarse bajo apariencia de bien en palabras
interiores que el entendimiento entiende no producir por sí. Pero el espiritual
maduro descubrirá finalmente que no es Dios quien está obrando por ese olor de
vanagloria que sutilmente se esconde en el fondo. Pues humildad que busca ser
humilde para ser ensalzada no es sino falsa humildad. Humildad es aceptación de
vida escondida como en Pesebre, Eucaristía y Cruz. Humildad contemplamos en los
profundos y casi permanentes silencios de Santa María, Virgen y Madre y de San
José. Justamente he aquí nuestro mejor espejo en el camino de la perfección por
Unión de Amor.
“…no
hagamos caudal de nada de ellas, sino sólo de saber enderezar la voluntad con
fortaleza a Dios, obrando con perfección su ley y sus santos consejos,
contentándonos de saber los misterios y verdades con la sencillez y verdad que
nos les propone la Iglesia.” (SMC L2, Cap. 29,12)
Al fin y al cabo en
cuanto a revelaciones interiores no se ha de buscar novedades pues la
Revelación ya es plena en Jesucristo. Todo otro evangelio distinto al
proclamado por los Apóstoles y recibido por la Iglesia es un artificio
demoníaco. Y toda alma que ande buscando estrafalarias y sensacionalistas
sabidurías va perdida. Que en revelaciones interiores Dios no quiere sino
seguir enseñando lo que ya ha sido enteramente comunicado y por su Espíritu
hacer madurar la recepción de la Revelación hasta la plenitud en nosotros de la
Verdad que es Jesucristo.
ORAR CON LA PALABRA DE DIOS
BREVE INTRODUCCIÓN A LA "LECTIO DIVINA"
«Cuando tú oras le hablas a Jesús.
Cuando lees la Escritura
es Él quien te habla.»
San Jerónimo
¿Qué
es la Lectio Divina?
Veamos algunas definiciones:
1. Es el ejercicio ordenado de la escucha personal
de
2. Es una lectura personal de
3. Es una lectura, individual o comunitaria, de un
pasaje más o menos largo de
Puede ser presentada, según los autores,
subdividida en diversos momentos o pasos. Sin embargo en general hay 4 que son
fundamentales y de consenso absoluto: lectura, meditación, oración y
contemplación. Hay quienes agregan también la acción como el fruto del ejercicio de la lectio.
En verdad nunca es claro cuando se pasa de un
momento a otro, pues bien practicada, naturalmente cada uno engendra el
siguiente en un proceso dinámico sin notorias rupturas.
Los pasos
de la lectio
En principio se trata de un ejercicio personal, lo
cual asegura el clima de silencio y escucha como la continuidad del “discurso y
diálogo interior”, exceptuando las distracciones y tentaciones que puedan
sobrevenir.
Obviamente al realizarse comunitariamente se
introducen diversas variantes, sobre todo el diálogo de intercambio entre los
participantes. El animador debe cuidar que no se transforme en una clase ni en un
grupo de estudio, moderando las intervenciones y ajustándolas a lo que sea
realmente conducente. Una comunidad que practica la lectio aprenderá con
el paso del tiempo a nunca perder el clima de oración tan propio de esta forma
de encuentro con la Palabra de Dios.
Oración inicial
Siempre
es conveniente introducirse en la lectio con una breve oración: una
invocación al Espíritu Santo, un canto, una oración escrita por otros, etc.
1. LECTURA
Este primer momento es como “levantar sabores y
aromas”. Como cuando olemos y saboreamos una comida que ya está en su punto de
elaboración y al probarla ya anticipamos qué tan rica es y cuanto disfrutaremos
de comerla. La LECTURA es como una primera degustación, un pasar la Palabra de
Dios “por el paladar del alma y el olfato del corazón”.
Si se hace en comunidad se puede proclamar el
pasaje de la Sagrada Escritura y luego pasar a una relectura personal y
silenciosa. Hasta podría realizarse un ejercicio de imaginación
contemplativa con música de fondo.
2. MEDITACIÓN
Como ya dijimos, un paso
lleva al otro con cierta fluidez, y mientras estamos “saboreando” por la LECTURA
ya comienza la MEDITACIÓN.
¿Qué dice el
texto?
Justamente estamos en la bisagra o puente que une
el primer paso con el segundo. Aquí, poner atención a diversos elementos, puede
ayudarnos:
1) Recurrir a las notas marginales y también a algún comentario introductorio
del aparato crítico.
2) Contextualizar el relato identificando los textos anteriores y posteriores
al mismo.
3) Especificar el género literario del relato.
4) Descubrir divisiones internas en la unidad de un mismo texto.
5) Identificar palabras, expresiones o frases que sean la clave de
interpretación del texto.
6) Deducir o imaginar los paisajes o itinerarios geográficos y su posible
relevancia para la comprensión de la narración.
7) Reconocer los personajes con sus sentimientos, emociones, acciones, gestos
y actitudes. Indagación psicológica y espiritual de su identidad y de sus
procesos vitales.
8) Referencia a otros textos bíblicos que sean aludidos explícita o
implícitamente.
9) Reconocer a los destinatarios del texto con sus inquietudes.
10) Definir el mensaje o tema
central del relato.
¿Qué me dice el
texto?
Ya bien adentrados en la MEDITACIÓN que ha
logrado una comprensión más profunda del texto, la comunicación divina dirigida
a todos, ahora debe encarnarse en mi historia personal de vida.
Obviamente en este punto ya nos hallamos en el
umbral difuso que da lugar al siguiente paso: la oración –y esto será más
evidente si la lectio es personal-. La confrontación con la Palabra
inevitablemente anima a realizar una “revisión de vida” y de este
discernimiento, probablemente el llamado a la conversión y a la Vida Nueva de
la Gracia.
11) ¿Qué cuestionamientos, propuestas o exigencias el texto me dirige a mí? ¿En
qué me siento tocado personalmente? Es indispensable ser concreto, aplicándolo
a situaciones y actitudes bien reconocibles y no de forma vaga o general. (Si
la lectura es comunitaria también debo preguntarme cómo aplicarlo en la vida
eclesial. Es importante el diálogo con los hermanos como espacio de
discernimiento, guardando el clima de oración y descubriendo la tradición del
“coloquio espiritual”.)
¿Qué le digo al
texto?
Claramente la Palabra del Señor también espera respuesta, nuestra palabra,
un diálogo de salvación. Mientras vamos procesando como vivir la Palabra
meditada va surgiendo la oración y su Palabra se hace plegaria en nuestro
corazón.
12) ¿Que puedo hacer para cambiar, para dejar que
3. ORACIÓN
Pongo en oración lo que he descubierto y le pido a Dios la gracia de vivir
según su Palabra. El Espíritu Santo impulsará tanto la petición personal como
la intercesión por otros, como la invocación de su asistencia o la alabanza, acción
de gracias y adoración del Señor. El tono óptimo de la ORACIÓN sería ponernos
en sus manos, ofrecernos y abandonarnos en Él con confianza filial. La Virgen
María, nuestra Madre, nos da la clave: “Hágase en mí según tu Palabra” y “Hagan
cuanto Él les diga”.
Debe ser un momento que evite ser como un “cierre de la actividad”, sino
sereno y abierto a que Dios nos lleve donde quiera, pues tal vez Él desee
adentrarnos más en Alianza.
Éste momento –sobre todo si la lectio es comunitaria- deberá ser muy
creativo, utilizando diversas técnicas de oración que a todos les permitan
expresarse e incluso incorporar nuevos modos de encuentro con Dios, se puede
incluso recurrir a los salmos.
4. CONTEMPLACIÓN
Este momento puede darse o
no ya que es un don de Dios libre y gratuito. Diríamos que aquí todo ha sido
más activo de nuestra parte, dependiendo de nuestro esfuerzo y concreta
docilidad a la conducción y auxilio del Espíritu. Sin embargo la contemplación
es un gozo indecible y extasiado por su Presencia que actúa en lo más íntimo de
nosotros mismos, una profunda experiencia de unión con Él y un esclarecimiento
sobrenatural, una mirada nueva brotada de este don. Nos hallamos en el
misterioso terreno de lo infuso, de la experiencia mística que alumbra
“sabiduría en amor por la Unión”.
POESÍA DEL ALMA UNIDA 26
Tú eres luz
Tú eres gozo
Tú eres eternidad
Tú eres belleza
Tú eres simplicidad
Tú eres paz
Tú eres saciedad
Tú eres refugio
Tú eres fundamento
Tú eres camino
Tú eres verdad
Tú eres vida
Tú eres casa
Tú eres redil
Tú eres puerta
Tú eres silencio
Tú eres plenitud
Tú eres misterio
Tú eres fuerza
Tú eres victoria
Tú eres rescate
Tú eres humildad
Tú eres pobreza
Tú eres abajamiento
Tú eres ternura
Tú eres suavidad
Tú eres sutileza
Tú eres unción
Tú eres fervor
Tú eres fuego
Tú eres alegría
Tú eres fiesta
Tú eres esperanza
Tú eres perdón
Tú eres bondad
Tú eres compasión
Tú eres santidad
Tú eres salvación
Tú eres alianza
Tú eres Gloria y perennes Nupcias
Tú eres Amado y Esposo
Tú eres Sacerdote Altar y Cordero
Tú eres Tú eres Tú eres
Tú eres Uno y Trino
¿Quién eres Tú?
Tú eres todo para mí y para todos
Tú solo Tú sólo Tú
Mi Dios y mi Todo
DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 24
CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 24
REVELACIÓN Y REVELACIONES (II)
Continuemos,
honorabilísimo Doctor Fray Juan, dialogando en torno a todo cuanto llamaría “revelación
interior”.
“…el
entendimiento ha de estar oscuro, y oscuro ha de ir por amor en fe y no por
mucha razón.” (SMC L2, Cap. 29,5)
Menester es aquí
imprescindible. No debe entenderse este asunto como si se tratase de proponer
la irracionalidad. No me cansaré de repetir a nuestros lectores que las
potencias del alma no son anuladas ni poseídas, aunque claramente en el
recogimiento infuso por Gracia son desbordadas, elevadas, asumidas y
plenificadas por el Misterio que se les da a contemplar. No es sin
entendimiento sino con el entendimiento llevado y crecido más allá de sus
habituales fronteras. Dios no anula al hombre, en todo caso lo diviniza, lo une
a Sí y le regala participación de cuanto le es naturalmente inaccesible. Y esto
se realiza por y hacia la Unión de Amor.
Pues la oscuridad de
la que nos hablas es por un lado desasimiento y nada y vacío, tanto por la bendita
purificación que ha padecido como por la desproporción entre lo que contempla y
su capacidad. Se trata de un entendimiento en fe desnuda y asombrada que
gozosamente saborea en silencio lo que supera la humana conceptualización.
Y oscuridad también
significa que no se trata de un pensar elaborado por nosotros, de un razonar
producto de nuestro discurrir interno, sino de un entendimiento libremente
abandonado en sus manos, que en la quietud infusa y bajo la suave unción del
Espíritu alumbra lo que por Unión conoce y recepta pues gratuitamente le es
donado. El llamado “sueño de las potencias” no es inactividad quietista sino
riqueza inagotable de Amor divino y nueva sinergia con Dios por la Unión.
“…el
Espíritu Santo alumbra al entendimiento recogido, y que le alumbra al modo de
su recogimiento y que el entendimiento no puede hallar otro mayor recogimiento
que en fe; y así no le alumbrará el Espíritu Santo en otra cosa más que en fe;
porque cuanto más pura y esmerada está el alma en fe, más tiene de caridad
infusa de Dios; y cuanto más caridad tiene, tanto más la alumbra y comunica los
dones del Espíritu Santo, porque la caridad es la causa y el medio por donde se
les comunica.” (SMC L2, Cap. 29,6)
Amor. Secreta y
regalada participación. Un entendimiento que vive y late en la Comunión con
Dios. Y si se me permite, un entendimiento a quien se le obsequia primicias de
Gozo Eterno. Pues no es para nada inoportuno colocar todo el asunto en analogía
con el Lumen Gloriae de la visión beatífica. Aquí en la historia tal Luz más
bien se percibe como oscuridad en fe y esperanza informadas por el amor.
Oscuridad que es más bien consecuencia de la potencia de una Luz enceguecedora.
Cuando la tensión escatológica se resuelva y ya poseamos cuanto aguardamos y
nos ha sido prometido, el amor que no pasa solo percibirá por siempre la
dichosa Luz de la Salvación.
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