Escritos espirituales y florecillas de oración personal. Contemplaciones teologales tanto bíblicas como sobre la actualidad eclesial.
DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 43
CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 43
LOS BIENES ESPIRITUALES QUE DAN GOZO A LA VOLUNTAD. IMÁGENES Y RETRATOS.
“A
cuatro géneros (de bienes) podemos reducir todos los que distintamente pueden
dar gozo a la voluntad, conviene a saber: motivos, provocativos, directivos y
perfectivos… Los motivos, que son: imágenes y retratos de Santos, oratorios y
ceremonias.” (SMC L3, Cap. 35,1)
Estimadísimo Fray
Juan, nos enseñas que son de cuatro tipos los bienes espirituales que alientan
gozo en la voluntad. Comencemos pues por las imágenes.
“Y
cuanto a lo que toca a las imágenes y retratos), puede haber mucha vanidad y
gozo vano, porque, siendo ellas tan importantes para el culto divino y tan
necesarias para mover la voluntad a devoción, como la aprobación y uso que
tiene de ellas nuestra Madre la Iglesia (muestra), (por lo cual siempre
conviene que nos aprovechemos de ellas para despertar nuestra tibieza), hay
muchas personas que ponen su gozo más en la pintura y ornato de ellas que no en
lo que representan.” (SMC L3, Cap. 35,2)
Ciertamente pones
reparo en que nuestra forma de servirnos de ellas sea demasiado superficial y
que nos quedemos en la sola visualización de su aspecto exterior –mirándolas
como una obra artística- y no reparemos en el misterio de fe que representan.
“El uso
de las imágenes para dos principales fines le ordenó
Por eso la imagen
religiosa debe tener cierta mínima calidad artística que mueva a la devoción,
representando con belleza y facilitando el movimiento de la piedad. Dicho sea
de paso en mis días, ese tipo de imágenes religiosas son onerosas
económicamente y generalmente se encuentran en los templos y oratorios más
antiguos e importantes. El pueblo fiel accede a imágenes comercializables que
no pocas veces son más bien un obstáculo por su baja calidad de producción.
“La
persona devota de veras en lo invisible principalmente pone su devoción, y
pocas imágenes ha menester y de pocas usa… si se las quitan, se pena muy poco;
porque la viva imagen busca dentro de sí, que es Cristo crucificado, en el cual
antes gusta de que todo se lo quiten y que todo le falte. Hasta los motivos y
medios que llegan más a Dios, quitándoselos, queda quieto. Porque mayor
perfección del alma es estar con tranquilidad y gozo en la privación de estos
motivos que en la posesión con apetito y asimiento de ellos.” (SMC L3, Cap.
35,5)
Aquí pues la gran
advertencia: el modo de uso de las imágenes religiosas puede ser un buen
parámetro de discernimiento acerca del proceso de maduración de la fe personal.
Como los niños hasta cierta edad no son capaces de realizar razonamientos que
supongan la abstracción intelectual y por tanto todo su conocimiento se basa en
lo tangible y concreto, así hay personas devotas que sin imágenes piadosas
exteriores no encontrarían en su corazón impulso para la piedad. Se las debe
mover por fuera pues por dentro la motivación es escasa. Vale decir, su vida
interior es pobre y poco cultivada.
Nos acercamos Fray
Juan a esta temática análogamente. Cuanto más la oración se vaya interiorizando
el fiel sacará menos provecho de representaciones exteriores y más de las internas
como el niño que pasa del pensamiento concreto al abstracto. Y cuando el orante
va entrando en quietud –o sea en recogimiento interior infuso- ya va dejando
atrás no solo recitaciones, meditaciones y otros medios más activos, sino
también representaciones interiores; de hecho intentar volver a todo ello le
disturba más que ayudarle. Así el creyente que va enriqueciéndose interiormente
usa menos de imágenes piadosas exteriores o representaciones internas y se
siente volcado a retirarse a la profundidad escondida donde sabe que Dios lo
habite y gusta de su Presencia viva dentro de sí. Que claramente es muy
superior el encuentro con el Dios que inhabita que la devoción que surja de la
percepción de imágenes religiosas talladas por manos de hombre por valiosas
artísticamente y bellas que fuesen o de representaciones internas vía la
imaginación o fantasía. Es de sentido común quedarse con la realidad y no con
sus representaciones.
“Tenga
por cierto el alma que, cuanto más asida con propiedad estuviere a la imagen o
motivo, tanto menos subirá a Dios su devoción y oración.” (SMC L3, Cap. 35,6)
Por tanto el consejo
es aprovecharse de imágenes y retratos religiosos como un medio muy inicial de
impulso de la devoción y piedad pero no quedarse en ellas sino más bien ir
siempre más hacia el interior por el recogimiento sobre sí en la búsqueda del
Dios que nos habita. Seguramente será más rico y hondo el movimiento de
devoción frente a una imagen religiosa que brota de un corazón trabajado por la
Gracia que desde sí mismo conecta con la representación mediante el rico bagaje
de su vida interior, que quien falto de profundidad espiritual mendiga de una
imagen religiosa le transmita aquello que no tiene en sí mismo.
“Como
haya devoción y fe, cualquiera imagen bastará; mas si no la hay, ninguna
bastará.” (SMC L3, Cap. 36,3)
POESÍA DEL ALMA UNIDA 32
Cuando los días sobran
Será quizás
entiendo
Porque se han cargado en exceso
De temporalidad
Vaciándose de Cielo
De cuanto es terráqueo
En olvido de Eternidad
Se ha roto pues el camino
Y la peregrinación nos lleva
A ninguna parte
Cuando los días sobran
Se vuelven
Fatigosos
Inútiles
Pesados
Vacíos
Resbalan sin cesar
Como las horas que corren
En puro desgaste
Cuando los días sobran
El sentido de la vida es débil
La superficialidad abunda
Y la acedia lo ha tornado
Todo insulso
Cuando los días sobran
Paradójicamente nos parece que faltan
Pero no son pocos los días
Es poca la sustancia en la que se sostienen
Cuando los días sobran
Dios está ausente
Aunque admito otras razones
Cuando los días le sobran al justo
Que por sendas de Sabiduría se afirma
Es que su entorno se halla corrupto
Y la decadencia
Virulentamente se ha elevado
A grados tan paroxísticos
De mundanal desenfreno
Que casi todo parece perdido
Como irremontable
El caudaloso y turbio río de pecado
Que la cerrazón del corazón ha desatado
Cuando los días le sobran al justo
Por la infestación del mal
Que crece sin límite
Al cual seguramente
Ha señalado con coraje en profecía
Y combatido sufriente en virtud
Solo le queda emigrar a otra tierra
Donde los días puedan encontrar condiciones
Para llenarse de Vida Divina
Finalmente
Cuando los días le sobran al místico
Es que Dios se le ha acercado tanto
Que ya no vive ni palpita en esta tierra
Sino que habita pasando la orilla
POESÍA DEL ALMA UNIDA 31
En esta hora de trasiego
No quisiera yo escribir
Una canción de atardeceres
Sino una límpida y pura
Melodía de esperanza
Sin embargo se levantan
La endecha y la elegía
Y se me solicita sollozar lamentaciones
Por aquella mujer que se ha
perdido
Supo ser esposa y madre
Pero cayó
Tristemente subyugada
En los brazos numerosos
De sus pérfidos amantes viles
Se entregó pues la pobre al desvarío
Y no hubo amigo del Esposo
Que al acercársele
Lograra administrarle medicina
O devolverla a su recuerdo
santo
Por tanto ahora en mi partida
Comprendo la tarea por delante
Iré por
los caminos preguntando
¿Saben dónde hallar
Díganme se los ruego
A la esposa de mi Amigo?
Ojalá la redescubra
Allende donde me dirijo
Así
tendré contento
Al contemplarla desposada
Entre los brazos del Amado
Oh Iglesia mía
Oh esposa Suya
No una
canción de atardeceres
Sino una límpida y pura
Melodía de esperanza
DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 42
CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 42
LOS GOZOS POR BIENES ESPIRITUALES, ¿CÓMO SE DISTINGUEN?
“Por
bienes espirituales entiendo todos aquellos que mueven y ayudan para las cosas
divinas y el trato del alma con Dios, y las comunicaciones de Dios con el
alma.” (SMC L3, Cap. 33,2)
Fray Juan, hemos
llegado a lo más alto de la escala de los bienes y sus gozos. ¿Pues que bien
podría ser más beneficioso que estos que posibilitan la comunicación del alma
con Dios?
Sin embargo permíteme
una digresión. Mirando este trayecto ascendente me pregunto dónde se encuentra
el promedio del Pueblo peregrino que es la Iglesia en la historia. Se trata de
una apreciación del todo subjetiva pero consecuencia de mi experiencia en el
servicio pastoral. Creo que la gran mayoría no pasa más allá de la
consideración de los bienes morales.
Me explico.
Ciertamente hay cristianos que personalmente y en comunidades intentan ascender
hasta la cima de los bienes espirituales cultivando una espiritualidad seria y
profunda. Pero son los menos en el conjunto. Apenas puedo intuir algo de mi
diócesis, región eclesiástica y país. Quizás algo vislumbro de la Iglesia
universal en las noticias globalizadas del hoy. Me impresiona oír a mis
queridos feligreses rezar, pues cuando tienen que elaborar los guiones
litúrgicos o en otro tipo de experiencias espirituales donde pueden libre y
espontáneamente elevar su plegaria, casi todo se resume en los primeros
niveles: bienes temporales, naturales y sensuales. Toda la oración muy centrada
en nosotros mismos y nuestras necesidades con un marcado carácter emocional.
Ciertamente surgen temáticas morales porque se haya muy internalizado el
concepto de que ser cristiano es “portarse bien”.
Pero lo sobrenatural
suele estar más ausente. De hecho, como hay quienes buscan inmaduramente
fascinados lo religioso-extraordinario, hay tantísimos más que frente a lo sobrenatural
se asustan, se sienten descolocados, les resulta totalmente extraño a su forma
de vivir la fe. Más bien les causan rechazo las manifestaciones del Dios santo
y poderoso en el amor. Diría que tienen miedo y se escapan al vislumbrar que
Dios es capaz de tanto, no sea que se acerquen demasiado y pueda cambiarles la
vida.
De lo espiritual
baste decir esto: ¡qué difícil es convencer a nuestros cristianos de realizar
un retiro espiritual! Si en las parroquias organizamos retiros o jornadas
espirituales son seguramente las iniciativas menos respondidas. Tal vez de a
poco hemos conseguido crecer en la Adoración Eucarística o la Lectio Divina.
Pero yo creo que simplemente pensamos que los cristianos no estamos para eso de
estar en silencio y dialogando con el Señor. Hay que actuar, organizar eventos,
planificar estrategias pastorales y no sé yo cuántas cosas más. Juzgo que pocos
incluirían en la pastoral ordinaria de la Iglesia el trato con Dios. De hecho
poco enseñamos a orar e incentivamos a ello. El culto a Dios se ha tornado
funcional y medido por un reloj exigente. ¿El Misterio? ¿De qué rarezas me
hablas?
Juzgo por supuesto
que la mayor responsabilidad recae sobre los ministros ordenados. Al menos
hasta donde yo palpo y observo nuestro ejercicio pastoral se ha inclinado
decididamente al activismo funcionalista o a cierto populismo demagógico. Reina
el amiguismo fácil de pasarlo bien juntos a costa de no tocar ningún tema que
exija definiciones profundas y pueda provocar tensión. ¿La fidelidad al Evangelio?
Bueno, todo se charla y se acomoda. Lo importante es que las personas se
sientan bien.
Por mis lares además
han quedado profundos resabios de acercamientos teológicos muy marcados por la
sociología y el análisis político. Hay pastores que solo hablan del Evangelio
desde el ángulo de la llamada “Doctrina Social de la Iglesia”. ¿Este ángulo es
el único o el más importante? Una soteriología totalmente reducida al
inmanentismo de la historia, una soteriología secularista. Ya no hay Gloria ni
Cielo y si los hay no importan tanto.
Además el
exacerbamiento arbitrario de la piedad popular ya ha olvidado que con sus
elementos positivos igual debe ser purificada y reorientada. Más bien se la
erige como tipo y modelo del trato con Dios, con su mezcla con el pecado y
también con la superstición o la magia.
Fray Juan, en este
clima de época, no son muy favorables las condiciones para anhelar bienes
espirituales. Pero como Dios trabaja sin descanso y generosamente en las almas,
sigamos adelante.
“Los
bienes espirituales son en dos maneras: unos, sabrosos, y otros penosos. Y cada
uno de estos géneros es también en dos maneras: porque los sabrosos, unos son
de cosas claras que distintamente se entienden, y otros, de cosas que no se
entienden clara ni distintamente. Los penosos, también algunos son de cosas
claras y distintas, y otros, de cosas confusas y oscuras.” (SMC L3, Cap. 33,3)
A modo muy general
entonces diremos que los bienes espirituales se comunican en la vida activa o
de ejercicio nuestro de trato con Dios y de modo infuso por vía contemplativa o
mística teología. Obviamente por vía activa accesibles a todos y por vía infusa
a quienes hayan sido enlazados en aquella secreta quietud y recogimiento
interior que solo el Señor puede obrar en el alma.
Pero además en ambas
dinámicas pueden ser sabrosos provocando contento, buen ánimo, fervor
espiritual, excitando una decisión más firme en la fe, robusteciendo la
esperanza y haciendo comprender la envergadura del amor que Dios nos dispensa;
como pueden alcanzar las cimas del éxtasis, embelesamientos y arrobamientos,
vuelos en espíritu e incendios interiores junto con un sinfín de revelaciones y
degustación del Misterio.
Como en ambas
dinámicas pueden ser penosos moviéndonos al arrepentimiento y a llorar nuestros
pecados, doliéndonos de la vida que llevamos para buscar una mayor conversión,
invitándonos a penitencias y trayéndonos a consideración la Pasión de Cristo y
cuánto pagó por nosotros derramando su Sangre; por supuesto nos introducirán en
el desierto y la noche de las purificaciones infusas como si nos metieran en el
sepulcro de Cristo para ser transformados y resurgir con Él.
“Todos
éstos podemos también distinguir según las potencias del alma; porque unos, por
cuanto son inteligencias, pertenecen al entendimiento; otros, por cuanto son
afecciones pertenecen a la voluntad, y otros, por cuanto son imaginarios,
pertenecen a la memoria.” (SMC L3, Cap. 33,4)
Podrán ser como iluminaciones
sobre el entendimiento, como visiones sobre la memoria y como afectos sobre la voluntad.
Todo nuestro ser creado ha sido justamente diseñado ontológicamente para la
comunicación con Dios, para la Unión. Y el Esposo no escatima esfuerzos, es
decir derrama generosamente gracias, a quienes llegados a esta cima de la
escala se han acercado y arrimado a Él. Quiéreles conquistar del todo por el
amor y hacerlos suyos para siempre.
DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 41
CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 41
LOS GOZOS POR BIENES SOBRENATURALES, DAÑOS Y PROVECHOS
Como venimos
haciendo, sapiente Doctor, consideremos posibles daños y aconsejemos.
“Tres
daños principales. Engañar y ser engañada, detrimento en el alma acerca de la
fe, vanagloria o alguna vanidad.” (SMC L3, Cap. 31,1)
"Debe,
pues, el que tuviere la gracia y don sobrenatural, apartar la codicia y gozo
del ejercicio de él, descuidando en obrarle; porque Dios, que se le da
sobrenaturalmente para utilidad de su Iglesia o de sus miembros, le moverá
también sobrenaturalmente cómo y cuándo le deba ejercitar.” (SMC L3, Cap. 31,7)
Engañar y ser
engañado. Engaña pues quien habiendo recibido un don gratuitamente para
ejercitarlo según Dios en bien de los demás, lo retiene para sí mismo y lo
usufructúa para su propia conveniencia. Quizás cayendo en vanidad se olvida que
aún se encuentra en esta historia en camino de penitencia y se les suben las
ínfulas de santidad. Quizás falto de purgación interior busque su honra y
vanagloria y no se ordene a la voluntad de Dios y a que sea glorificado.
Engañar y ser
engañado. Es engañado aquel que recibe bienes sobrenaturales desordenadamente,
sin ver más allá de la temporalidad y de lo provisorio, sin recibir Amor de
Dios en ellos y convertirse para permanecer en fidelidad unido a su Señor que
tanto bien le ha hecho. También es engañado quien por ignorancia o una fe
pueril anda detrás de lo extraordinario buscándolo de aquí para allá como
adicto a milagros y que nunca se decide a realizar un camino de profundización
de su fe. Claro que es engañado quien se va detrás de los hombres que ejercen
dones sobrenaturales, como idolatrándolos a ellos y olvidándose y renegando en
el fondo de Jesucristo.
“El
segundo daño que puede venir de este primero, es detrimento acerca de la fe; el
cual puede ser en dos maneras: La primera, acerca de los otros; porque,
poniéndose a hacer la maravilla o virtud sin tiempo y necesidad, demás de que
es tentar a Dios, que es gran pecado, podrá ser no salir con ella y engendrar
en los corazones menos crédito y desprecio de la fe.
En la
segunda manera puede asimismo recibir detrimento acerca del mérito de la fe,
porque haciendo él mucho caso de estos milagros, se desarrima mucho del hábito
sustancial de la fe, la cual es hábito oscuro; y así, donde más señales y
testimonios concurren, menos merecimiento hay en creer.” (SMC L3, Cap. 31,8)
El segundo daño es un
decrecimiento de la fe. Porque quien ejerce un don sobrenatural bajo propio
criterio y no según el plan de Dios, peca contra su Señor que se lo concedió.
Así vemos quienes a veces arman “verdaderos shows de presentación personal”.
¿Qué buscan sino su fama y congregar multitudes? Y no les hacen ningún bien de
verdadero provecho, pues dejan a sus hermanos ligados a sí en lugar de
conducirlos y presentarlos al Señor Jesús. De alguna forma se plantea ahora una
suplantación en la cual se entroniza al servidor y se corta el camino hacia el
Dueño de todo don. ¡Cuida de guardarte humilde administrador de sus bienes
inmerecidos! Pues mal usados sevolverán contra ti y hasta podrías perder la fe.
Por otra parte con esta
práctica invitan a centrarse en lo extraordinario, buscando en todo señales y
milagros para creer, y así se alejan y alejan a los demás del centro de la fe o
los mantienen en una fe inicial que sin embargo ni madura ni crece. El mismo
Cristo no andaba obrando milagros sin ton ni son y se cuidaba mucho de ellos
porque eran mal interpretados. Así se ve claramente en el capitulo 6 de San
Juan. ¿Por qué me buscan? ¿Por qué comieron pan hasta saciarse en el desierto?
¿No comprendieron aún que el signo remite a una realidad superior? Yo soy el
Pan de Vida. Y en los sinópticos, especialmente en San Marcos, tras los
milagros se admiran y quieren hacerlo rey según sus humanas expectativas, pero
Él se oculta de ellos y se retira a solas con su Padre. ¿Qué será de estos
cuándo llegue la hora de la Cruz? Buscan milagros y signos y no les será dado
otro que el Hijo del hombre tres días en el vientre de la tierra.
“Milagreros” y
“milagrerismo” siempre hubo. ¿Qué frutos han dado? ¿Si te quito los milagros
podrás creer? Los dones sobrenaturales pueden ayudar a engendrar la fe o a
fortalecerla, pueden revelarnos a Jesucristo Salvador pero no pueden suplir el
acto de fe personal de quien dice “creo en ti Señor” y se pone en sus manos y
comienza a seguirlo. La fe que puede apoyarse en estos dones sobrenaturales no
debería depender de que Dios los haga. Son gracia. Y si Dios no actúa
milagrosamente, ¿entrarás en crisis? Busca más bien una fe simple y desnuda,
capaz de permanecer firme en las tribulaciones, fijada la mirada en Jesucristo
consumador de nuestra fe.
“El
tercer daño es que comúnmente por el gozo de estas obras caen en vanagloria o
en alguna vanidad.” (SMC L3, Cap. 31,10)
Mas pasemos a los
provechos.
“La
privación de este gozo, adquiere dos excelentes provechos. El primero es
engrandecer y ensalzar a Dios; el segundo es ensalzarse el alma a sí misma.”
(SMC L3, Cap. 32,1)
“Le
pone en Dios solamente, se ensalza y engrandece Dios, manifestando al alma su
excelencia y grandeza.” (SMC L3, Cap. 32,2)
“Porque,
apartando la voluntad de todos los testimonios y señales aparentes, se ensalza
en fe muy pura, la cual le infunde y aumenta Dios con mucha más intención, y
juntamente le aumenta las otras dos virtudes teologales, que son caridad y
esperanza; en que goza de divinas y altísimas noticias por medio del oscuro y
desnudo hábito de fe; y de grande deleite de amor por medio de la caridad, con
que no se goza la voluntad en otra cosa que en Dios vivo; y de satisfacción en
la memoria por medio de la esperanza. Todo lo cual es un admirable provecho que
esencial y derechamente importa para la unión perfecta del alma con Dios.” (SMC
L3, Cap. 32,4)
Queridísimo Fray
Juan, aunque no lo he tratado aquí contigo siempre, se siguen provechos de no
admitir gozos desordenados a Dios. Creo que el tema estaba implícito en esta
senda ascendente.
El primer provecho
supone poner a Dios en el lugar que le corresponde, es decir, por encima de
todo. Darle culto a Él y solo ante Él rendir y doblar la rodilla, bajar la
cabeza y postrarnos humildes en adoración.
Volcados vorazmente a
las criaturas y ubicándonos como centro lo distorsionamos todo. Es el pecado.
Retornando al Creador y Fuente de cuanto existe, adhiriendo al Misterio
revelado de su plan salvífico en su Hijo y pastoreados por su Espíritu de Amor,
nos reencontramos, nos recuperamos en sintonía con su voluntad, nos dejamos
regenerar por su Gracia.
Si Dios es Dios en
nuestra vida y reina por encima de todo, si los ídolos han sido derribados y
los falsos dioses desenmascarados, tengamos paz.
De este paso se sigue
un aquilatamiento de la fe teologal más purificada. Superado el crisol de lo
extraordinario fascinante –que ocultaba tentaciones de humana grandeza-, la fe
humilde y pobre pone rumbo cierto hacia su Señor. Y como las virtudes teologales
son conexas también caridad y esperanza son acrecidas. La caridad orienta a la
voluntad a gozarse solo en el Dios vivo y la memoria plácidamente sujeta en
Alianza pone toda su esperanza en el Señor de la Gloria.
Ahora, superadas las
extravagancias de lo sobrenatural, el alma puede limpia, humilde, libre y pobre
alcanzar cimas de verdadero Espíritu.
DIÁLOGO VIVO CON SAN PABLO 42
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