CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 10
DESAPROPIACIÓN
Y ANIQUILACIÓN ESPIRITUAL
Mi impresionante
amigo Fray Juan, tan admirable y revestido por tu Amado de luminosa grandeza.
Debemos insistir y ahondar en este camino de la nada de la Cruz. No es lenguaje
sabroso ni pensamiento fácil para nuestros lectores. Mas en caridad debemos
proclamar el único camino que lleva a la Unión con Dios de tal modo que, aunque
genere resistencia y rechazo, no quede duda alguna de cómo se ha de transitar
por él.
“…no
sólo de todo lo que es de parte de las criaturas ha de ir el alma
desembarazada, mas también de todo lo que es de parte de su espíritu ha de
caminar desapropiada y aniquilada.” (SMC L2, Cap. 7,4)
En primer lugar, el
término “desapropiación” -tan de la tradición mendicante-, que también hemos
tratado como “desasimiento” o “desapego” lo venimos conversando ampliamente.
Pero el concepto “aniquilación” ciertamente debe resultar revulsivo y
conmovedor. ¿El alma debe ser aniquilada? ¿Qué significa tamaña afirmación que
parece contradecir todo sentido común de fe? Sin embargo ya desde los Padres
del Desierto conocemos un tal concepto.
Debemos usarlo con
precisión pues no faltan personas que puedan entenderlo de un modo enfermizo.
Lo que debe ser aniquilado es el Adán terrestre por ponerlo en simbólica
paulina. Hasta que el alma no alcance una madura y estable Unión con su Amado y
Adán Celeste Jesucristo, todavía persistirá en ella –liberada del pecado
original pero no de la concupiscencia- una búsqueda de sí misma que excluya a
Dios. Debe terminar de morir a ese volverse sobre sí para endiosarse de algún o
de otro modo. Hasta que no logre descentrarse continuará impura, apropiada y
posesiva.
¡Y lo novedoso es que
debe desapropiarse espiritualmente también! ¿De qué se trata?
“…todavía
antes andan a cebar y vestir su naturaleza de consolaciones y sentimientos
espirituales que a desnudarla y negarla en eso y esotro por Dios, que piensan
que basta negarla en lo del mundo, y no aniquilarla y purificarla en la
propiedad espiritual. De donde les nace que en ofreciéndoseles algo de esto
sólido y perfecto, que es la aniquilación de toda suavidad en Dios, en
sequedad, en sinsabor, en trabajo (lo cual es la cruz pura espiritual y
desnudez de espíritu pobre de Cristo) huyen de ello como de la muerte, y sólo
andan a buscar dulzuras y comunicaciones sabrosas en Dios. Y esto no es la
negación de sí mismo y desnudez de espíritu, sino golosina de espíritu.” (SMC L2, Cap. 7,5)
Estimado Fray Juan,
¡qué cansador es ver tanto hermano que no adelanta y avanza por no aceptar el
camino ineludible de la Cruz! Tienen experiencia espiritual pero no pasan de
sus inicios, no crecen. Porque como bien dices buscan “golosina espiritual”, y
sólo están dispuestos a aceptar del Señor el consuelo, lo sabroso y dulce, lo
que les parece deleitable, cuánto les produzca satisfacción interior, lo
extraordinario y milagroso. Y en los principios para atraerlos Tú les hablas de
ese modo, para que te conozcan y se animen a arrimarse más a Ti. Pero en cuanto
les cambias tu lenguaje para niños que solo comen papilla por alimento sólido
de adultos, se espantan y huyen o simplemente se disturban, confunden o entran
en crisis. No acogerán la aridez y desabrimiento ni la aspereza trabajosa de la
prueba. No acogerán Señor, tu Cruz.
Ellos piensan que con
una moderación voluntaria de los placeres del mundo basta. Y aunque
materialmente parezcan pobres y sobrios, pueden acumular ávidamente “propiedad
espiritual” y enriquecerse a sí mismos perdiéndote a Ti. Porque en toda esa
aventura de “tener experiencias espirituales”, las cuales además gustan de
coleccionar y exhibir a los demás por vanagloria, no se buscan sino solo a sí
mismos.
“En lo
cual, espiritualmente, se hacen enemigos de la cruz de Cristo; porque el
verdadero espíritu antes busca lo desabrido en Dios que lo sabroso, y más se
inclina al padecer que al consuelo, y más a carecer de todo bien por Dios que a
poseerle, y a las sequedades y aflicciones que a las dulces comunicaciones,
sabiendo que esto es seguir a Cristo y negarse a sí mismo, y esotro, por ventura,
buscarse a sí mismo en Dios, lo cual es harto contrario al amor. Porque
buscarse a sí en Dios es buscar los regalos y recreaciones de Dios; mas buscar
a Dios en sí es no sólo querer carecer de eso y de esotro por Dios, sino
inclinarse a escoger por Cristo todo lo más desabrido, ahora de Dios, ahora del
mundo; y esto es amor de Dios.” (SMC L2, Cap. 7,5)
A veces quisiera
decir a quienes acompaño de una sola vez: “Cuando le pides a Dios algo para ti
solo demuestras que te amas a ti mismo y que esperas que Dios te ame también.
Incluso cuando lo alabas y bendices por el bien que te ha hecho sigues
afirmando lo mismo: que el centro de todo eres tú. Eres amado, ¿pero amas? Solo
cuando recibes lo que Dios da, sobre todo cuando es prueba y desolación, cuando
es árido desierto, cuando no tiene sabor ni rédito, cuando es poda y
purificación, cuando te solicita entregarle tu vida, entonces podrás decir que
le amas a Él. Por eso Cristo que te ama tanto, para que crezcas y madures, no
tardará demasiado en ofrecerte su Cruz. Y de tu decisión se abrirá el Camino o
permanecerás dando infructuosas vueltas en el mismo lugar sin nunca adelantar
en verdadero espíritu.”
“Porque,
si el hombre se determina a sujetarse a llevar esta cruz, que es un
determinarse de veras a querer hallar y llevar trabajo en todas las cosas por
Dios, en todas ellas hallará grande alivio y suavidad para (andar) este camino,
así desnudo de todo, sin querer nada. Empero, si pretende tener algo, ahora de
Dios, ahora de otra cosa, con propiedad alguna, no va desnudo ni negado en
todo; y así, ni cabrá ni podrá subir por esta senda angosta hacia arriba.” (SMC
L2, Cap. 7,5)
Y también quisiera
decirles a muchas ovejas como si hablara con chiquillos: “Oye larga ya, suelta,
basta de encapricharte y empecinarte. Corta ya de una vez con tus derechos y
privilegios, termina de exhibir cuánto has hecho y de reclamar para mantenerte
en tu posición, culmina de hacerle pagar el derecho de piso a los nuevos porque
tu estas desde antes, renuncia a ser un tapón que obstruye porque no admitirás
que las cosas sigan adelante sin ti o de un modo diferente al tuyo. No te
cargues de tanto peso que te será imposible ascender. ¿Cómo habrá Dios en tu
vida si estás apegado tanto a tu pretendido poderío y preeminencia? ¡Desnúdate
ya o morirás! ¡Sí, hermano mío, desnúdate ya o morirás!
“Y así
querría yo persuadir a los espirituales cómo este camino de Dios no consiste en
multiplicidad de consideraciones, ni modos, ni maneras, ni gustos (aunque esto,
en su manera, sea necesario a los principiantes) sino en una cosa sola
necesaria, que es saberse negar de veras, según lo exterior e interior, dándose
al padecer por Cristo y aniquilarse en todo…” (SMC L2, Cap. 7,8)
“Pues
los vemos andar buscando en él sus gustos y consolaciones, amándose mucho a sí,
mas no sus amarguras y muertes, amándole mucho a él.” (SMC L2, Cap. 7,12)
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