CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 30
LA
SOBERBIA ESPIRITUAL
“…cuanto
el alma más presa hace en alguna aprehensión natural o sobrenatural distinta y
clara, menos capacidad y disposición tiene en sí para entrar en el abismo de la
fe… de todo lo que no es Dios se ha de vaciar el alma para ir a Dios.” (SMC L3,
Cap. 7,2)
Mi padre y hermano,
Fray Juan, no creo necesario ya insistir sobre este principio que tanto hemos
propuesto previamente de diversas formas. Continuemos…
“Lo que
le conviene al espiritual para no caer en este daño de engañarse en su juicio
es no querer aplicar su juicio para saber qué sea lo que en sí tiene y siente,
o qué será tal o tal visión, noticias o sentimiento, ni tenga gana de saberlo,
ni haga caso, sino sólo para decirlo al padre espiritual, para que le enseñe a
vaciar la memoria de aquellas aprehensiones. Pues todo cuanto ellas son en sí,
no le pueden ayudar al amor de Dios tanto cuanto el menor acto de fe viva y
esperanza que se hace en vacío y renunciación de todo.” (SMC L3, Cap. 8,5)
¡Cuánta verdad y
cuánta resistencia! Quien hace experiencia espiritual que se desinterese, y que
con humilde docilidad la ponga en manos de quien le acompaña, para que le
enseñe y ayude a vaciarse. Que aprenda a quedarse en vida teologal marcada por
el renunciamiento a todo por Dios. Repito: ¡cuánta sabiduría en tu consejo y
qué difícil lograr que lo acepten!
“…se
suele quedar cierta satisfacción oculta en el espíritu y estimación de aquello
y de sí, de que, sin sentirlo, les hace harta soberbia espiritual.” (SMC L3,
Cap. 9,1)
Aquí la clave: cuando
no estás desasido la tentación te encuentra en el flanco abierto, y en lo que
gustas y a lo que te aficionas -que no es Dios sino efectos de su Presencia y
paso-, te retiene y te esclaviza; te vuelve sobre ti mismo para que te
engrandezcas por cuánto has recibido gratuitamente y no mereces. Espíritu de
apropiación es siempre mal espíritu. ¿Acaso no fue soberbia y vanagloria la
caída? “Si lo comen serán como dioses.”
Este giro sobre sí
mismos regodeándose por la satisfacción espiritual que han experimentado –que hemos
llamado “golosina de espíritu”-, puede derivar en comparaciones competitivas y
envidia como en vanidosa vanagloria.
“…la
pena que les da cuando piensan o les dicen que otros tienen aquellas cosas o
mejores… secreta estimación y soberbia… algunos
llegan a ser tan soberbios, que son peores que el demonio.” (SMC L3, Cap. 9,2)
“…que como
ellos ven en sí algunas aprehensiones y sentimientos devotos y suaves de Dios,
a su parecer, ya se satisfacen de manera que piensan están muy cerca de Dios.” (SMC
L3, Cap. 9,2)
Volvemos a punto de
ciencia de amor en Cruz que ya debiera estar firme. ¿Dónde reside la virtud?
¡Bendita humildad parada como centinela y guarda de la casa del alma!
“…la
virtud no está en las aprehensiones y sentimientos de Dios, por subidos que sean…
es en mucha humildad y desprecio de sí y de todas sus cosas… no queriendo valer
nada en el corazón ajeno.” (SMC L3, Cap. 9,3)
“…todas
las visiones y revelaciones y sentimientos del cielo y cuanto más ellos
quisieren pensar, no valen tanto como el menor acto de humildad, la cual tiene
los efectos de la caridad, que no estima sus cosas ni las procura, ni piensa
mal sino de sí, y de sí ningún bien piensa, sino de los demás.” (SMC L3, Cap.
9,4)
Y por si aún no queda
claro.
“Porque
si el alma gusta de las tales aprehensiones, esle muy fácil al demonio hacerle
crecer los apetitos y afectos y caer en gula espiritual y otros daños...” (SMC
L3, Cap. 10,1)
Ya lo hemos tratado.
La trampa del demonio es que te quedes con “las cosas de Dios”, pero en el
fondo en oculto deleite de ti mismo y olvido de quien es la Fuente.
“…suele
él sugerir y poner gusto, sabor y deleite en el sentido acerca de las mismas
cosas de Dios, para que el alma, enmelada y encandilada en aquel sabor, se vaya
cegando con aquel gusto y poniendo los ojos más en el sabor que en el amor, a
lo menos ya no tanto en el amor, y que haga más caso de la aprehensión que de
la desnudez y vacío que hay en la fe y esperanza y amor de Dios.” (SMC L3, Cap.
10,2)
“…necesario
le es al alma quedarse desnuda y olvidada de formas y noticias distintas de
cosas sobrenaturales para no impedir la unión, según la memoria, en esperanza
perfecta con Dios.” (SMC L3, Cap.11,2)
Querido maestro te he
dejado esta ocasión hablar más a ti. Lo has hecho simple y contundente. ¡Cuánto
bien nos haces! Cerremos con preciosos consejos:
“…todo
lo que el alma pone en la criatura quita de Dios.” (SMC L3, Cap. 12,1)
“…cuanto
más uno pusiese los ojos en los criados del rey y más reparase en ellos, menos
caso hacía del rey y en tanto menos le estimaba.” (SMC L3, Cap. 12,2)
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