Augusto
Apóstol San Pablo, queremos escucharte y dialogar contigo vivamente, en esta
ocasión acerca de tus enseñanzas a la comunidad de Corinto.
“Pablo,
llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, y Sóstenes, el
hermano, a la Iglesia de Dios que está en Corinto: a los santificados en Cristo
Jesús, llamados a ser santos, con cuantos en cualquier lugar invocan el nombre
de Jesucristo, Señor nuestro, de nosotros y de ellos gracia a ustedes y paz de parte de Dios,
Padre nuestro, y del Señor Jesucristo.”
1 Cor 1,1-3
“Por
voluntad de Dios”. ¡Qué consolador, hermano mío, es hallar a alguien que pueda
reconocer y afirmarse enteramente en la Voluntad de Dios! ¡Cuánta paz habría en
nuestra vida si tuviésemos certeza en la fe, la esperanza y el amor que vivimos
lo que es proyecto de su Gracia! O al menos si tuviésemos una recta conciencia
y una veraz intención de configurarnos a su Santa Voluntad con alegría y
convencimiento de que no hay nada mejor para nosotros! ¡Bástenos pues estas
palabras acaso circunstanciales en apariencia pero tan centrales y hondas.
¡Vivamos según y para la Voluntad de Dios!
“A
los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos.” ¡Me admira tu clara
contundencia, tu puntería certera para dar en el blanco! ¡Tú sabes al saludar a
la comunidad cristiana quién eres según el proyecto del Padre en Cristo! ¡Como
también sabes quiénes son tus hijos de predicación y hermanos de camino en ese
mismo plan de salvación: santificados para ser santos! A quienes nos leen repítanlo
con nosotros: “santificados en Cristo para ser santos”. Tú y yo no somos de
Corinto sino de la actualidad del mundo de hoy pero la elección y llamado es el
mismo. ¿Quién eres tú cristiano? Un elegido y llamado para ser santo en Cristo
para la GLoria de Dios, su Padre.
“Doy
gracias a Dios sin cesar por ustedes, a causa de la gracia de Dios que les ha
sido otorgada en Cristo Jesús, pues en él han sido enriquecidos en todo, en
toda palabra y en todo conocimiento, en la medida en que se ha consolidado
entre ustedes el testimonio de Cristo.”
1 Cor 1,4-6
“Doy
gracias a Dios sin cesar por ustedes, a causa de la gracia de Dios que les ha
sido otorgada en Cristo Jesús.” Así dejas traslucir tu pastoral amor paterno, lleno
de contento por la gracia de Dios conferida a quienes te han sido confiados. ¡Y
eso ya es enorme! ¿Acaso es tan fácil hallar hermanos que se alegren por las
gracias que recibimos del Señor? ¡Por cierto que los hay y no nos faltan! Pero
también los hay envidiosos, competitivos y quienes quisieran reducirnos a
mediocridad porque no aceptan la corrección que erige un intento de vida santa.
Como no están dispuestos a salir de su pecado, intentan igualarlo todo siempre
para abajo, hacia la degradación y la convalidación de lo que en cambio debería
ser purificado.
“En
él han sido enriquecidos en todo, en la medida en que se ha consolidado entre
ustedes el testimonio de Cristo.” Pues sabes bien que el testimonio firme,
valeroso y fiel de Cristo hace crecer a cada discípulo y madurar a la Iglesia
volviéndola fecunda. Por supuesto que una deficiente, temerosa o acomodaticia
presentación de la fe para contentar al mundo irá en el otro sentido, causando languidez
y tristeza, frialdad de espíritu y falta de novedad. Ya ha sucedido en la historia. ¡Que vuelva a
enterarse la Iglesia de Dios que peregrina en los inicios del siglo XXI! ¡Sólo
la fidelidad a Cristo y a su Evangelio dará sentido verdadero y acceso a inestimables
riquezas de Gracia en el Señor! ¿Quieres ser rico delante de Dios y según sus
mercedes? Pues solo ocúpate de ser fiel a Cristo y dar buen testimonio de Él
con tu vivir.
“Así,
ya no les falta ningún don de gracia a los que esperan la Revelación de nuestro
Señor Jesucristo. Él los fortalecerá hasta el fin para que sean irreprensibles
en el Día de nuestro Señor Jesucristo. Pues fiel es Dios, por quien han sido
llamados a la comunión con su hijo Jesucristo, Señor nuestro.” 1 Cor 1,7-8
“Ya
no les falta ningún don de gracia.” ¡Es verdad, no nos falta ningún don de Gracia,
nos han sido dados todos en Cristo! Aunque el proceso de “hacer nuestra” la
Gracia recibida, dejando que nos transforme, es un camino que requiere tiempo. ¿Pero
al fin para qué nos han sido dados estos auxilios divinos? Pues para vivir en
comunión con Dios. Y la comunión con Dios, plena y eterna, es lo que llamamos “Salvación,
Reino, Cielo, Bienaventuranza y Gloria”.
Si pudiéramos salir del mal sueño engañoso de la modernidad, ese sueño antropocéntrico que no es más que la reedición del viejo pecado de los demonios -“no serviré”- y del Adán caído que espera ser como Dios pero sin Él, usurpando su lugar. Entonces comprenderíamos la hermosa magnitud del saludo que nos diriges también a nosotros, San Pablo, en el presente: “Sean benditos porque en Cristo nos le falta ningún don de Gracia para ser santos”. Amén.
Sea Bendito el Nombre del Señor ahora y por siempre. ♡ Bendito sea Dios en todas y cada una de Sus Criaturas. Amen...Abrazo a la distancia Padre Silvio...secte extraña mucho!! BENDICIONES
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