Escritos espirituales y florecillas de oración personal. Contemplaciones teologales tanto bíblicas como sobre la actualidad eclesial.
DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 27
CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 27
LA
DINÁMICA DE LO INFUSO
“…pasar
adelante en contemplación a unión de Dios (para lo cual todos esos medios y
ejercicios sensitivos de potencias han de quedar atrás y en silencio, para que
Dios de suyo obre en el alma la divina unión) haciendo negar a las potencias su
jurisdicción natural y operaciones, para que se dé lugar a que sean infundidas e
ilustradas de lo sobrenatural…” (SMC L3, Cap. 2,2)
Entrañable hermano y
Doctor, amante verdadero del Dios escondido, contigo quiero volver sobre lo que
tanto hemos insistido, pero ahora mostrando un poco más de qué se trata esta
dinámica de lo infuso. Porque el hombre tan empeñado en actuar por sí poca
conciencia tiene de cuánto estorba y bloquea el actuar de Dios. No es tan
habitual encontrar quienes tengan destreza en ejercitar lo que la fe de la
Iglesia enseña, a saber: que la Gracia tiene primacía y que el hombre tiene de
suyo responder secundando y colaborando con la iniciativa divina. Pero aún no
purificada el alma se adelanta a Dios y más confusión y obstáculos pone que si
permaneciera humilde esperando y adhiriendo.
“Negar a las
potencias su jurisdicción natural y operaciones, para que se dé lugar a que
sean infundidas e ilustradas de lo sobrenatural.” ¡Vaya expresión! Y aquí está
la clave de la vida mística justamente en entregarse el alma al Misterio que la
sobrepasa. Dejarse sobrepasar por Quien excede. Abandonarse a una Inmensidad
que le resultará siempre incontenible y desbordante. Dejar que Dios la capacite
para la Unión que es don y gracia. “Infusión” de lo que solo puede ser donado y
regalado y nunca producido o elaborado. Tocar vida contemplativa es tocar ese
punto de quiebre donde ya todo es Gracia.
“…a
Dios el alma antes le ha de ir conociendo por lo que no es que por lo que es.” (SMC
L3, Cap. 2,3)
Nuestros antiguos
padres nos han distinguido la teología catafática de la apofática. Claro que
ellos no entendían la “teología” como la entendemos modernamente, es decir como
una disciplina con datos, método y ejercicio de argumentación racional. Su “teología”
no podía ser separada de la “vida teologal”, permanecía en el humus fecundo de
la connaturalidad con lo divino mediante la fe, esperanza y caridad. Espiritualidad
y Teología eran por entonces digamos, indisolubles.
La teología catafática
hablaba positivamente de Dios, realizaba afirmaciones apoyadas en la
Revelación, en la experiencia religiosa y en el ejercicio de las capacidades
naturales bajo el influjo de la Gracia. Sin embargo permanecía imperfecta.
¿Cómo decir enteramente el Misterio de Dios con lenguaje humano? Si Dios habló
a los hombres con lenguaje humano esto supone la kénosis o abajamiento tan
propio de la Encarnación del Verbo. Como un balbuceo de Dios a niños pequeños,
que no por ser balbuceo deja de ser Revelación y Comunicación de Si y de su
Voluntad, pero al fin comunicación necesariamente encarnada en la dinámica de
la analogía y la interpretación. Así con la Revelación el hombre puede ir
ajustando su instrumental para mejor sintonizar y desarrollar un lenguaje
humano para hablar de Dios sabiendo sin embargo que el Misterio permanece en su
excedencia. Revelación es tanto palabra, mostración y manifestación como
ocultamiento y silencio. ¿Acaso podrá ser totalmente abarcada su Riqueza
insondable?
Justamente la
teología apofática no negaba exactamente lo que se conocía por Revelación sino
que acentuaba que Dios era mucho más. Lo más que Él es no es en nada
contradictorio con lo que nos ha revelado de Sí y aun así permanece más de lo
que su creatura puede recibir. Inagotable es Dios. La teología apofática era aquella sabiduría por connaturalidad que podía ir más allá entregándose al
silencio místico. Toda una aventura maravillosa que permanece locura
incomprensible para la mentalidad moderna.
El alma pues en la
Unión, en la dinámica de lo infuso, saborea y abraza a su Señor mucho más allá
de toda palabra y concepto, “toda ciencia trascendiendo” nos diría San Juan de
la Cruz. El alma es adentrada en su Presencia y se extasía en el desbordante Sentido
que irrumpe cuando lo humano aprende a hacer silencio.
DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 26
CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 26
LOS
SENTIMIENTOS ESPIRITUALES
Mi estimadísimo Doctor y amigo,
Fray Juan de la Cruz, nos vienes enseñando y describiendo con magistral ciencia
cuáles son las manifestaciones interiores que el alma puede experimentar en la
Unión, consignando su valor, previniéndonos de los peligros y aclarándonos los
verdaderos efectos salutíferos que producen. Ahora, para bien de nuestros
lectores, alguna palabra nos dirás acerca del dinamismo afectivo.
“Estos
sentimientos espirituales distintos pueden caer en dos maneras. La primera, son
sentimientos en el afecto de la voluntad; la segunda, son sentimientos en la
sustancia del alma.
Los de
la voluntad, cuando son de Dios, son muy subidos; mas los que son de la
sustancia del alma son altísimos y de gran bien y provecho. Los cuales ni el
alma ni quien la trata pueden saber ni entender la causa de donde proceden, ni
por qué obras Dios los haga.
…dalo
Dios a quien quiere y por lo que él quiere; porque acaecerá que una persona se
habrá ejercitado en muchas obras, y no la dará estos toques; y otra en muchas
menos, y se los dará subidísimos y en mucha abundancia.
…no es
menester que el alma esté actualmente empleada y ocupada en cosas espirituales,
aunque estarlo es mucho mejor para tenerlos…
…unos
son distintos y que pasan presto; otros no son tan distintos y duran más.” (SMC
L2, Cap. 32,2)
El primer concepto
que debemos destacar es el de “gratuidad”. ¿Por qué sobrevienen en la voluntad
o en el centro del alma estos “sentimientos espirituales”? Porque Dios quiere
hacer estos toques. ¿Por qué pues quiere hacerlos? Porque quiere y nada más. El
alma amada no encuentra ciertamente proporción ni necesaria lógica razonable.
Quien es Amor ama porque ama.
Obviamente en el
proyecto de Dios tienen su sentido pero… ¿quién ha podido penetrar en los
pensamientos de Dios? Misteriosos son sus caminos de bendición.
También Fray Juan
distingues donde operan: en la potencia de la voluntad, donde claro su efecto
pasará más pronto y moverá más puntualmente a nivel existencial; o en la
sustancia del alma cuyo efecto permanecerá más y producirá una transformación
más esencial.
Necesito por mi
cuenta hacer una aclaración a nuestros lectores. Sobre todo porque vivimos en
un mundo muy pendiente del factor emocional. Estos “sentimientos espirituales” poco
tienen que ver con lo que habitualmente experimentamos como emociones,
sentimientos o estados de ánimo. No debemos olvidar que no estamos en el
terreno de la vida activa sino en el de la experiencia infusa. Como el
entendimiento era sobrepasado por la luz sobrenatural y resplandeciente de la
fe, no anulado sino elevado y misteriosamente madurado para el encuentro con el
Misterio; así también sucede con lo que solemos denominar “vida afectiva”. El
mundo de los afectos ha sido purgado y transformado en la experiencia mística.
Por eso lo que aquí se dice solo puede referirse analógicamente a la
experiencia emocional.
En algún escrito personal
he asignado a la repercusión afectiva que el orante experimenta en el encuentro
con Dios sin haber aún entrado en recogimiento infuso, “sensaciones”. Aquellas “sensaciones”
de la oración activa pasan, son purificadas y elevadas, dejan lugar en la
contemplación al “sentido”. Aquellas eran por así decirlo más conexas a la
corporeidad, las otras son más puramente espirituales.
“…sean
los toques de Dios que los causan repentinos, ahora sean durables y sucesivos- redunda
en el entendimiento aprehensión de noticia o inteligencia, la cual suele ser un
subidísimo sentir de Dios y sabrosísimo en el entendimiento…” (SMC L2, Cap. 32,3)
“…las
noticias de ellos se reciben pasivamente en el entendimiento sin que él haga
nada de su parte. De donde, para no errar en ellos ni impedir su provecho, él
tampoco ha de hacer nada en ellos, sino haberse pasivamente acerca de ellos,
sin entrometer su capacidad natural.” (SMC L2, Cap. 32,4)
Finalmente estos “sentimientos
espirituales” repercuten o resuenan en la inteligencia a la cual le traen
noticia amorosa de Dios, de su ser y de su acción. Producen “saber de amor” por
así expresarlo.
Se advierte que no debe
entrometer su natural discurrir intentando comprender, sino que debe aprestarse
el entendimiento a recibir y dejar que aquel toque del Señor florecido en “sentimiento
espiritual” le traiga y produzca en la inteligencia infusamente recogida lo que
quisiere obrar en ella.
De más está aclarar a
esta altura que esta “pasividad” no se debe interpretar a modo quietista como
una anulación de lo humano y posesión por lo Divino; sino en clave de
receptividad amorosa y abandono amante, porque no hay más humana y humanizante
actividad que entregarse libremente en manos de su Dios y dejarle producir su
obra.
POESÍA DEL ALMA UNIDA 27
Iluminando
Con tu Luz prestada
Cual luna de Sol
Enamorada
Iluminando
Reflejando sereno
El destello de tu Rostro
En espejo
Iluminando
Contigo que resplandeces
Disipando las tinieblas
Sin impedimento
Iluminando
Cantando esperanzas
De cielos y tierra nuevos
Salvación y Gloria
Iluminando
Faro de viajeros
Señalizando travesías
Puerto seguro
Iluminado
Quedarme Contigo
Abriendo camino
Y movilizando
Iluminando
¿Qué otra tarea
Más urgente y esencial?
Aporte santo
DIALOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 25
CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 25
REVELACIÓN Y REVELACIONES (III)
“…aprendan a no hacer caso sino en fundar la
voluntad en (fortaleza de) amor humilde, y obrar de veras, y padecer imitando
al Hijo de Dios en su vida y mortificaciones; que éste es el camino para venir
a todo bien espiritual, y no muchos discursos interiores.” (SMC L2, Cap. 29,9)
No es posible que
sigamos adelante Fray Juan, tú y yo, sin volver una y otra vez a la palabra fundante
de la Cruz. Nuestra propia experiencia espiritual así nos lo reclama. Solo hay
que hacer memoria del camino. Pero nada fácil para nuestros interlocutores la insistencia
en la Cruz como clave única, pues si su disposición interior aún es insuficiente,
serán presa todavía de fascinación por lo extraordinario y por las
consolaciones y de regodearse en todo ello. Mientras no los conquiste la
fascinación por la Cruz, ¿cómo podrán adelantar en el camino? ¡Que sea
alumbrada en todos la belleza de la Cruz! ¡Oh Cruz tan amable fuera de la cual
no hay en modo alguno Salvación!
“Cuando
en las palabras y conceptos juntamente el alma va amando y sintiendo amor con
humildad y reverencia de Dios, es señal que anda por allí el Espíritu Santo, el
cual, siempre que hace algunas mercedes, las hace envueltas en esto.” (SMC L2,
Cap. 29,11)
Porque el Amor hace
crecer el amor, podríamos decir. O si es Dios quien pasa la Caridad queda
fortalecida, en verdad toda la vida teologal pues sus virtudes son conexas.
Pero bien tú dices, “amor con humildad”, pues no hay allí sombra de vanagloria
ni amor propio, que la humildad es la fiel guardiana de la casa. ¡Oh santa
humildad, contigo todo se tiene y sin ti todo se arruina y se pierde! “Amor con
humildad” es la evidencia y el vestigio del paso de Dios en el alma.
“Cuando
procede de la viveza y lumbre solamente del entendimiento, después de pasada la
meditación, queda la voluntad seca, aunque no inclinada a vanidad ni a mal si
el demonio de nuevo sobre aquello no la tentase.” (SMC L2, Cap. 29,11)
Nuestras fuentes son
superficiales, nuestra agua poca y nuestro riego insuficiente. Por eso nuestra
tierra se humedece solo en sus primeras capas y pronto se torna reseca de nuevo
cuando es regada apenas con el producto de nuestras facultades. La meditación,
como ejercicio activo de la oración, con su bondad que es superior a otros
ejercicios piadosos que no pasan de una mecánica recitación vocal, aún no logra
ofrecernos caudales incontenibles de Agua viva. La meditación que intenta
discurrir con el intelecto y mover los afectos del corazón concentrándose en
Dios, en su Misterio, en su obra creadora y redentora, en su Palabra Santa y en
la vida de la Iglesia con sus sacramentos sacará siempre ganancia de tales
consideraciones. Inclinada quedará el alma al bien, a madurar en su proceso de
fe y a empeñarse más por la conversión permanente en aras de la santidad. Y si
el Adversario no se inmiscuyese intentando retorcer y desviar el fruto de la
meditación, seguirá por buen camino. Pero el alimento será poco y permitirá
solo transitar algún corto trecho del camino. Ciertamente podemos seguir
alimentándonos una y otra vez en la oración activa y así con gran esfuerzo y
disciplina seguir avanzando lentamente. Solo por la gracia de la unión será
posible una verdadera transformación interior en las capas profundas de la
persona.
Pero debemos volver
al tema que nos ocupa. ¿Cómo darnos cuenta que el Demonio se ha entrometido?
“…las
que son del demonio, a veces son dificultosas de entender y conocer, porque
aunque es verdad que ordinariamente dejan la voluntad seca acerca del amor de
Dios y el ánimo inclinado a vanidad, estimación o complacencia, todavía pone
algunas veces en el ánimo una falsa humildad y afición hervorosa de voluntad
fundada en amor propio, que a veces es menester que la persona sea harto
espiritual para que lo entienda. Y esto hace el demonio por mejor
encubrir(se)…” (SMC L2, Cap. 29,11)
El Adversario y la
humildad no se llevan. Imposible para los demonios andar el camino del
abajamiento por amor, de la donación de sí y del anonadamiento de quien siendo
Rico se hizo Pobre para enriquecernos con su Pobreza. Por eso a veces podrá
disfrazarse de “ángel de luz” y presentarse bajo apariencia de bien en palabras
interiores que el entendimiento entiende no producir por sí. Pero el espiritual
maduro descubrirá finalmente que no es Dios quien está obrando por ese olor de
vanagloria que sutilmente se esconde en el fondo. Pues humildad que busca ser
humilde para ser ensalzada no es sino falsa humildad. Humildad es aceptación de
vida escondida como en Pesebre, Eucaristía y Cruz. Humildad contemplamos en los
profundos y casi permanentes silencios de Santa María, Virgen y Madre y de San
José. Justamente he aquí nuestro mejor espejo en el camino de la perfección por
Unión de Amor.
“…no
hagamos caudal de nada de ellas, sino sólo de saber enderezar la voluntad con
fortaleza a Dios, obrando con perfección su ley y sus santos consejos,
contentándonos de saber los misterios y verdades con la sencillez y verdad que
nos les propone la Iglesia.” (SMC L2, Cap. 29,12)
Al fin y al cabo en
cuanto a revelaciones interiores no se ha de buscar novedades pues la
Revelación ya es plena en Jesucristo. Todo otro evangelio distinto al
proclamado por los Apóstoles y recibido por la Iglesia es un artificio
demoníaco. Y toda alma que ande buscando estrafalarias y sensacionalistas
sabidurías va perdida. Que en revelaciones interiores Dios no quiere sino
seguir enseñando lo que ya ha sido enteramente comunicado y por su Espíritu
hacer madurar la recepción de la Revelación hasta la plenitud en nosotros de la
Verdad que es Jesucristo.
ORAR CON LA PALABRA DE DIOS
BREVE INTRODUCCIÓN A LA "LECTIO DIVINA"
«Cuando tú oras le hablas a Jesús.
Cuando lees la Escritura
es Él quien te habla.»
San Jerónimo
¿Qué
es la Lectio Divina?
Veamos algunas definiciones:
1. Es el ejercicio ordenado de la escucha personal
de
2. Es una lectura personal de
3. Es una lectura, individual o comunitaria, de un
pasaje más o menos largo de
Puede ser presentada, según los autores,
subdividida en diversos momentos o pasos. Sin embargo en general hay 4 que son
fundamentales y de consenso absoluto: lectura, meditación, oración y
contemplación. Hay quienes agregan también la acción como el fruto del ejercicio de la lectio.
En verdad nunca es claro cuando se pasa de un
momento a otro, pues bien practicada, naturalmente cada uno engendra el
siguiente en un proceso dinámico sin notorias rupturas.
Los pasos
de la lectio
En principio se trata de un ejercicio personal, lo
cual asegura el clima de silencio y escucha como la continuidad del “discurso y
diálogo interior”, exceptuando las distracciones y tentaciones que puedan
sobrevenir.
Obviamente al realizarse comunitariamente se
introducen diversas variantes, sobre todo el diálogo de intercambio entre los
participantes. El animador debe cuidar que no se transforme en una clase ni en un
grupo de estudio, moderando las intervenciones y ajustándolas a lo que sea
realmente conducente. Una comunidad que practica la lectio aprenderá con
el paso del tiempo a nunca perder el clima de oración tan propio de esta forma
de encuentro con la Palabra de Dios.
Oración inicial
Siempre
es conveniente introducirse en la lectio con una breve oración: una
invocación al Espíritu Santo, un canto, una oración escrita por otros, etc.
1. LECTURA
Este primer momento es como “levantar sabores y
aromas”. Como cuando olemos y saboreamos una comida que ya está en su punto de
elaboración y al probarla ya anticipamos qué tan rica es y cuanto disfrutaremos
de comerla. La LECTURA es como una primera degustación, un pasar la Palabra de
Dios “por el paladar del alma y el olfato del corazón”.
Si se hace en comunidad se puede proclamar el
pasaje de la Sagrada Escritura y luego pasar a una relectura personal y
silenciosa. Hasta podría realizarse un ejercicio de imaginación
contemplativa con música de fondo.
2. MEDITACIÓN
Como ya dijimos, un paso
lleva al otro con cierta fluidez, y mientras estamos “saboreando” por la LECTURA
ya comienza la MEDITACIÓN.
¿Qué dice el
texto?
Justamente estamos en la bisagra o puente que une
el primer paso con el segundo. Aquí, poner atención a diversos elementos, puede
ayudarnos:
1) Recurrir a las notas marginales y también a algún comentario introductorio
del aparato crítico.
2) Contextualizar el relato identificando los textos anteriores y posteriores
al mismo.
3) Especificar el género literario del relato.
4) Descubrir divisiones internas en la unidad de un mismo texto.
5) Identificar palabras, expresiones o frases que sean la clave de
interpretación del texto.
6) Deducir o imaginar los paisajes o itinerarios geográficos y su posible
relevancia para la comprensión de la narración.
7) Reconocer los personajes con sus sentimientos, emociones, acciones, gestos
y actitudes. Indagación psicológica y espiritual de su identidad y de sus
procesos vitales.
8) Referencia a otros textos bíblicos que sean aludidos explícita o
implícitamente.
9) Reconocer a los destinatarios del texto con sus inquietudes.
10) Definir el mensaje o tema
central del relato.
¿Qué me dice el
texto?
Ya bien adentrados en la MEDITACIÓN que ha
logrado una comprensión más profunda del texto, la comunicación divina dirigida
a todos, ahora debe encarnarse en mi historia personal de vida.
Obviamente en este punto ya nos hallamos en el
umbral difuso que da lugar al siguiente paso: la oración –y esto será más
evidente si la lectio es personal-. La confrontación con la Palabra
inevitablemente anima a realizar una “revisión de vida” y de este
discernimiento, probablemente el llamado a la conversión y a la Vida Nueva de
la Gracia.
11) ¿Qué cuestionamientos, propuestas o exigencias el texto me dirige a mí? ¿En
qué me siento tocado personalmente? Es indispensable ser concreto, aplicándolo
a situaciones y actitudes bien reconocibles y no de forma vaga o general. (Si
la lectura es comunitaria también debo preguntarme cómo aplicarlo en la vida
eclesial. Es importante el diálogo con los hermanos como espacio de
discernimiento, guardando el clima de oración y descubriendo la tradición del
“coloquio espiritual”.)
¿Qué le digo al
texto?
Claramente la Palabra del Señor también espera respuesta, nuestra palabra,
un diálogo de salvación. Mientras vamos procesando como vivir la Palabra
meditada va surgiendo la oración y su Palabra se hace plegaria en nuestro
corazón.
12) ¿Que puedo hacer para cambiar, para dejar que
3. ORACIÓN
Pongo en oración lo que he descubierto y le pido a Dios la gracia de vivir
según su Palabra. El Espíritu Santo impulsará tanto la petición personal como
la intercesión por otros, como la invocación de su asistencia o la alabanza, acción
de gracias y adoración del Señor. El tono óptimo de la ORACIÓN sería ponernos
en sus manos, ofrecernos y abandonarnos en Él con confianza filial. La Virgen
María, nuestra Madre, nos da la clave: “Hágase en mí según tu Palabra” y “Hagan
cuanto Él les diga”.
Debe ser un momento que evite ser como un “cierre de la actividad”, sino
sereno y abierto a que Dios nos lleve donde quiera, pues tal vez Él desee
adentrarnos más en Alianza.
Éste momento –sobre todo si la lectio es comunitaria- deberá ser muy
creativo, utilizando diversas técnicas de oración que a todos les permitan
expresarse e incluso incorporar nuevos modos de encuentro con Dios, se puede
incluso recurrir a los salmos.
4. CONTEMPLACIÓN
Este momento puede darse o
no ya que es un don de Dios libre y gratuito. Diríamos que aquí todo ha sido
más activo de nuestra parte, dependiendo de nuestro esfuerzo y concreta
docilidad a la conducción y auxilio del Espíritu. Sin embargo la contemplación
es un gozo indecible y extasiado por su Presencia que actúa en lo más íntimo de
nosotros mismos, una profunda experiencia de unión con Él y un esclarecimiento
sobrenatural, una mirada nueva brotada de este don. Nos hallamos en el
misterioso terreno de lo infuso, de la experiencia mística que alumbra
“sabiduría en amor por la Unión”.
-
La vida en Cristo, no se trata solo de un vínculo personal (que podría terminar en un “espiritualismo”, en un intimismo emocionalist...
-
El Camino de la Salvación encuentra en la Virgen María el modelo más excelente. Ella, como nadie, ha sabido caminar detrás del Señ...