CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 6
UN AMOR MEJOR
“…para
vencer todos los apetitos y negar los gustos de todas las cosas, con cuyo amor
y afición se suele inflamar la voluntad para gozar de ellos, era menester otra
inflamación mayor de otro amor mejor, que es el de su Esposo, para que,
teniendo su gusto y fuerza en éste, tuviese valor y constancia para fácilmente
negar todos los otros.” (SMC
L1, Cap. 14,2)
Mi hermano Fray Juan,
al fin algo comenzaremos a hablar del término de esta travesía espiritual de
ascenso al monte, es decir, el desposorio con el Señor.
Porque el amor es la
fuerza más potente de todas y hace que los enamorados se arrojen sin reserva ni
especulaciones a sus brazos. Como me gusta afirmar: un cristiano es un
enamorado de Dios. Si aún no está enamorado aún no le conoce verdaderamente y
aún está decidiendo si vivirá con fe.
Pero claro, un
enamorado no es un desposado, para ello falta recorrer un largo camino. Y sin
embargo no puede andarse el sendero sin empezarlo enamorado.
Tal vez estas
consideraciones resulten algo ásperas o inquietantes. Pienso que se nos ha
enseñado a recorrer el camino cristiano como una práctica moral y un conjunto
de ritos y devociones en los cuales participar. Pero eso no es un camino sino la
consecuencia de estar caminando. “Yo soy el Camino”, asevera el Señor Jesús. El
camino pasa indefectiblemente por un vínculo y un trato con Él, con su Persona
viva e inasible, con su Misterio. El final y sentido de ese camino es
desposarse con Cristo.
Tal vez la vida
cristiana, demasiado asentada en acciones pastorales, ha perdido su mística.
Probablemente de ello devenga su escasa fecundidad evangelizadora en el mundo
de hoy. Dios nos libre de ser una Iglesia que camina como un cuerpo sin alma.
Pero volviendo a tu
enseñanza, amigo santo, cada persona se ve aficionada a diversos amores, no
todos ellos son saludables ni compatibles con el amor del Amado. Además este
Esposo requiere exclusividad absoluta, que todo se tenga en Él y nada se quiera
sin Él. O como veníamos conversando anteriormente: “Y cuando lo vengas del todo
a tener, has de tenerlo sin nada querer. Porque, si quieres tener algo en todo,
no tienes puro en Dios tu tesoro.”
Sólo el Amor de un
tal Esposo podrá quitar del alma las apetencias desordenadas o contrapuestas a
su Voluntad. Sólo el Amor de un tal Esposo podrá hacer converger todos los
dinamismos interiores, todas las decisiones de vida, en fin toda la existencia hacia la unidad en Él. Por tanto debemos implorar a Dios que nos enamore, que
nos seduzca y cautive, nos atraiga y acerque con lazos de amor.
A veces me preguntan
cómo hacer para crecer en la vida de oración o en la vida de discipulado.
Entonces suelo responder que lo primero es ponerse en su Presencia y
humildemente suplicar como un pobre: “Ámame, Señor ámame.” Roguemos que
experimentemos en forma creciente el infinito Amor de Dios por nosotros y que
su Amor nos mueva a amarlo siempre más a Él.
No se si tiene que ver ... Pero :Hoy descubrí que una gota contiene todo el sabor del océano. El tema es que no queremos mirar solo una gota, queremos ver todo el oceano. (Asi somos los enamorados)
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