VIA CRUCIS

 


VIA CRUCIS

Meditaciones del Pbro. Silvio Dante Pereira Carro

  

PRIMERA ESTACION: JESUS ES CONDENADO A MUERTE

 

«Pero ¿qué mal ha hecho?», preguntó Pilato. Mas ellos seguían gritando con más fuerza: «¡Sea crucificado!» Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: «Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis »  Mt 27,23-24

 

Las manos… ¿Las manos que se retiran para sobrevivir o las manos que se ponen en juego por la justicia? ¿Las manos que se cierran indiferentes o las manos que se abren solidarias? ¿Las manos que claudican ante los poderes de este mundo o las manos fieles a la verdad? ¿Las manos de Pilato o las manos de Jesús? Perdón Jesús, a veces nos lavamos las manos y te abandonamos a Ti abandonando a los hermanos en causas que carecen de justicia y de verdad. Perdón por nuestra falta de compromiso y por nuestras omisiones.

 

SEGUNDA ESTACION: JESUS CARGA CON LA CRUZ

 

Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.  Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Mc 8:34-35

 

Las piernas… ¿Las piernas que andan y caminan o las piernas inmóviles y atrofiadas? ¿Las piernas que saben caminar hacia su vocación o las piernas que andan esquivando su derrotero? ¿Las piernas del Señor o las piernas de los discípulos que lo abandonan ante el anuncio de la Cruz? Señor, la Cruz nos asusta y nos paraliza. Pero tu camino de amor tiene su cima en la Cruz. ¡Danos fuerza!


TERCERA ESTACION: JESUS CAE POR PRIMERA VEZ

 

¡Eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus heridas hemos sido curados. Is. 53,4a.5b.

 

La espalda… Hay espaldas fuertes que saben cargar pesos y hay espaldas que se quiebran o se sacuden la carga ante la mínima molestia. Hay espaldas anchas y generosas, pero también las hay estrechas y mezquinas. Jesús tiene espaldas anchas en el amor. ¿Podrá llamarse cristiano quien no sabe soportar por amor las dolencias y males que hieren al prójimo? Amado Jesús ¡aumenta nuestra caridad según la altura de tu Corazón!

 

CUARTA ESTACION: JESUS ENCUENTRA A SU MADRE

 

Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»  Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.  Jn 19,26-27

 

Los brazos… ¿Los brazos que abrazan y acogen o los brazos que se niegan y rechazan? ¿Los brazos cálidos y contenedores como una casa o un refugio, o los brazos inhóspitos y fríos cual la intemperie ruda? Los brazos de la madre siempre dispuesta a recibir a sus hijos. Los brazos de Cristo abiertos en Cruz para abrazar a todos. ¡Que nuestra Iglesia, que nuestra comunidad cristiana, oh Dios, se encuentre siempre abierta para contener y refugiar a quienes se acercan! ¡Qué como Iglesia imitemos a tu Hijo y manifestemos tu Paternidad al mundo!

 

QUINTA ESTACION: UN HOMBRE DEL PUEBLO, CIRENEO, AYUDA A JESUS A LLEVAR SU CRUZ

 

Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús. Lc 23,26

 

El hombro… “Hay que poner el hombro” solemos decir. Mas a ti Simón de Cirene no te preguntaron, no elegiste, te arrastraron. A pesar de todo, lo que comenzó como una obligación impuesta por la fuerza, terminó en dulzura del alma. ¿Cómo podrías sospechar que ayudar a cargar la afrenta de un condenado podría cambiar tu vida? Padre Santo, danos el Espíritu y que nos empuje tiernamente para poner el hombro. Poner el hombro al sufrimiento de los hermanos. Poner el hombro a los crucificados que contemplamos cada día. Sabemos que el amor madura cuando se hace solidario del sufrimiento del prójimo y lo ayuda a llevarlo. Movilízanos por el Espíritu Santo. No nos dejes caer en la indolencia.


SEXTA ESTACION: UNA MUJER COMPASIVA LIMPIA EL ROSTRO DE JESUS

 

Estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, recostado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, de mucho precio; quebró el frasco y lo derramó sobre su cabeza. Mc 14,3

 

El rostro… ¡Cuánto bien nos hace un rostro solícito, un rostro comprensivo, un rostro que conforta, un rostro que acompaña! Tú mujer fuiste a consolar y saliste consolada por la belleza refulgente del Rostro de Jesús. Permítenos Señor manifestar la serena misericordia de tu Rostro a los que no tienen paz, a los marginados, a los excluidos y agobiados. ¡Qué puedan ver en nosotros al menos un reflejo de la santidad de tu Rostro que rescata!

 

SEPTIMA ESTACION: JESUS CAE POR SEGUNDA VEZ

 

Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino, y Yahveh descargó sobre él la culpa de todos nosotros. Fue oprimido, y él se humilló y no abrió la boca. Como un cordero al degüello era llevado, y como oveja que ante los que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca. Is 53,6-7

 

Las rodillas… Las rodillas que se resienten cargando el peso que se lleva sobre la espalda. Las rodillas que caen en tierra desbordadas por la angustia que soporta el alma. Las rodillas que se rehacen y esforzadamente se levantan impulsadas por el fervor de un corazón amante. ¡Oh Cristo, danos un corazón semejante al tuyo! ¡Oh Redentor del mundo, no nos ahorres el sacrificio, sino más bien danos providencialmente el sacrificio que nos acicatea para amar más, siempre más.

 

OCTAVA ESTACION:  JESUS CONSUELA A LAS MUJERES QUE LLORAN POR EL

 

Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose a ellas, dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Lc 23,27-28

 

Las lágrimas… ¿Las lágrimas de cocodrilo o las lágrimas auténticas? ¿Las lágrimas quejosas o las lágrimas del ofrecimiento? ¿Las lágrimas como una excusa o las lágrimas del arrepentimiento? ¿Las lágrimas del desencanto o las lágrimas de la fe que espera y se abandona? Señor, no nos dejes llorar por cualquier cosa, especialmente por lo que no cuenta ni vale la pena. Enséñanos a llorar con una fe abandonada a tu voluntad. Enséñanos a llorar no sólo por nosotros sino también por los males que soportan los otros. Enséñanos a llorar nuestra lentitud para convertirnos y buscar la santidad.

 

NOVENA ESTACION: JESUS CAE POR TERCERA VEZ

 

Mas plugo a Yahveh quebrantarle con dolencias. Si se da a sí mismo en expiación, verá descendencia, alargará sus días, y lo que plazca a Yahveh se cumplirá por su mano. Por las fatigas de su alma, verá luz, se saciará. Por su conocimiento justificará mi Siervo a muchos y las culpas de ellos él soportará. Is 53,10-12

 

El pecho… El pecho en tierra y oprimido. La respiración entrecortada y fatigosa. ¡Oh Jesús, cómo ser indiferentes a tu entrega magnánima! No dejes de cargarnos, pues si no jamás alcanzaríamos tu Cruz que nos dispensa el amor y la vida en abundancia. ¡No dejes de cargarnos, Señor!

 

DECIMA ESTACION: JESUS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

 

Los soldados, después que crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, con los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica. La túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo.  Por eso se dijeron: «No la rompamos; sino echemos a suertes a ver a quién le toca.» Para que se cumpliera la Escritura: Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica. Y esto es lo que hicieron los soldados. Jn 19,23-24

 

La desnudez… No la desnudez del cuerpo como infamia e indignidad sino la desnudez del corazón entregado, libre para amar, que no considera nada propio, que todo lo vive como don del Padre. Querido y amado Jesús que podamos ser evangélicamente pobres y que nada nos detenga y obstaculice en el camino de la caridad. Como rezaba un lema medieval: “Desnudos queremos seguir al Desnudo”.


DECIMA PRIMERA ESTACION: JESUS ES CLAVADO EN LA CRUZ

 

Llevaban además otros dos malhechores para ejecutarlos con él.  Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.» Se repartieron sus vestidos, echando a suertes. Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: «A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido.»  También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre  y le decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!»  Había encima de él una inscripción: «Este es el Rey de los judíos.» Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!» Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena?  Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.»  Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.» Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.» Lc 23,32-43

 

El cuerpo traspasado… Traspasado por los clavos de la injusticia, por los clavos de la difamación, por los clavos de la incomprensión, por los clavos de la maldad, por los clavos de la intolerancia, por los clavos de la cobardía y de la indiferencia. ¡Oh Cristo, ante tu Cuerpo traspasado suplicamos: “Líbranos de crucificar a alguien; líbranos de matar con la mirada, las palabras o los gestos; líbranos de no comprometernos con la verdad y la justicia! No queremos ser crucificadores sino dar vida, redimir y rescatar, redimir y rescatar…

 

DECIMA SEGUNDA ESTACION: JESUS MUERE EN LA CRUZ

 

 Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. El velo del Santuario se rasgó  por medio y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu» y, dicho esto, expiró. Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: «Ciertamente este hombre era justo.»  Y todas las gentes que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho. Estaban a distancia, viendo estas cosas, todos sus conocidos y las mujeres que le habían seguido desde Galilea. Lc 23,44-49

 

El silencio… Sólo queda el silencio abrumador frente a la tragedia más grande de la historia. Hemos matado a nuestro Salvador. Pero su muerte, paradójicamente, nos salva. Sólo el silencio abrumador de la tragedia que es llevado más allá, mucho más allá, hacia un silencio desbordado por el asombro, un silencio donde cuesta comprender la magnitud de un amor tan extremo, de una misericordia tan infinita. Un silencio agradecido. Un silencio agradecido.

 

DECIMA TERCERA ESTACION: JESUS ES DESCLAVADO, BAJADO DE LA CRUZ Y PUESTO EN BRAZOS DE MARIA

 

Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. Fueron, pues, y retiraron su cuerpo.  Jn 19,38

 

El seno materno… El refugio seguro… El albergue hospitalario… Del vientre de María has salido Viviente y Glorioso… Sobre el seno de María ahora te recuestas despedazado y exánime… ¡Que tu Iglesia Señor sepa guardar el misterio de tu encarnación, el misterio de tu muerte y Resurrección! ¡Que tu Iglesia custodie el tesoro de tu Pascua, que lo anuncie y lo pregone por todos los caminos! ¡Que cada cristiano grite con su vida: “¡Cristo es la Salvación del mundo!” “¡Cristo es la única y verdadera esperanza del hombre!” “Cristo es todo y sin Él no hay nada!” “¡Cristo es la felicidad, el sostén y el sentido de la vida!” “Cristo, simplemente es todo, el fundamento y el horizonte, Principio y Fin, razón de vivir y de morir.” ¡Oh Señor que nos amaste sin reserva alguna que podamos amarte enteramente, sin especulaciones, con la locura de los enamorados! ¡Oh Cristo enamorado de mí, yo quiero enamorarme de Ti!

 

DECIMA CUARTA ESTACION: JESUS ES SEPULTADO

 

Fue también Nicodemo - aquel que anteriormente había ido a verle de noche - con una mezcla de mirra y áloe de unas cien libras.  Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con los aromas, conforme a la costumbre judía de sepultar. En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado. Allí, pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús. Jn 19,39-42

 

La luz… La luz que vence la oscuridad y disipa las tinieblas… Escondida en lo hondo de la tierra la Luz refulge y el universo entero aguarda el Alba sin ocaso, la Mañana siempre nueva. No te despedimos Jesús, te aguardamos. Caminamos contigo el sendero del Calvario y ahora estamos en paz, serenos y colmados de esperanza. El Amor vence la muerte y cambia el sufrimiento en gozo. Ya todo es nuevo, que yo sea nuevo también. Porque ya todo está bien; victoriosamente bien en Ti. Que me alcance tu victoria para vivir resucitado Señor, como un hombre nuevo, lleno de tu Vida y colmado de tu amor. ¡Oh Cristo tuyo soy, tuyo soy!


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EVANGELIO DE FUEGO 26 de Noviembre de 2024