DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 21





CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 21 


SOBRE EL ESPÍRITU DE PROFECÍA (II)

 

“La segunda manera de noticias o visiones de verdades interiores es muy diferente de esta que habemos dicho, porque es de cosas más bajas que Dios y en éstas se encierra el conocimiento de la verdad de las cosas en sí y el de los hechos y casos que acaecen entre los hombres.” (SMC L2, Cap. 26,11)

 

Apreciadísimo Doctor y hermano, Fray Juan de la Cruz, habiendo ya tratado acerca de aquellas inteligencias que tienen que ver con Dios mismo, ahora nos adentramos en el ámbito de las creaturas, de sus relaciones y de la Providencia divina en la historia.

 

“…las cuales noticias son hábitos infusos, que gratis los da (Dios) a quien quiere, ahora natural, ahora sobrenaturalmente…

…de estos hábitos o gracias "gratis data", lo que decimos es que las personas perfectas o las que ya van aprovechando en perfección, muy ordinariamente suelen tener ilustración y noticia de las cosas presentes o ausentes; lo cual conocen por el espíritu que tienen ya ilustrado y purgado.” (SMC L2, Cap. 26,12-13)

 

El pensamiento medieval, querido lector, tan propenso a establecer distinciones, hablaba de la Gracia de Dios –que en el fondo es Dios mismo actuando para salvarnos- de diversos modos. Así se establecía que había una “gracia gratum faciens”, es decir diversas gracias que hacen grata a Dios la persona, la unen más a Él e incrementan la justificación o santificación personal; y también una “gracia gratis data”, las cuales se otorgan para utilidad de otros, para cooperar digamos con el Señor en la justificación del prójimo y en servicio del cuerpo eclesial –se incluye aquí el universo de los diversos dones y carismas-.

Ahora bien, resulta evidente que entre la santidad personal y el ejercicio de estas gracias de servicio en beneficio de otros, existe una estrecha conexión. La luz se comunica mejor por un cuerpo translúcido que por uno opaco. Cuanto más purificado y más unido a Dios está quien recibe un don o carisma, lo ejercita más en consonancia con Dios y menos enturbiado por lo que no es de Dios.

Nuestro querido maestro Fray Juan nos asegura con razón que quienes se han adentrado profundamente en la vida de Unión, ya habiendo experimentado las purgaciones pasivas o místicas, suelen ser receptores frecuentes del espíritu de profecía del cual venimos tratando.

 

“…estos que tienen el espíritu purgado con mucha facilidad naturalmente pueden conocer, y unos más que otros, lo que hay en el corazón o espíritu interior, y las inclinaciones y talentos de las personas; y esto por indicios exteriores, aunque sean muy pequeños, como por palabras, movimientos y otras muestras.

…aunque naturalmente no pueden los espirituales conocer los pensamientos o lo que hay en el interior, por ilustración sobrenatural o por indicios bien lo pueden entender. Y aunque en el conocimiento por indicios muchas veces se pueden engañar, las más veces aciertan. Mas ni de lo uno ni de lo otro hay que fiarse, porque el demonio se entremete aquí grandemente y con mucha sutileza, como luego diremos; y así siempre se han de renunciar las tales inteligencias (y noticias).” (SMC L2, Cap. 26,14)

 

Cambiando un poco el lenguaje diría que quien vive como sumergido en el Misterio desarrolla una mirada más honda, viendo en lo invisible, acertando al trasfondo, buceando en lo escondido. A mayor purificación también mayor discreción de espíritus. A crecido trato de Unión con el Amado y Señor corresponde crecido olfato de cuanto es Suyo y Él mueve y advertencia suma de lo que no procede de su Gracia. Un refrán afirma: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Ahora lo parafraseo así: “Quien anda con Dios también percibe con quien andan sus hermanos”.

Este conocimiento propio de quien lleva profunda vida en el Espíritu se puede dar como naturalmente a base de indicios. La sola presencia cercana de alguien, su modo de hablar, sus gestos faciales, sus ademanes y movimientos o el sentido de sus palabras no resultan opacos o enigmáticos, todo lo contrario, se presentan como manifestaciones de lo que está oculto por detrás. Como si dijera que las personas y acontecimientos se revelan a sí mismos más de lo que aparece y las personas más de lo que quieren y auto-perciben. No exactamente, sino en el sentido de que frente a sí hay una mirada que puede escrutar porque está habituada a la hondura invisible.

Aunque Fray Juan adviertes que aquí el Enemigo puede entrometerse bastante y con delicadeza incluso. Por tanto como siempre aconsejas no quedarnos en tales inteligencias sino renunciarlas. Personalmente he aprendido que todo se cura en humildad y que frente a tales noticias por indicios se debe perseverar en delicado examen del propio estado interior como en auténtico ejercicio de caridad. Al fin y al cabo, si el Señor permite que conozcamos tales cosas, es para el bien del prójimo y de la Iglesia. No se trata de andar exponiendo verdades para exhibir una esotérica capacidad adivinatoria. Se trata simplemente de amar y de ayudar a reconocer al Señor y de favorecer que se unan más a su Amor. Se trata de cooperar para que se adhiera a su plan providente que se entreteje en lo cotidiano y que late en cada acontecimiento.

Mi opción más general, en cuanto a estas noticias o mirada profética que surge de ya estar entrenado en la hondura, es el silencio. Un discreto silencio que me lleva a la oración, a la intercesión simple y cálida: “haz que descubra cuanto aún no conoce ni acepta pero que lo mueve”. Pero también el compromiso y  acompañamiento tanto fraterno como pastoral para que las personas puedan por sí mismas sacar a la luz de su conciencia cuanto yo ya sé en espíritu pero que la caridad manda no revelar sino facilitar que se revele. Solo será benéfico este descubrimiento cuando haya libertad interior, una disposición apropiada que pueda superar la vergüenza y toda resistencia a la verdad. Solo entonces, cuanto se ha revelado por espíritu profético y silenciado en caridad, resultará oportunamente gozoso y removerá cualquier opresión al poder ser parido por quien debe ser beneficiado en gracia.

A veces es posible, que por la gravedad o urgencia del asunto para el alma parezca mejor intervenir más explícitamente. Pero solo si hay una disposición madura del otro llegará a buen puerto, pues cuanto se conoce por espíritu de profecía y en discreción de espíritus mediante indicios, sobre todo acerca de lo que no es de Dios, suele causar dolor y llamado a la conversión; por tanto requiere ser recibido con humildad y agilidad para el arrepentimiento. Creo y doy fe que en esto el Espíritu Santo nos pastorea y conduce y cuando es grave y urge, Él mismo sopla e interviene sin causa precedente, entonces de modo imprevisto mueve a ambos, tanto a quien conoce como a quien es conocido, a quedar bajo la Luz de la verdad que nos hace libres. Este tipo singular de revelación profética incrementa la caridad fraterna y la acción de gracias a Dios.

 

“…estas noticias de cosas, también como de las otras, acaecen al alma pasivamente, sin hacer ella nada de su parte. Porque acaecerá que, estando la persona descuidada y remota, se le pondrá en el espíritu la inteligencia viva de lo que oye o lee, mucho más claro que la palabra suena…” (SMC L2, Cap. 26,16)

 

Por razón de claridad nos quedó por conversar acerca de esta expresión en la cual distingues, Fray Juan, dos modos. Nos decías: …aunque naturalmente no pueden los espirituales conocer los pensamientos o lo que hay en el interior, por ilustración sobrenatural o por indicios bien lo pueden entender.” Por ahora solo he desarrollado a mí entender, aquella experiencia natural del espíritu de profecía que acaece por esa discreción de espíritu que goza quien ya purgado y avanzado en Unión a través de indicios puede entrever. ¿Pero en que consiste aquel otro modo que denominas como “ilustración sobrenatural”?

Propongo como clave tu propia expresión: “se le pone en el alma inteligencia viva”. Porque quien anda en amor de Unión lo ve todo desde el Amado y Esposo. Su Mirada sintoniza siempre más con la mirada de quien ha crecido en contemplación. Así el sentido último y decisivo de todo se desvela frecuentemente frente a sí. No quiere decir esto que se pueda explicitar en palabras nia cuñar en conceptos. Es sentido sobrenatural, inteligencia mística. El clásico término agustino de “iluminación” resulta aquí más que oportuno. No en un sentido filosófico-gnoseológico sino en su vertiente mística. La Unión con Dios, Creador de todo y por tanto Fuente de orden y sentido de cuanto existe, deja traslucir la finalidad de toda su obra. Diría que en este sentido el espíritu de profecía, en cuanto inteligencia viva o sabiduría sobrenatural, es un “conocimiento teleológico”. Una suerte de profundización del ser de cuanto existe a la Luz que derrama el Amor de Unión con el Creador. Quien se acerca a Dios también se acerca a cuanto existe bajo el signo y en la dinámica de su Misterio de Salvación y Comunión Eterna.

 

 

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