Escritos espirituales y florecillas de oración personal. Contemplaciones teologales tanto bíblicas como sobre la actualidad eclesial.
DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 24
CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 24
REVELACIÓN Y REVELACIONES (II)
Continuemos,
honorabilísimo Doctor Fray Juan, dialogando en torno a todo cuanto llamaría “revelación
interior”.
“…el
entendimiento ha de estar oscuro, y oscuro ha de ir por amor en fe y no por
mucha razón.” (SMC L2, Cap. 29,5)
Menester es aquí
imprescindible. No debe entenderse este asunto como si se tratase de proponer
la irracionalidad. No me cansaré de repetir a nuestros lectores que las
potencias del alma no son anuladas ni poseídas, aunque claramente en el
recogimiento infuso por Gracia son desbordadas, elevadas, asumidas y
plenificadas por el Misterio que se les da a contemplar. No es sin
entendimiento sino con el entendimiento llevado y crecido más allá de sus
habituales fronteras. Dios no anula al hombre, en todo caso lo diviniza, lo une
a Sí y le regala participación de cuanto le es naturalmente inaccesible. Y esto
se realiza por y hacia la Unión de Amor.
Pues la oscuridad de
la que nos hablas es por un lado desasimiento y nada y vacío, tanto por la bendita
purificación que ha padecido como por la desproporción entre lo que contempla y
su capacidad. Se trata de un entendimiento en fe desnuda y asombrada que
gozosamente saborea en silencio lo que supera la humana conceptualización.
Y oscuridad también
significa que no se trata de un pensar elaborado por nosotros, de un razonar
producto de nuestro discurrir interno, sino de un entendimiento libremente
abandonado en sus manos, que en la quietud infusa y bajo la suave unción del
Espíritu alumbra lo que por Unión conoce y recepta pues gratuitamente le es
donado. El llamado “sueño de las potencias” no es inactividad quietista sino
riqueza inagotable de Amor divino y nueva sinergia con Dios por la Unión.
“…el
Espíritu Santo alumbra al entendimiento recogido, y que le alumbra al modo de
su recogimiento y que el entendimiento no puede hallar otro mayor recogimiento
que en fe; y así no le alumbrará el Espíritu Santo en otra cosa más que en fe;
porque cuanto más pura y esmerada está el alma en fe, más tiene de caridad
infusa de Dios; y cuanto más caridad tiene, tanto más la alumbra y comunica los
dones del Espíritu Santo, porque la caridad es la causa y el medio por donde se
les comunica.” (SMC L2, Cap. 29,6)
Amor. Secreta y
regalada participación. Un entendimiento que vive y late en la Comunión con
Dios. Y si se me permite, un entendimiento a quien se le obsequia primicias de
Gozo Eterno. Pues no es para nada inoportuno colocar todo el asunto en analogía
con el Lumen Gloriae de la visión beatífica. Aquí en la historia tal Luz más
bien se percibe como oscuridad en fe y esperanza informadas por el amor.
Oscuridad que es más bien consecuencia de la potencia de una Luz enceguecedora.
Cuando la tensión escatológica se resuelva y ya poseamos cuanto aguardamos y
nos ha sido prometido, el amor que no pasa solo percibirá por siempre la
dichosa Luz de la Salvación.
DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 23
REVELACIÓN Y REVELACIONES (I)
Adentrémonos un poco más,
estimado maestro, en lo que denominamos “revelaciones”.
“…dos
maneras: La primera, acerca de lo que es Dios en sí, y en ésta se incluye
la revelación del misterio de
Resumo tu enseñanza
para nuestros lectores. Por cierto insistes en advertirnos de cuanto engaño
demoníaco puede haber aquí, y por supuesto recuerdas que la Revelación pública
es completa y está cerrada. Por tanto aconsejas siempre andar ajustado con
sencillez a la doctrina de Fe que la Iglesia ha recibido, guarda y enseña. Pero
veamos cómo describes esta experiencia de “sabiduría nueva en calor de amor”,
para decirlo en mis términos.
“Estas
palabras sucesivas siempre que acaecen es cuando está el espíritu recogido y
embebido en alguna consideración muy atento. Y, en aquella misma materia que
piensa, él mismo va discurriendo de uno en otro y formando palabras y razones
muy a propósito con tanta facilidad y distinción, y tales cosas no sabidas de
él va razonando y descubriendo acerca de aquello, que le parece que no es él el
que hace aquello, sino que otra persona interiormente lo va razonando, o
respondiendo, o enseñando. Y, a la verdad, hay gran causa para pensar esto,
porque él mismo se razona y se responde consigo, como si fuese una persona con
otra. Y, a la verdad, en alguna manera es así, que, aunque el mismo espíritu es
el que aquello hace como instrumento, el Espíritu Santo le ayuda muchas veces a
producir y formar aquellos conceptos, palabras y razones verdaderas. Y así, se
las habla, como si fuese tercera persona, a sí mismo.” (SMC L2, Cap. 29,1)
“Y de
esta manera, alumbrado y enseñado de este Maestro el entendimiento, entendiendo
aquellas verdades, juntamente va formando aquellos dichos él de suyo, sobre las
verdades que de otra parte se le comunican.” (SMC L2, Cap. 29,2)
Quizás vale aclarar
que no se está refiriendo Fray Juan a un ejercicio de meditación o discurso
interior al modo de la vida activa, sino
claro a un alumbramiento infuso de sabiduría, a una iluminación del entendimiento
al calor de la contemplación del Misterio. Allí embelesado y atraído, recogido
en la consideración de Dios en sí mismo que se le dona, comunica y une a Sí, o
que le muestra en profundidad la belleza de su Palabra y mandatos, lo
insondable de la economía de la Salvación, de algún secreto modo redescubre y
sopesa en toda su valía cuanto ha sido revelado y la Iglesia Santa le ha
comunicado por diversos medios. Esta “revelaciones” no aportan nada nuevo sino
que llevan a plenitud de gozo y saber lo mismo de siempre que siendo tan rico e
inabarcable puede degustarse más y más.
Quisiera poner un
ejemplo más accesible. ¿No te ha sucedido que un definido texto de la Escritura
tal vez meditado tantísimas veces, un día de pronto lo escuchas y acoges de
forma nueva? Quizás en el ejercicio de la Lectio Divina o no, solo en un rayo
de gracia que imprevistamente te atraviesa… Es la misma Palabra y sin embargo
te ha golpeado y calado de tal forma que te resulta inédita. Seguramente no
podrás decirme exactamente qué es lo novedoso, no han surgido conceptos
diferentes, todo sigue igual a cuánto conocías pero sin embargo saboreas esa
Palabra divina en todo tu ser y hasta en lo más recóndito de ti repercute y te
estremece. Como si fuese esa Palabra una piedra arrojada al centro de tu
estanque que llega hasta el fondo del lecho y en la superficie traza ondas
circulares que tocan todas tus riberas. ¿No te ha sucedido? Has tenido una
comunicación infusa de la Gracia que ciertamente te ha desbordado de alegría y
te ha dejado deseoso de santidad y Gloria. ¿Cómo ha sido posible? ¿Quién lo ha
hecho?
El Espíritu Santo es
el Maestro interior de todo discípulo de Cristo, el “otro Paráclito” en
términos joánicos. Permítanme un breve excursus bílico. Escuchemos al Señor
Jesús:
“Le
dice Judas - no el Iscariote -: «Señor, ¿qué pasa para que te vayas a
manifestar a nosotros y no al mundo?» Jesús le respondió: «Si alguno me ama,
guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en
él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es
mía, sino del Padre que me ha enviado. Os he dicho estas cosas estando entre
vosotros. Pero el Paráclito, el
Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os
recordará todo lo que yo os he dicho.” (Jn 14,22-26)
No puedo y no debo
ahora realizar una explicación teológica acerca del Paráclito en el cuarto
evangelio. Pero evidentemente –entre otras-, se le adjudica una “función o
servicio docente”. Ya en Lc 12,12, en contexto de persecución, también se
atestigua esta virtud suya. En la perícopa citada cabe resaltar en primer lugar
que la docencia es posible en el ámbito de la fe discipular informada por el
amor. El “mundo” no puede ser interlocutor de esta manifestación porque no cree
en Jesús. “Si alguno me ama, guardará mi Palabra”, y ésta es la condición sine
qua non que posibilita que la Sabiduría divina sea acogida y se haga camino. Es
el discípulo que ama Jesús y lo acepta como su Señor y Maestro quien en ese
vínculo de Alianza acepta y guarda su Palabra de Vida. Entonces “mi Padre le
amará, y vendremos a él, y haremos morada en él”. ¡Qué maravilla esta noticia!
Pues el Hijo no tiene una Palabra suya propia y distinta del Padre, sino que es
la Palabra de Su Padre, por tanto quien acoge al Hijo al unísono ve y recibe al
Padre. Tema tan propiamente joánico esta inserción del discípulo amado en la
corriente y comunicación de amor que une a Padre e Hijo. Y por si faltaba algo
el texto se torna plenamente trinitario: cuando el Hijo viva su Hora y vuelva a
su Padre será enviado el “otro Paráclito”, el “otro Maestro”, el Espíritu Santo
que “les enseñara todo y les recordará todo lo que Yo les he dicho”.
“Mucho
tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el
Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por
su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir.”
(Jn 16,12-13)
CANTANDO CANTARES DEL ALMA 14
“Las aguas torrenciales no pueden
apagar el amor, ni los ríos anegarlo.” (8,7)
1.
La
contemplación está llena de tiempos a veces extensos de experiencia de estar
sólo con Dios y como si todo lo demás no existiera, o más bien, como si
existiera ocultando y cantando este encuentro maravilloso en amor.
2.
El contemplador
por esos espacios de luz en la honda extensión de la noche, así como por el
testimonio de quienes lo precedieron en este camino y don de la contemplación,
cree y espera, con fe y esperanza atravesadas de amor, la unión definitiva,
primicia de la Pascua Eterna.
3.
El alma sabe
por el amor que la penetra, que cuando el Amado lo deje caer en este estado ya
nada ni nadie podrán arrancarlo de Él, habitará en Él y será de Él para
siempre.
4.
El contemplador
en la unión esponsal, habrá alcanzado el ser del hombre que no es otro que ser
amor por Amor, haciéndose uno con aquel Uno en Tres que no es más que Amor sin
principio ni fin, inagotable e ilimitadamente comunicativo.
CANTANDO CANTARES DEL ALMA 13
“Grábame como un sello sobre tu
corazón.” (8,6a)
1.
¿Qué pide la
amada, es decir, nuestra alma enamorada? Pide a su Amado y Señor estar tan
cerca de Él que ya no pueda separarse, como lo sellado que se hace uno con la
superficie y ya no puede quitarse uno sin el otro.
2.
No quiere más
el contemplativo que perderse en su Señor, ser escondido en Él, ser parte, por
así decirlo, de su corazón. Ser de Él, estando en Él íntimamente, a la vez que
siendo el yo que es en su forma más auténtica.
3.
El amor que le
ha sido dispensado al alma, le ha hecho comprender que el hombre es, sólo si es
con Dios y en Dios, desde y para Dios.
4.
En el alma
contemplativa surge esa sabiduría de amor que compromete la integridad de la
existencia, la totalidad del ser: o lo es todo para Dios, o lo que sea, será
nada.
5.
¿Qué es la contemplación?
Un don de integración santificante de toda la vida en Dios.
6.
¡Señor, por
favor, apura el tiempo! ¿No ves que no soy más que debilidad y pecado
necesitado de Ti? ¿Qué puedo yo sin Ti?
7.
Señor mío, ahora
sé que yo sin Ti no soy más que un esfuerzo inútil destinado al fracaso y la
disolución. Nada de lo grande que pueda alcanzar sin Ti se compara a lo más
insignificante que Tú me puedas dar a mí.
8.
¡Oh, Señor,
piedad de mí! ¡Por tu gran Misericordia dame fuerzas para entregarte mi ser y
desasirme de todos mis ídolos! ¡Oh, Señor, Amado y Amante, grábame como un
sello sobre tu corazón!
POESÍA DEL ALMA UNIDA 25
Aquí ya no estoy
Pero aún no estoy Allí
Transito
A veces
deambulo
Como a
ciegas y tanteando
Lo que ya desconozco
Lo olvidado y perdido
Lo que ha quedado atrás
Pero aún subsiste
Todavía ineludible
Aún debo caminar
Por estas tierras
Tan extrañas
Tan absurdas
Cual irreal realidad
inconsistente
Realidad desrealizándose
Escindida de su Fundamento
Desintegrándose en el tiempo
Y lo hago casi siempre
Indiferente y desabrido
O con pena expiatoria y
penitente
Quizás hasta con perpleja
caridad
¿Qué vale
Este fatuo mundo de los hombres
Tan oscuro
Y transido por gemidos
De angustiosa vacuidad?
¿Qué vale?
¡Cuánta pérdida de tiempo
Cuánto tiempo fugitivo
Que pasa
y que no queda
Sin promesa de Gloria
Ni peso de Eternidad!
Viven estos hombres
Somnolientos
Y atrapados
Secuestrados
por la tentación
De su protagonismo omnipotente
De su autonomía fantasiosa
De su falaz triunfo dando muerte a Dios
¿Viven?
A lo que llaman vida yo le llamo muerte
Y donde ven la Muerte yo contemplo Vida
Así peregrino sabiéndome extranjero
Por su mundo vago y disolvente
Sin embargo advierto rastros
Aún
percibo vestigios
Huellas
que señalan
Testimonios
de su Obrar
Que
orientan y disparan
Mi
andar con claro rumbo
Ellos
Voraces
apropiadores
Tocaron el mundo deteniéndolo
Y estancado
No pasa
de pantano
Yo
Pobre forastero
Desasido y sin apegos
Asciendo por él
Como por
una escalera
Mas la tensión permanece
¿Hasta
cuándo?
Aquí ya no estoy
Pero aún no estoy Allí
CANTANDO CANTARES DEL ALMA 12
1.
¡Oh, alma
bienaventurada, cuán maravillosa la obra del Señor en ti! Si te ha hundido en
lo más profundo de la noche es para hacerte resurgir como la más
resplandeciente aurora.
2.
¡Oh, alma
bienaventurada!, tu Señor te ha hecho tesoro de luz que regalada ilumina las
tinieblas; astro tú y guía, sin quererlo y a escondidas, reflejo cautivante tú
de Aquel que es Luz sin límite.
3.
Llevas en ti, oh
alma enamorada, como poderosos escuadrones las insignias del amor, es decir, la
multitud de gracias que te adornan por el trato íntimo con tu Amado.
4.
Alma mía, la
contemplación te ha hecho otra, o mejor aún, te ha permitido ser quien
verdaderamente eres, te ha devuelto al designio primero de Dios sobre ti.
5.
Alma mía, ya
escondida en el Escondido, eres reflejo de la misteriosa Luz que centellea en
la noche e ilumina las tinieblas.
6.
¡Oh, entrégate,
alma bienaventurada, más y más a Aquel que te formó y te transforma en sí con
incomparable amor!
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El Misterio salvífico de la Comunión y la Eucaristía Quisiera contemplar a Jesucristo, como ese Misterio escondido y revelado, [1] e...
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