PROVERBIOS DE ERMITAÑO 118


 

PROVERBIOS DE ERMITAÑO 117


 

DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 41



CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 41


LOS GOZOS POR BIENES SOBRENATURALES, DAÑOS Y PROVECHOS

 

Como venimos haciendo, sapiente Doctor, consideremos posibles daños y aconsejemos.

 

“Tres daños principales. Engañar y ser engañada, detrimento en el alma acerca de la fe, vanagloria o alguna vanidad.” (SMC L3, Cap. 31,1)

 

"Debe, pues, el que tuviere la gracia y don sobrenatural, apartar la codicia y gozo del ejercicio de él, descuidando en obrarle; porque Dios, que se le da sobrenaturalmente para utilidad de su Iglesia o de sus miembros, le moverá también sobrenaturalmente cómo y cuándo le deba ejercitar.” (SMC L3, Cap. 31,7)

 

Engañar y ser engañado. Engaña pues quien habiendo recibido un don gratuitamente para ejercitarlo según Dios en bien de los demás, lo retiene para sí mismo y lo usufructúa para su propia conveniencia. Quizás cayendo en vanidad se olvida que aún se encuentra en esta historia en camino de penitencia y se les suben las ínfulas de santidad. Quizás falto de purgación interior busque su honra y vanagloria y no se ordene a la voluntad de Dios y a que sea glorificado.

Engañar y ser engañado. Es engañado aquel que recibe bienes sobrenaturales desordenadamente, sin ver más allá de la temporalidad y de lo provisorio, sin recibir Amor de Dios en ellos y convertirse para permanecer en fidelidad unido a su Señor que tanto bien le ha hecho. También es engañado quien por ignorancia o una fe pueril anda detrás de lo extraordinario buscándolo de aquí para allá como adicto a milagros y que nunca se decide a realizar un camino de profundización de su fe. Claro que es engañado quien se va detrás de los hombres que ejercen dones sobrenaturales, como idolatrándolos a ellos y olvidándose y renegando en el fondo de Jesucristo.

 

“El segundo daño que puede venir de este primero, es detrimento acerca de la fe; el cual puede ser en dos maneras: La primera, acerca de los otros; porque, poniéndose a hacer la maravilla o virtud sin tiempo y necesidad, demás de que es tentar a Dios, que es gran pecado, podrá ser no salir con ella y engendrar en los corazones menos crédito y desprecio de la fe.

En la segunda manera puede asimismo recibir detrimento acerca del mérito de la fe, porque haciendo él mucho caso de estos milagros, se desarrima mucho del hábito sustancial de la fe, la cual es hábito oscuro; y así, donde más señales y testimonios concurren, menos merecimiento hay en creer.” (SMC L3, Cap. 31,8)

 

El segundo daño es un decrecimiento de la fe. Porque quien ejerce un don sobrenatural bajo propio criterio y no según el plan de Dios, peca contra su Señor que se lo concedió. Así vemos quienes a veces arman “verdaderos shows de presentación personal”. ¿Qué buscan sino su fama y congregar multitudes? Y no les hacen ningún bien de verdadero provecho, pues dejan a sus hermanos ligados a sí en lugar de conducirlos y presentarlos al Señor Jesús. De alguna forma se plantea ahora una suplantación en la cual se entroniza al servidor y se corta el camino hacia el Dueño de todo don. ¡Cuida de guardarte humilde administrador de sus bienes inmerecidos! Pues mal usados sevolverán contra ti y hasta podrías perder la fe.

Por otra parte con esta práctica invitan a centrarse en lo extraordinario, buscando en todo señales y milagros para creer, y así se alejan y alejan a los demás del centro de la fe o los mantienen en una fe inicial que sin embargo ni madura ni crece. El mismo Cristo no andaba obrando milagros sin ton ni son y se cuidaba mucho de ellos porque eran mal interpretados. Así se ve claramente en el capitulo 6 de San Juan. ¿Por qué me buscan? ¿Por qué comieron pan hasta saciarse en el desierto? ¿No comprendieron aún que el signo remite a una realidad superior? Yo soy el Pan de Vida. Y en los sinópticos, especialmente en San Marcos, tras los milagros se admiran y quieren hacerlo rey según sus humanas expectativas, pero Él se oculta de ellos y se retira a solas con su Padre. ¿Qué será de estos cuándo llegue la hora de la Cruz? Buscan milagros y signos y no les será dado otro que el Hijo del hombre tres días en el vientre de la tierra.

“Milagreros” y “milagrerismo” siempre hubo. ¿Qué frutos han dado? ¿Si te quito los milagros podrás creer? Los dones sobrenaturales pueden ayudar a engendrar la fe o a fortalecerla, pueden revelarnos a Jesucristo Salvador pero no pueden suplir el acto de fe personal de quien dice “creo en ti Señor” y se pone en sus manos y comienza a seguirlo. La fe que puede apoyarse en estos dones sobrenaturales no debería depender de que Dios los haga. Son gracia. Y si Dios no actúa milagrosamente, ¿entrarás en crisis? Busca más bien una fe simple y desnuda, capaz de permanecer firme en las tribulaciones, fijada la mirada en Jesucristo consumador de nuestra fe.

 

“El tercer daño es que comúnmente por el gozo de estas obras caen en vanagloria o en alguna vanidad.” (SMC L3, Cap. 31,10)

 

Mas pasemos a los provechos.

 

“La privación de este gozo, adquiere dos excelentes provechos. El primero es engrandecer y ensalzar a Dios; el segundo es ensalzarse el alma a sí misma.” (SMC L3, Cap. 32,1)

 

“Le pone en Dios solamente, se ensalza y engrandece Dios, manifestando al alma su excelencia y grandeza.” (SMC L3, Cap. 32,2)

 

“Porque, apartando la voluntad de todos los testimonios y señales aparentes, se ensalza en fe muy pura, la cual le infunde y aumenta Dios con mucha más intención, y juntamente le aumenta las otras dos virtudes teologales, que son caridad y esperanza; en que goza de divinas y altísimas noticias por medio del oscuro y desnudo hábito de fe; y de grande deleite de amor por medio de la caridad, con que no se goza la voluntad en otra cosa que en Dios vivo; y de satisfacción en la memoria por medio de la esperanza. Todo lo cual es un admirable provecho que esencial y derechamente importa para la unión perfecta del alma con Dios.” (SMC L3, Cap. 32,4)

 

Queridísimo Fray Juan, aunque no lo he tratado aquí contigo siempre, se siguen provechos de no admitir gozos desordenados a Dios. Creo que el tema estaba implícito en esta senda ascendente.

El primer provecho supone poner a Dios en el lugar que le corresponde, es decir, por encima de todo. Darle culto a Él y solo ante Él rendir y doblar la rodilla, bajar la cabeza y postrarnos humildes en adoración.

Volcados vorazmente a las criaturas y ubicándonos como centro lo distorsionamos todo. Es el pecado. Retornando al Creador y Fuente de cuanto existe, adhiriendo al Misterio revelado de su plan salvífico en su Hijo y pastoreados por su Espíritu de Amor, nos reencontramos, nos recuperamos en sintonía con su voluntad, nos dejamos regenerar por su Gracia.

Si Dios es Dios en nuestra vida y reina por encima de todo, si los ídolos han sido derribados y los falsos dioses desenmascarados, tengamos paz.

De este paso se sigue un aquilatamiento de la fe teologal más purificada. Superado el crisol de lo extraordinario fascinante –que ocultaba tentaciones de humana grandeza-, la fe humilde y pobre pone rumbo cierto hacia su Señor. Y como las virtudes teologales son conexas también caridad y esperanza son acrecidas. La caridad orienta a la voluntad a gozarse solo en el Dios vivo y la memoria plácidamente sujeta en Alianza pone toda su esperanza en el Señor de la Gloria.

Ahora, superadas las extravagancias de lo sobrenatural, el alma puede limpia, humilde, libre y pobre alcanzar cimas de verdadero Espíritu.

 


PROVERBIOS DE ERMITAÑO 116


 

PROVERBIOS DE ERMITAÑO 115


 

DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 40




CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 40


LOS GOZOS POR BIENES SOBRENATURALES, ¿CÓMO SE VALORAN?

 

 “Por los cuales entendemos aquí todos los dones y gracias dados de Dios, que exceden la facultad y virtud natural, que se llaman gratis datas.” (SMC L3, Cap. 30,1)

 

“El ejercicio de éstos tiene inmediato respecto al provecho de los hombres y para ese provecho y fin los da Dios.” (SMC L3, Cap. 30,2)

 

Fray Juan, entraremos de lleno aquí en bienes sobrenaturales, gracias que el Señor da para la edificación de la Iglesia y el bien de los hombres. Pero iremos paso a paso, pues mis contemporáneos son demasiado aficionados a lo extraordinario y tienen una retorcida fascinación por lo sobrenatural. Paciencia, ni entienden ni están habituados a las maravillas de Dios.

 

“Dos provechos que hay en este género de bienes, conviene a saber: temporal y espiritual.

El temporal es la sanidad de las enfermedades, recibir vista los ciegos, resucitar los muertos, lanzar los demonios, profetizar lo por venir para que miren por sí, y los demás a este talle.

El espiritual provecho y eterno es ser Dios conocido y servido por estas obras, por el que las obra o por los en quien y delante de quien se obran.” (SMC L3, Cap. 30,3)

 

“Las obras y milagros sobrenaturales poco o ningún gozo del alma merecen; porque, excluido el segundo provecho, poco o nada le importan al hombre, pues de suyo no son medio para unir el alma con Dios, si no es la caridad.” (SMC L3, Cap. 30,4)

 

“Debe, pues, el hombre gozarse, no en si tiene las tales gracias y las ejercita, sino si el segundo fruto espiritual saca de ellas, es a saber: sirviendo a Dios en ellas con verdadera caridad, en que está el fruto de la vida eterna.” (SMC L3, Cap. 30,5)

 

Mucho hay que decir aquí y poco agradable para tantos. Pues como ya dijimos hay una desordenada atracción por lo extraordinario y hay quienes siempre andan buscando milagros y señales portentosas para creer. De los provechos temporales por bienes sobrenaturales no debemos fiarnos.

Siempre narro la misma anécdota. De joven, integrándome recientemente a un movimiento eclesial, tuve esta experiencia. En la parroquia donde habitualmente nos reuníamos se estaba rezando por una joven que sufría una enfermedad muscular degenerativa. Se la habían diagnosticado recientemente, ya padecía algunos síntomas en su rostro. Se oró intensamente por ella y al tiempo la enfermedad se detuvo y los síntomas remitieron. Finalmente los médicos no sabían cómo pero se hallaba sana. Junto a la alegría por el bien recibido de su sanación y la alabanza a Dios tributada por su maravillosa acción, también comenzó a circular cierta expectativa: ¿qué designios tendría el Señor para esta joven a la que le había realizado este gran don? Pasados los meses nos enteramos que dicha joven había iniciado un camino de consagración. Por supuesto la indocta expectativa juvenil fue satisfecha y se aguardaban aún mayores cosas para su vida. Era muy respetada y hasta diría admirada. Con el correr de los años decidió concluir su camino de consagración, al tiempo se casó y formó una familia. Ya desvinculado de ese movimiento alguna vez pregunté por ella. Me respondieron que ya no participaba de la Iglesia en general. No sé cómo siguió su camino.

En mi experiencia pastoral una importante cantidad de personas se acercan a Dios al comienzo por bienes temporales que necesitan, ya sea curación de enfermedades, trabajo y capacidad de mejorar el sustento familiar y protección contra el mal. Aunque les aconseje casi nunca oyen. No buscan a Dios sino los beneficios que pueda hacerles y apenas los obtienen se olvidan del Señor o permanecen agradecidos un período pero al final su fe se enfría. ¿De qué te sirve ser curado de una enfermedad temporal si ello no te ayuda a cuidar tu salvación eterna? Alargarás tus días en el tiempo pero perderás tu alma. ¿Cuánto provecho sacas de mejorar tu situación económica si luego no te alimentas con su Gracia? Nutrirás tu cuerpo pero tu espíritu será desnutrido sino te alimentas con su Palabra y con su Eucaristía. ¿Para qué el Señor te libera de los males sobrenaturales presentes sino perseveras en no caer en la tentación? Pues aunque te libere de estos demonios hoy volverás a ser presa de ellos –y de un modo peor-, si no te conviertes e inicias un camino de penitencia y oración.

Incluso debemos considerar la situación de quien ha recibido y ejercita estos dones sobrenaturales. ¿Has recibido el don de sanación, de profecía, de intercesión con fe, de expulsar demonios o cuales fuera? ¡Pon atención en cómo los usas! Porque uno ya ha visto suficientemente cómo esos dones concedidos gratis por Dios para hacer el bien pueden ser mal usufructuados. Y son orientados a la propia fama, a crearse un halo de poder y santidad, a amasar popularidad eclesial y a negociar con ellos. Tal desviación distorsiona el don, es una infidelidad a Dios y un engaño a los demás.

Estos bienes sobrenaturales pues, cuando solo son estimados por sus provechos temporales, ningún gozo merecen, ya que así considerados son incapaces de unir el alma a Dios por el amor.

En todo caso nos gozaremos en ellos cuando produzcan el reconocimiento de Dios por la fe y la alabanza por sus obras de amor. Nos gozaremos cuando quienes los hayan recibido gratuitamente para hacer el bien los ejerciten gratuitamente para Gloria de Dios en fidelidad. Nos gozaremos cuando aquellos que reciban algún bien sobrenatural con provecho temporal den un paso más y descubran que el mayor provecho espiritual es conocer a Dios, saber que nos ama y que obra nuestra salvación. Entonces cuando estos bienes sobrenaturales nos ayuden a quedarnos en Dios y buscar la unión con Él ciertamente tendremos gozo.

 


PROVERBIOS DE ERMITAÑO 114


 

PROVERBIOS DE ERMITAÑO 113


 

DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 39




 CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 39


LOS GOZOS POR BIENES MORALES, POSIBLES DAÑOS Y CONSEJOS

 

Estimadísimo hermano y amigo del camino, consideremos ahora según tu sapiencia, cuáles podrían ser los daños de mal gozarnos en bienes morales y cómo protegernos de estos peligros.

 

“El primer daño es vanidad, soberbia, vanagloria y presunción.” (SMC L3, Cap. 28,2)

 

¿Te crees bueno? Ya andas errado. Vuelve a tu humildad y recuerda que eres un penitente en camino. Agradece la vida virtuosa que llevas en Gracia de Dios y suplica que te proteja de no caer en la tentación. Hasta el Juicio personal no estarás seguro y aún el Juicio no te pertenece. Sigue caminando humilde y penitente.

 

El segundo daño comúnmente va encadenado de éste, y es que juzga a los demás por malos e imperfectos comparativamente, pareciéndole que no hacen ni obran tan bien como él, estimándolos en menos en su corazón.” (SMC L3, Cap. 28,3)

 

Obviamente se sigue del primer daño, colateralmente. Pues quien presume de sí y de su vida virtuosa tiende a compararse y considerar a los demás por inferiores. En cambio a mí el Señor me ha mostrado que cuantas veces advierta pecado en mis hermanos rápidamente considere: “todos los pecados podrían ser míos”. Sólo entonces podré reafirmarme en virtud humilde y buscar prudentemente rescatar por caridad a mis semejantes. La Caridad no es presumida y supera todo escándalo.

 

“El tercero daño es que, como en las obras miran al gusto, comúnmente no las hacen sino cuando ven que de ellas se les ha de seguir algún gusto y alabanza.” (SMC L3, Cap. 28,4)

 

Por eso procura obrar en escondido donde tu Padre ve en lo secreto e inclínate a aquella obra que será menos publicitada y que está más a contracorriente de tu natural.

 

“El cuarto daño se sigue de éste, y es que no hallarán galardón en Dios, habiéndole ellos querido hallar en esta vida de gozo o consuelo, o de interés de honra o de otra manera, en sus obras.” (SMC L3, Cap. 28,5)

 

“Para huir este daño, esconder la obra, que sólo Dios la vea, no queriendo que nadie haga caso. Y no sólo la ha de esconder de los demás, más aún de sí mismo, esto es: que ni él se quiera complacer en ella, estimándola como si fuese algo, ni sacar gusto de toda ella.” (SMC L3, Cap. 28,6)

 

“Por amor de Dios”, ya lo hemos tratado.

 

“El quinto daño de estos tales es que no van adelante en el camino de la perfección; porque, estando ellos asidos al gusto y consuelo en el obrar, cuando en sus obras y ejercicios no hallan gusto y consuelo, que es ordinariamente cuando Dios los quiere llevar adelante -dándoles el pan duro, que es el de los perfectos, y quitándolos de la leche de niños, probándolos las fuerzas, y purgándolos el apetito tierno para que puedan gustar el manjar de grandes-, ellos comúnmente desmayan y pierden la perseverancia de que no hallan el dicho sabor en sus obras.” (SMC L3, Cap. 28,7)

 

Hay que “masticar Cruz”. ¿Acaso una vida virtuosa espera escalar la cima de la santidad sin la Cruz? ¡Qué absurdo! Hay que “digerir Cruz”. Alimento de maduros.

 

“El sexto daño de éstos es que comúnmente se engañan teniendo por mejores las cosas y obras de que ellos gustan que aquéllas de que no gustan.” (SMC L3, Cap. 28,8)

 

Ya lo hemos comentado pero vuelvo a traer tus palabras. “Procure siempre inclinarse: no a lo más fácil, sino a lo más dificultoso; no a lo más sabroso, sino a lo más desabrido; no a lo más gustoso, sino antes a lo que da menos gusto; no a lo que es descanso, sino a lo trabajoso; no a lo que es consuelo, sino antes al desconsuelo; no a lo más, sino a lo menos; no a lo más alto y precioso, sino a lo más bajo y despreciado; no a lo que es querer algo, sino a no querer nada; no andar buscando lo mejor de las cosas temporales, sino lo peor, y desear entrar en toda desnudez y vacío y pobreza por Cristo de todo cuanto hay en el mundo.” (SMC L1,Cap.13,6)

 

“El séptimo daño es que, en cuanto el hombre no apaga el gozo vano en las obras morales, está más incapaz para recibir consejo y enseñanza razonable acerca de las obras que debe hacer.” (SMC L3, Cap. 28,8)

 

Tristemente muchos cristianos se conforman rápidamente con una serie de cumplimientos, un “portarse bien meritorio” pero siempre a su alcance y bajo su mano. Propongámosles entregar su vida por entero y sin reserva a Cristo abrazarse al Crucificado y veremos qué responden. La peor tentación contra la santidad es la mediocridad, pues nos convencemos que no andamos mal y que tampoco es para tanto la exigencia. Ni en pecados ni en santidad, ¿dónde estamos? La tibieza mata el Amor de Dios en el alma.

 


PROVERBIOS DE ERMITAÑO 112


 

PROVERBIOS DE ERMITAÑO 111


 

POESÍA DEL ALMA UNIDA 30

 



Hasta que amaine el temporal

Esta ermita será refugio y profecía

 

Hasta que amaine el temporal

Una vida lanzada hacia el silencio

 

Hasta que amaine el temporal

Alabanzas a Cristo Señor que rompen cadenas

 

Hasta que amaine el temporal

La ermita como desierto verde y fecundo en lo secreto

 

Hasta que amaine el temporal

Una vida lanzada al sacrificio

 

Hasta que amaine el temporal

Gozosos y puros incendios de amor divino

 

Hasta que amaine el temporal

Mi ermita un espacio de Cielo abierto

 

Hasta que amaine el temporal

Una vida lanzada hacia la Cruz bendita

 

Hasta que amaine el temporal

Primicias de Gloria en la tierra de los hombres

 

 

PROVERBIOS DE ERMITAÑO 110


 

PROVERBIOS DE ERMITAÑO 109


 

DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 38

 




CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 38


LOS GOZOS POR BIENES MORALES, ¿CÓMO SE VALORAN?

 

“Por bienes morales entendemos aquí las virtudes y los hábitos de ellas en cuanto morales, y el ejercicio de cualquiera virtud, y el ejercicio de las obras de misericordia, la guarda de la ley de Dios, y la política, y todo ejercicio de buena índole e inclinación.” (SMC L3, Cap. 27,1)

 

“Por lo que en sí son y valen, merecen algún gozo de su poseedor; porque consigo traen paz y tranquilidad y recto y ordenado uso de la razón, y operaciones acordadas; que no puede el hombre humanamente en esta vida poseer cosa mejor.” (SMC L3, Cap. 27,2)

 

“Porque las virtudes por sí mismas merecen ser amadas y estimadas, hablando humanamente, bien se puede el hombre gozar de tenerlas en sí y ejercitarlas por lo que en sí son.” (SMC L3, Cap. 27,3)

 

La vida virtuosa trae paz y practicar el bien da alegría. Es lícito pues gozarse en poder llevar una vida virtuosa según la Ley de Dios, guardando sus mandatos y preceptos con fidelidad. Además como ya dijimos, vivir en gracia produce gozo en el alma. Baste registrar cuán turbados, oscuros y divididos nos encontramos después de haber caído en un pecado grave o mortal. Pues si la persona no está ya tan acostumbrada a pecar gravemente y anestesiada en su conciencia moral, si lleva vida virtuosa y cayendo en la tentación comete la infidelidad, seguramente advierte pronto la rotura producida en su interior y el arrepentimiento comienza a acicatearla. Amargo es el pecado y nos hunde en la oscuridad. Y el Espíritu rápidamente nos impulsa a retornar a la Luz.

En este sentido pues podemos gozarnos en el bien que produce la práctica de las virtudes por lo que las virtudes son valiosas en sí mismas. Aunque también advertimos sería vanidoso un gozo que termine en nosotros mismos, en disfrutar del placentero estado de sosiego que provoca apartarnos del mal. Y Mucho menos detenernos en el gozo de las consideraciones humanas positivas que nos dispensen por la vida que llevamos. Pues faltaríamos a humildad si no reconociéramos que vivimos virtuosamente porque no nos falta la Gracia de Dios, pues nuestros empeños sin sus auxilios que tienen primacía, serían vanos. Pues nuestro fin sería acotado al estado de bienestar de conciencia y no orientado a la Unión con Dios y a la Vida Eterna.

 

“Sólo y principalmente debe gozarse en la posesión y ejercicio de estos bienes morales en cuanto, haciendo las obras por amor de Dios, le adquieren vida eterna. Y así, sólo debe poner los ojos y el gozo en servir y honrar a Dios con sus buenas costumbres y virtudes, pues que sin este respecto no valen delante de Dios nada las virtudes, como se ve en las diez vírgenes del Evangelio (Mt. 25, 1-13), que todas habían guardado virginidad y hecho buenas obras, y porque las cinco no habían puesto su gozo en la segunda manera -esto es, enderezándole en ellas a Dios-, sino antes le pusieron en la primera manera, gozándose en la posesión de ellas, fueron echadas del cielo sin ningún agradecimiento ni galardón del Esposo. Debe, pues, gozarse el cristiano, no en si hace buenas obras y sigue buenas costumbres, sino en si las hace por amor de Dios sólo, sin otro respecto alguno.” (SMC L3, Cap. 27,4)

 

“Por amor de Dios”. Fray Juan, ¡cuánto hace que no escucho esta expresión! Ciertamente la he oído con frecuencia en mi juventud. “Vivir y obrar por amor de Dios.” Y me han dado testimonio de ello. Recuerdo con cálida alegría a un anciano fraile franciscano capuchino, hermano lego, que siempre respondía con estas palabras a cuanto le sucediese. Y si uno se le acercaba y se condoliese de alguno de tantos males que sufría, simplemente sonreía y afirmaba: “Por amor de Dios, hermano, por amor de Dios”. Y si fuesen circunstancias alegres y beneficiosas para él, al comentario elogioso de quien intentaba felicitarlo solo sonreía y claro decía: “Por amor de Dios”. Vivía sin duda por amor de Dios.

Los gozos en los bienes morales son sanos “por amor de Dios”. Porque uno debe gozarse ciertamente de poder vivir de modo que se una a Dios por el amor esperando algún día unirse a Él eternamente.

Pero quisiera meditar brevemente sobre este “por” que expresa motivación y finalidad pero también posibilidad de ejecución.

Pues por un lado, “por amor de Dios” incluye un “desde” o punto de partida, afirma querer vivir según su santa voluntad y que en nuestra motivación se haya agradarle solo a Él y no separarnos de sus caminos.  Al mismo tiempo que “por amor de Dios” introduce un “hacia” o punto de llegada, es decir, lo hago de esta forma porque voy hacia Él, busco unirme y permanecer en Él que es mi fin último.

Por otro, este “por amor de Dios” expresa la posibilidad de amar y de llevar una vida santa y virtuosa. Pues confesaba el apóstol que el Amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo. ¡Y cuántas veces nos ha parecido imposible amar a tal o cual hermano, por ejemplo! Y no seríamos capaces de amar al enemigo, al adversario que nos lastima o al que nos traiciona sin amor de Dios. Seguramente hemos orado y pedido la gracia de su amor en nosotros. Después de haber sido abofeteados en una mejilla, ¿cómo ofrecer la otra sino por la fuerza del amor de Dios? ¡Que ame Dios en nosotros y con nosotros! ¡Que eleve nuestro frágil amor al Potente Amor Suyo!

La Caridad, que es el nombre propio del Amor de Dios, es la reina de las virtudes. El canon o regla de una vida moral es la Caridad que todo lo mide y aquilata. Quien ama cumple la Ley entera según las Escrituras. Y Dios es Amor. Por tanto vivir en Caridad es vivir en Unión con Él. La primera Caridad se dirige a Dios mismo: amar al Dios que nos ama. Y por Él amar al prójimo y a todas las creaturas. “Por amor de Dios”.

 

“Para enderezar, pues, el gozo a Dios en los bienes morales ha de advertir el cristiano que el valor de sus buenas obras, ayunos, limosnas, penitencias, (oraciones), etcétera, que no se funda tanto en la cantidad y cualidad de ellas, sino en el amor de Dios que él lleva en ellas.

Ni ha de asentar el corazón en el gusto, consuelo y sabor y los demás intereses que suelen traer consigo los buenos ejercicios y obras, sino recoger el gozo a Dios, deseando servirle con ellas y, purgándose y quedándose a oscuras de este gozo, querer que sólo Dios sea el que se goce de ellas y guste de ellas en escondido, sin ninguno otro respecto y jugo que honra y gloria de Dios.” (SMC L3, Cap. 27,4)

 

PROVERBIOS DE ERMITAÑO 108


 

PROVERBIOS DE ERMITAÑO 107


 

POESÍA DEL ALMA UNIDA 29

 





Dejarlo todo atrás

            Siempre estoy aquí

            Tú no permites otro modo

Estoy siempre dejando todo atrás

 

Dejas que me traten injustamente

Que me quiten hasta la dignidad

Que saqueen mi tienda

Y quemen mis cultivos

Me reduzcan a pobreza

Me fuercen a exilarme

Intenten moler mis huesos

Buscando derrumbar mi alma

Que planeen mi final

Y que ansíen verme derrotado

Rostro en polvo de la muerte

Ignorado desecho de hombre

 

Dejarlo todo atrás

            Siempre estoy aquí

            Tú no permites otro modo

Estoy siempre dejando todo atrás

 

Pues no es suficiente

Que emprenda voluntariamente

El camino hacia delante

Confiando en tu llamado

Atraído por tu Espíritu

Aventurero de tus promesas

Explorador de tus senderos

Y buceador de tu Misterio

Sino que además concedes

Que el mal me ronde furioso

Poniendo obstáculos por doquier

Y trampas a cada paso

 

Dejarlo todo atrás

            Siempre estoy aquí

            Tú no permites otro modo

Estoy siempre dejando todo atrás

 

Es la forma que provees

Para que yo conozca al Resucitado

 

Gracias Padre mío por la Cruz

En la cual me sé al fin tan pero tan amado

 



PROVERBIOS DE ERMITAÑO 106


 

PROVERBIOS DE ERMITAÑO 105


 

EVANGELIO DE FUEGO 21 de Enero de 2025