VIDA Y REGLA
La fórmula profesada
En
alabanza y gloria de la Santísima Trinidad,
yo,
Silvio Dante Pereira Carro,
presbítero
del clero diocesano
de
Avellaneda-Lanús
en mi
servicio de párroco,
hago
voto a Dios de vivir
el Santo
Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo
como mi
única Vida y Regla.
Confieso
que el Espíritu Santo
me mueve
a llevar una vida mixta
fundando,
sosteniendo y proyectando
el
ejercicio ministerial
desde la
dimensión contemplativa;
configurando
la vida sacerdotal
a la
espiritualidad del desierto
y a la
tradición eremítica.
Y para
madurar la unión con Dios
y su
Santa Voluntad
cultivaré
el espíritu de oración
en pastoral
y fraterna
soledad, silencio y penitencia
bajo el
soplo del Espíritu
con vida
escondida
en la
Santa Iglesia. Amén.
Y lo pongo en sencillas palabras
1.
En
alabanza y gloria de la Santísima Trinidad.
Personalmente
no sabría iniciar de otro modo. Se trata del testimonio más propio del camino
contemplativo: la singular experiencia mística de la inhabitación Trinitaria, el
gozo infuso por la participación del alma en la comunional perijóresis, la
silente degustación en Gracia del Misterio del Dios Amor.
He
aquí la fuente y la patria de todo caminar humano, la Santísima Trinidad. “Porque no está lejos de nosotros, ya que en
él vivimos, nos movemos y existimos.” (Hch 19,28) Y como sacerdote la gran
y cotidiana certeza teologal que impregna toda mi vida de oración como la
celebración litúrgica, sobre todo en la Eucaristía: ¡La Trinidad en uno y uno
en la Trinidad!
¡Oh cómo
circula el amor
Tan rico
de luz y gloria
Es un
amor en tres que toca,
Un amor
que toca y abre herida,
Una
herida en tres de amor unida!
¡Oh
cuánta unidad que da el amor
Tan
comunicativo en procedencia eterna
Y en
relación eterna unida llama
Que abre
el alma a la divina gloria
Quedando
herida de quietud tan viva!
¡Oh
cuánta vivacidad canta el amor
Fuente
perenne de oblación y gozo,
Es todo
recepción abierta y donación sin mengua,
Comunicación
de amor en tres salidas
Que al
darse sin reserva se tienen sin medida!
¡Oh
cuánta salida en amor provoca herida
Y tanta
recepción da tenencia y dicha,
Al toque
repica el alma que enunciada
En silente
comunión se levanta en gracia,
La
humana vida a la divina vida!
¡Oh
cuánto exceso el amor eterno
Que
visita al alma rasgando tela,
La
secreta y delgada tela que separa
La
interior morada de la esponsal recámara
Que
lleva en sí secretamente y a la espera!
¡Oh
cuánta fruición en el amor que excede,
Un solo
amante en tres caricias,
Un solo
huésped en tres visitas,
Y se
sabe el amor infinito en su valía
Más
parece que siempre más amor habría!
¡Oh cómo
circula el amor
Tan rico
de luz y gloria
Es un amor
en tres que toca,
Un amor
que toca y abre herida,
Una
herida en tres de amor unida!
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