Apotegmas contemplativos (2022)
Abba Viento se encontraba serenamente entretenido
observando una hoja reseca y pobrecita
que navegaba dando volteretas y dibujando figuras
imposibles de pronosticar
según el mandato que recibía del viento.
-Abba, ¿qué miras?
Y le respondió a su discípulo:
-Espero estar viéndote a ti en el futuro.
Porque ya lo dijo el Señor y Maestro:
“El viento sopla donde quiere,
tú oyes su voz pero no sabes
de dónde viene ni a dónde va.
Así es todo el que ha nacido del Espíritu.”
La vida contemplativa es andar en el Viento. Toda la
honda purificación amorosa que el Padre ha querido para nosotros en la Cruz de
Cristo nos ha posibilitado ser libres; ser libres para vivir en el Espíritu. ¿Acaso
no es justamente esto llevar una Vida Nueva, una vida resucitada? Ser libres
para recibir la Unción del Don que viene de lo alto. Pentecostés.
En verdad solo cuando se han perdido todas las cosas,
cuando la Unión se ha vuelto madura y estable condición de vida, el alma se
encuentra disponible con sencillez, cimentada en humildad, abierta a cuanto
Dios quiera y le solicite. Pues el contemplativo ya solo quiere lo que Dios
quiere, se encuentra en sintonía con los gemidos inefables del Espíritu. Sólo
después de morirse en Él se puede renacer en Él. Ha florecido la Pascua. Es
Pentecostés. Tiempo de permanecer celebrando la inhabitación de Él en nosotros
como de nosotros en Él que aguarda consumación en Gloria.
Y el Espíritu Santo que viene cual viento del desierto,
sorpresivo e inesperado, envolvente y sin dejar flanco por cubrir, ¡es tan capaz
de transformarlo todo! “La mano del Señor se posó sobre mí y me sacó…”, sería
la expresión profética. Tú no sabes de dónde viene ni a dónde va, ni cómo te
saca y te pone, ¿pero qué importa eso? ¡Es gozo lo que te invade cuando el Espíritu
irrumpe, es júbilo lo que te gana cuando te transporta! No hay atisbo de
tristeza en este desapego, no hay queja alguna en esta humilde pobreza santa,
sino dicha y plenitud de ser quien estás llamado a ser: alguien que simplemente
planea en el Viento.
¡Extiende pues tus alas! Ya no te limites a vuelos cortos
y rastreros, nunca demasiado lejanos de la superficie y de sus mediocridades.
Asciende. Desde lo hondo del alma un delicado toque, una caricia casi
imperceptible te avisa de la omnipotencia del Amor que te habita y excede. Elévate.
Porque con finísimo y delicado aroma se esparce el Espíritu impregnándolo todo en
tu interior, bálsamo untuoso que da Vida. Se esparce su Unción manando desde la
profundidad más escondida de ti. Extiende tus alas. Tu voluntad, inteligencia y
memoria ya purgadas y entrenadas a recibir su venida, pueden desplegarse ya en
toda su donada envergadura. Se arremolina tan suave y poderoso el Viento. Deja entonces
que impacte enteramente en ti y te levante el Espíritu Santo Paráclito.
Extiende tus alas.
La vida
contemplativa es andar en el Viento. Un renovado y perenne Pentecostés.
Que bello que aquella hoja que cae no sienta nostalgia del arbol sino una paz inquieta!!!🍃
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