CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 22
SOBRE EL ESPÍRITU DE PROFECÍA (III)
Valga una advertencia
oportuna, Fray Juan, sobre engaños demoníacos en espíritu de profecía.
“…son
grandes los engaños y muy encubiertos que en esta manera hace, por cuanto por
sugestión puede representar al alma muchas noticias intelectuales y ponerlas
con tanto asiento, que parezca que no hay otra cosa y, si el alma no es humilde
y recelosa, sin duda la hará creer mil mentiras.
Porque
a veces suele representar pecados ajenos, y conciencias malas, y malas almas,
falsamente y con mucha luz, todo por infamar y con gana de que se descubra
aquello, porque se hagan pecados, poniendo celo en el alma de que es para que
los encomiende a Dios.” (SMC
L2, Cap. 26,17)
“…que haya gran cuidado en negarlas siempre,
queriendo caminar a Dios por el no saber; y siempre dé cuenta a su confesor (o
maestro) espiritual… ” (SMC
L2, Cap. 26,18)
Ciertamente Dios
puede revelar el estado interior de otra persona, pero si tal ciencia viene del
Altísimo seguramente infunde también la caridad necesaria para que el contemplativo
pueda condolerse del estado en que ha caído su hermano en la fe,
compadeciéndose del mal que lo lastima y queriendo junto al Señor rescatarlo y
devolverlo a la gracia; y junto con ello le guardará también en humildad para
considerarse a sí mismo un pecador rescatado y no más que ello. Porque en nada
habrá movimiento de presunción o vanagloria, sino asombro y pudor por ser
convocado a ser instrumento pobre y testigo agradecido de la redención que solo
Dios obra y solo Él puede obrar. Pues si en algo se torna pagado de sí mismo,
auto-elevándose y considerándose por encima de su hermano herido, sabrá que en
parte se ha mezclado o en todo, otro espíritu que no proviene del buen Dios.
Por eso frente a
tales casos de aparentes noticias infusas sobre otras almas, lo mejor por regla
general es desechar tal peligroso saber que se presenta. Lo sano en verdad es
no querer saber nada de estas cosas y considerarse indigno de un tal
conocimiento del alma de otros. Y quien busca tal tipo de revelaciones más bien
ya anda traído de mal espíritu y tocado por vanagloria y desnutrido en
caridad. Pues se embelesa en tales
noticias y cree en ellas orgullosamente ser algo más de lo que verdaderamente
es. O peor aún piensa que debe exhibir a su hermano y dejarlo en evidencia
frente a otros. No se da cuenta que el
Padre nunca le trata así y no quisiera tampoco que lo hiciese. Dios nunca
expone cruelmente a la vergüenza a sus hijos y ha mandado dejar la corrección
pública como último recurso y solo para lograr la conversión salutífera del
pecador. Retorcido tiene el corazón quien aspira le sea revelado el estado
interior de sus semejantes.
Pero si tal
inteligencia persiste busque al confesor o director espiritual y déjese guiar y
discierna con toda humildad y anhelo de obediencia a Dios en la mediación de la
Santa Iglesia.
A veces puede suceder
que el Señor regale tal inteligencia como prevención para no caer en trampas de
adversarios que le buscan con malicia. En este caso puede apartarse y no dar
ocasión de pecado al hermano que viene entre demonios pero no debe apartarlo de
su caridad sino procurar siempre bendecir a quien lo maldice.
Por último es más
ordenado y razonable que Dios conceda este tipo de noticias a quien por oficio
tiene a su guarda la cura de almas por el ministerio del Orden Sagrado, ya
confesor o párroco, o por su carácter de legítimo Superior en bien del cuidado
de sus hermanos a quienes sirve en el Señor.
Si alguien empero por
su avanzada unión al Amado recibe tales inteligencias ofrézcase a sí mismo por
su hermano asociándose en cuanto le sea en gracia concedido al sacrificio
expiatorio consumado en la Cruz de Cristo. Y guarde silencio obrando como al
Padre le agrada en lo secreto.
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