PROVERBIOS CON LUZ DE AMOR Contemplar

 




CONTEMPLAR

 

1.      Contemplar  es desatarse en uno un profundo y ardiente deseo de amor.

 

2.      Contemplar es buscar en todo y tras de todo el Rostro luminoso de Cristo.

 

3.      Contemplar es entrar el alma en comunicación viva e intensa con su Amado. Comunicación que engendra comunión, un vínculo cada vez más indisoluble.

 

4.      Contemplar es un ilimitado y gratuito intercambio en el amor.

 

5.      Contemplar es el encuentro de dos que buscan ser uno en el amor.

 

6.      Contemplar es ir alumbrando un latir al unísono con el Señor Amado.

 

7.      Contemplar es ser ya el contemplador de su Amador.

 

8.      Contemplar es despertarse amorosamente el corazón a la voluntad de Dios.

 

9.      Contemplar es despertarse al amor. Y quien despierta al amor ya no quiere dormir de nuevo el sueño de la ausencia del Amado. Quien despierta a la  contemplación, despierta al amor unitivo con Cristo; “despierta a Dios”.

 

10.  Contemplar significa que el alma, enamorada e inquieta, sólo halla reposo y sosiego en presencia de su Señor.

 

11.  Contemplar es desear el alma, simple pero radicalmente, ser de su Señor.

 

12.  Contemplar es lanzarse confiado a los brazos amorosos del Señor y así, abrazado, reconocer y saborear su Señorío sobre toda la vida y aún sobre la muerte.

 

13.  Contemplar es de tanto ser amada el alma llegar a participar del mismo Amor que la ama. Llegar a ser del Amor y desde el Amor es el camino del alma.

 

14.  Contemplar es búsqueda y hallazgo en amor. Búsqueda de dos que quieren hallarse para donarse uno al otro.

 

15.  El contemplador busca encontrarse gratuitamente en amor con su Amado y Señor, quien sabe lo está buscando para encontrarse gratuitamente en amor.

 

16.  Amor que va detrás de amor, el del Señor siempre primero en dar y recibir, es el contemplar.

 

17.  Contemplar es el maravilloso encuentro de dos que se buscan para amarse gratis.

 

18.  Contemplar es vivir para el encuentro con el Amado y nada más.

 

19.  Contemplar es llevar el contemplador en sí las huellas vivas del trato con su Amado.

 

20.  Contemplar es desear ser uno y participar en cuanto criatura de la correntada infinita de amor y vida del Amado.

 

21.  Contemplar es querer ser desbordado por el amor de Dios.

 

22.  Contemplar es querer recibir al Señor de modo desbordante; entrar en comunión con el Amado hasta ser alcanzado “en arras y primicia” por esa intensa y sobreabundante comunión solo propia de la Bienaventuranza eterna.

 

23.  Contemplar es mirarse en el espejo del Amado.

 

24.  Contempla el Espejo donde se muestra el rostro Trinitario, la perfecta e infinita comunión de las tres Personas divinas.

 

25.  Contempla el Espejo donde el rostro de Cristo Señor transparenta el rostro del Padre Dios. Espejo que ilumina y enceguece y abre el panorama al misterio de una comunión indecible.

 

26.  Contempla el Espejo divino que invita a la participación y nos regala primicias por el don del Espíritu Santo. ¡Oh Espejo irrechazable!

 

27.  Tú mira el Espejo donde puede contemplarse la centralidad de la Cruz.

 

28.  Cruz, siempre la Cruz. El Espejo nos devuelve la Cruz para despejarnos el itinerario del contemplar.

 

29.  La unión con Dios no se realiza sino por la Cruz y solo por la Cruz.

 

30.  Pasar la vida entera por la Cruz por amor al Amado es verdadera contemplación.

 

31.  La oración contemplativa es un regalo que se nos da para aprender a ver en toda circunstancia y en todo rostro al Amado en Cruz y amarlo allí con todas nuestras fuerzas.

 

32.  Contempla quien ora viviendo y vive orando a los pies del Amado en Cruz.

 

33.  ¡Oh Santa Cruz¡ Imagen central del Espejo que atrae al contemplador con fuerza irresistible y lo invita a participar del Amor Eterno.

 

34.  Contemplar es tener la vista fija en el eterno Espejo de Amor y dejarse modelar a su imagen.

 

35.  Contemplar es unión de contrastes; admirada experiencia de la disparidad y la desproporción.

 

36.  Contemplar es un llamado a la unión que suena desproporcionado y se agradece.

 

37.  Dejar que el Amado lo sea todo porque verdaderamente lo es. Dejarse el contemplador ser nada porque verdaderamente lo es. Nada de la nada del contemplador es el Amado y nada sin el Amado es el contemplador.

 

38.  Por el ofrecerse absoluto del Amado  -que mueve al contemplador a un ofrecimiento cada vez más crecido- se le regala el milagro de la comunión a quien nada merece ni debiera aspirar.

 

39.  Contemplar es lanzarse a los brazos del Amado, reconociendo su absolutez, a la vez  que reconociendo la inabsolutez  absoluta del contemplador sin el Amado.

 

40.   Reconociendo e implorando, suplicando amor, mendigando misericordia, contemplar es dejarse regalar la comunión gratuita con Aquel a quien no mueve más que la gratuidad.

 

41.  Contemplar es experimentar el más grande milagro de misericordia.

 

42.  Contemplar es un camino de renuncia a toda propiedad sobre uno mismo para pertenecerle por entero a otro, al Amado.

 

43.  El contemplador, ya encaminado al encuentro unitivo profundo, no quiere otra cosa que moverse, vivir y existir en el amor de su Amado, depender de Él.

 

44.  Contempla quien quiere darse todo por entero a su Amado, lograr que todo le pertenezca a Él y nada ya se reserve a uno mismo. Llegar a ser totalmente y sin reserva del Amado Jesús.

 

45.  Ser cristiano es algo simple pero que a la vez reclama jugarse toda la vida. Ser cristiano es ir haciéndose semejanza de Cristo, dejarse disminuir para que Él crezca, morir en su muerte y que Él viva en uno. Y esto es contemplar.

 

46.  La contemplación auténtica moviliza una real y concreta transformación de la vida para pertenecerle al Amado.

 

47.  Contemplar es entonces pertenecer al Amado, devolverse en amor a quien en amor todo entero se nos ofrece.

 

48.  Contemplar es andar en amor.

 

49.  Contemplar es un andar vagabundo tras de amor como quien nacido de lo alto escucha aquel viento que sopla donde quiere, sin saber de dónde viene ni a dónde va.

 

50.  Contemplar es un andar herido de amor, que inflamado por ardores indescriptibles que le llegan de más allá de sí, se ve animado, impulsado y llevado.

 

51.  Contemplar es un andar enloquecido de amor.

 

52.  Este andar en amor encendido e incendiado que es la contemplación, va engendrando amor por donde pasa.

 

53.  Por su testimonio de andar en amor, el Señor va regalando a otros, el enamoramiento de amor que ya ha infundido en el contemplador.

 

54.  El contemplativo anda en amor, provocando el llamado a vivir y andar en amor del Amado.

 

55.  Este andar en amor encuentra su vocación en darse más a su Amado para que su Amado lo convierta en rostro y presencia viva de su amor para el mundo.

 

56.  Contemplar es andar en amor provocando amor por un amor tan encendido.

 

57.  Contemplar es entrelazar la vida con la Vida del Amado.

 

58.  Amadores, el Señor y el contemplador, que se buscan y se encuentran y se unen.

 

59.  Se van entrelazando, entretejiendo estos dos bien distintos y por la gracia de uno van alcanzando la unidad y la armonía en el amor.

 

60.  La vida del contemplativo va siendo transformada a imagen y semejanza de la Vida Nueva del Amado; imagen y semejanza sembrada desde siempre y desde siempre llamada a crecer hasta alcanzar la plenitud.

 

61.  La vida contemplativa se va llenando hasta la excedencia de aquella plenitud regalada por el amor fecundo del Señor Jesús que se da sin medida.

 

62.  Contemplar es lanzarse a la fecundidad del amor en el encuentro unitivo con Jesús Amado que viene y no deja de venir.

 


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