1.
En la interior
morada, Tú eres el fuego que abraza y abriga.
2.
En el centro
profundísimo de mi alma, lugar escondido y resguardado, el Señor me ama.
3.
En la interior
morada, el Amor de Dios es percibido por mí como un Amor siempre más crecido y
nuevo, más exigente y aguzado, más acariciante y suave.
4.
A la interior
morada me retiro cargando mis desvelos y contemplando el espejo donde
Encarnación, Eucaristía y Cruz brillan retorno transformado; despejando algo en
el rostro mío del Rostro del Amado.
5.
En la interior
morada con su fuego me abraza y toda soledad y todo mal se esfuman.
6.
En la interior
morada con su fuego me abriga y el frío de la noche de esta tierra da paso al
cálido clima de cielo que él me trae.
7.
¿Con qué
pagaré, Amado mío, tanto Amor tuyo pródigamente regalado?
8.
Ya sé que tu
Amor es gratuito pero quiero devolverte algo y para hacerlo te devuelvo mi
vida, esta vida que no es mía sino tuya y que ahora libre y alegremente no
retengo y reconduzco a Ti.
9.
¿O no es tema
de amadores darse uno a otro sin medida para ya no ser dos sino uno solo?
10.
Si Tú, el
Altísimo, me recibes a mí, el bajísimo: ¿cómo no he de aceptar tan increíble
acogida?
11.
En la interior
morada que juntos habitamos Tú eres y serás siempre el fuego que llameando,
ardiendo y quemando me da vida.
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