1.
Crecer hasta la
altura del amor regalado. Dura pero ineludible exigencia es ésta para un camino de verdadera
contemplación.
2.
A la gracia hay
que aceptarla, algo así como atar a ella la naturaleza para que la recree. Y a
las mercedes se las atesora devolviéndoselas al Amado por el canal de las
criaturas.
3.
El amor del
Señor no solo nos invita a devolverle amor a Él sino que nos exige amarlo en
todo lo que es obra suya, reconocerlo allí y allí abrazarlo.
4.
No progresa en
el amor a Dios quien no progresa en el amor a los hermanos humanos, a todos los
hermanos de la naturaleza, al hermano universo.
5.
Atar la gracia
es desatarla, devolver gratis lo que gratis se nos da.
6.
Dejarse recrear
es dejarse atravesar.
7.
La
transformación interior comienza por la recepción del don y sigue por su
devolución multiplicadora. Atesorar es desnudarse.
8.
Cuando recogido en la interior morada recibo amor
nuevo y quemante del Señor sé que no es un final sino un nuevo inicio del
trabajo de conversión, siempre continuo, nunca acabado.
9.
Entre lágrimas
y no pocos dolores lucho y pongo todas mis fuerzas en crecer con obras hasta la
altura del amor que el Señor me regala.
10.
¡Ojala algún
día por algún momento la altura de ese amor que anima y exige sea la altura de
la concordia amorosa con todos por amor al Amado!
11.
De poner en
obra tanto amor recibido habré crecido con la ayuda generosa de la gracia hasta
la altura del amor de Jesús en la Cruz.
12.
Solo entonces
exultaré y cantaré lleno de gozo al verme desposado en la Cruz, crucificado
junto a mi Amado, uno solo con Él.
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