DIÁLOGO VIVO CON SAN PABLO 47

 




LA SEXUALIDAD EN CLAVE CRISTIANA (III)

 

Estimadísimo Apóstol de Dios, habíamos avisado  a nuestros lectores que además de la vocación matrimonial nos mostrarías el sentido cristiano de la virginidad o castidad. Pero antes de introducir sabios consejos a quienes están solteros aún, de pronto introduces una exhortación sorpresiva.

 

“Por lo demás, que cada cual viva conforme le ha asignado el Señor, cada cual como le ha llamado Dios. Es lo que ordeno en todas las Iglesias. ¿Que fue uno llamado siendo circunciso? No rehaga su prepucio. ¿Que fue llamado siendo incircunciso? No se circuncide. La circuncisión es nada, y nada la incircuncisión; lo que importa es el cumplimiento de los mandamientos de Dios. Que permanezca cada cual tal como le halló la llamada de Dios.” 1 Cor 7,17-20

 

En verdad me veo inclinado a posponer estos textos hacia el final, tras tratar el tema de la virginidad, pues allí como conclusión me resultan más didácticos. Pero San Pablo ha querido en su lógica argumentativa insertarlos aquí, como núcleo y puente que conecta con ambas temáticas. Respetaré pues la linealidad textual como lo hago al comentar el corpus de las epístolas según el orden clásico de presentación de las ediciones y no según criterios de cronología en la composición.

Surge ahora el interrogante: ¿por qué?, ¿por qué cada quien debe mantenerse en el status en el que lo halló la llamada a ser de Cristo? Pues es ésta la exhortación que se repite: “Que permanezca cada cual tal como le halló la llamada de Dios.” ¿Y esto debe aplicarse también al status de casado o soltero que por tanto no debería alterarse? Resulta al menos extraña esta aplicación.

La frase introductoria quizás arroje algo de luz: “Por lo demás, que cada cual viva conforme le ha asignado el Señor, cada cual como le ha llamado Dios.” Aquí todos podríamos conceder que Dios nos hace un llamado, por ejemplo ya que venimos tratando de ello, a la vida matrimonial o en virginidad, y que aceptar ese proyecto será sin duda lo mejor para nosotros. En el caso del casado –salvo aquella rara excepción estudiada- no habría más que permanecer en su estado. En cambio el soltero tendría por delante un discernimiento por realizar. Ya veremos más adelante que San Pablo no pretende imponer la virginidad a quien fue llamado en estado de soltería. Para todos los casos resalta sin duda la afirmación: “lo que importa es el cumplimiento de los mandamientos de Dios”.

Pero insisto: ¿cómo conectar esta exhortación aparentemente disruptiva con la sexualidad en clave cristiana? Y continúa el Apóstol…

 

“¿Eras esclavo cuando fuiste llamado? No te preocupes. Y aunque puedas hacerte libre, aprovecha más bien tu condición de esclavo. Pues el que recibió la llamada del Señor siendo esclavo, es un liberto del Señor; igualmente, el que era libre cuando recibió la llamada, es un esclavo de Cristo. ¡Han sido bien comprados! No se hagan esclavos de los hombres. Hermanos, permanezca cada cual ante Dios en el estado en que fue llamado.” 1 Cor 7,21-24

 

Encima nos traes una ejemplificación compleja. ¿Acaso estás justificando la esclavitud? No, estás afirmando que quien se ha encontrado con Cristo ha sido liberado para el Señor y desde esta nueva condición y vida resucitada debe reinterpretar su concreta situación, transformándola por la Gracia en oportunidad. Y a quien fue hallado libre se le amonesta a considerar que ahora es esclavo, es decir alguien que libremente y por amor se ata a su Señor. Resuena una clásica aseveración paulina: “¡Han sido bien comprados!”. No se debe pues juzgar el presente de cada uno y el camino por delante en términos humanos sino desde otra óptica: esa otra óptica es el llamado que Dios nos ha hecho en Cristo, su Hijo.

Mas todavía persiste la duda acerca de cuál es el fundamento último de esta exhortación a permanecer en el estado en el que hemos sido llamados. Me permito trastocar un poco el orden lineal y adelantar estos versículos que son la clave de toda la cuestión:

 

“Les digo, pues, hermanos: El tiempo es corto. Por tanto, los que tienen mujer, vivan como si no la tuviesen.  Los que lloran, como si no llorasen. Los que están alegres, como si no lo estuviesen. Los que compran, como si no poseyesen. Los que disfrutan del mundo, como si no disfrutasen. Porque la apariencia de este mundo pasa.”  1 Cor 7,29-31

 

Confieso que nos topamos con una de mis expresiones preferidas en San Pablo, que no me canso de repetir una y otra vez: “la apariencia de este mundo pasa”. Pues comprendemos que el núcleo de la exhortación tiene carácter escatológico. El tiempo es corto y el Señor ya viene. Por tanto no te preocupes tanto de si eres circunciso o incircunciso,  esclavo o libre, casado o soltero, entristecido o alegre, negociante, propietario o lo que fueses al presente. Todo es efímero, pasa, ya está pasando y el Señor viene. Concéntrate pues en vivir para quien te ha llamado, Jesucristo, que está llegando.

Alguno podría objetar que este tipo de prioridad corre el riesgo de descomprometernos con la historia y con nuestras obligaciones en el tiempo. Ya veremos como resuelve esto el Apóstol en la carta a los de Tesalónica más adelante (aunque históricamente es de las primeras dificultades que deberá resolver).

Otro podría relativizar el principio escatológico aduciendo que en su inicio la primitiva generación cristiana esperaba una inminente Parusía y por eso el carácter urgente de permanecer en el estado en que fue llamado. Y es verdad que la Iglesia fue descubriendo con el paso del tiempo que la inminencia de la Parusía no debía ser interpretada en términos de cronología histórica.

Por eso la exhortación paulina no pierde vigencia: el Señor está viniendo y como Él mismo afirmó nadie sabe el día ni la hora. No necesariamente debemos mirar hacia el final de los tiempos históricos en sentido universal. En lo particular, en el hoy de nuestra vida el Señor está llegando. Es inminente siempre el encuentro con Él, sorpresivo e inesperado y reclama vigilancia y una especial concentración en lo verdaderamente importante: vivir para el Señor que llega a nosotros.

Cerrando este periplo diría, adelantando lo que surgirá al tocar el tema de la virginidad: también el ejercicio de la sexualidad matrimonial es parte de la apariencia de este mundo que pasa mientras la castidad parece señalar proféticamente hacia lo que será eterno.


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EVANGELIO DE FUEGO 31 de Octubre de 2025