Isaías I: el profeta del Dios tres veces Santo (8)



Sexto Oráculo bajo Jotam


Este oráculo, contenido en Is 5,1-7,  es conocido como la “Canción de la viña”. Sin duda uno de los textos más ampliamente receptados del profeta. Se trata de una relectura de toda la historia de Israel. Es un rib en forma de parábola.

El punto de partida es una canción de amor. En Oriente la amada es comparada a una viña. Además, “estar en la vid o bajo la higuera”, se constituyó una imagen difundida popularmente para simbolizar la felicidad y paz doméstica. Allí pues se dará el descanso, bajo la sombra que da refugio y sosiego del calor de la jornada y en la cercanía del verdor que suele ser vecino de la suave brisa. Como también se instalará el tiempo de disfrutar de los frutos fecundos de tanta labor: primero es el arduo esfuerzo del cultivo pero luego sobreviene el alegre período de la cosecha. Volviendo a la amada, el esposo espera que su esposa sea para él como vid fecunda.

 

“Voy a cantar a mi amigo la canción de su amor por su viña.” (Is 5,1ª)

 

Socialmente correspondía al amigo del novio conducir a la futura esposa a la casa de aquel para celebrar las nupcias y ella ser introducida en su casa.  También tenía el encargo de presentar la querella en caso de repudio. En la ficción literaria es Isaías el amigo de Yahvéh-novio. El profeta, en nombre del Dios Esposo, cantará la historia de este amor de Alianza con la esposa Pueblo.

 

“Una viña tenía mi amigo en un fértil otero. La cavó y despedregó, y la plantó de cepa exquisita. Edificó una torre en medio de ella, y además excavó en ella un lagar. Y esperó que diese uvas, pero dio agraces.”  (Is 5,1b-2)

 

Con simplicidad y belleza, no sin un gran toque de ternura, se canta sobre esta viña ubicada en un cerro aislado que domina un llano; lo que da cuenta de cierta exclusividad y predilección. Se ha comenzado la viña en el mejor lugar del cual se disponía. Y el dueño cultivó con gran esmero el terreno y plantó allí una cepa exquisita de uvas. También construyó una torre desde la cual vigilar y proteger la viña. Por supuesto dispuso un lagar, lugar donde machacar la uva y extraer su jugo.

Ya habiendo hecho todo cuanto debía y con el agregado de que ha trabajado con cariño, gran atención y delicadeza, el dueño se dispuso a esperar el tiempo de la fecundidad. ¡Cuánta decepción al darse cuenta a la hora de la cosecha que la uva no ha madurado y que no le daría el vino!

 

“Ahora, pues, habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, venid a juzgar entre mi viña y yo: ¿Qué más se puede hacer ya a mi viña, que no se lo haya hecho yo? Yo esperaba que diese uvas. ¿Por qué ha dado agraces?”  (Is 5,3-4)

 

El adverbio “ahora” marca que se está en ese tiempo preciso en el cual en lugar de recolectar frutos el Esposo Dios se queda con las manos vacías. Irónicamente se presenta la demanda del juicio y se convoca a los mismos acusados a dar explicaciones. ¿Acaso el Dueño de la viña no ha hecho todo por ella? ¿En qué Dios le ha faltado a su Pueblo?

 

“Ahora, pues, voy a haceros saber, lo que hago yo a mi viña: quitar su seto, y será quemada; desportillar su cerca, y será pisoteada. Haré de ella un erial que ni se pode ni se escarde. Crecerá la zarza y el espino, y a las nubes prohibiré llover sobre ella.”  (Is 5,5-6)

 

El adverbio “ahora” marca esta vez una consecuencia. El Dueño y Esposo, que ha puesto tanto amor en esta Alianza, se ve defraudado. Su amor no ha sido recibido, su laboriosidad en favor del Pueblo ha sido desaprovechada. Por tanto abandonará a su viña y ya no ejercerá ningún cuidado más sobre ella. Quitará cuanto elemento de separación y protección había. Cualquiera podrá entrar en ella para hacerle daño. Porque será como terreno desestimado que ya no se cultiva creciendo solo arbustos cargados de espinas. Si dan fruto para recolectarlos habrá que lastimarse la mano. Y si faltara algo habrá sequía.

Se da una sentencia pues de castigo sobre el Pueblo que no ha sido fiel a la Alianza con el Dios Esposo que lo ha elegido. Pero esta nueva situación no es arbitraria, sino la consecuencia de haber desperdiciado y desatendido el amoroso cuidado y solicitud con la que el Señor los ha tratado.

Por un lado parece un anticipo de todo el daño que les ocasionará el inminente crecimiento del poderío de Asiria. Por otro, bajo la dinámica del símbolo, una advertencia atemporal acerca del resultado de ser infiel y romper la Alianza con Dios.

 

Pues bien, viña de Yahveh Sebaot es la Casa de Israel, y los hombres de Judá son su plantío exquisito. Esperaba de ellos justicia, y hay iniquidad; honradez, y hay alaridos.” (Is 5,7)

 

Dios espera nuestros frutos

 

La Gracia que Dios me dispensa me alegra pero también me hace temblar. Será que con el tiempo ha crecido en mí la conciencia de la gravedad de desaprovechar su Amor en mí. Y cuánto más amado más comprometido a que su Amor sea fecundo. Porque a su Amor no le falta potencia y mi tierra ha sido trabajada por Él mismo. ¿Cómo entonces no producir el fruto a su tiempo?

Lamentablemente a veces percibo en la cotidiana praxis religiosa que se manifiesta en la Iglesia de nuestro tiempo, un acentuado rictus que llamo: “la postura del beneficiario”. Se trata de una relación recargada sobre el petitorio. Se busca a Dios como proveedor de bienestar personal. Obviamente que lo es pero no en el sentido que se le reclama.

Pero además no me resulta proporcional al petitorio el ejercicio de la acción de gracias, claramente más esporádica e inusual. ¿Dios no ha sido fiel con nosotros? ¿Nos ha mal atendido? ¿No hemos sido destinatarios de su Amor?

Hasta incluso sospecho que tal vez nuestra alabanza, casi inconscientemente, contenga la intención de que se mantenga “abierto el grifo” y no deje de proveer cuanto le solicitamos.

A aquel rictus didácticamente contrapongo: “la postura del bienhechor”. La de quien agradecido por el Amor recibido gratuitamente se dispone al don de sí. Aquí se rompe con la centralidad de uno mismo para poder responder al Dios que nos ha agraciado dando los frutos de Caridad que Él espera de nosotros. Podríamos decir que su Amor resulta fecundo al ponernos a amar. La oración popularizada reza: “Señor, que yo no busque tanto ser amado como amar”. Diría mejor, que tu Amor produzca amor en mí. Que no quede tanto Amor tuyo defraudado. O en el cantar del salmista: “Que por mi causa no sean defraudados los que esperan en ti, Señor.” (Sal 69,7)

 

 

POESÍA DEL ALMA UNIDA 2

 



Paz

Saciedad por tu Presencia

 

Paz

Flor madura y perfumada

De la Alianza de Amor Contigo

 

Paz

Que se instala y crece

Cuando se van perdiendo todas las cosas

Y solo quedan las Tuyas como las mías

Tan solo las Tuyas las nuestras

 

Paz

Del alma que tiene ya

Cauterizadas todas sus heridas

Bajo el leño incandescente de la Cruz

 

Paz

Estar enteramente entre tus manos

Y llegar a ser tuyo

 

 

POESÍA DEL ALMA UNIDA 1

 



Clama en Llama

Arde

            Fulgura

            Arrobada por tanta Luz

 

Pues elevada

            Goza

Y extasiada

            Ofrece

Ascendiendo

En escondida vida

Cual oculta muerte

 

Mas sostenida permanece y  canta

Un Amor sin fin

Que no puede

Sino balbucir

Partiendo y arribando

Desde el Silencio Eterno

 

¿Quién más

Podría llenarlo todo en mí

Hasta el desborde

De solo Tú en mí?

 

EN LOS DÍAS DEL ESPOSO (Poesía)

 



EN LOS DÍAS DEL ESPOSO

Matrimonio Espiritual

 

  

LA VOZ

 

1

Llama el Esposo.

Su voz resuena suave

pero capaz de alcanzarlo todo en mí;

tan capaz,

      sin duda ya,

               de alcanzarlo todo en mí.

 

¿Desde dónde vibra

ésta voz amante

que por mí reclama?

 

2

Invita el Esposo a la unión

con lazos y cuerdas de amor.

            Lo que es tan sutil es tan potente

            y lo escondido evidente a la fe

            que encuentra en sordera audición.

 

¿Desde donde abraza

ésta convocación silente

que hacia sí me arrastra?

 

3

Percute su voz cadenciosa

como repique solemne de campanas

y el corazón se deja

           palpitar a compás.

Acompasarse al Amado quería ya,

mas ahora se le regala

                                    este latir

                                    misterioso al unísono.

 

¿Desde dónde ésta sincronía

me ajusta a su andar

haciendo danzante la vida?

 

 

EL AGUA

 

4

Su Presencia surge y se instala

como si un dique se hubiese roto

y los canales de mi tierra

se desbordasen con sus aguas.

Mi tierra permanece húmeda,

empapada de su donación.

Crecen las flores y los pájaros cantan.

Es la primavera llena de sol.

 

¿De dónde viene

ésta Potencia escondida

que transformante me habita?

 

5

Siempre corre esta agua

serena, continua y oculta

sin disminuir

sin interrumpirse

como hilo primordial al comienzo

y quién sabe su volumen final.

Porque su caudal crece sostenidamente

siempre más

y va manando secretamente

sin detenerse

en el alma esposa y fuente

que contempla

y junto a Él también mana.

 

¿Desde dónde me surte

y abastece generosa

esta agua clara que procede?

 

6

El Esposo ha hecho de mí

un pozo de agua serena

donde se arroja la piedra

que llega hasta el fondo.

Como estanque transparente

donde el impacto no rompe el reposo

mas las ondas acuosas

expandiéndose en círculos

alcanzan riberas.

 

¿Desde dónde me acierta

éste amor novedoso

que me deja tan quieto y tan vivo?

 

LA GLORIA

 

7

Tras haber perdido todas mis cosas

ya no quedan sino las suyas

que enteramente se han vuelto las mías.

 

Ya solo queda ésta herida abierta

por cauterio en Cruz al rojo vivo

y ésta llama bendita de amor.

Porque ya es tizón encendido el alma

y luz incandescente en la noche.

 

¿Hacia dónde me hunde

esta Potencia escondida

en la cual camino

en fuego y gloria?

 

8

Con la libertad que da

la unión matrimonial

simplemente arriba el Esposo

haciendo

    de mi alma

           su casa

con inocente y nueva permanencia.

 

Llama el Esposo.

Llega y se instala.

Ya todo es Amor.

 

¿Hasta cuándo la ceguera de la historia,

ésta escena que pasa, éste destierro;

si ya todo se siente latir

desde el otro lado

el verdaderamente vivo?

 

9

¡Cómo hiere esta luz de Gloria!

Todo traspasa

y sopesa con sabiduría.

            El mundo aquilatado

            pesa poco

si no se halla unido

al Verbo en quien fue creado.

 

Y el lado definitivo de la visión

ya habita el corazón profundo

desvelando lo transfigurado.

 

Pues aquí se mira todo

como si todo estuviese ya en luz de Gloria

y por doquier se escuchasen las alabanzas

al Esposo y Cordero degollado.

 

¿Quién me dirá cuál es mi tiempo

de entonar con la asamblea

las marchas triunfales de las nupcias?

 

LA MONTAÑA

 

10

La voz del Hijo que llama.

El agua del Espíritu que mana.

La gloria del Padre que es casa.

 

Trinidad Santa

que has venido a buscarme

haciendo

            habitación y morada.

Ahora traslada,

te ruego,

            la provisoria casa

a la Montaña Santa.

 

 

Isaías I: el profeta del Dios tres veces Santo (7)

 



Quinto Oráculo bajo Jotam

 

Se trata de un texto bastante extenso comparado con los que venimos estudiando, atestiguado en Is 3,1-4,6. Iniciemos con algunas generalidades. Otra vez nos encontramos con el género literario RIB. En esta ocasión son 2 los pleitos y situaciones que dan origen al reclamo divino.

a) En 3,1-15 se trata el tema de la desintegración social.

b) En 3,16-4,1 se trata el tema de las mujeres.

c) Finalmente en 4,2-6 hay un oráculo de salvación en el contexto del día de Yahvéh.

 

Fieles a nuestra costumbre –aunque sea algo extenso-, queremos poner frente a ustedes el texto del profeta de modo íntegro. Esta vez dejamos la numeración de los versículos intercalada para que sea más fácil identificarlos y seguir nuestro comentario. También resaltamos las expresiones destacadas.

 

En la primera sección pues leemos:

 

Is 3, 1 Pues he aquí que el Señor Yahveh Sebaot está quitando de Jerusalén y de Judá todo sustento y apoyo: (todo sustento de pan y todo sustento de agua); 2 el valiente y el guerrero, el juez y el profeta, el augur y el anciano, 3 el jefe de escuadra y el favorito, el consejero, el sabio hechicero y el hábil encantador. 4 Les daré mozos por jefes, y mozalbetes les dominarán. 5 Querrá mandar la gente, cada cual en cada cual, los unos a los otros y cada cual en su compañero. Se revolverá el mozo contra el anciano, y el vil contra el hombre de peso. 6 Pues agarrará uno a su hermano al de su mismo apellido, diciéndole: «Túnica gastas: príncipe nuestro seas, toma a tu cargo esta ruina.» 7 Pero el otro exclamará aquel día: «No seré vuestro médico; en mi casa no hay pan ni túnica: no me pongáis por príncipe del pueblo.»

8 Así que tropezó Jerusalén, y Judá ha caído; pues sus lenguas y sus fechorías a Yahveh han llegado, irritando los ojos de su majestad. 9 La expresión de su rostro les denuncia, y sus pecados como Sodoma manifiestan, no se ocultan. ¡Ay de ellos, porque han merecido su propio mal! 10 Decid al justo que bien, que el fruto de sus acciones comerá. 11 ¡Ay del malvado! que le irá mal, que el mérito de sus manos se le dará. 12 A mi pueblo le oprime un mozalbete, y mujeres le dominan. Pueblo mío, tus regidores vacilan y tus derroteros confunden. 13 Se levanta a pleitear Yahveh y está en pie para juzgar a los pueblos. 14 Yahveh demanda en juicio a los ancianos de su pueblo y a sus jefes. «Vosotros habéis incendiado la viña, el despojo del mísero tenéis en vuestras casas.

15 Pero ¿qué os importa? Machacáis a mi pueblo y moléis el rostro de los pobres» - oráculo del Señor Yahveh Sebaot -.” (Is 3,1-15)

 

Los vs. 1.13-14 nos aportan el sentido teológico de la profecía. El anuncio da cuenta de que Dios quita su sustento y apoyo, ya no acompaña a Israel. El Señor tiene querella contra su pueblo -especialmente contra la clase dirigente de los ancianos y jefes-, por la injusticia que se propaga lesionando a los pobres y machacando miseria en todo el país. La acusación se resume en la expresión “han incendiado mi viña”. Ciertamente la viña es una imagen muy querida para Isaías como símbolo de la relación entre Dios e Israel.

Los vs. 8-9.15 describen la situación del pueblo: han tropezado y caído, la expresión de su rostro ya no puede ocultar o disimular su culpa. Su pecado se manifiesta con tal envergadura que llega hasta Yahvéh. Pero al pueblo parece no importarle su estado y sigue empedernido en el mal. Se muestra indiferente frente a la injusticia que se extiende.

Los vs. 10-11 recuerdan la lógica sapiencial tan propia de la teología de los dos caminos: habrá bendición y salvación de Dios para el justo, pero para el impío castigo y sentencia condenatoria.

Los restantes versículos señalan el grado creciente de disolución y degradación del pueblo: los líderes y quienes tienen profesiones cualificadas no dan la talla y están desorientados, terminan conduciendo al pueblo personajes inexpertos y con falta de preparación, cuando se busca a alguien que se comprometa y ayude todos esquivan el llamado y rechazan involucrarse. Israel está a la deriva.

 

En la segunda sección se enuncia:

 

“Dice Yahveh: «Por cuanto son altivas las hijas de Sión, y andan con el cuello estirado y guiñando los ojos, y andan a pasitos menudos, y con sus pies hacen tintinear las ajorcas», rapará el Señor el cráneo de las hijas de Sión, y Yahveh destapará su desnudez. Aquel día quitará el Señor el adorno de las ajorcas, los solecillos y las lunetas; los aljófares, las lentejuelas y los cascabeles; los peinados, las cadenillas de los pies, los ceñidores, los pomos de olor y los amuletos, los anillos y aretes de nariz; los vestidos preciosos, los mantos, los chales, los bolsos, los espejos, las ropas finas, los turbantes y las mantillas. Por debajo del bálsamo habrá hedor, por debajo de la faja, soga, por debajo de la peluca, rapadura, y por debajo del traje, refajo de arpillera. y por debajo de la hermosura, vergüenza. Tus gentes a espada caerán, y tus campeones en guerra. Y darán ayes y se dolerán a las puertas, y tú, asolada, te sentarás por tierra. Asirán siete mujeres a un hombre en aquel día diciendo: «Nuestro pan comeremos, y con nuestras túnicas nos vestiremos. Tan sólo déjanos llevar tu nombre: quita nuestro oprobio.»” (Is 3,16-4,1)

 

Los vs. 16-24 confluyen con la realidad del Norte denunciada por Amós. El pecado de las mujeres es la altivez-despilfarro-lujo. La descripción es irónica: son altivas y de cuello estirado, es decir, presumidas; andan revoleando sus ojos en constante intento de seducción sin recato ni fidelidad; dan pasos pequeños para llamar la atención, haciendo resonar con su andar los adornos y joyas de la época que ostentan en su cuerpo. Pero Dios las reducirá a penitencia. Caerá su aparente hermosura dejando ver toda su vergüenza. Y terminarán en orfandad y sin sustento, pidiendo muchas a un varón que las cobije. Tras la situación histórica de las mujeres más aristocráticas el profeta juega un símbolo: habla de la santidad del pueblo perdida y de su realidad de pecado que ahora le configura como la “no esposa” de Dios.

 

Finalmente en la tercera sección:

 

Aquel día el germen de Yahveh será magnífico y glorioso, y el fruto de la tierra será la prez y ornato de los bien librados de Israel. A los restantes de Sión y a los que quedaren de Jerusalén, se les llamará santos: serán todos los apuntados como vivos en Jerusalén. Cuando haya lavado el Señor la inmundicia de las hijas de Sión, y las manchas de sangre de Jerusalén haya limpiado del interior de ella con viento justiciero y viento abrasador, creará Yahveh sobre todo lugar del monte de Sión y sobre toda su reunión, nube y humo de día, y resplandor de fuego llameante de noche. Y por encima la gloria de Yahveh será toldo y tienda para sombra contra el calor diurno, y para abrigo y reparo contra el aguacero y la lluvia.” (Is 4,2-6)

 

Aquí se anuncia este oráculo de salvación cuyo contexto es “aquel Día” del que tanto venimos hablando. En el Día del Señor aparecerá magnífico y glorioso su germen: el RESTO SANTO del Pueblo que es resultado de la iniciativa purificadora del Señor que lavó y limpió desde el interior. Este germen de Pueblo Nuevo vivirá siempre bajo la Gloria de Dios.

 

Si quieres conocerte déjate conocer y purificar por Dios

 

Aunque no sea de nuestro mayor agrado, ¡qué importante es dejar que Dios nos conozca! Lo digo en el sentido de que Él, con Sabiduría y Caridad –que en modo alguno excluyen la Verdad-, nos acerque como un diagnóstico de nuestra realidad. ¿Cómo pretenderemos conocernos realmente si no permitimos sobre nosotros la mirada de Dios? Su mirada nos quita de cualquier auto-engaño y nunca es una mirada condenatoria sino salvadora, que deja a la luz expuesto nuestro pecado pero que ofrece la unción que cura las heridas, abriendo senderos y horizontes de santidad.

¡Déjate santificar por Dios! A mí me parece que toda la Escritura Santa clama en esta dirección. De eso se trata en gran medida el ministerio de Isaías: ser instrumento para que el Señor pueda purificar y santificar al Pueblo. Sin embargo hay un aspecto ciertamente sombrío: no todos sino un Resto. ¿Acaso Dios es selectivo? ¡De ningún modo! No todos se dejan purificar y santificar, lamentablemente son muchos los que rechazan la acción salvífica de Dios. Triste misterio de la cerrazón obstinada del corazón del hombre.

Pero sin duda brilla una fuerte esperanza: quienes se dejan purificar y santificar vivirán siempre al amparo y bajo la Gloria de Dios, pues justamente vivirán para y hacia su Gloria.

La Iglesia nunca debe olvidar que ha sido llamada a la santidad y que está en medio del mundo ayudando a Dios a purificar y santificar a los hombres. Si se mira a sí misma presuntuosa, perderá la humildad, y creyéndose más de lo que es entrará con el mundo en el juego de la seducción infiel. Será entonces subyugada por el poder y el afán de encumbramiento y terminará siendo la no-esposa de Dios. Quizás esta dinámica –como le sucede a Israel-, siempre está presente como tentación en el andar de la Iglesia peregrina. Su RESTO FIEL siempre serán los santos, con su inquietante fidelidad y clamor de Reforma.



Diálogo vivo con San Juan de la Cruz 12

 




CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 12


EL DEMONIO MANIPULA LO SENSIBLE

 

Estimado padre y maestro, sigamos conversando acerca de cuán peligrosas son aquellas noticias o experiencias que se dan sensiblemente en la oración.

 

“…son muy fáciles y ocasionadas para criar error y presunción, y vanidad en el alma; porque, como son tan palpables y materiales, mueven mucho al sentido, y parécele al juicio del alma que es más por ser más sensible, y vase tras ello, desamparando a la fe, pensando que aquella luz es la guía y medio de su pretensión, que es la unión de Dios; y pierde más el camino y medio que es la fe, cuanto más caso hace de las tales cosas.” (SMC L2, Cap. 11,5)

 

Es de notar que el mismo Dios en aquellos que se inician mueve y permite experiencias sensibles en la oración. Al comienzo incluso suelen ser abundantes. Fray Juan, tú las llamabas “golosinas”. Pues por algún lado debe comenzar el Señor a ganarse al alma y debe mostrarle que Él es apetecible. Si la encuentra perdida, distanciada y cerrada en sí debe cautivarla con suave aroma y atraerla.

Pero como Dios sabe que esto es peligroso y un momento necesario pero provisorio, pronto dará la aridez. No se tarda demasiado el Padre en quitar el gusto para llevar a sus hijos a mayor profundidad. Suelo decir que es como un abuelo que visita a su nieto y siempre lleva bombones. Hasta que un día llega con las manos vacías para que el nieto descubra que es lo que quiere más: ¿a su abuelo o a los dulces?

Pero no me adelanto más, por ahora intentamos establecer lo perjudicial que es al alma quedarse en los goces sensibles. Estas sensaciones que le parecen extraordinarias le fascinan y encandilándole la mirada la atrapan con su embrujo, y entonces se detiene en ellas y olvida a quien buscaba. Suele sucederle a los orantes que se inician que pierden a Dios por “las cosas de Dios”.

 

“…como ve el alma que le suceden tales cosas y extraordinarias, muchas veces se le ingiere secretamente cierta opinión de sí de que ya es algo delante de Dios, lo cual es contra humildad. Y también el demonio sabe ingerir en el alma satisfacción de sí oculta, y a veces harto manifiesta.” (SMC L2, Cap. 11,5)

 

Porque el alma se ve regalada y adornada con su Gracia, empieza a creer ser más de lo que es. Y en ello se deleita cayendo en presunción y vanidad. El demonio hábilmente introduce la tentación de mirarse a sí misma y quitar la vista de su Señor y Bienhechor. Pagada de sí comienza a idolatrarse. ¡Guarda la humildad! ¡Aférrate a tu pequeñez como si en ello te fuera la vida, que así es! ¡Por Dios, no lo olvides nunca, consérvate humilde!

 

“…hay seis inconvenientes: El primero, que se le va disminuyendo la fe, porque mucho derogan a la fe las cosas que se experimentan con los sentidos… Y así apártase del medio de la unión de Dios… Lo segundo, que son impedimento para el espíritu si no se niegan, porque se detiene en ellas el alma y no vuela el espíritu a lo invisible.  Lo tercero es que va el alma teniendo propiedad en las tales cosas y no camina a la verdadera resignación y desnudez de espíritu. Lo cuarto, que va perdiendo el efecto de ellas y el espíritu que causan en lo interior, porque pone los ojos en lo sensual de ellas, que es lo menos principal. Lo quinto, que va perdiendo las mercedes de Dios, porque las va tomando con propiedad y no se aprovecha bien de ellas. …porque no se las da Dios para que el alma las quiera tomar... Lo sexto es que en quererlas admitir abre puerta al demonio para que le engañe… (SMC L2, Cap. 11,7)

 

Estimadísimo hermano, admiro la claridad en espíritu que Dios te dona. No hace falta aclarar nada pero lo pongo en palabras más accesibles a nuestros contemporáneos.

Tú describes un proceso o dinámica que partiendo de la fascinación termina conduciéndonos a las fauces del tentador. Porque arranca en un elegir quedarse en lo sensible que se manifiesta y se puede tener, desestimando el movimiento de la fe que nos dirige hacia Quien excede en su Misterio y aunque sacie permanece inasible. Como si se “naturalizara lo sobrenatural” o si se rebajará su valía, solo nos quedamos con la cáscara o ropaje sin advertir que perdemos el núcleo de sentido. Y esto nos sucede por esa tendencia aún no sanada a la apropiación. Por espirituales que parezcan estas noticias o sensaciones en la oración, por extraordinarias o exquisitas que puedan ser, se las recibe y vive sensualmente. Si tienen mayor alcance no se lo descubre pues el alma las captura para sí por avidez y con desordenado afecto. Busca ser llena y no comprende aún a Dios, quien, da con gratuidad lo que no debe ser retenido sino devuelto y puesto en circulación con gratuidad. Cuando te lo quedas para ti, para tu regodeo y exhibición, lo arruinas. Y el demonio se da cuenta que siendo tu alma adicta a tales sensualidades espirituales puede manipularte. Te engañará introduciendo las sensaciones que buscas y cambiando baratijas por el verdadero Tesoro. Te dará lo que deseas y te alejará de Dios con falsa luz.

 

“…siempre conviene al alma desecharlas… volver a Dios en la pureza de la fe.” (SMC L2, Cap. 11,8)

 

“…si el alma fuere fiel y retirada, no parará el Señor hasta subirla de grado en grado hasta la divina unión y transformación.” (SMC L2, Cap. 11,9)

 

“Ha, pues, el espiritual de negar todas las aprehensiones con los deleites temporales que caen en los sentidos exteriores.” (SMC L2, Cap. 11,11)

 

En conclusión, cuídate de tener la sensibilidad como un valor en sí misma. Sólo es medio y pasajero a la vez que peligroso. Cuánto más corporal sea la sensación o noticia de Dios en tu oración tanto más debes desconfiar de ella y más rápidamente desecharla. Jamás te quedes en estas novedades sensibles sino quieres terminar atrapado, deteniendo tu camino hacia el Señor. Aunque no te guste y te provoque rebeldía, escucha: ¡solo desnudo se camina hacia la Unión!

 

EVANGELIO DE FUEGO 16 de Abril de 2025