CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 12
EL DEMONIO MANIPULA LO SENSIBLE
Estimado padre y
maestro, sigamos conversando acerca de cuán peligrosas son aquellas noticias o
experiencias que se dan sensiblemente en la oración.
“…son
muy fáciles y ocasionadas para criar error y presunción, y vanidad en el alma;
porque, como son tan palpables y materiales, mueven mucho al sentido, y
parécele al juicio del alma que es más por ser más sensible, y vase tras ello,
desamparando a la fe, pensando que aquella luz es la guía y medio de su
pretensión, que es la unión de Dios; y pierde más el camino y medio que es la
fe, cuanto más caso hace de las tales cosas.” (SMC L2, Cap. 11,5)
Es de notar que el
mismo Dios en aquellos que se inician mueve y permite experiencias sensibles en
la oración. Al comienzo incluso suelen ser abundantes. Fray Juan, tú las
llamabas “golosinas”. Pues por algún lado debe comenzar el Señor a ganarse al
alma y debe mostrarle que Él es apetecible. Si la encuentra perdida,
distanciada y cerrada en sí debe cautivarla con suave aroma y atraerla.
Pero como Dios sabe
que esto es peligroso y un momento necesario pero provisorio, pronto dará la
aridez. No se tarda demasiado el Padre en quitar el gusto para llevar a sus
hijos a mayor profundidad. Suelo decir que es como un abuelo que visita a su
nieto y siempre lleva bombones. Hasta que un día llega con las manos vacías
para que el nieto descubra que es lo que quiere más: ¿a su abuelo o a los dulces?
Pero no me adelanto
más, por ahora intentamos establecer lo perjudicial que es al alma quedarse en
los goces sensibles. Estas sensaciones que le parecen extraordinarias le
fascinan y encandilándole la mirada la atrapan con su embrujo, y entonces se
detiene en ellas y olvida a quien buscaba. Suele sucederle a los orantes que se
inician que pierden a Dios por “las cosas de Dios”.
“…como
ve el alma que le suceden tales cosas y extraordinarias, muchas veces se le
ingiere secretamente cierta opinión de sí de que ya es algo delante de Dios, lo
cual es contra humildad. Y también el demonio sabe ingerir en el alma
satisfacción de sí oculta, y a veces harto manifiesta.” (SMC L2, Cap. 11,5)
Porque el alma se ve
regalada y adornada con su Gracia, empieza a creer ser más de lo que es. Y en
ello se deleita cayendo en presunción y vanidad. El demonio hábilmente
introduce la tentación de mirarse a sí misma y quitar la vista de su Señor y
Bienhechor. Pagada de sí comienza a idolatrarse. ¡Guarda la humildad! ¡Aférrate
a tu pequeñez como si en ello te fuera la vida, que así es! ¡Por Dios, no lo olvides
nunca, consérvate humilde!
“…hay
seis inconvenientes: El primero, que se le va disminuyendo la fe, porque mucho
derogan a la fe las cosas que se experimentan con los sentidos… Y así apártase
del medio de la unión de Dios… Lo segundo, que son impedimento para el espíritu
si no se niegan, porque se detiene en ellas el alma y no vuela el espíritu a lo
invisible. Lo tercero es que va el alma
teniendo propiedad en las tales cosas y no camina a la verdadera resignación y
desnudez de espíritu. Lo cuarto, que va perdiendo el efecto de ellas y el
espíritu que causan en lo interior, porque pone los ojos en lo sensual de
ellas, que es lo menos principal. Lo quinto, que va perdiendo las mercedes de
Dios, porque las va tomando con propiedad y no se aprovecha bien de ellas. …porque
no se las da Dios para que el alma las quiera tomar... Lo sexto es que en
quererlas admitir abre puerta al demonio para que le engañe… (SMC L2, Cap. 11,7)
Estimadísimo hermano,
admiro la claridad en espíritu que Dios te dona. No hace falta aclarar nada
pero lo pongo en palabras más accesibles a nuestros contemporáneos.
Tú describes un proceso
o dinámica que partiendo de la fascinación termina conduciéndonos a las fauces
del tentador. Porque arranca en un elegir quedarse en lo sensible que se
manifiesta y se puede tener, desestimando el movimiento de la fe que nos dirige
hacia Quien excede en su Misterio y aunque sacie permanece inasible. Como si se
“naturalizara lo sobrenatural” o si se rebajará su valía, solo nos quedamos con
la cáscara o ropaje sin advertir que perdemos el núcleo de sentido. Y esto nos
sucede por esa tendencia aún no sanada a la apropiación. Por espirituales que
parezcan estas noticias o sensaciones en la oración, por extraordinarias o
exquisitas que puedan ser, se las recibe y vive sensualmente. Si tienen mayor
alcance no se lo descubre pues el alma las captura para sí por avidez y con
desordenado afecto. Busca ser llena y no comprende aún a Dios, quien, da con
gratuidad lo que no debe ser retenido sino devuelto y puesto en circulación con
gratuidad. Cuando te lo quedas para ti, para tu regodeo y exhibición, lo
arruinas. Y el demonio se da cuenta que siendo tu alma adicta a tales
sensualidades espirituales puede manipularte. Te engañará introduciendo las sensaciones
que buscas y cambiando baratijas por el verdadero Tesoro. Te dará lo que deseas
y te alejará de Dios con falsa luz.
“…siempre
conviene al alma desecharlas… volver a Dios en la pureza de la fe.” (SMC L2,
Cap. 11,8)
“…si el
alma fuere fiel y retirada, no parará el Señor hasta subirla de grado en grado
hasta la divina unión y transformación.” (SMC L2, Cap. 11,9)
“Ha,
pues, el espiritual de negar todas las aprehensiones con los deleites
temporales que caen en los sentidos exteriores.” (SMC L2, Cap. 11,11)
En conclusión,
cuídate de tener la sensibilidad como un valor en sí misma. Sólo es medio y
pasajero a la vez que peligroso. Cuánto más corporal sea la sensación o noticia
de Dios en tu oración tanto más debes desconfiar de ella y más rápidamente
desecharla. Jamás te quedes en estas novedades sensibles sino quieres terminar
atrapado, deteniendo tu camino hacia el Señor. Aunque no te guste y te provoque
rebeldía, escucha: ¡solo desnudo se camina hacia la Unión!
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