PROVERBIO DE ERMITAÑO 120


 

PROVERBIOS DE ERMITAÑO 119


 

DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 42




CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 42


LOS GOZOS POR BIENES ESPIRITUALES, ¿CÓMO SE DISTINGUEN?

 

“Por bienes espirituales entiendo todos aquellos que mueven y ayudan para las cosas divinas y el trato del alma con Dios, y las comunicaciones de Dios con el alma.” (SMC L3, Cap. 33,2)

 

Fray Juan, hemos llegado a lo más alto de la escala de los bienes y sus gozos. ¿Pues que bien podría ser más beneficioso que estos que posibilitan la comunicación del alma con Dios?

Sin embargo permíteme una digresión. Mirando este trayecto ascendente me pregunto dónde se encuentra el promedio del Pueblo peregrino que es la Iglesia en la historia. Se trata de una apreciación del todo subjetiva pero consecuencia de mi experiencia en el servicio pastoral. Creo que la gran mayoría no pasa más allá de la consideración de los bienes morales.

Me explico. Ciertamente hay cristianos que personalmente y en comunidades intentan ascender hasta la cima de los bienes espirituales cultivando una espiritualidad seria y profunda. Pero son los menos en el conjunto. Apenas puedo intuir algo de mi diócesis, región eclesiástica y país. Quizás algo vislumbro de la Iglesia universal en las noticias globalizadas del hoy. Me impresiona oír a mis queridos feligreses rezar, pues cuando tienen que elaborar los guiones litúrgicos o en otro tipo de experiencias espirituales donde pueden libre y espontáneamente elevar su plegaria, casi todo se resume en los primeros niveles: bienes temporales, naturales y sensuales. Toda la oración muy centrada en nosotros mismos y nuestras necesidades con un marcado carácter emocional. Ciertamente surgen temáticas morales porque se haya muy internalizado el concepto de que ser cristiano es “portarse bien”.

Pero lo sobrenatural suele estar más ausente. De hecho, como hay quienes buscan inmaduramente fascinados lo religioso-extraordinario, hay tantísimos más que frente a lo sobrenatural se asustan, se sienten descolocados, les resulta totalmente extraño a su forma de vivir la fe. Más bien les causan rechazo las manifestaciones del Dios santo y poderoso en el amor. Diría que tienen miedo y se escapan al vislumbrar que Dios es capaz de tanto, no sea que se acerquen demasiado y pueda cambiarles la vida.

De lo espiritual baste decir esto: ¡qué difícil es convencer a nuestros cristianos de realizar un retiro espiritual! Si en las parroquias organizamos retiros o jornadas espirituales son seguramente las iniciativas menos respondidas. Tal vez de a poco hemos conseguido crecer en la Adoración Eucarística o la Lectio Divina. Pero yo creo que simplemente pensamos que los cristianos no estamos para eso de estar en silencio y dialogando con el Señor. Hay que actuar, organizar eventos, planificar estrategias pastorales y no sé yo cuántas cosas más. Juzgo que pocos incluirían en la pastoral ordinaria de la Iglesia el trato con Dios. De hecho poco enseñamos a orar e incentivamos a ello. El culto a Dios se ha tornado funcional y medido por un reloj exigente. ¿El Misterio? ¿De qué rarezas me hablas?

Juzgo por supuesto que la mayor responsabilidad recae sobre los ministros ordenados. Al menos hasta donde yo palpo y observo nuestro ejercicio pastoral se ha inclinado decididamente al activismo funcionalista o a cierto populismo demagógico. Reina el amiguismo fácil de pasarlo bien juntos a costa de no tocar ningún tema que exija definiciones profundas y pueda provocar tensión. ¿La fidelidad al Evangelio? Bueno, todo se charla y se acomoda. Lo importante es que las personas se sientan bien.

Por mis lares además han quedado profundos resabios de acercamientos teológicos muy marcados por la sociología y el análisis político. Hay pastores que solo hablan del Evangelio desde el ángulo de la llamada “Doctrina Social de la Iglesia”. ¿Este ángulo es el único o el más importante? Una soteriología totalmente reducida al inmanentismo de la historia, una soteriología secularista. Ya no hay Gloria ni Cielo y si los hay no importan tanto.

Además el exacerbamiento arbitrario de la piedad popular ya ha olvidado que con sus elementos positivos igual debe ser purificada y reorientada. Más bien se la erige como tipo y modelo del trato con Dios, con su mezcla con el pecado y también con la superstición o la magia.

Fray Juan, en este clima de época, no son muy favorables las condiciones para anhelar bienes espirituales. Pero como Dios trabaja sin descanso y generosamente en las almas, sigamos adelante.

 

“Los bienes espirituales son en dos maneras: unos, sabrosos, y otros penosos. Y cada uno de estos géneros es también en dos maneras: porque los sabrosos, unos son de cosas claras que distintamente se entienden, y otros, de cosas que no se entienden clara ni distintamente. Los penosos, también algunos son de cosas claras y distintas, y otros, de cosas confusas y oscuras.” (SMC L3, Cap. 33,3)

 

A modo muy general entonces diremos que los bienes espirituales se comunican en la vida activa o de ejercicio nuestro de trato con Dios y de modo infuso por vía contemplativa o mística teología. Obviamente por vía activa accesibles a todos y por vía infusa a quienes hayan sido enlazados en aquella secreta quietud y recogimiento interior que solo el Señor puede obrar en el alma.

Pero además en ambas dinámicas pueden ser sabrosos provocando contento, buen ánimo, fervor espiritual, excitando una decisión más firme en la fe, robusteciendo la esperanza y haciendo comprender la envergadura del amor que Dios nos dispensa; como pueden alcanzar las cimas del éxtasis, embelesamientos y arrobamientos, vuelos en espíritu e incendios interiores junto con un sinfín de revelaciones y degustación del Misterio.

Como en ambas dinámicas pueden ser penosos moviéndonos al arrepentimiento y a llorar nuestros pecados, doliéndonos de la vida que llevamos para buscar una mayor conversión, invitándonos a penitencias y trayéndonos a consideración la Pasión de Cristo y cuánto pagó por nosotros derramando su Sangre; por supuesto nos introducirán en el desierto y la noche de las purificaciones infusas como si nos metieran en el sepulcro de Cristo para ser transformados y resurgir con Él.

 

“Todos éstos podemos también distinguir según las potencias del alma; porque unos, por cuanto son inteligencias, pertenecen al entendimiento; otros, por cuanto son afecciones pertenecen a la voluntad, y otros, por cuanto son imaginarios, pertenecen a la memoria.” (SMC L3, Cap. 33,4)

 

Podrán ser como iluminaciones sobre el entendimiento, como visiones sobre la memoria y como afectos sobre la voluntad. Todo nuestro ser creado ha sido justamente diseñado ontológicamente para la comunicación con Dios, para la Unión. Y el Esposo no escatima esfuerzos, es decir derrama generosamente gracias, a quienes llegados a esta cima de la escala se han acercado y arrimado a Él. Quiéreles conquistar del todo por el amor y hacerlos suyos para siempre.




PROVERBIOS DE ERMITAÑO 118


 

PROVERBIOS DE ERMITAÑO 117


 

DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 41



CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 41


LOS GOZOS POR BIENES SOBRENATURALES, DAÑOS Y PROVECHOS

 

Como venimos haciendo, sapiente Doctor, consideremos posibles daños y aconsejemos.

 

“Tres daños principales. Engañar y ser engañada, detrimento en el alma acerca de la fe, vanagloria o alguna vanidad.” (SMC L3, Cap. 31,1)

 

"Debe, pues, el que tuviere la gracia y don sobrenatural, apartar la codicia y gozo del ejercicio de él, descuidando en obrarle; porque Dios, que se le da sobrenaturalmente para utilidad de su Iglesia o de sus miembros, le moverá también sobrenaturalmente cómo y cuándo le deba ejercitar.” (SMC L3, Cap. 31,7)

 

Engañar y ser engañado. Engaña pues quien habiendo recibido un don gratuitamente para ejercitarlo según Dios en bien de los demás, lo retiene para sí mismo y lo usufructúa para su propia conveniencia. Quizás cayendo en vanidad se olvida que aún se encuentra en esta historia en camino de penitencia y se les suben las ínfulas de santidad. Quizás falto de purgación interior busque su honra y vanagloria y no se ordene a la voluntad de Dios y a que sea glorificado.

Engañar y ser engañado. Es engañado aquel que recibe bienes sobrenaturales desordenadamente, sin ver más allá de la temporalidad y de lo provisorio, sin recibir Amor de Dios en ellos y convertirse para permanecer en fidelidad unido a su Señor que tanto bien le ha hecho. También es engañado quien por ignorancia o una fe pueril anda detrás de lo extraordinario buscándolo de aquí para allá como adicto a milagros y que nunca se decide a realizar un camino de profundización de su fe. Claro que es engañado quien se va detrás de los hombres que ejercen dones sobrenaturales, como idolatrándolos a ellos y olvidándose y renegando en el fondo de Jesucristo.

 

“El segundo daño que puede venir de este primero, es detrimento acerca de la fe; el cual puede ser en dos maneras: La primera, acerca de los otros; porque, poniéndose a hacer la maravilla o virtud sin tiempo y necesidad, demás de que es tentar a Dios, que es gran pecado, podrá ser no salir con ella y engendrar en los corazones menos crédito y desprecio de la fe.

En la segunda manera puede asimismo recibir detrimento acerca del mérito de la fe, porque haciendo él mucho caso de estos milagros, se desarrima mucho del hábito sustancial de la fe, la cual es hábito oscuro; y así, donde más señales y testimonios concurren, menos merecimiento hay en creer.” (SMC L3, Cap. 31,8)

 

El segundo daño es un decrecimiento de la fe. Porque quien ejerce un don sobrenatural bajo propio criterio y no según el plan de Dios, peca contra su Señor que se lo concedió. Así vemos quienes a veces arman “verdaderos shows de presentación personal”. ¿Qué buscan sino su fama y congregar multitudes? Y no les hacen ningún bien de verdadero provecho, pues dejan a sus hermanos ligados a sí en lugar de conducirlos y presentarlos al Señor Jesús. De alguna forma se plantea ahora una suplantación en la cual se entroniza al servidor y se corta el camino hacia el Dueño de todo don. ¡Cuida de guardarte humilde administrador de sus bienes inmerecidos! Pues mal usados sevolverán contra ti y hasta podrías perder la fe.

Por otra parte con esta práctica invitan a centrarse en lo extraordinario, buscando en todo señales y milagros para creer, y así se alejan y alejan a los demás del centro de la fe o los mantienen en una fe inicial que sin embargo ni madura ni crece. El mismo Cristo no andaba obrando milagros sin ton ni son y se cuidaba mucho de ellos porque eran mal interpretados. Así se ve claramente en el capitulo 6 de San Juan. ¿Por qué me buscan? ¿Por qué comieron pan hasta saciarse en el desierto? ¿No comprendieron aún que el signo remite a una realidad superior? Yo soy el Pan de Vida. Y en los sinópticos, especialmente en San Marcos, tras los milagros se admiran y quieren hacerlo rey según sus humanas expectativas, pero Él se oculta de ellos y se retira a solas con su Padre. ¿Qué será de estos cuándo llegue la hora de la Cruz? Buscan milagros y signos y no les será dado otro que el Hijo del hombre tres días en el vientre de la tierra.

“Milagreros” y “milagrerismo” siempre hubo. ¿Qué frutos han dado? ¿Si te quito los milagros podrás creer? Los dones sobrenaturales pueden ayudar a engendrar la fe o a fortalecerla, pueden revelarnos a Jesucristo Salvador pero no pueden suplir el acto de fe personal de quien dice “creo en ti Señor” y se pone en sus manos y comienza a seguirlo. La fe que puede apoyarse en estos dones sobrenaturales no debería depender de que Dios los haga. Son gracia. Y si Dios no actúa milagrosamente, ¿entrarás en crisis? Busca más bien una fe simple y desnuda, capaz de permanecer firme en las tribulaciones, fijada la mirada en Jesucristo consumador de nuestra fe.

 

“El tercer daño es que comúnmente por el gozo de estas obras caen en vanagloria o en alguna vanidad.” (SMC L3, Cap. 31,10)

 

Mas pasemos a los provechos.

 

“La privación de este gozo, adquiere dos excelentes provechos. El primero es engrandecer y ensalzar a Dios; el segundo es ensalzarse el alma a sí misma.” (SMC L3, Cap. 32,1)

 

“Le pone en Dios solamente, se ensalza y engrandece Dios, manifestando al alma su excelencia y grandeza.” (SMC L3, Cap. 32,2)

 

“Porque, apartando la voluntad de todos los testimonios y señales aparentes, se ensalza en fe muy pura, la cual le infunde y aumenta Dios con mucha más intención, y juntamente le aumenta las otras dos virtudes teologales, que son caridad y esperanza; en que goza de divinas y altísimas noticias por medio del oscuro y desnudo hábito de fe; y de grande deleite de amor por medio de la caridad, con que no se goza la voluntad en otra cosa que en Dios vivo; y de satisfacción en la memoria por medio de la esperanza. Todo lo cual es un admirable provecho que esencial y derechamente importa para la unión perfecta del alma con Dios.” (SMC L3, Cap. 32,4)

 

Queridísimo Fray Juan, aunque no lo he tratado aquí contigo siempre, se siguen provechos de no admitir gozos desordenados a Dios. Creo que el tema estaba implícito en esta senda ascendente.

El primer provecho supone poner a Dios en el lugar que le corresponde, es decir, por encima de todo. Darle culto a Él y solo ante Él rendir y doblar la rodilla, bajar la cabeza y postrarnos humildes en adoración.

Volcados vorazmente a las criaturas y ubicándonos como centro lo distorsionamos todo. Es el pecado. Retornando al Creador y Fuente de cuanto existe, adhiriendo al Misterio revelado de su plan salvífico en su Hijo y pastoreados por su Espíritu de Amor, nos reencontramos, nos recuperamos en sintonía con su voluntad, nos dejamos regenerar por su Gracia.

Si Dios es Dios en nuestra vida y reina por encima de todo, si los ídolos han sido derribados y los falsos dioses desenmascarados, tengamos paz.

De este paso se sigue un aquilatamiento de la fe teologal más purificada. Superado el crisol de lo extraordinario fascinante –que ocultaba tentaciones de humana grandeza-, la fe humilde y pobre pone rumbo cierto hacia su Señor. Y como las virtudes teologales son conexas también caridad y esperanza son acrecidas. La caridad orienta a la voluntad a gozarse solo en el Dios vivo y la memoria plácidamente sujeta en Alianza pone toda su esperanza en el Señor de la Gloria.

Ahora, superadas las extravagancias de lo sobrenatural, el alma puede limpia, humilde, libre y pobre alcanzar cimas de verdadero Espíritu.

 


PROVERBIOS DE ERMITAÑO 116


 

PROVERBIOS DE ERMITAÑO 115


 

DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 40




CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 40


LOS GOZOS POR BIENES SOBRENATURALES, ¿CÓMO SE VALORAN?

 

 “Por los cuales entendemos aquí todos los dones y gracias dados de Dios, que exceden la facultad y virtud natural, que se llaman gratis datas.” (SMC L3, Cap. 30,1)

 

“El ejercicio de éstos tiene inmediato respecto al provecho de los hombres y para ese provecho y fin los da Dios.” (SMC L3, Cap. 30,2)

 

Fray Juan, entraremos de lleno aquí en bienes sobrenaturales, gracias que el Señor da para la edificación de la Iglesia y el bien de los hombres. Pero iremos paso a paso, pues mis contemporáneos son demasiado aficionados a lo extraordinario y tienen una retorcida fascinación por lo sobrenatural. Paciencia, ni entienden ni están habituados a las maravillas de Dios.

 

“Dos provechos que hay en este género de bienes, conviene a saber: temporal y espiritual.

El temporal es la sanidad de las enfermedades, recibir vista los ciegos, resucitar los muertos, lanzar los demonios, profetizar lo por venir para que miren por sí, y los demás a este talle.

El espiritual provecho y eterno es ser Dios conocido y servido por estas obras, por el que las obra o por los en quien y delante de quien se obran.” (SMC L3, Cap. 30,3)

 

“Las obras y milagros sobrenaturales poco o ningún gozo del alma merecen; porque, excluido el segundo provecho, poco o nada le importan al hombre, pues de suyo no son medio para unir el alma con Dios, si no es la caridad.” (SMC L3, Cap. 30,4)

 

“Debe, pues, el hombre gozarse, no en si tiene las tales gracias y las ejercita, sino si el segundo fruto espiritual saca de ellas, es a saber: sirviendo a Dios en ellas con verdadera caridad, en que está el fruto de la vida eterna.” (SMC L3, Cap. 30,5)

 

Mucho hay que decir aquí y poco agradable para tantos. Pues como ya dijimos hay una desordenada atracción por lo extraordinario y hay quienes siempre andan buscando milagros y señales portentosas para creer. De los provechos temporales por bienes sobrenaturales no debemos fiarnos.

Siempre narro la misma anécdota. De joven, integrándome recientemente a un movimiento eclesial, tuve esta experiencia. En la parroquia donde habitualmente nos reuníamos se estaba rezando por una joven que sufría una enfermedad muscular degenerativa. Se la habían diagnosticado recientemente, ya padecía algunos síntomas en su rostro. Se oró intensamente por ella y al tiempo la enfermedad se detuvo y los síntomas remitieron. Finalmente los médicos no sabían cómo pero se hallaba sana. Junto a la alegría por el bien recibido de su sanación y la alabanza a Dios tributada por su maravillosa acción, también comenzó a circular cierta expectativa: ¿qué designios tendría el Señor para esta joven a la que le había realizado este gran don? Pasados los meses nos enteramos que dicha joven había iniciado un camino de consagración. Por supuesto la indocta expectativa juvenil fue satisfecha y se aguardaban aún mayores cosas para su vida. Era muy respetada y hasta diría admirada. Con el correr de los años decidió concluir su camino de consagración, al tiempo se casó y formó una familia. Ya desvinculado de ese movimiento alguna vez pregunté por ella. Me respondieron que ya no participaba de la Iglesia en general. No sé cómo siguió su camino.

En mi experiencia pastoral una importante cantidad de personas se acercan a Dios al comienzo por bienes temporales que necesitan, ya sea curación de enfermedades, trabajo y capacidad de mejorar el sustento familiar y protección contra el mal. Aunque les aconseje casi nunca oyen. No buscan a Dios sino los beneficios que pueda hacerles y apenas los obtienen se olvidan del Señor o permanecen agradecidos un período pero al final su fe se enfría. ¿De qué te sirve ser curado de una enfermedad temporal si ello no te ayuda a cuidar tu salvación eterna? Alargarás tus días en el tiempo pero perderás tu alma. ¿Cuánto provecho sacas de mejorar tu situación económica si luego no te alimentas con su Gracia? Nutrirás tu cuerpo pero tu espíritu será desnutrido sino te alimentas con su Palabra y con su Eucaristía. ¿Para qué el Señor te libera de los males sobrenaturales presentes sino perseveras en no caer en la tentación? Pues aunque te libere de estos demonios hoy volverás a ser presa de ellos –y de un modo peor-, si no te conviertes e inicias un camino de penitencia y oración.

Incluso debemos considerar la situación de quien ha recibido y ejercita estos dones sobrenaturales. ¿Has recibido el don de sanación, de profecía, de intercesión con fe, de expulsar demonios o cuales fuera? ¡Pon atención en cómo los usas! Porque uno ya ha visto suficientemente cómo esos dones concedidos gratis por Dios para hacer el bien pueden ser mal usufructuados. Y son orientados a la propia fama, a crearse un halo de poder y santidad, a amasar popularidad eclesial y a negociar con ellos. Tal desviación distorsiona el don, es una infidelidad a Dios y un engaño a los demás.

Estos bienes sobrenaturales pues, cuando solo son estimados por sus provechos temporales, ningún gozo merecen, ya que así considerados son incapaces de unir el alma a Dios por el amor.

En todo caso nos gozaremos en ellos cuando produzcan el reconocimiento de Dios por la fe y la alabanza por sus obras de amor. Nos gozaremos cuando quienes los hayan recibido gratuitamente para hacer el bien los ejerciten gratuitamente para Gloria de Dios en fidelidad. Nos gozaremos cuando aquellos que reciban algún bien sobrenatural con provecho temporal den un paso más y descubran que el mayor provecho espiritual es conocer a Dios, saber que nos ama y que obra nuestra salvación. Entonces cuando estos bienes sobrenaturales nos ayuden a quedarnos en Dios y buscar la unión con Él ciertamente tendremos gozo.

 


PROVERBIOS DE ERMITAÑO 114


 

PROVERBIOS DE ERMITAÑO 113


 

DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ 39




 CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 39


LOS GOZOS POR BIENES MORALES, POSIBLES DAÑOS Y CONSEJOS

 

Estimadísimo hermano y amigo del camino, consideremos ahora según tu sapiencia, cuáles podrían ser los daños de mal gozarnos en bienes morales y cómo protegernos de estos peligros.

 

“El primer daño es vanidad, soberbia, vanagloria y presunción.” (SMC L3, Cap. 28,2)

 

¿Te crees bueno? Ya andas errado. Vuelve a tu humildad y recuerda que eres un penitente en camino. Agradece la vida virtuosa que llevas en Gracia de Dios y suplica que te proteja de no caer en la tentación. Hasta el Juicio personal no estarás seguro y aún el Juicio no te pertenece. Sigue caminando humilde y penitente.

 

El segundo daño comúnmente va encadenado de éste, y es que juzga a los demás por malos e imperfectos comparativamente, pareciéndole que no hacen ni obran tan bien como él, estimándolos en menos en su corazón.” (SMC L3, Cap. 28,3)

 

Obviamente se sigue del primer daño, colateralmente. Pues quien presume de sí y de su vida virtuosa tiende a compararse y considerar a los demás por inferiores. En cambio a mí el Señor me ha mostrado que cuantas veces advierta pecado en mis hermanos rápidamente considere: “todos los pecados podrían ser míos”. Sólo entonces podré reafirmarme en virtud humilde y buscar prudentemente rescatar por caridad a mis semejantes. La Caridad no es presumida y supera todo escándalo.

 

“El tercero daño es que, como en las obras miran al gusto, comúnmente no las hacen sino cuando ven que de ellas se les ha de seguir algún gusto y alabanza.” (SMC L3, Cap. 28,4)

 

Por eso procura obrar en escondido donde tu Padre ve en lo secreto e inclínate a aquella obra que será menos publicitada y que está más a contracorriente de tu natural.

 

“El cuarto daño se sigue de éste, y es que no hallarán galardón en Dios, habiéndole ellos querido hallar en esta vida de gozo o consuelo, o de interés de honra o de otra manera, en sus obras.” (SMC L3, Cap. 28,5)

 

“Para huir este daño, esconder la obra, que sólo Dios la vea, no queriendo que nadie haga caso. Y no sólo la ha de esconder de los demás, más aún de sí mismo, esto es: que ni él se quiera complacer en ella, estimándola como si fuese algo, ni sacar gusto de toda ella.” (SMC L3, Cap. 28,6)

 

“Por amor de Dios”, ya lo hemos tratado.

 

“El quinto daño de estos tales es que no van adelante en el camino de la perfección; porque, estando ellos asidos al gusto y consuelo en el obrar, cuando en sus obras y ejercicios no hallan gusto y consuelo, que es ordinariamente cuando Dios los quiere llevar adelante -dándoles el pan duro, que es el de los perfectos, y quitándolos de la leche de niños, probándolos las fuerzas, y purgándolos el apetito tierno para que puedan gustar el manjar de grandes-, ellos comúnmente desmayan y pierden la perseverancia de que no hallan el dicho sabor en sus obras.” (SMC L3, Cap. 28,7)

 

Hay que “masticar Cruz”. ¿Acaso una vida virtuosa espera escalar la cima de la santidad sin la Cruz? ¡Qué absurdo! Hay que “digerir Cruz”. Alimento de maduros.

 

“El sexto daño de éstos es que comúnmente se engañan teniendo por mejores las cosas y obras de que ellos gustan que aquéllas de que no gustan.” (SMC L3, Cap. 28,8)

 

Ya lo hemos comentado pero vuelvo a traer tus palabras. “Procure siempre inclinarse: no a lo más fácil, sino a lo más dificultoso; no a lo más sabroso, sino a lo más desabrido; no a lo más gustoso, sino antes a lo que da menos gusto; no a lo que es descanso, sino a lo trabajoso; no a lo que es consuelo, sino antes al desconsuelo; no a lo más, sino a lo menos; no a lo más alto y precioso, sino a lo más bajo y despreciado; no a lo que es querer algo, sino a no querer nada; no andar buscando lo mejor de las cosas temporales, sino lo peor, y desear entrar en toda desnudez y vacío y pobreza por Cristo de todo cuanto hay en el mundo.” (SMC L1,Cap.13,6)

 

“El séptimo daño es que, en cuanto el hombre no apaga el gozo vano en las obras morales, está más incapaz para recibir consejo y enseñanza razonable acerca de las obras que debe hacer.” (SMC L3, Cap. 28,8)

 

Tristemente muchos cristianos se conforman rápidamente con una serie de cumplimientos, un “portarse bien meritorio” pero siempre a su alcance y bajo su mano. Propongámosles entregar su vida por entero y sin reserva a Cristo abrazarse al Crucificado y veremos qué responden. La peor tentación contra la santidad es la mediocridad, pues nos convencemos que no andamos mal y que tampoco es para tanto la exigencia. Ni en pecados ni en santidad, ¿dónde estamos? La tibieza mata el Amor de Dios en el alma.

 


PROVERBIOS DE ERMITAÑO 112


 

PROVERBIOS DE ERMITAÑO 111


 

POESÍA DEL ALMA UNIDA 30

 



Hasta que amaine el temporal

Esta ermita será refugio y profecía

 

Hasta que amaine el temporal

Una vida lanzada hacia el silencio

 

Hasta que amaine el temporal

Alabanzas a Cristo Señor que rompen cadenas

 

Hasta que amaine el temporal

La ermita como desierto verde y fecundo en lo secreto

 

Hasta que amaine el temporal

Una vida lanzada al sacrificio

 

Hasta que amaine el temporal

Gozosos y puros incendios de amor divino

 

Hasta que amaine el temporal

Mi ermita un espacio de Cielo abierto

 

Hasta que amaine el temporal

Una vida lanzada hacia la Cruz bendita

 

Hasta que amaine el temporal

Primicias de Gloria en la tierra de los hombres

 

 

PROVERBIOS DE ERMITAÑO 110


 

POESÍA DEL ALMA UNIDA 35

  Oh Llama imparable del Espíritu Que lo deja todo en quemazón de Gloria   Oh incendios de Amor Divino Que ascienden poderosos   ...