"Cantar de amadores. Acerca del inicio de la contemplación." (2019)
“¡Que me bese ardientemente con su boca!” (1,2a)
¡Oh glorioso escándalo y apasionado
desatino! ¿Qué alma es ésta que se atreve a pedirle tanta intimidad a su Rey y
Señor? Es un alma encendida e incendiada y como tal desvergonzada en el amor.
Porque éste su amor no es suyo sino llama vibrante que la quema y la hiere,
llama que le trajo la flecha punzante que la ha atravesado toda entera. Alma
inflamada y ya desnuda sin rastro de vergüenza ante el Señor. Y no es éste su
pedir sino el clamor que a una voz hace con el mismísimo Señor, pues es Él
quien la alienta a tanto insistir. ¿Acaso no fue Él quien la sacó de su estado
y la hizo traspasar el umbral? ¿Acaso no fue Él quien la acarició y la puso en
bienaventurada fuga? ¿O acaso tampoco fue Él quien la encegueció, quien la puso
en la noche y le regaló el sentido interior para verle sin verle y así andar
tras Él mejor? Ahora Él, que la ha encerrado en un capullo para purificarla
hasta la raíz, que trabaja sin cesar en sus profundidades excavándola y
vaciándola por completo, que la deja en la intemperie frente a la tormenta, que
la colma con sequedades y purificaciones para fortalecerla y bien templarla a
recibirlo; ahora Él también la incita a
pedir el don de la unión.
Si
una caricia la puso en fuga, si una mirada la desnudó y la dejó en tinieblas,
si un toque la atravesó hiriéndola y transformándola, ahora quiere un beso.
Pasar del noviazgo con todos sus raptos y pruebas a una unión más duradera.
Desea el alma que apure su Amado el tiempo de la noche, que descargue ya todos
sus trabajos y cauterios y flechas, que la vacíe ya, que la tome ya, que la
haga morir ya para gozar de la unión, de la participación serena y total en
cuanto en esta vida es posible de su Ser. ¡Ay, que la rapte tanto que ya no
pueda más que vivir enteramente raptada para siempre! ¡Ay, que la introduzca
tanto en su muerte y su sepulcro que ya no viva más que resucitada! ¡Que se
apaguen por la recompensa de un beso todas las fascinaciones de este mundo y ya
no vuelvan a encenderse! ¡Que se mueran los quereres y que no quede otro querer
más que el del Amado hecho uno con el querer del alma!
¿Y
si no se esperara la dulcísima meta del beso de la unión cómo podría el alma
soportar la dolorosa purificación que en la noche del capullo realizará el
Amado para que pueda recibirlo? ¡Sí, apura todos tus trabajos, cauterios y
flechazos; apura las pruebas, mortificaciones y contradicciones; apura todo el
dolor de la noche hasta la altura de
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