"IMÁGENES. un acercamiento al itinerario contemplativo." (2020)
4. Cuando se desata un nudo
Cuando
se desata un nudo la cuerda libera una energía contenida allí y se queda
relajada. Cuando se desata un nudo el objeto asido queda libre. Cuando se
desatan varios nudos, ya sean contiguos o superpuestos, el hilo gana en longitud.
Cuando se desata un nudo lo anudado cambia hacia un nuevo comienzo.
El nudo que se desata es el del deseo. La
iniciativa de Dios al darse de forma nueva y más cercana en aquella noticia
amorosa, general y atrayente, no sólo ha dejado al descubierto la profundidad
que somos... ha aquietado ese fondo deseoso de él y capaz de recibirlo. Y su
amor en aquella dulce y suave noticia lo ha desanudado provocando su
dilatación. Al calor del amor el deseo se ha dilatado y puesto que es lo más
propio del alma, y ya que en ella todo nuestro ser resuena y es llamado a
resonancia, también el corazón se ha dilatado y las paredes de la afectividad
parecen haber cedido y agrandado el espacio; la inteligencia ha comenzado a
comprender algo en modo diminuto y muy oscuro de la novedad que acontece; la
memoria parece haber sido envuelta en una cálida caricia que le incita la
esperanza de que toda la vida, a través de un recuerdo general que recupera
ahora con gozo, ha estado preñada de Dios y hacia él se ha encaminado secretamente;
la voluntad quiere atarse con más decisión a Aquel que la busca, la seduce y la
llama; hasta el cuerpo llega esta marejada experimentándose misteriosamente
criatura.
El hombre ha sido desanudado para ser anudado
nuevamente. Ha sido suave y delicadamente invitado a salir de sí hacia el Otro,
quien es el único capaz de comunicarle la plenitud que ansía. Algo en él está
cambiando y dilatándose en vistas al amor; un amor mayor y desproporcionado, un
amor gratuito y no merecido... Algo en él está cediendo ante los embates
tiernos del amor que viene.
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