7. La otra orilla. ITINERARIO CONTEMPLATIVO.



"IMÁGENES. Un acercamiento al itinerario contemplativo." (2020) 


7. La otra orilla

 

            No sucede con todos los ríos, sólo con algunos; con aquellos cuyo ancho es tal que la otra orilla apenas si puede ser divisada por su ribera. Así aquella orilla queda envuelta en el misterio causando el interrogante por lo que en ella hay más allá de esos matorrales verdes y densos que luce junto a las aguas tranquilas y cantoras.

Yo he conocido algunos ríos así. Siempre me han provocado el deseo de cruzarlos para descubrir la otra orilla que nunca he mirado con pesimismo, de ella he esperado que sea maravillosa y encandilante. Mas en verdad nunca me he lanzado a nado por ellos, no me he atrevido a dar rienda suelta a ese impulso desproporcionado. Sólo en ocasiones me he quedado parado junto a las aguas y he lanzado en ellas algunas flores, unos pequeños ramilletes, y los he visto navegar despacio hacia la otra orilla experimentando la dificultad de frenar el deseo de irme yo mismo con ellos.

La otra orilla seguía ahí, incitando a la mirada, a descubrirla más de cerca.

           

Claramente el contemplador viene intuyendo, en este recogerse en el amor y por él ser enlazado, que la experiencia tiene otra orilla que le deparará un terreno totalmente desconocido y novedoso. Todavía no sabe cómo ni cuándo la alcanzará (ni siquiera sabe que en realidad será alcanzado por ella) pero sí sabe por qué: porque el amor debe crecer aún más, así lo reclama el deseo, hacia un encuentro con el Amado cercanísimo e íntimo.

Todavía en esta orilla, aunque viviendo ya algo en la otra, o mejor, con el sentido despierto a la otra orilla y más dormido a ésta, aprende en el deseo a hacer de su contemplación un lanzar flores, pequeños ramilletes que surgen de los albores primeros del incendio: Amado mío, Esposo mío, ven... Con tu Fuego, ven... Arrástrame hacia ti...

Recogido en la noticia de amor que le llega apenas puede, en el deseo, responder con pequeñas palabras y expresiones sin ningún hilo argumentativo, balbuceos del alma que ansía la unión.

Ya todo está dispuesto para un salto cualitativo. Un salto que no puede tener otro resorte que un desborde del amor. Ya viene lo imprevisto...


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