Abba Desierto 4

 



"Apotegmas contemplativos" (2021)


Decepcionado en sus expectativas uno le interpeló:

-Abba Desierto, tú no tienes nada.

Sonriendo le dijo:

-Te equivocas, tú mismo lo dices. Yo tengo nada.

 

Nada, nada, nada… Quien viene al Desierto debiera recitarlo como un mantra. Pues cada pertenencia suya, material o espiritual, es un costado abierto para que le muerda e inocule su veneno la tentación. Cada pertenencia suya es un punto de interés donde se aleja de su Dios y comienza a erigirse un ídolo. Nada, nada, nada… Orar así debe el contemplador hasta que cuaje en Vida Nueva. Todo, todo, todo…

El Desierto te ofrecerá purificación. No tiene más que darte sino desapego y renuncia. El desasimiento es la tarea propia de quien mora en el Desierto. Muchos orantes nunca avanzan porque se resisten a esta ley vital e ineludible. Quieren buscar algo para sí –como si derecho tuviesen-  en vez de afirmar: “Soy pobre. Padre, pero cuanto tengo te lo doy porque es tuyo; venido de Ti vuelva a Ti.”. Y si algo se le dona diga simplemente con asombro verdadero: “¿Acaso hay algo para mí que nada merezco?”

La desapropiación interior será larga tarea de maduración. En el hábito de la oración ¡será tan urgente deslindarse de los gustos! Algunos se viven regodeando en sus experiencias espirituales. No pueden ir más allá de su narcicismo y por si fuera poco acostumbran también exhibir impúdicamente sus tratos con Dios bajo apariencia de testimonio. Más les valdría aceptar y llorar su pecado: pretenden ser admirados y aplaudidos, nada más.

Nada, nada, nada… En cambio tú desprecia cuanto de gusto te traiga tu encuentro con Dios. Es solo la cáscara y el envoltorio que tu naturaleza frágil aún necesita. Sólo una cosa importa: la obra del Señor en ti. Lo que percibes es lo que interpretas; es provisorio y pasa. Lo que no ves aún en la profundidad escondida es lo que Él hace; y lo que Él hace permanece y te transforma.

La purificación del alma se hará por la vida de penitencia, la cual intencionalmente se practica pero sobre todo la Providencia sabia acerca. El Padre que nos ama trae misteriosamente siempre en crecientes oleadas Cruz, Cruz, Cruz…

El contemplativo experimentará aquel oculto cauterio en purificación de Amor que prepara a la Unión. Dios trabaja, hiere y excava en Amor. ¡Oh santo sepulcro de Cristo donde habremos de ser metidos!

Nada, nada, nada… El pobre y desnudo, el desasido y desapropiado podrá unirse a su Señor. Todo, todo, todo…


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