POESÍA DEL ALMA UNIDA 8





Eucaristía

            Tan humilde y pobre

            Haciéndote tan frágil

Incalculablemente

Indescifrablemente

Fuera de pronóstico

Inaudito

Abierto y disponible

Asumiéndonos

 

Todo el Pesebre

En la Eucaristía late

Toda esa bendita noche

Iluminada y silenciosa

Canta

Tu Encarnación

La condescendencia infinita

De tu Amor divino

          Que por un momento parece

Devolvernos a la ternura

Y a la calidez de tu Abrazo

Pero que tan pronto

Se disipa en indiferencia

Persistente y fría

 

Toda tu Cruz

En la Eucaristía

Nos atraviesa y nos desnuda

Por eso huimos

Buscamos excusas

Nos anestesiamos

En vagas costumbres

Pretendemos hacerla una obra nuestra

Para acallar el grito desgarrador

Del Madero que crujiendo clama

 

Eucaristía

Tú buscándonos

Entregado sin reservas

Y Tú a las puertas

            De nuestro corazón incierto

Que requiere hondura

Para poder recibirte

Y celebrar el encuentro

Gozarse contigo

En Alianza definitiva y nueva

 

Eucaristía

Tu locura de amor

            Y nuestra locura de desprecio

Tu Pesebre y tu Cruz

Todo un Dios rechazado

            Y toda una humanidad perdida

 

Eucaristía

Tú el Fiel Amante

Que permanece ofrecido

            Invitándonos a la cordura

            De llegar a ser ofrenda

  Y así conocer el Amor

 

 

Isaías I: el profeta del Dios tres veces Santo (11)




El segundo oráculo sobre el Emanuel

 

La preparación del oráculo se hace en 8,22-23a donde se describe como una vuelta al caos primordial. De nuevo la tierra parece un espacio confuso, desordenado y oscuro como en el relato del Génesis. El profeta insinúa que ha tornado a ser lo opuesto al Reinado del Dios Santo. El pueblo que anda atrapado e inmerso en el pecado, lejos de la mano del Creador, hace retornar el caos sobre la faz de la tierra.

 

“…la tierra oteará, y sólo habrá cerrazón y negrura, lobreguez prieta y tiniebla espesa. Pues, ¿no hay lobreguez para quien tiene apretura? (Is 8,22-23ª)

 

“La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo…” (Gn 1,2)

 

Pero en 8,23b se anuncia la futura gloria de la Galilea de los pueblos. Se trata del territorio del norte, donde se asentaron los paganos, que transportaban y trabajaban como artesanos los materiales usados para la construcción del Templo durante el reinado de Salomón. No podían adentrarse más en el país a causa de su impureza, dando origen a una población marcada por su heterogeneidad étnica y religiosa. Era una región menospreciada como tierra profanada e impura por el contacto con los cultos idolátricos. Sin embargo desde allí surgirá la esperanza según la palabra profética. Obviamente la aparición de Jesús Mesías desde Galilea actualizará y pondrá en valor la profecía.

 

“Como el tiempo primero ultrajó a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí, así el postrero honró el camino del mar, allende el Jordán, el distrito de los Gentiles.” (Is 8,23b)

 

En este momento histórico ha concluido la guerra Siro-Efraimita e Israel –el reino del Norte-, ha sido derrotado y castigado por su rebelión: Asiria le impuso un tributo más duro, deportó a gran parte de la población judía y los suplantó con otros pueblos, también anexó a Zabulón y Neftalí a su Imperio.

En este contexto Isaías propone su segundo oráculo sobre el Emanuel. Les propongo leer, según la siguiente subdivisión, el texto contenido en Is 9,1-6:

 

a) Is 9,1 La liberación de Galilea, ese lugar fronterizo donde reina un yavismo impuro, anuncia la universalidad de la salvación. También a los gentiles les llega la salvación del Dios único.

 

“El pueblo que andaba a oscuras...”

 

b) Is 9,2 Se ofrece una referencia implícita al Emanuel (Dios con nosotros); a la presencia de Dios en medio del pueblo que provocará la alegría-regocijo. Incluso en la oscuridad más profunda aparece la luminosa gloria de Dios.

 

“…vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos. Acrecentaste el regocijo, hiciste grande la alegría. Alegría por tu presencia, cual la alegría en la siega, como se regocijan repartiendo botín.” 

 

c) Is 9,3-4 Se pinta en una imagen belicista el poderío imperial de Asiria. Pero se lo describe en toda su crueldad solo para anunciar que el Señor ha decretado su final. Ese poder opresor se derrumbará.

 

“Porque el yugo que les pesaba y la pinga de su hombro -la vara de su tirano- has roto, como el día de Madián. Porque toda bota que taconea con ruido, y el manto rebozado en sangre serán para la quema, pasto del fuego.”

 

d) Is 9,5 Sin embargo el medio utilizado por Dios para tal cancelación es inaudito y desproporcionado, diría en términos históricos que es absurdo: un niño recién nacido.

Este niño es hijo del pueblo. Si el rey lleva una mancha sobre su hombro, el niño lleva sobre su hombro el señorío de Dios. Los títulos que se le adjudican –nadie se inquiete- son propios de la coronación del faraón en Egipto o del rey en Babilonia. El artificio de multiplicar títulos es por acumulación un signo de grandeza. Por tanto se insinúa al usar estos títulos profanos un Señorío más grande que el de los señores de este mundo.

Pero claramente se pueden leer también en continuidad con la historia de Israel: Maravilla de consejero por Salomón; indicando el don de sabiduría. Dios Fuerte por David; dotado con la Fortaleza de Dios. Siempre padre por Abraham; por tanto encarnación y cumplimiento de la promesa. Príncipe de paz por Melquisedec-Salomón; alusión a la santidad-gloria como esplendor de la Alianza (Shalom-Paz).

 

“Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el señorío sobre su hombro, y se llamará su nombre «Maravilla de Consejero», «Dios Fuerte», «Siempre Padre», «Príncipe de Paz».”  

 

e) Is 9,6 Finalmente se hace una referencia a la casa de David; estableciendo que el niño será verdaderamente el Rey-Mesías según el proyecto de Dios.

 

“Grande es su señorío y la paz no tendrá fin sobre el trono de David y sobre su reino, para restaurarlo y consolidarlo por la equidad y la justicia, Desde ahora y hasta siempre, el celo de Yahveh Sebaot hará eso.”

 

La Salvación por lo pequeño

 

El anuncio del Emanuel en Isaías, no es sino el anuncio de que la Salvación de Dios no se realiza por los medios que los hombres esperan. Mientras nosotros pondríamos la mirada expectante en toda exhibición de grandeza y poder, Dios decide actuar desde lo que es pequeño y pobre, desde lo humilde y diría hasta desde lo frágil.

Es desproporcionado el niño pequeño recién nacido –el campeón del profeta, el campeón de Dios-, frente al poder del Rey de Israel y más aún frente al embate arrasador del Imperio Asirio. Como será desproporcionado el Niño nacido y recostado en un pesebre en Belén –tan claramente en continuidad con el Desnudo de la Cruz-, para enfrentar al mal, a todo el mal de todos los tiempos. Pero así es Dios y así obra nuestra Salvación.

Nuestra Iglesia contemporánea debe convertirse de nuevo y siempre a la pequeña pobreza de Dios. No le encontrará a su Señor ni entre los poderosos de este mundo con sus pretendidas agendas globalistas, ni entre las rancias causas revolucionarias en favor de los excluidos en términos sociológicos y políticos. No lo encontrará en las miradas ideológicas de los hombres pues la lógica de Dios simplemente no es de este mundo.

La mirada de la Iglesia debe volver a ser más espiritual. Y esto no quiere decir descomprometida con la historia, alienada o alienante, desencarnada y evasiva. “Espiritual” quiere decir más en sintonía con el ser y obrar de Dios. La pequeña semilla que crece, el fermento en  la masa, el Niño Dios en el Pesebre, el Dios Desnudo y Crucificado, su humilde y silenciosa Presencia en la Eucaristía. “Espiritual” quiere decir contemplativa. La Iglesia contemporánea solo podrá gozar de la Salvación de Dios si recupera una mística contemplativa.


ABBA VIENTO



Apotegmas contemplativos (2022)


Abba Viento se encontraba serenamente entretenido

observando una hoja reseca y pobrecita

que navegaba dando volteretas y dibujando figuras

imposibles de pronosticar

según el mandato que recibía del viento.

-Abba, ¿qué miras?

Y le respondió a su discípulo:

-Espero estar viéndote a ti en el futuro.

Porque ya lo dijo el Señor y Maestro:

“El viento sopla donde quiere,

tú oyes su voz pero no sabes

de dónde viene ni a dónde va.

Así es todo el que ha nacido del Espíritu.”

 

            La vida contemplativa es andar en el Viento. Toda la honda purificación amorosa que el Padre ha querido para nosotros en la Cruz de Cristo nos ha posibilitado ser libres; ser libres para vivir en el Espíritu. ¿Acaso no es justamente esto llevar una Vida Nueva, una vida resucitada? Ser libres para recibir la Unción del Don que viene de lo alto. Pentecostés.

            En verdad solo cuando se han perdido todas las cosas, cuando la Unión se ha vuelto madura y estable condición de vida, el alma se encuentra disponible con sencillez, cimentada en humildad, abierta a cuanto Dios quiera y le solicite. Pues el contemplativo ya solo quiere lo que Dios quiere, se encuentra en sintonía con los gemidos inefables del Espíritu. Sólo después de morirse en Él se puede renacer en Él. Ha florecido la Pascua. Es Pentecostés. Tiempo de permanecer celebrando la inhabitación de Él en nosotros como de nosotros en Él que aguarda consumación en Gloria.

            Y el Espíritu Santo que viene cual viento del desierto, sorpresivo e inesperado, envolvente y sin dejar flanco por cubrir, ¡es tan capaz de transformarlo todo! “La mano del Señor se posó sobre mí y me sacó…”, sería la expresión profética. Tú no sabes de dónde viene ni a dónde va, ni cómo te saca y te pone, ¿pero qué importa eso? ¡Es gozo lo que te invade cuando el Espíritu irrumpe, es júbilo lo que te gana cuando te transporta! No hay atisbo de tristeza en este desapego, no hay queja alguna en esta humilde pobreza santa, sino dicha y plenitud de ser quien estás llamado a ser: alguien que simplemente planea en el Viento.

            ¡Extiende pues tus alas! Ya no te limites a vuelos cortos y rastreros, nunca demasiado lejanos de la superficie y de sus mediocridades. Asciende. Desde lo hondo del alma un delicado toque, una caricia casi imperceptible te avisa de la omnipotencia del Amor que te habita y excede. Elévate. Porque con finísimo y delicado aroma se esparce el Espíritu impregnándolo todo en tu interior, bálsamo untuoso que da Vida. Se esparce su Unción manando desde la profundidad más escondida de ti. Extiende tus alas. Tu voluntad, inteligencia y memoria ya purgadas y entrenadas a recibir su venida, pueden desplegarse ya en toda su donada envergadura. Se arremolina tan suave y poderoso el Viento. Deja entonces que impacte enteramente en ti y te levante el Espíritu Santo Paráclito. Extiende tus alas.

La vida contemplativa es andar en el Viento. Un renovado y perenne Pentecostés.

       

   

POESÍA DEL ALMA UNIDA 7

 



Los Tres amándose en mí

Porque es Uno el Amor

En circulación tan viva

Tan lleno de Luz y Gloria

 

¡Oh alma que goza extasiada!

Los Tres amándose en mí

Testigo arrobada

De Un Amor que procede

Sin reserva ni apego

Sin incremento ni mengua

Infinito en su Don

 

Y en total intercambio de Tres

Que se dan tan entera

Como eternamente

Sin perderse al donarse

El Amor que es Uno

Procesiona hacia el tiempo

Tan capaz de cercanía

Los Tres amándose en mí

 

¡Oh Misterio escondido!

¡Oh gratuita convocación eterna!

¡Oh libérrima condescendencia divina!

¡Oh Misericordia Santificante!

Los Tres amándose en mí

Porque es Uno el Amor

Que anticipa y promete

Aquella Comunión beatífica

Uno amando en los Tres

Amando con Su Único Amor

Siendo amado y amante en su Amor

¡Oh Misterio escondido!

 

 


Isaías I: el profeta del Dios tres veces Santo (10)

 



El anuncio del Emanuel

 

Nos adentramos en textos famosos y ampliamente citados de Isaías. Pues en los caps. 7-12 hallamos el llamado libro del Emanuel, que contiene tres oráculos mesiánicos releídos por el cristianismo como anuncio profético de la futura encarnación del Hijo de Dios.

 

El capítulo 7 y el primer oráculo sobre el Emanuel

 

El contexto es el reinado de Ajaz y la guerra Siro-Efraimita. Israel se alía con Siria para sitiar Jerusalén, intentando obligar a Judá a entrar en su coalición y sublevarse contra Asiria. Ajaz por el contrario celebra alianza con Asiria para defenderse. El resultado es que termina introduciendo cultos asirios en Judá e incluso sacrifica a esos dioses a su único hijo y heredero. Se trata de un acto de idolatría que rompe la Alianza y pone en peligro toda la dinastía davídica.

Isaías le propone creer en Yahvéh y en un primer encuentro va con su hijo Sear Yasub (un resto volverá) llamándolo a la fe-conversión (7,1-9).

 

“«¡Alerta, pero ten calma! No temas, ni desmaye tu corazón por ese par de cabos de tizones humeantes…   Si no os afirmáis en mí no seréis firmes.»” (Is 7,4.9)

 

En un segundo encuentro Isaías invita al rey a pedir un signo, no un milagro sino una señal en la cual apoyar la fe.

 

“Volvió Yahveh a hablar a Ajaz diciendo: «Pide para ti una señal de Yahveh tu Dios en lo profundo del seol o en lo más alto.»  Dijo Ajaz: «No la pediré, no tentaré a Yahveh.» Dijo Isaías: «Oíd, pues, casa de David: ¿Os parece poco cansar a los hombres, que cansáis también a mi Dios?” (Is 7,10-13)

 

Pero ante la negación del rey, Dios mismo se la dará. En el fondo Ajaz es un escéptico; le da igual Yahvéh que otros dioses.

 

“Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. Cuajada y miel comerá hasta que sepa rehusar lo malo y elegir lo bueno. Porque antes que sepa el niño rehusar lo malo y elegir lo bueno, será abandonado el territorio cuyos dos reyes te dan miedo. Yahveh atraerá sobre ti y sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días cuales no los hubo desde aquel en que se apartó Efraím de Judá…” (Is 7,14-17)

 

¿Quién es esta misteriosa mujer que será madre? ¿La promesa de la doncella encinta se refiere a Abiáh, esposa de Ajaz y futura madre de Ezequías? Si la cronología deuteronomista es exacta el oráculo es del 734, cuando Ezequías ya contaba con 7 años; pero sabemos que no siempre se puede confiar en esa cronología.

La profecía sobre todo quiere expresar -no sabemos si con referencia o no a personajes concretos-, que la dinastía davídica continuará porque Dios es fiel a sus promesas. El oráculo presenta a un futuro rey ideal, defensor y garante de la vida de su pueblo, quien es compatible a todas las expectativas que se tienen de un rey. Es un oráculo, profetizado en público pero que Ajaz no aceptó, por eso el castigo será la invasión Asiria según Is 7,18-25. Sin embargo el pueblo lo acogió desde la perspectiva mesiánica. Miqueas lo continuará en Mi 5,2: “Por eso él los abandonará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz.

La traducción de los LXX cambiará el término “doncella” (en hebreo almáh), usado para una mujer que biológicamente ya es capaz de tener hijos y entonces puede ser dada en nupcias, por el concepto “virgen” (en griego partenos). Este desplazamiento semántico facilitará la relectura cristiana del oráculo, identificando claro a la mujer profetizada con la Virgen y Madre María, luego al niño rey futuro y esperado con el Mesías Jesucristo.

 

No desperdiciar los signos de Dios

 

Yo creo que Dios es fiel y no abandona a sus hijos. Soy testigo de que cuando nos descarriamos intenta devolvernos al camino. Nos llama la atención, nos ofrece signos y nos hace señales. También las da con delicadeza de Caridad divina cuando le busca un creyente enamorado. Solo que el creyente por su fe ve e interpreta los signos, más el incrédulo por su impiedad suele desaprovecharlos.

En primer lugar pues me nace pedirle al Señor que no nos deje caer en la ofuscación. Porque a veces podemos andar como “caballo con anteojeras”, focalizando la vista en un solo punto pero sin ningún registro del panorama.

A veces me pregunto si algo de esto no le ha pasado a la Iglesia peregrina del siglo XX. Se ha preguntado sobre sí misma, su identidad y su misión. Ciertamente ha sido un proceso de reencuentro con sus fuentes, sus orígenes e historia. Pero también se ha interrogado sobre su sentido intentando re-leer su relación con la Modernidad como re-entablar su vínculo con el mundo. ¿Y qué ha acontecido? No estoy aquí señalando nada acerca del Concilio Vaticano II ni su valoración. Estoy describiendo lo que ya se ha dicho hasta el hartazgo: “se preveía una primavera y ha llegado el otoño”. ¿Habrá en esto algún signo? ¿Cuál es su significado? Además el abrazo eclesial al mundo no encontró la receptividad buscada, todo lo contrario parece haberse agudizado la secularización y los ataques contra la Iglesia. ¿Habrá en esto algún signo? ¿Cuál es su significado? Por si fuera poco la mismísima Modernidad es discutida; primero postulamos la Pos-Modernidad y últimamente presagiamos que solo es la punta del iceberg de un cambio epocal con toda su envergadura inimaginable. ¿Habrá en esto algún signo? ¿Cuál es su significado? No lo sé o al menos no quisiera debatirlo aquí. Solo vuelvo sobre el “caballo con anteojeras que no tiene panorama”. Quizás Dios esté ofreciendo señales que no vemos. Quizás solo esperamos que aparezcan los signos que prefijamos y no los que Dios da. ¿Qué son exactamente los “signos de los tiempos”? No seamos como Ajaz.

Un amigo mío no me perdonaría si no introduzco las numerosas apariciones marianas en mi comentario. Saltándonos ahora toda disquisición sobre el discernimiento eclesial de las mismas, es evidente que tienen un núcleo penitencial. Se nos llama a volver a Jesucristo, al arrepentimiento y a la conversión. Se nos invita a considerar las terribles consecuencias de una vida de pecado. Se nos urge a tomarnos en serio la Salvación de Dios. Se nos confirma el Amor  fiel del Señor. ¿Qué signo pues de Dios son las tales apariciones con sus mensajes para la Iglesia en el mundo, justamente para su identidad y misión? No seamos como Ajaz.

Quizás la pandemia ha sido otra gran señal o a mí me lo ha parecido. Ha dejado al descubierto la debilidad de nuestra fe. Se ha realizado una poda purificadora. Y por lo pronto abundan las justificaciones, las excusas o el “aquí no ha pasado nada, retomemos y sigamos adelante sin más”. Poco replanteamiento, escaso discernimiento, imperceptible arrepentimiento y conversión eclesial. No seamos como Ajaz.

Seguramente tú querrás aportar los cambios climáticos y los desastres naturales. Otros hablar de aquellos sectores tildados de conservadores y retrógrados pero que expresando un rasgo contracultural más marcado a veces son florecientes de adeptos. Y seguramente habrá multitud más de signos por aportar.  ¡Qué más da! Solo no seamos como Ajaz. No podemos contemplar al Emanuel, al Dios con nosotros, si no nos abrimos a los signos de Dios cuyo sentido con fe debemos indagar. No seamos como caballo con anteojeras que no tiene panorama. No seamos como Ajaz.

 

 

POESÍA DEL ALMA UNIDA 6

 



Vive palpita

Cruje el Fuego

Y ardido en su Luz

Ya acrisolado

En primigenios dias

Tan puro y simple

Crepito

 

Con calor de vida

Ardo y me alzo

O mejor Tú te levantas

Tan sereno como enérgico

Calmo y fuerte

Humilde y poderoso

Tranquilo Señor

De cuanto existe

 

Fundamento de todo

Lo sostienes todo

Y lo orientas todo

Hacia Ti

 

Y a mí no me queda

Sino contemplarte

            Extasiado

Cantando loas

A tu Providencia

Y clamar por el hombre altivo

Que elige quedarse ciego

                                   Y sordo

    Fríamente solo

 

Oh ven donde el Fuego

Que crujiente cobija

Y pequeño cual eres

Ya tan purificado 

Religado y rehecho

En su Ardor crepita

 

 

¿BABEL O PENTECOSTÉS? LA IGLESIA DEL ESPÍRITU







Dos relatos para releer en espejo

 

Cierta tradición exegética ha visto en el relato de Pentecostés la contracara de Babel. Si aquel antiguo proyecto desagradó a Dios y culminó en la confusión de las lenguas y la dispersión, la venida del Espíritu Santo parecería reintegrar la unidad de muchos pueblos en el Nuevo Pueblo de Dios. ¿Es exactamente así? ¿Es lícito mirar estos dos relatos en espejo y en qué sentido?

Obviamente son dos textos de una gran complejidad para ser analizados. No pretendo ahora tal tarea sino solamente resaltar algunos rasgos que nos permitan una mirada espiritual dirigida a Pentecostés y a la Iglesia configurada bajo el signo y la conducción del Espíritu.

 

 

1.      Babel

 

Leemos: “…y dijo Yahveh: «He aquí que todos son un solo pueblo con un mismo lenguaje, y este es el comienzo de su obra. Ahora nada de cuanto se propongan les será imposible. Ea, pues, bajemos, y una vez allí confundamos su lenguaje, de modo que no entienda cada cual el de su prójimo.» Y desde aquel punto los desperdigó Yahveh por toda la haz de la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por eso se la llamó Babel; porque allí embrolló Yahveh el lenguaje de todo el mundo, y desde allí los desperdigó Yahveh por toda la haz de la tierra.” (Gn 11,6-9)

¿De qué obra se trata y Dios no aprueba? “«Ea, vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la cúspide en los cielos, y hagámonos famosos, por si nos desperdigamos por toda la haz de la tierra.»” (Gn 11,4)

Sabemos que la primera parte del libro del Génesis -con su acento etiológico-  quiere dar cuenta de una escalada exponencial del mal en el mundo tal como se lo experimenta en el presente del escritor sagrado. Por un lado esta ciudad pues parece una decisión pos-diluviana tanto en el sentido del endiosamiento del hombre -en continuidad con el pecado de Adán- que quiere arrebatar para sí el trono del cielo; como en el sentido de la prevención y búsqueda de acceso a la seguridad de las alturas, donde el castigo divino ya no podrá alcanzarlo. Por otro lado, es totalmente verosímil que se trate de una descripción del proyecto de hegemonía imperial desarrollado por Babilonia. Israel se encuentra en el exilio a la hora de la redacción final el Pentateuco y se nota aquí una alusión a los templos verticales de aquella civilización.

Tendríamos además que preguntarnos si todos hablaban un solo lenguaje originario como se plantea: “Todo el mundo era de un mismo lenguaje e idénticas palabras.” (Gn 11,1) Se trataría de una humanidad que desplazándose hacia el oriente funda el proyecto de Babel (cf. Gn 11,2). Pero este dato contrasta vivamente con el capítulo 10 que le antecede, donde se describe una multitud de pueblos ocupando regiones diversas todos desde la descendencia de Noé por sus tres hijos. Allí el mundo pos-diluviano se presenta ya como pluri-étnico y pluri-cultural con diversidad de lenguas. Claramente esta contradicción en la narrativa nos muestra la sutura de tradiciones distintas.

Algunos detalles son sutilmente irónicos: los hombres quieren alcanzar el cielo con su torre pero no lo logran ya que Dios tiene que descender para observar la ciudad que construyen; ellos quieren ser famosos y no dispersarse pero finalmente terminan dispersos al ya no poder comprenderse. Dios actúa para que cese esa obra digamos, construida a sus espaldas y contra Él, tal vez una insinuación del designio del Señor en contra del proyecto hegemónico imperialista que desea imponerse sobre todo el mundo.

Finalmente es de notar que el relato no afirma que se produjeron multiplicidad de lenguas sino que los que hablaban un mismo lenguaje entraron en confusión y ya no podían entenderse.

 

 

2.      Pentecostés

 

Imposible ahora adentrarme con detalle en un relato tan venerado y potente en la vida de la Iglesia. Solo diré que se notan dos tradiciones diversas en la misma perícopa. Seguramente habría que apuntar a un texto más amplio que incluyese el discurso de Pedro, pero en el clásico recorte de Hch 2,1-11 por un lado se afirma una experiencia intensamente carismática, una acción poderosa del Espíritu que se manifiesta en viento y fuego y que les permite expresarse en diversas lenguas: “Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.”  (Hch 2,1-4)

La otra tradición nos dice qué le sucede a la multitud bajo la acción del mismo Espíritu: “Al producirse aquel ruido la gente se congregó y se llenó de estupor al oírles hablar cada uno en su propia lengua. Estupefactos y admirados decían: «¿Es que no son galileos todos estos que están hablando? Pues ¿cómo cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa? …todos les oímos hablar en nuestra lengua las maravillas de Dios.» (Hch 2,6-8.11)  Aquí se presume que los Apóstoles se expresaban en su lengua y cada quien en la multitud los escuchaba en la suya propia. Se da pues un fenómeno de comprensión por un lenguaje superior y unificador, un lenguaje por así decirlo que habla todas las lenguas: el lenguaje del Espíritu.

Ni entremos en el tema de la glosolalia o don de lenguas, es absolutamente superfluo y sobrevaluado. Me pregunto: ¿qué hacían en la casa los discípulos reunidos? En la narración de la Ascensión, San Lucas atestigua que el Señor Resucitado les pide no alejarse de Jerusalén y esperar lo prometido: el Espíritu Santo (cf. Hch 1,4-5). Pero luego se afirma: “Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?»” (Hch 1,6) El Señor responderá: «A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad, sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra.»” (Hch 1,7-8) ¿Que está sucediendo aquí? ¿Ellos tienen una óptica digamos “restauracionista” y el Resucitado un ángulo “misionero y profético”?

¿Quiénes estaban en la casa? “Entonces se volvieron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que dista poco de Jerusalén, el espacio de un camino sabático. Y cuando llegaron subieron a la estancia superior, donde vivían, Pedro, Juan, Santiago y Andrés; Felipe y Tomás; Bartolomé y Mateo; Santiago de Alfeo, Simón el Zelotes y Judas de Santiago. Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos. Uno de aquellos días Pedro se puso en pie en medio de los hermanos -el número de los reunidos era de unos ciento veinte-…” (Hch 1,12-15). Que su mirada se dirigía al pasado y que podría catalogarse como “restauracionista” lo indica la palabra posterior de Pedro que pide completar el número de los Doce, lo cual se concreta con la elección de Matías (cf. Hch 1,16-26). La mirada de Pedro vuelve sobre los orígenes históricos del movimiento de seguimiento a Jesús y busca asegurar el aspecto institucional de las doce tribus representadas en los doce apóstoles como símbolo del Nuevo Israel.

Me animaría a decir que San Lucas –que ya escribe con la amplia experiencia de décadas misioneras-, conociendo el recorrido que realmente se dio, insinúa que el Espíritu viene a abrir la óptica y mirar hacia adelante. De hecho creo que toda esa descripción casi violenta del viento huracanado y el fuego sobre y dentro de la casa son la indicación de que el Espíritu debió con su poder transformarles profunda y radicalmente. No solo se trató de cortar con el temor y abrir las puertas para el anuncio, sino que aún más se trató de ponerlos en horizontes nuevos, que no fue un rompimiento absoluto con la continuidad del pasado, sino una reorientación y un cambio de nivel hacia el futuro. Quizás sí en este calibre el fenómeno del don de lenguas o glosolalia signifique una experiencia mística de libertad, de aquella libertad que da el Espíritu a la comunidad de los creyentes para transitar los caminos insospechados de su Señor. La perspectiva eclesial no debía fundarse en la restauración cargada de institucionalidad sino en la conducción carismática del Espíritu que los lanzaba hacia la misión y el profetismo. Se cumplía así la palabra del Resucitado en la Ascensión.

 

 

3.      La Iglesia del Espíritu

 

Como si atara algunos cabos sueltos, percibo que es factible realizar esta mirada en espejo entre Babel y Pentecostés. Mi presunción es que esta dicotomía didáctica palpita y se actúa de continuo en la Iglesia que peregrina. ¿Por qué lo afirmo?

Pienso que siempre existirá entre los creyentes la tentación de Babel por la fama propagada y el poder hegemónico. No se expresará tal vez necesariamente así, sino como protagonismo y búsqueda de centralidad. Aparecerán en primer plano las distinciones y separaciones en niveles jerarquizados, ya sea por poder, por influencia y honor, por mayor antigüedad o la institucionalidad por la institucionalidad misma –es decir la preservación del status quo-. En fin todo una gama de apropiaciones indebidas.

De caer en ello la Iglesia mirará hacia el pasado de un modo insano, perpetuándose y queriendo sobrevivir en la repetición de vetustas seguridades humanas, encerrándose en su pequeña casa y obturando los horizontes novedosos del futuro de Dios. El Espíritu Santo deberá venir a romper las cadenas y abrir las puertas.

Como también estoy firmemente convencido que Pentecostés es como un permanente presente. El Don de lo Alto no deja de advenir sobre su Iglesia generando en los creyentes libertad para dejarse conducir y animar. Vence resistencias, provoca generosidad en la entrega de la vida y siembra la alegría de la Salvación.

La Iglesia del Espíritu –como erróneamente a veces se ha propuesto-, no es enteramente carismática y sin institucionalidad alguna. La Iglesia del Espíritu es una construcción de Dios que la organiza justamente con dones pastorales-autoritativos más ligados al servicio institucional de asegurar la conducción y animación común (unidad), y con dones carismáticos-místicos más lligados a la libertad creativa y enriquecedora de la Gracia (diversidad). Solo Dios y solo Él puede llevarnos a la unidad sembrando diversidad y venciendo nuestras tendencias a la uniformidad o a la anarquía. Y claro que un mismo miembro del Cuerpo puede recibir de ambas vertientes y armonizarlas el Señor con peculiares acentos. Permítanme, la Iglesia es un milagro del Pastoreo del Espíritu.

La Iglesia del Espíritu es exactamente eso, una experiencia fraterna de escucha del Pastoreo de Dios, una comunidad que percibe con certeza de fe, esperanza y caridad, el lenguaje divino y su sentido. Necesita claramente de discípulos desapropiados y abandonados a la acción del Señor por su Espíritu. Necesita de esa decisión personal y comunitaria por lanzarse en la dirección del Señor Resucitado: “No te preocupes por ti misma Iglesia, tu futuro está en las manos del Padre. No te detengas allí. No te ocupes en preservarte. Tu camino es la misión y la profecía a todo el mundo. Abre tus puertas y que sople el Viento que te conducirá.”

¿Ven? Babel y Pentecostés palpitan dentro de cada discípulo y de cada comunidad. Y tenemos una decisión por tomar que reaparecerá como disyuntiva hasta el final de nuestros días: “Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo?»  Respondió Jesús: «El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.»”  (Jn 3,4.8)

 


 

POESÍA DEL ALMA UNIDA 35

  Oh Llama imparable del Espíritu Que lo deja todo en quemazón de Gloria   Oh incendios de Amor Divino Que ascienden poderosos   ...