Escóndeme en lo escondido. Florecillas de contemplación




"Cantar de amadores. Sobre el inicio de la contemplación." (2019)


                                            Escóndeme en lo escondido

 

El verdadero contemplador ha gustado del Dios escondido. Tras la primera noche del alma se ha encontrado con Aquel que tanto sobrepasa resultando inasible, en huida, escondido frente a su inteligencia y sus afectos. Vive el momento negativo donde nada de lo que diga de él alcanza y el momento superlativo donde Dios es más y siempre más de lo que de Él se puede afirmar. Dios es la nada y  Dios es el todo. Un Dios escondido que solo puede abrazar con el nuevo sentido interior que le ha sido regalado. Y avanzando hacia quien se le dona lo contempla, es decir lo ama y es amado en lo escondido de Encarnación, Eucaristía y Cruz.

Mirando con mirada cautivada este bendito Espejo, atraído todo él con fuerza irresistible a la comunión, no puede menos que suplicar con dulzura ser escondido en él. Escondido tras el escondido quiere vivir para que desapareciendo él brille el Amado. Y quiere esconderse justamente allí donde el Dios escondido más se anonada: tras Encarnación, Eucaristía y Cruz.

El verdadero contemplador suele pasar ante los ojos del mundo como un torpe, loco o ciego. Es que por amor busca ser pobre para abrazarse enteramente al plenamente Pobre. Unido a esta pobreza que enriquece deja escondidos en la intimidad los favores y se esfuerza por sacar a luz a Dios en las obras desapareciendo lo más posible, obrando también en lo escondido. Sólo en lo escondido, donde el Padre únicamente ve, el amor fecunda y fructifica.

La mayoría de los hombres no se encuentran en profundidad con Dios porque lo buscan donde él no destella. La lógica de la Encarnación, de la Eucaristía y de la Cruz va a contramano de la lógica del endiosamiento, de la autoafirmación negadora de lo diferente y del poder que nos empuja desde la raíz de pecado que vive en nosotros. El Dios que vino entre nosotros asumiendo plenamente la humanidad y la historia eligió pararse en el reverso de nuestro hacer humanidad y hacer historia y desde allí, desde lo escondido, sumergido en lo más profundo de nuestras tinieblas hizo brillar su luz que dispersa oscuridades. Esconderse en lo escondido es pararse junto al Amado y ser testigo y cooperador de su amor que salva.

El camino del santo es el camino de la locura, que no es otra que la locura de amor de Jesús, el Señor.

 


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