"Cantar de amadores. Sobre el inicio de la contemplación." (2019)
Apreciar el tamaño
de la Cruz,
amar y caminar
hacia delante
El
camino del cristiano es un camino de cruz hacia la Cruz. No es amor un amor
incapaz de cruz. Y la cruz aparece siempre en uno mismo, en los otros y en el
mundo. Asociada solo con la prueba, la amargura, el dolor, la injusticia, el
desamparo y el fracaso, en fin, sólo con la muerte pierde su verdadero valor y
fuerza. En cambio, sin negar aquello, alcanza su plenitud sumándole su ser
posibilitante del crecer, de la felicidad auténtica, del gozo, de la redención,
del abrazo fraterno, de la victoria de la resurrección, es decir, de la Vida. Pero ante el peso
contundente de cada cruz que nos toca cargar, peso que aplasta y como afilada
daga traspasa el alma entera: ¿quién nos puede hacer capaces de mirarla con
ojos de posibilidad, de recibirla agradecidos, de llevarla con alegría?
Indudablemente el Señor Jesús, aquel que cargó con su Cruz todas las cruces de
la humanidad y de la historia. Mirándolo a Él se nos regala una mirada nueva.
Su Espíritu nos muestra dulcemente el tamaño de nuestra cruz revelándonos
también su posibilidad salvífica y nos introduce en el conocimiento interior de
la magnitud de la Cruz
del Amado. Lo amargo se nos torna sabroso inflamados por su amor. Amar la Cruz, amar a los crucificados
que hay en ella es lo que hizo Jesús y lo que nos enseña. Elevar nuestra cruz a
la Cruz de Jesús
que eleva toda cruz al Padre para que Él derrame abundantemente el don de la
resurrección. Por eso el verdadero contemplador, es decir, el verdadero amador
del Amado, toma su cruz y lo sigue, camina hacia delante, seguro, confiado,
lanzado a los brazos del Padre. Y no solo su cruz sino tantas cruces de otros
que no saben, no pueden o no quieren cargarlas; las toma y las lleva por ellos.
Sucede que en la cruz amanece esplendoroso el rostro del Esposo y el
contemplador le busca en desposorio abrazándolo enloquecido y errante por el
mundo. El misterio de iniquidad que hace despuntar la cruz sólo se redime con
amor. Así lo vivió Jesús. Así quiero vivirlo yo.
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