CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 16
NO REGODEARSE EN LAS REPRESENTACIONES SINO PERMANECER DESASIDA, DESNUDA, PURA Y SENCILLA
Esclarecidísimo
maestro, Fray Juan, te confieso que me causa fatiga ya, tener que insistir
sobre las mismas cosas, pero advierto como tú que ni están dispuestos a oír ni
se convencen de la verdad; pues por tanto habrá que seguir martillando en el
sentido que señala la desnudez de la Cruz.
Volvamos a enseñar
que cuantas representaciones imaginativas o locuciones interiores se produzcan
en el ejercicio de la oración pueden tener diversas fuentes.
La una el natural,
diríamos hoy nuestra “psicología personal”, en el sentido de todo el bagaje de
pulsiones, mandatos y tramas vinculares en las cuales nos hemos ido
configurando. Hay que reconocer que a veces no podemos escuchar más allá de lo
que deseamos o estamos preparados para escuchar, ni vemos más allá de lo que esperamos
o estamos dispuestos a ver. Cuando la realidad supera al paradigma de conocimiento
o se modifica el paradigma o se niega la realidad. También en la actividad
religiosa de la oración no deja de tener notable influencia la mayor salud o
enfermedad de nuestra estructuración personal. Negarlo sería una ingenuidad.
La otra fuente es
sobrenatural, pues estas representaciones y locuciones interiores pueden ser
producto del influjo de Dios pero también del Demonio.
“…puede
Dios y el demonio representar las mismas imágenes y especies, y mucho más
hermosas y acabadas. De donde, debajo de estas imágenes muchas veces representa
Dios al alma muchas cosas, y la enseña mucha sabiduría… Y también el demonio
procura con las suyas, aparentemente buenas, engañar al alma…” (SMC L2, Cap.
16,3)
No debemos asustarnos
sino ser precavidos. Si Dios usa de este medio, lo cual hace mucho en los
comienzos, acercándose didácticamente cuanto puede a nuestro humano lenguaje
todavía rudimentario en lo espiritual, es para educarnos y hacernos comprender
el camino por el cual quiere conducirnos. Pero el Adversario aquí quiere
aprovecharse y sabe que obtendrá grandes ganancias por nuestro aprecio
desmedido a lo sensible. No lo hará proponiéndonos tentaciones nítidamente pecaminosas
que descubriríamos y rechazaríamos con mayor facilidad, sino actuando como “ángel
de luz”, bajo apariencia de bien o de pretendida incluso santidad, frecuentemente
impostada como pureza separada y heroica. Entonces, ¿cómo los distinguiremos?
Si vieres que se levanta cualquier espíritu de presunción o vanagloria, si el
derrotero te conduce a volverte sobre ti mismo y a ensalzarte regodeándote en lo
que tienes o se ha producido en ti, si disminuye tu conciencia de no ser más
que un penitente en camino, si se apaga la caridad fraterna bajo el crecimiento
de tu autoestima, sabrás ciertamente que se ha mezclado mal espíritu. Porque
Dios siempre nos pastorea hacia la humildad y abajamiento de sí. Aunque también
deberás cuidarte de esa falsa humildad que en verdad es acomplejamiento y falta
de aceptación de ti mismo. Dios nos lleva suavemente por el camino de la verdad
que nos hace libres.
“Por
tanto, digo que, de todas estas aprehensiones y visiones imaginarias y otras
cualesquiera formas o especies, como ellas se ofrezcan debajo de forma o imagen
o alguna inteligencia particular, ahora sean falsas de parte del demonio, ahora
se conozcan ser verdaderas de parte de Dios, el entendimiento no se ha de
embarazar ni cebar en ellas, ni las ha el alma de querer admitir ni tener, para
poder estar desasida, desnuda, pura y sencilla, sin algún modo y manera, como
se requiere para la unión.” (SMC
L2, Cap. 16,6)
“Por
tanto, para venir a esta unión de amor de Dios esencial, ha de tener cuidado el
alma de no se ir arrimando a visiones imaginarias, ni formas, ni figuras, ni
particulares inteligencias, pues no le pueden servir de medio proporcionado y
próximo para tal efecto; antes le harían estorbo, y por eso las ha de renunciar
y procurar de no tenerlas.” (SMC
L2, Cap. 16,10)
Mientras el alma no
sea purificada más intensa y transformadoramente hacia la Unión esponsal, la
vida interior estará bastante invadida por esta suerte de representaciones, ya
sean visiones o locuciones. No interesa ahora distinguir tanto desde cuáles
potencias son percibidas o dónde exactamente impactan. La regla general es no
quedarse en ellas. Guardarse debe el alma desasida, desnuda, pura y sencilla -nos
decía Fray Juan- para poder gozar de la Unión. Sin esta renuncia y esta decisión
por ser pobre no se puede avanzar ni crecer.
¡Pero ay de la
vanagloria, nuestra perdición! Qué fuerte es en nosotros el apetito desordenado
y la vieja inclinación al pecado de Adán. Hasta que no podamos descentrarnos y
sigamos idolatrando el yo, estaremos en peligro. Lo digo porque es como
intentar hablar con chiquillos encaprichados que no quieren soltar el dulce o el
juguete. Son demasiados los que habiendo comenzado a crecer en espíritu luego
se quedan empastados en adictivas sensiblerías pseudo-espirituales, en la búsqueda
de algo extraordinario o de una experiencia personal para poder exhibir
impúdicamente a otros. Coleccionan trofeos pero nunca alcanzarán la meta, su poblada
vitrina es la recompensa con la que el
Adversario engañosamente les ha sobornado.
Te repito cuál es el
camino si quieres en verdad completar el trayecto:
“…que
nos quedemos a oscuras, cerrados los ojos a todas esotras luces, y que en esta
tiniebla sola la fe, que también es oscura, sea luz a que nos arrimemos.
…hasta
que le amanezca en la otra vida el día de la clara visión de Dios, y en ésta el
de la transformación y unión.” (SMC
L2, Cap. 16,15)
“…el
alma no ha de poner los ojos en aquella corteza de figuras y objeto que se le
pone de delante sobrenaturalmente, ahora sea acerca del sentido exterior, como
son locuciones y palabras al oído y visiones de santos a los ojos, yresplandores
hermosos, y olores a las narices, y gustos y suavidades en el paladar, y otros
deleites en el tacto, que suelen proceder del espíritu, ni tampoco los ha de
poner en cualesquier visiones del sentido interior, cuales son las imaginarias;
antes renunciarlas todas. Sólo ha de poner los ojos en aquel buen espíritu que
causan, procurando conservarle en obrar y poner por ejercicio lo que es de servicio
de Dios ordenadamente, sin advertencia de aquellas representaciones ni de
querer algún gusto sensible." (SMC L2, Cap. 17,9)
Ojalá puedas admitir
el testimonio de quienes pueden ser tus mayores y no te detengas en el camino.
Lánzate más bien hacia delante despojándote de todo, pues solo a Dios debes
querer y nada has de permitir que te distraiga o te induzca a la postergación. No
podrás avanzar si no te entregas a la noche de la fe. Debes dejarte introducir
en esta oscuridad tan iluminada según el fulgor de la Santa Cruz. Si quieres
tener algo lo perderás todo. Si quieres vivir morirás. Aquí debes comenzar a
adentrarte en el sendero del abandono.
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