Perdidas ya todas las cosas
Se aquieta el viento tempestuoso
De cuantos engañosos afanes antaño
Blandían su empuje poderoso
Se erige entonces el silencio
De este oscuro y pobre sepulcro nuevo
Donde yace oculta y serena la Luz Viva
Aguardando el clarear de su renuevo
Han quedado atrás infames los peligros
Ya no mueve tentación maledicente
Solo se vigila y guarda con esmero
En el corazón un Amor indeficiente
Aquí la espera es tarea cotidiana
De una fe simple y sosegada
Que no vive ya para incremento
De la mundanidad ardiente ya apagada
Muy bello poema! Bueno para dejar de identificarse con el barco y sus olas y mirar al Señor que nos invita a ir a su encuentro.
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