CANTANDO CANTARES DEL ALMA 6

 


“Él me hizo entrar en la bodega y enarboló sobre mí la insignia del Amor.” (2,4)

 

1.      ¡Oh, qué herida dulce y suave, profunda y quemante, extenuante que desmaya, inflamante oscura! Porque me hizo entrar en la bodega, donde a oscuras en la intimidad, me dio el vino de su Ser y me embriagó de amor.

 

2.      Enarboló sobre mí su insignia y me hizo suyo, ya que el corazón del hombre desea entregársele por completo pero es débil para actuar su deseo, y Él que es todo Misericordia adelantándose, se compadece y lo toma.

 

3.      ¡Oh dichosa bodega guardada en el fondo más hondo del alma! Allí mete el Señor a su amador para que reciba destellos de unión, y aunque sólo destellos, incomparables, inimaginables e indecibles.

 

4.      No sabría cómo explicar lo que comprendo sin comprender: que el alma Dios habita y el alma es llevada allí para ser introducida como en el seno de Dios.

 

5.      Sabiendo que estaba en Dios sin saber cómo, me ha ido brotando la certeza de haber participado de algún modo de la Vida Trinitaria.

 

6.      Este goce de la divina inhabitación sé que puede ser más subido en esta vida, aunque este saber tampoco sé cómo ni de dónde me viene a no ser de Dios que llama.

 

7.      Quien saborea este amor que se ofrece en la bodega, este amor insignia enarbolado, saborea un amor en tres heridas. Y el corazón entero queda resonando tras este acercamiento al seno Trinitario.

 

8.      Herida que profiere, Herida proferida, comunicación total y hay otra Herida. El que tenga al Amor de seguro lo tiene en Tres Heridas.

 

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