“Llévame contigo: ¡corramos! El rey me
introdujo en sus habitaciones: ¡gocemos y alegrémonos contigo, celebremos tus
amores más que el vino! ¡Cuánta razón tienen para amarte!” (1,4)
1.
Es frecuente que
un alma contemplativa pida a su Señor que la lleve consigo, que la lleve más
con Él, que la haga capaz de una unión más íntima y duradera.
2.
El caminar
contemplativo supone dejarse conducir el alma por su Señor a distintas
habitaciones de la morada interior, hasta que quizás un día sea introducida en
la habitación central donde se sirve el más precioso néctar: el culmen de la
unión.
3.
¡Oh, cuánta
razón tienen para amarte Amado mío! ¡Tu amor indecible e inefable vale más que
la propia vida! ¡Tu amor, Señor, qué gran tesoro!
4.
¡Oh, todo por
tu amor! ¡Pago el precio absoluto de mi vida por unirme a Ti, Amado y Hermoso
Señor!
5.
¡Oh, pago el
precio de mi vida para que te conozcan, te saboreen y te den a luz todos los
hermanos y hermanas que te buscan por innumerables caminos!
6.
¡Oh, qué no haría
yo para que todos gozaran de tan alto amor!
7.
¡Oh, Señor,
dime qué hacer para ayudarte a enamorar y cautivar la vida de todas tus humanas
creaturas!
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