Isaías I: el profeta del Dios tres veces Santo (7)

 



Quinto Oráculo bajo Jotam

 

Se trata de un texto bastante extenso comparado con los que venimos estudiando, atestiguado en Is 3,1-4,6. Iniciemos con algunas generalidades. Otra vez nos encontramos con el género literario RIB. En esta ocasión son 2 los pleitos y situaciones que dan origen al reclamo divino.

a) En 3,1-15 se trata el tema de la desintegración social.

b) En 3,16-4,1 se trata el tema de las mujeres.

c) Finalmente en 4,2-6 hay un oráculo de salvación en el contexto del día de Yahvéh.

 

Fieles a nuestra costumbre –aunque sea algo extenso-, queremos poner frente a ustedes el texto del profeta de modo íntegro. Esta vez dejamos la numeración de los versículos intercalada para que sea más fácil identificarlos y seguir nuestro comentario. También resaltamos las expresiones destacadas.

 

En la primera sección pues leemos:

 

Is 3, 1 Pues he aquí que el Señor Yahveh Sebaot está quitando de Jerusalén y de Judá todo sustento y apoyo: (todo sustento de pan y todo sustento de agua); 2 el valiente y el guerrero, el juez y el profeta, el augur y el anciano, 3 el jefe de escuadra y el favorito, el consejero, el sabio hechicero y el hábil encantador. 4 Les daré mozos por jefes, y mozalbetes les dominarán. 5 Querrá mandar la gente, cada cual en cada cual, los unos a los otros y cada cual en su compañero. Se revolverá el mozo contra el anciano, y el vil contra el hombre de peso. 6 Pues agarrará uno a su hermano al de su mismo apellido, diciéndole: «Túnica gastas: príncipe nuestro seas, toma a tu cargo esta ruina.» 7 Pero el otro exclamará aquel día: «No seré vuestro médico; en mi casa no hay pan ni túnica: no me pongáis por príncipe del pueblo.»

8 Así que tropezó Jerusalén, y Judá ha caído; pues sus lenguas y sus fechorías a Yahveh han llegado, irritando los ojos de su majestad. 9 La expresión de su rostro les denuncia, y sus pecados como Sodoma manifiestan, no se ocultan. ¡Ay de ellos, porque han merecido su propio mal! 10 Decid al justo que bien, que el fruto de sus acciones comerá. 11 ¡Ay del malvado! que le irá mal, que el mérito de sus manos se le dará. 12 A mi pueblo le oprime un mozalbete, y mujeres le dominan. Pueblo mío, tus regidores vacilan y tus derroteros confunden. 13 Se levanta a pleitear Yahveh y está en pie para juzgar a los pueblos. 14 Yahveh demanda en juicio a los ancianos de su pueblo y a sus jefes. «Vosotros habéis incendiado la viña, el despojo del mísero tenéis en vuestras casas.

15 Pero ¿qué os importa? Machacáis a mi pueblo y moléis el rostro de los pobres» - oráculo del Señor Yahveh Sebaot -.” (Is 3,1-15)

 

Los vs. 1.13-14 nos aportan el sentido teológico de la profecía. El anuncio da cuenta de que Dios quita su sustento y apoyo, ya no acompaña a Israel. El Señor tiene querella contra su pueblo -especialmente contra la clase dirigente de los ancianos y jefes-, por la injusticia que se propaga lesionando a los pobres y machacando miseria en todo el país. La acusación se resume en la expresión “han incendiado mi viña”. Ciertamente la viña es una imagen muy querida para Isaías como símbolo de la relación entre Dios e Israel.

Los vs. 8-9.15 describen la situación del pueblo: han tropezado y caído, la expresión de su rostro ya no puede ocultar o disimular su culpa. Su pecado se manifiesta con tal envergadura que llega hasta Yahvéh. Pero al pueblo parece no importarle su estado y sigue empedernido en el mal. Se muestra indiferente frente a la injusticia que se extiende.

Los vs. 10-11 recuerdan la lógica sapiencial tan propia de la teología de los dos caminos: habrá bendición y salvación de Dios para el justo, pero para el impío castigo y sentencia condenatoria.

Los restantes versículos señalan el grado creciente de disolución y degradación del pueblo: los líderes y quienes tienen profesiones cualificadas no dan la talla y están desorientados, terminan conduciendo al pueblo personajes inexpertos y con falta de preparación, cuando se busca a alguien que se comprometa y ayude todos esquivan el llamado y rechazan involucrarse. Israel está a la deriva.

 

En la segunda sección se enuncia:

 

“Dice Yahveh: «Por cuanto son altivas las hijas de Sión, y andan con el cuello estirado y guiñando los ojos, y andan a pasitos menudos, y con sus pies hacen tintinear las ajorcas», rapará el Señor el cráneo de las hijas de Sión, y Yahveh destapará su desnudez. Aquel día quitará el Señor el adorno de las ajorcas, los solecillos y las lunetas; los aljófares, las lentejuelas y los cascabeles; los peinados, las cadenillas de los pies, los ceñidores, los pomos de olor y los amuletos, los anillos y aretes de nariz; los vestidos preciosos, los mantos, los chales, los bolsos, los espejos, las ropas finas, los turbantes y las mantillas. Por debajo del bálsamo habrá hedor, por debajo de la faja, soga, por debajo de la peluca, rapadura, y por debajo del traje, refajo de arpillera. y por debajo de la hermosura, vergüenza. Tus gentes a espada caerán, y tus campeones en guerra. Y darán ayes y se dolerán a las puertas, y tú, asolada, te sentarás por tierra. Asirán siete mujeres a un hombre en aquel día diciendo: «Nuestro pan comeremos, y con nuestras túnicas nos vestiremos. Tan sólo déjanos llevar tu nombre: quita nuestro oprobio.»” (Is 3,16-4,1)

 

Los vs. 16-24 confluyen con la realidad del Norte denunciada por Amós. El pecado de las mujeres es la altivez-despilfarro-lujo. La descripción es irónica: son altivas y de cuello estirado, es decir, presumidas; andan revoleando sus ojos en constante intento de seducción sin recato ni fidelidad; dan pasos pequeños para llamar la atención, haciendo resonar con su andar los adornos y joyas de la época que ostentan en su cuerpo. Pero Dios las reducirá a penitencia. Caerá su aparente hermosura dejando ver toda su vergüenza. Y terminarán en orfandad y sin sustento, pidiendo muchas a un varón que las cobije. Tras la situación histórica de las mujeres más aristocráticas el profeta juega un símbolo: habla de la santidad del pueblo perdida y de su realidad de pecado que ahora le configura como la “no esposa” de Dios.

 

Finalmente en la tercera sección:

 

Aquel día el germen de Yahveh será magnífico y glorioso, y el fruto de la tierra será la prez y ornato de los bien librados de Israel. A los restantes de Sión y a los que quedaren de Jerusalén, se les llamará santos: serán todos los apuntados como vivos en Jerusalén. Cuando haya lavado el Señor la inmundicia de las hijas de Sión, y las manchas de sangre de Jerusalén haya limpiado del interior de ella con viento justiciero y viento abrasador, creará Yahveh sobre todo lugar del monte de Sión y sobre toda su reunión, nube y humo de día, y resplandor de fuego llameante de noche. Y por encima la gloria de Yahveh será toldo y tienda para sombra contra el calor diurno, y para abrigo y reparo contra el aguacero y la lluvia.” (Is 4,2-6)

 

Aquí se anuncia este oráculo de salvación cuyo contexto es “aquel Día” del que tanto venimos hablando. En el Día del Señor aparecerá magnífico y glorioso su germen: el RESTO SANTO del Pueblo que es resultado de la iniciativa purificadora del Señor que lavó y limpió desde el interior. Este germen de Pueblo Nuevo vivirá siempre bajo la Gloria de Dios.

 

Si quieres conocerte déjate conocer y purificar por Dios

 

Aunque no sea de nuestro mayor agrado, ¡qué importante es dejar que Dios nos conozca! Lo digo en el sentido de que Él, con Sabiduría y Caridad –que en modo alguno excluyen la Verdad-, nos acerque como un diagnóstico de nuestra realidad. ¿Cómo pretenderemos conocernos realmente si no permitimos sobre nosotros la mirada de Dios? Su mirada nos quita de cualquier auto-engaño y nunca es una mirada condenatoria sino salvadora, que deja a la luz expuesto nuestro pecado pero que ofrece la unción que cura las heridas, abriendo senderos y horizontes de santidad.

¡Déjate santificar por Dios! A mí me parece que toda la Escritura Santa clama en esta dirección. De eso se trata en gran medida el ministerio de Isaías: ser instrumento para que el Señor pueda purificar y santificar al Pueblo. Sin embargo hay un aspecto ciertamente sombrío: no todos sino un Resto. ¿Acaso Dios es selectivo? ¡De ningún modo! No todos se dejan purificar y santificar, lamentablemente son muchos los que rechazan la acción salvífica de Dios. Triste misterio de la cerrazón obstinada del corazón del hombre.

Pero sin duda brilla una fuerte esperanza: quienes se dejan purificar y santificar vivirán siempre al amparo y bajo la Gloria de Dios, pues justamente vivirán para y hacia su Gloria.

La Iglesia nunca debe olvidar que ha sido llamada a la santidad y que está en medio del mundo ayudando a Dios a purificar y santificar a los hombres. Si se mira a sí misma presuntuosa, perderá la humildad, y creyéndose más de lo que es entrará con el mundo en el juego de la seducción infiel. Será entonces subyugada por el poder y el afán de encumbramiento y terminará siendo la no-esposa de Dios. Quizás esta dinámica –como le sucede a Israel-, siempre está presente como tentación en el andar de la Iglesia peregrina. Su RESTO FIEL siempre serán los santos, con su inquietante fidelidad y clamor de Reforma.



Diálogo vivo con San Juan de la Cruz 12

 




CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 12


EL DEMONIO MANIPULA LO SENSIBLE

 

Estimado padre y maestro, sigamos conversando acerca de cuán peligrosas son aquellas noticias o experiencias que se dan sensiblemente en la oración.

 

“…son muy fáciles y ocasionadas para criar error y presunción, y vanidad en el alma; porque, como son tan palpables y materiales, mueven mucho al sentido, y parécele al juicio del alma que es más por ser más sensible, y vase tras ello, desamparando a la fe, pensando que aquella luz es la guía y medio de su pretensión, que es la unión de Dios; y pierde más el camino y medio que es la fe, cuanto más caso hace de las tales cosas.” (SMC L2, Cap. 11,5)

 

Es de notar que el mismo Dios en aquellos que se inician mueve y permite experiencias sensibles en la oración. Al comienzo incluso suelen ser abundantes. Fray Juan, tú las llamabas “golosinas”. Pues por algún lado debe comenzar el Señor a ganarse al alma y debe mostrarle que Él es apetecible. Si la encuentra perdida, distanciada y cerrada en sí debe cautivarla con suave aroma y atraerla.

Pero como Dios sabe que esto es peligroso y un momento necesario pero provisorio, pronto dará la aridez. No se tarda demasiado el Padre en quitar el gusto para llevar a sus hijos a mayor profundidad. Suelo decir que es como un abuelo que visita a su nieto y siempre lleva bombones. Hasta que un día llega con las manos vacías para que el nieto descubra que es lo que quiere más: ¿a su abuelo o a los dulces?

Pero no me adelanto más, por ahora intentamos establecer lo perjudicial que es al alma quedarse en los goces sensibles. Estas sensaciones que le parecen extraordinarias le fascinan y encandilándole la mirada la atrapan con su embrujo, y entonces se detiene en ellas y olvida a quien buscaba. Suele sucederle a los orantes que se inician que pierden a Dios por “las cosas de Dios”.

 

“…como ve el alma que le suceden tales cosas y extraordinarias, muchas veces se le ingiere secretamente cierta opinión de sí de que ya es algo delante de Dios, lo cual es contra humildad. Y también el demonio sabe ingerir en el alma satisfacción de sí oculta, y a veces harto manifiesta.” (SMC L2, Cap. 11,5)

 

Porque el alma se ve regalada y adornada con su Gracia, empieza a creer ser más de lo que es. Y en ello se deleita cayendo en presunción y vanidad. El demonio hábilmente introduce la tentación de mirarse a sí misma y quitar la vista de su Señor y Bienhechor. Pagada de sí comienza a idolatrarse. ¡Guarda la humildad! ¡Aférrate a tu pequeñez como si en ello te fuera la vida, que así es! ¡Por Dios, no lo olvides nunca, consérvate humilde!

 

“…hay seis inconvenientes: El primero, que se le va disminuyendo la fe, porque mucho derogan a la fe las cosas que se experimentan con los sentidos… Y así apártase del medio de la unión de Dios… Lo segundo, que son impedimento para el espíritu si no se niegan, porque se detiene en ellas el alma y no vuela el espíritu a lo invisible.  Lo tercero es que va el alma teniendo propiedad en las tales cosas y no camina a la verdadera resignación y desnudez de espíritu. Lo cuarto, que va perdiendo el efecto de ellas y el espíritu que causan en lo interior, porque pone los ojos en lo sensual de ellas, que es lo menos principal. Lo quinto, que va perdiendo las mercedes de Dios, porque las va tomando con propiedad y no se aprovecha bien de ellas. …porque no se las da Dios para que el alma las quiera tomar... Lo sexto es que en quererlas admitir abre puerta al demonio para que le engañe… (SMC L2, Cap. 11,7)

 

Estimadísimo hermano, admiro la claridad en espíritu que Dios te dona. No hace falta aclarar nada pero lo pongo en palabras más accesibles a nuestros contemporáneos.

Tú describes un proceso o dinámica que partiendo de la fascinación termina conduciéndonos a las fauces del tentador. Porque arranca en un elegir quedarse en lo sensible que se manifiesta y se puede tener, desestimando el movimiento de la fe que nos dirige hacia Quien excede en su Misterio y aunque sacie permanece inasible. Como si se “naturalizara lo sobrenatural” o si se rebajará su valía, solo nos quedamos con la cáscara o ropaje sin advertir que perdemos el núcleo de sentido. Y esto nos sucede por esa tendencia aún no sanada a la apropiación. Por espirituales que parezcan estas noticias o sensaciones en la oración, por extraordinarias o exquisitas que puedan ser, se las recibe y vive sensualmente. Si tienen mayor alcance no se lo descubre pues el alma las captura para sí por avidez y con desordenado afecto. Busca ser llena y no comprende aún a Dios, quien, da con gratuidad lo que no debe ser retenido sino devuelto y puesto en circulación con gratuidad. Cuando te lo quedas para ti, para tu regodeo y exhibición, lo arruinas. Y el demonio se da cuenta que siendo tu alma adicta a tales sensualidades espirituales puede manipularte. Te engañará introduciendo las sensaciones que buscas y cambiando baratijas por el verdadero Tesoro. Te dará lo que deseas y te alejará de Dios con falsa luz.

 

“…siempre conviene al alma desecharlas… volver a Dios en la pureza de la fe.” (SMC L2, Cap. 11,8)

 

“…si el alma fuere fiel y retirada, no parará el Señor hasta subirla de grado en grado hasta la divina unión y transformación.” (SMC L2, Cap. 11,9)

 

“Ha, pues, el espiritual de negar todas las aprehensiones con los deleites temporales que caen en los sentidos exteriores.” (SMC L2, Cap. 11,11)

 

En conclusión, cuídate de tener la sensibilidad como un valor en sí misma. Sólo es medio y pasajero a la vez que peligroso. Cuánto más corporal sea la sensación o noticia de Dios en tu oración tanto más debes desconfiar de ella y más rápidamente desecharla. Jamás te quedes en estas novedades sensibles sino quieres terminar atrapado, deteniendo tu camino hacia el Señor. Aunque no te guste y te provoque rebeldía, escucha: ¡solo desnudo se camina hacia la Unión!

 

ABBA FUEGO



"Apotegmas contemplativos",  (2022)


Abba Fuego se encontraba mirando

una pila de pasto extinto que ardía.

El discípulo se paró junto a él

mientras experimentaba a distancia

confortable la luz y el calor.

Pero su maestro comenzó a alimentar

con más follaje reseco el fuego

y las llamas crecieron en altura.

El discípulo se retiró hacia atrás

al incrementarse el calor irradiado

y preguntó:

-Abba, las llamas han crecido

a gran altura,

¿hasta dónde piensas alimentarlas?

-Hasta que toquen el cielo,

se le respondió.

 

 

            Quizás podríamos definir la contemplación como una vocación al amor. Y es tan propio del amor incrementarse e irradiarse siempre más.

 

El que en amor anda transido

en amor se halla vagando

y en amor se encuentra herido

por ardores inflamado.

 

El que en amor vive encendido

en amor anda engendrando

y tras amor va peregrino

en todo sitio enamorando.

 

Quiera el alma venturosa

darse más a su Señor

para así ser en el mundo

rostro del amor.

 

Entre mis primeros escritos se encuentra esta canción de juventud. Ya los primeros incendios interiores -aunque faltase aún recorrer el hondo y oscuro sendero de la purificación-, alentaban al alma a la aventura de ser siempre más del Amor divino que se le ofrecía sin medida. Ahora detrás de la noche, el fuego se ha instalado en lo más profundo. Por la gracia de una Unión ya más estable y serena, el Espíritu arde y consume transformando. La Llama Viva de Amor ilumina y abre caminos, da calidez y refugio, y el contemplador quisiera incendiar el mundo entero.

Está encaminado indubitablemente hacia la Unión Esponsal o Místico Desposorio, por cuanto el contemplador no vive sino en su Señor y no tiene algo suyo fuera de lo que es de Él. En Dios ha perdido todas las cosas para que todas las cosas de Dios sean las suyas. Y en esta quemazón anda. Diría que todo cuanto vive termina siendo como follaje seco y buen combustible para incrementar el fuego nuevo. Su alma entera parece haberse vuelto un altar de sacrificio donde todo es ofrecido para levantar más y más las llamas del Amor divino, de la Caridad inextinguible.

“El Amor no es amado” -aquella antigua y siempre vigente consigna franciscana-, parece ser toda su tarea. Peregrinar por el mundo de los hombres haciendo amar al Amor. Y si algún padecer tiene el alma le tiene justamente en este punto: en el misterioso rechazo de la humanidad al Amor que Dios le ofrece gratuitamente. Pero esta cerrazón ni desalienta ni violenta. El contemplador sigue buscando todos los caminos posibles. A más oposición mayor creatividad. Y a más apostasía mayor siembra. No se detiene ni permite que lo detengan. Allá ellos –los desagradecidos y los malos para quienes Dios sigue comportándose como un Padre que es perfecto-, quienes deberán hacerse responsables de haberse dejado ganar por el misterio de la iniquidad. Habrá que sacudir el polvo de las sandalias para que no se quede pegada la desazón y seguir andando con simplicidad. Porque el mundo entero está lleno de futuros discípulos y amadores. Dios Padre nos ha creado sedientos y esa sed debe ser saciada.

Un enamorado anda enamorando. La herida de amor que se ha abierto en el interior solo se sacia con el incremento de un tal Amor. Ya sabe el contemplador que este Amor es infinito. Nunca terminará de sumergirse en Él. Siempre habrá más Amor.

“Hasta que toque el Cielo”. Así debe incrementarse el Fuego de Dios en el alma. El contemplador debe dejarlo crecer en la suya y alimentarlo con constante oblación de sí mismo a su Amado y Señor. Pero también es llamado a favorecer que este Fuego divino arda en todos los hombres, sus hermanos.

Quizás en el fondo es ésta la única pastoral  que al fin y al cabo me reclama como sacerdote. Porque una gran mayoría de la Iglesia peregrina se enfoca en diseñar actividades que se supone expresan y son consecuencia de  un vínculo con Dios; un vínculo que sin embargo tantas veces se muestra débil, inconstante y superfluo. Una pastoral volcada hacia el hombre pero no firmemente cimentada en la Alianza con Dios.

Y es claramente de menor envergadura el empeño eclesial por realizar una pastoral de encuentro con el Señor. El pragmatismo del hacer puede haber ahogado las raíces del ser. La espiritualidad puede ser minusvalorada como “beatería” y hasta como pérdida de tiempo valioso para dedicarse a lo verdaderamente importante: ¡transformar el mundo! Aunque me cuesta comprender cómo hacerlo si el Reino de Dios no se instala adentro.

Además que lamentablemente se suele cultivar una espiritualidad intimista y puramente emocional, con desordenado gusto por lo extraordinario y con búsqueda del bienestar y consolación permanente. ¿Qué será de este anhelo? ¿Sin desierto, sin noche, sin Cruz?

Yo en cambio -junto a tantos otros seguramente-, me veo convocado a ir directamente a lo esencial y escondido. Porque en lo secreto, donde solo el Padre ve y conoce, frente a Él en silencio y humildad podrá suceder lo verdaderamente crucial. Y todo con tanto despojo y desnudez como en la Encarnación, la Eucaristía y la Cruz.

¿Quieres cambiar el mundo? Deja que Dios gane y cambie tu corazón y toda tu alma. Enséñale a tu hermano a encontrarse y permanecer en esa Alianza transfiguradora de todo. Facilita que se ponga en contacto profundo con Dios. Quédate tú mismo en tu Señor sin salirte ni apartarte de Él, unido a la Vid verdadera que da Vida.

¿Quieres cambiar el mundo? Convierte toda tu existencia en un altar. Haz como Cristo de  tu vida una constante ofrenda al Padre. Expresa a la Iglesia “víctima ofrecida y ofrenda permanente”.

¿Hasta dónde? Hasta que toques el Cielo. ¿Hasta cuándo? Hasta que contigo tus hermanos se eleven en el fuego del Amor Divino y puedan tocar el Cielo.



Isaías I: el profeta del Dios tres veces Santo (6)


Cuarto Oráculo bajo Jotam


En Is 2,6-22 nos sale al encuentro un poema complejo. A modo de síntesis introductoria planteo algunas ideas que recorreremos:

  1. Los vs. 9.11.17 repiten como un estribillo la expresión “humillará-abajará” y el tema se orienta a la universalización de la salvación.
  2. Los vs. 10.19.21 repiten como otro estribillo “entra-métete-escóndete” y el tema es el temor de Yahvéh.
  3. Es un oráculo que remite a las teofanías del Sinaí a Moisés-Pueblo, por tanto está en contexto de Alianza.
  4. La expresión “aquel día” es un lugar teológico propio de los profetas; se refiere al  día de Yahvéh, al día del juicio escatológico, al final de los tiempos cuando Yahvéh instaurará su reinado definitivo sobre toda la tierra y todos los hombres.

 

“Has desechado a tu pueblo, la Casa de Jacob, porque estaban llenos de adivinos y evocadores, como los filisteos, y con extraños chocan la mano; se llenó su tierra de plata y oro, y no tienen límite sus tesoros; se llenó su tierra de caballos, y no tienen límite sus carros; se llenó su tierra de ídolos, ante la obra de sus manos se inclinan, ante lo que hicieron sus dedos.”  (Is 2,6-8)

 

Nuestro texto se abre con una declaración fuerte: Dios ha desechado a su Pueblo y la Alianza está rota. La acusación múltiple es clásica del profetismo: la idolatría pagana los ha seducido, la relación con otros pueblos ha roto la pureza de Israel y los ha desviado de su fe, la avaricia y el afán de riquezas los ha enceguecido seguramente con secuelas de injusticia hacia los más pobres y débiles, han dejado de depositar su confianza en Dios para ponerla en las alianzas políticas y en el poderío militar. El pueblo quiere “hacerse a sí mismo” y se apoya en sus propias fuerzas, de algún modo se endiosa, idolatra su posición y busca su encumbramiento; ya no es el Pueblo de Dios, de su hechura y propiedad.

 

“Se humilla el hombre, y se abaja el varón: pero no les perdones. Entra en la peña, húndete en el polvo, lejos de la presencia pavorosa de Yahveh y del esplendor de su majestad, cuando él se alce para hacer temblar la tierra. Los ojos altivos del hombre serán abajados, se humillará la altanería humana, y será exaltado Yahveh solo en aquel día.”  (Is 2,6-11)

 

Se introduce entonces el tema del “Día del Señor” que explica que el hombre se humille y abaje, se esconda tras de la piedra o entre las grietas de la montaña y se hunda en el polvo. Porque se ha manifestado Yahvéh, se ha levantado y se ha dejado contemplar en su grandeza y santidad. No queda más que temblar, todo el universo se conmueve y el hombre es presa del “temor de Dios”. Ante su Presencia el hombre recupera la humildad y es arrasada su altanería para que sea exaltado solo el Señor por encima de todo.

Es de notar la pretensión universalista de Isaías pues ha realizado un salto de nivel: ha pasado de Israel a la humanidad. No sólo los Israelitas serán protagonistas del “Día del Señor” sino todo hombre sobre la faz de la tierra. Pero se trata de un Día de Juicio ante el cual el profeta ora: “no los perdones”. Aunque se abajen y humillen, Señor, no los perdones.

 

“Pues será aquel día de Yahveh Sebaot para toda depresión, que sea enaltecida, y para todo lo levantado, que será rebajado: contra todos los cedros del Líbano altos y elevados, contra todas las encinas del Basán, contra todos los montes altos, contra todos los cerros elevados, contra toda torre prominente, contra todo muro inaccesible, contra todas las naves de Tarsis, contra todos los barcos cargados de tesoros.” (Is 2,12-16)

 

En “aquel Día” lo deprimido será enaltecido y lo levantado rebajado. Ahora el oráculo repite en cada caso enunciado la preposición “contra”. El movimiento de Dios es una oposición a todo encumbramiento. Se trata de una “teofanía” o manifestación de su divinidad y gloria que se expresa en dos ámbitos:

a)      En la naturaleza, sobre árboles y montes de la región más fértil y fecunda.

b)      En la obra producida por los hombres, construcciones y enriquecimiento comercial.

Claramente el Señor doblega todo poderío para que solo Él esté en lo alto y lo demás a sus pies. No lo hace de un modo tiránico sino como corrección y oferta de conversión, antídoto oportuno a la vanagloria y altanería del mundo de los hombres.

 

“Se humillará la altivez del hombre, y se abajará la altanería humana; será exaltado Yahveh solo, en aquel día, y los ídolos completamente abatidos. Entrarán en las grietas de las peñas y en las hendiduras de la tierra, lejos de la presencia pavorosa de Yahveh y del esplendor de su majestad, cuando él se alce para hacer temblar la tierra. Aquel día arrojará el hombre a los musgaños y a los topos los ídolos de plata y los ídolos de oro que él se hizo para postrarse ante ellos, y se meterá en los agujeros de las peñas y en las hendiduras de las piedras, lejos de la presencia pavorosa de Yahveh y del esplendor de su majestad, cuando él se alce para hacer temblar la tierra. Desentendeos del hombre, en cuya nariz sólo hay aliento, porque ¿qué vale él?” (Is 2,17-22)

 

En el final el poema, ya por acumulación ya por una intensa explicitación, cobra un peso aún más concluyente. Ahora se opone la exaltación de Yahvéh a los ídolos abatidos ante Él. Y el hombre debe esconderse donde pueda para salvarse del paso arrasador de su Señor. Más aún, directamente es arrojado fuera de la Presencia esplendorosa y majestuosa de su Dios. Un día de pavor le sobreviene al hombre para que sea derribada su altivez y retorne a la cordura de la Alianza, para que se cure en humildad y comprenda que sólo al Señor le corresponden la exaltación, la gloria y la alabanza.

El último versículo –probablemente una añadidura tardía-, aunque parezca fuera de contexto cierra el oráculo con tono irónico. El hombre ha querido inflarse el pecho y bravuconear acerca de su poder, pero ahora que se ha hecho presente Dios en toda su dimensión su alarde se ha desinflado como un resoplo y su pretendido poderío se ha desvanecido. Mejor que corra a ocultarse y a intentar ponerse a salvo. Porque ¿quién es y qué vale el hombre frente a su Señor?

 

¿Cuándo llegará el Día del Señor? ¿O ya estamos viviendo en Él?

 

Durante milenios se han cultivado expectativas sobre tiempos apocalípticos. La irrupción de las guerras o de las pestes o de catástrofes naturales ha sido vista como signo de un inminente fin. Y ciertamente los textos bíblicos usan simbólicamente estos fenómenos para describirnos el Día del Juicio que los profetas confiesan como un “día grande y terrible”. Aquel Día el hombre será sorprendido y contemplará la Gloria de Dios, tras lo cual de su justicia o impiedad se derivará la consecuencia.

Por lo pronto en nuestros días para nada falta la curiosidad apocalíptica y las advertencias sobre la cercanía de la cancelación del mundo. Pero lo sorprendente es que tal movimiento no suele generar un cambio real de vida. No crece el arrepentimiento y la conversión. Apenas se despliega una cierta histeria morbosa, un retorcido afán de investigación y descubrimiento de señales. Casi pareciera desarrollarse un culto al desastre trágico de todo y el goce en la profecía auto-cumplida. Quizás algún tono moralista intenta colegir que es culpa nuestra. Tal vez un tibio llamado a no estropear el planeta para que sigamos teniendo casa. No percibo pues un gran despertar de la conciencia somnolienta.

Me pregunto incluso si esta mirada de la escatología nos ayuda para algo. Quizás fuese más útil recurrir a la óptica joánica de la “escatología anticipada”. Hoy es el Día de la Salvación, si te conviertes y crees tendrás Vida y Luz; sino ya estás muerto y atrapado en las tinieblas. Porque a veces detecto que esta curiosidad por cuándo llegará hacia adelante el fin, termina postergando la conversión. Y es verdad que nuestra fe anuncia que Cristo es la Vida ayer, hoy y siempre; que cada instante cuenta y que ahora mismo en nuestra relación con Él se celebra el Juicio de Dios.

¿Estamos asistiendo a un escenario dantesco? ¿Somos una humanidad tan altanera que no hay pandemia ni conflicto bélico ni cataclismo cósmico que nos haga recuperar la humildad y un sano temor por lo que de ningún modo está en nuestra mano? ¿Y si Dios estuviese vociferando –que probablemente lo está en un sentido bastante diverso a nuestras interpretaciones-, la sordera globalizada que nos aqueja podrá percibirlo al menos de modo lejano en una inquietante vibración?

“No los perdones”, oraba el profeta. Yo estoy clamando: “abájalos, humíllalos”. El Señor tiene siempre en su mano un golpe imprevisto de Gracia. ¡Apura, oh Dios, el tiempo de la Salvación!




Diálogo vivo con San Juan de la Cruz 11

 


CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 11


LAS NOTICIAS EN LA ORACIÓN

 

Queridísimo Fray Juan, tocaremos ahora un tema tan sensible como importantísimo. Te dejo hablar:

 

“…ninguna noticia ni aprehensión sobrenatural en este mortal estado le puede servir de medio próximo para la alta unión de amor con Dios; porque todo lo que puede entender el entendimiento, y gustar la voluntad, y fabricar la imaginación, es muy disímil y desproporcionado, como habemos dicho, a Dios… antes ha de ir no entendiendo que queriendo entender, y antes cegándose y poniendo en tiniebla, que abriendo los ojos para llegar más al divino rayo.” (SMC L2, Cap. 8,5)

 

Conversaremos pues de cuanto tú llamas “noticia”. Porque al entregarse a la oración la persona percibe digamos sensaciones, imágenes, emociones, sentimientos y  variadas señales en su cuerpo y en su interior. ¿Qué valor tienen? ¿Cuál es su función? Por lo pronto convengamos que quienes se inician en el arte de la oración tienen por muy valiosas tales cosas y suelen narrarlas y darlas a conocer a otros, un poco buscando comprender, otro poco considerándolas como experiencias especiales que le fueron otorgadas.

Coincidimos plenamente en que debemos enseñarles a deshacerse rápidamente de poner su atención en las tales y advertirles los peligros que una actitud así conlleva. Hasta aquí lo que sentencias, están estas “noticias” tan lejanas de Dios, son mediaciones y analogías que cuando el alma sea alcanzada por el rayo oscuro de la contemplación nos parecerán del todo insignificantes e inapropiadas para balbucear el Misterio.

 

“De estas noticias sobrenaturales unas son corporales, otras son espirituales. Las corporales son en dos maneras: unas que por vía de los sentidos corporales exteriores las recibe; otras por vía de los sentidos corporales interiores, en que se comprehenden todo lo que la imaginación puede comprehender, fingir y fabricar.

Las espirituales son también en dos maneras: unas distintas y particulares, y otra es confusa, oscura y general. Entre las distintas y particulares entran cuatro maneras de aprehensiones particulares, que se comunican al espíritu, no mediante algún sentido corporal, y son: visiones, revelaciones, locuciones y sentimientos espirituales. La inteligencia oscura y general está en una sola, que es la contemplación que se da en fe. En ésta habemos de poner al alma, encaminándola a ella (por todas esotras, comenzando por las primeras, y desnudándola de ellas).”  (SMC L2, Cap. 10,3-4)

 

No quisiera agregar nada a lo que explicas con simple maestría. Tan sólo dolerme de esta degradación de la vida espiritual que lleva ya siglos entre nosotros. Tras el siglo de oro de la mística latina, a fuer de la Modernidad y su centralidad en el Sujeto, gran cantidad de cristianos se ha volcado morbosamente hacia lo extraordinario. Una curiosidad enfermiza se ha desatado en torno a las visiones, revelaciones y locuciones. Esto es peligroso: no sólo tantísima gente carece de herramientas para un discernimiento de tales fenómenos sino que incautamente –y sin tener en cuenta el juicio paciente y sereno de la Iglesia-, se lanzan a apoyar toda su fe sobre tales fenómenos o sobre las personas que dicen recibirlos.

Al fin y al cabo toda exhibición de fenómenos pretendidamente místicos puede tener por detrás una falta de humildad. Sin un discernimiento sabio y sin mandato eclesial pueden traer confusión de la Fe y ayudar a desarrollar “cultos personales” indebidos. ¿Siempre son un signo de santidad y de presencia de Dios? Hasta donde entiendo la santidad personal se concreta en vivir según la voluntad de Dios. Habrá que ver hacia dónde inclinan a las personas estas experiencias: a conformarse al designio divino o a la búsqueda del ensalzamiento propio.

 

“Y es de saber que, aunque todas estas cosas pueden acaecer a los sentidos corporales por vía de Dios, nunca jamás se han de asegurar en ellas ni las han de admitir, antes totalmente han de huir de ellas, sin querer examinar si son buenas o malas. Porque así como son más exteriores y corporales, así tanto menos ciertas son de Dios. Porque más propio y ordinario le es a Dios comunicarse al espíritu, en lo cual hay más seguridad y provecho para el alma, que al sentido, en el cual ordinariamente hay mucho peligro y engaño…

…yerra mucho el que las tales cosas estima, y en gran peligro se pone de ser engañado, y, por lo menos, tendrá en sí total impedimento para ir a lo espiritual…  

…se han de tener las tales cosas por más cierto ser del demonio que de Dios: el cual en lo más exterior y corporal tiene más mano, y más fácilmente puede engañar en esto que en lo que es más interior y espiritual.” (SMC L2, Cap. 11,2-3)

 

¡Cómo me cuesta hacerles comprender a quienes acompaño que no se detengan en modo alguno en las “sensaciones de la oración”! Pero se empeñan en ser escuchados y poder hablar con relevancia de que “han sentido como un fuego en las manos o en el pecho”, que han “visualizado tal o cual imagen interior”, que “han sentido tal o cual movimiento en sus afectos”, que “han escuchado tal o cual palabra adentro” y múltiples “noticias” más. Sobre todo me inquieta que al realizar el discernimiento de la oración colocan en estas cosas toda la centralidad y deciden su vida en base a estas “revelaciones” que creen que Dios les ha hecho.

Pecado de iniciados, ignorancia espiritual… no los puedo culpar ya que todos hemos comenzado por allí. Fascinados por la novedad no hemos podido darnos cuenta que en esta actitud nos poníamos en el centro a nosotros mismos y nos regodeábamos en las aparentes mercedes que Dios nos regalaba. Y tras de ello siempre hay mal espíritu de vanagloria y presunción. Por eso me parece tan crucial reconquistar la dirección espiritual que cuide y proteja el camino de las almas que buscan a Dios.

Si quieres ir a Dios y no ser engañado por el Adversario guarda siempre la humildad. No te detengas en las “golosinas espirituales” sino en permitirle a Dios hacer su obra en ti. No te preocupes por lo que tiene sabor y palpas, son solo ondas y vibraciones lejanísimas del toque de Dios en tu alma. Es el ropaje que interpretas y no la realidad del núcleo de la Gracia que te transforma. Que no te interese si has experimentado esto o aquello con consolación. Mas bien interésate en descubrir si el encuentro con tu Señor por la oración te ha hecho más Suyo y ya te encuentras más resuelto a entregarte sin reserva y sin medida hasta la altura de la Cruz.



Isaías I: el profeta del Dios tres veces Santo (5)

 




Tercer Oráculo bajo Jotam


“Lo que vio Isaías, hijo de Amós, tocante a Judá y Jerusalén.”  (Is 2,1)

 

El tercer oráculo, contenido en Is 2,1-5, es fundamental para comprender la profecía del primer Isaías pues anuncia el designio salvífico de Dios sobre Israel y revela la identidad-misión del Pueblo de Dios.

Se trata de un himno-poesía cuyo tema central es la paz mesiánica. El tiempo verbal utilizado es el futuro perfecto, el cual remite a un tiempo lejano y remoto (escatológico).

 

“Sucederá en días futuros que el monte de la Casa de Yahveh será asentado en la cima de los montes y se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones, y acudirán pueblos numerosos. Dirán: «Venid, subamos al monte de Yahveh, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos».” (Is 2,2-3ª)

 

La imagen un monte sobre otro monte habla de que el monte del Templo estará sobre todo otro monte, es decir, que Yahvéh Dios es único y no hay otros dioses fuera de él. Esto habla de la pretensión de monoteísmo absoluto. También a los ídolos paganos se los venera en las alturas de las colinas pero ese culto es falaz y equivocado. Yahvéh está por encima, se trata del único Dios real, y su Casa está en Jerusalén sobre el monte Sión. Pero a la vez se anuncia que todos los pueblos, en un tiempo escatológico, reconocerán y aceptarán que solo el Dios de Israel es verdaderamente Dios y sólo Él está en la altura. Aparece entonces toda una novedad: Dios tiene una voluntad salvífica universal, el Señor quiere hacer suyas y salvar a todas las naciones de la tierra. Pero ahora surge otro interrogante: ¿en qué sentido es Israel el Pueblo Elegido, el Pueblo de su predilección? ¿Elegido para qué? ¿En qué sentido preferido?

 

“Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahveh. Juzgará entre las gentes, será árbitro de pueblos numerosos. Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No levantará espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra. Casa de Jacob, andando, y vayamos, caminemos a la luz de Yahveh.” (Is 2,3b-5)

 

En Jerusalén se origina un movimiento salvífico: Dios saldrá e irá al encuentro de todos los pueblos. Con la proclamación de la Torah (Palabra-Ley) se hace accesible a todas las gentes la Berit (Alianza) y por ella la justicia-fidelidad extienden el Shalom (Paz y Plenitud de bienes dada por Dios) a todo el mundo.

Lo explico más detenidamente. Yahvéh quiere salvar a todos los pueblos y por eso les dirige su Palabra. Si las naciones aceptan la Palabra del Señor y como Israel también hacen Alianza con Él, serán beneficiarios del Dios que es justo-misericordioso-fiel y verdad-firmeza-cimiento (hesed ve emet).  El fruto de la Alianza es que Dios da la Paz (Shalom) que no tiene bíblicamente sentido de ausencia o tregua de conflictos, sino de una saciedad y plenitud propia de gozar de la amistad del Señor y de ser lleno de su gracia salvadora que da plenitud de vida.

Para que este proceso se lleve adelante Dios escoge y separa-consagra a Israel. El Pueblo Elegido debe ser testimonio y portavoz de la Alianza que da vida y paz. El Pueblo de Dios viviendo y transmitiendo su Palabra debe invitar a sellar Alianza a todos los pueblos y debe acogerlos para que celebre el mundo entero la Salvación de Dios.

En este sentido afirmaríamos que el rol mesiánico le corresponde en esta profecía al Pueblo Santo. Podríamos decir analógicamente, de la comprensión soteriológica que tiene Isaías de Israel, lo que la Iglesia afirma de sí misma: “sacramento universal de salvación”. Pues entonces es un oráculo misionero y un envío a la “evangelización”. “Casa de Jacob, andando, y vayamos, caminemos a la luz de Yahveh.” Como decir, seamos el Pueblo de la Alianza para que a través de nosotros todas las naciones acepten y crean en el único Señor y haciendo Alianza con Él gocen de los bienes de la Salvación.

 

¿Por qué renunciar a la fe en el único Dios Salvador?

 

Quizás resulte algo desconcertante este pasaje profético cuando la agenda globalizada parece dirigirse hacia una futura religión universal pluricultual, ya por relativismo ya por sincretismo. Hay un solo dios de todos sin nombres ni credos dogmáticos. Ese dios nunca quiso revelarse y se deja percibir de formas distintas y multiformes, ropajes que son más proyecciones humanas que epifanías divinas. Claramente la divinidad no quiere la religión que es fuente de guerras y separaciones entre los hombres. Lo que ese “dios 2030” desea es una aldea global unida en el cuidado de la tierra como casa común y en el protagonismo central del hombre que la habita. La religión del futuro se comienza a insinuar como otra torsión más de un “humanismo autárquico” que esta vez le permite a dios ser pero no actuar en la historia ni revelar un designio que escape al ámbito de la secularidad diseñada por los poderosos de este mundo. Y por supuesto dios es sin nombre porque todo nombre expresa una fe vinculante y dogmática que traerá fracción y división. No hay libertad para pronunciar el nombre de dios sino que debe ser anónimo, inidentificable o de personalidades múltiples, sin rostro o con el rostro de todos y de ninguno. Y el Dios más peligroso es ése que se llama Jesucristo. ¿Un Dios que se hace hombre? Frente a semejante osadía, ¿qué se atreverá a pedirnos luego? Realmente inadmisible. ¿Crees que exagero? El tiempo nos lo irá diciendo.

Pero no me podrás negar que en proyecto está y es visible el despuntar de una nueva religión mundial. Al menos sedes y casas ya se postulan y construyen. Y yo advierto también las bendiciones de algunos personajes eclesiásticos a mal entendidos diálogos ecuménicos e inter-religiosos donde ya no se puede expresar una fe dogmática y donde cae la Revelación en favor de un relativismo e igualitarismo entre divinidades. Tal vez llegue un día en el cual la misma Iglesia comprenda que el nombre de Jesucristo, de su Padre y del Espíritu deben ser excluidos del diálogo con el mundo al poder ser interpretados o percibidos como una propuesta sectorial y fragmentadora; que callar el nombre de la Santísima Trinidad parezca prudente para no incomodar a otros y no romper esa unidad endeble y artificial de la fraternidad universal que surge del pacto silencioso para no pronunciar el nombre divino que pide adhesión y separa a los que creen de los que no. ¿O ese tiempo ya está llegando?

Pero surge a gritos del Depositum Fidei la pretensión de nuestro Dios a ser creído como el Único Verdadero. Imposible negar el dato de fe que afirma que la Salvación está vinculada  a creer en Él y a confesarlo en medio del mundo de los hombres. La Iglesia tiene su identidad-misión en la vocación de caminar bajo la luz Pascual y de llevar a Cristo, “lucero del alba que no conoce el ocaso” por todas las oscuridades de los hombres. Su fe esta puesta en Dios Trinidad, misterio de Comunión que engendra comunión. Y una comunión signada por la verdadera paz de un Amor entregado que da Vida y que llama a sus hijos los hombres a adherirse al Dios Úno y Trino para participar de su Misterio salvífico.

 

Diálogo vivo con San Juan de la Cruz 10

 


CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 10


DESAPROPIACIÓN Y ANIQUILACIÓN ESPIRITUAL

 

Mi impresionante amigo Fray Juan, tan admirable y revestido por tu Amado de luminosa grandeza. Debemos insistir y ahondar en este camino de la nada de la Cruz. No es lenguaje sabroso ni pensamiento fácil para nuestros lectores. Mas en caridad debemos proclamar el único camino que lleva a la Unión con Dios de tal modo que, aunque genere resistencia y rechazo, no quede duda alguna de cómo se ha de transitar por él.

 

“…no sólo de todo lo que es de parte de las criaturas ha de ir el alma desembarazada, mas también de todo lo que es de parte de su espíritu ha de caminar desapropiada y aniquilada.” (SMC L2, Cap. 7,4)

 

En primer lugar, el término “desapropiación” -tan de la tradición mendicante-, que también hemos tratado como “desasimiento” o “desapego” lo venimos conversando ampliamente. Pero el concepto “aniquilación” ciertamente debe resultar revulsivo y conmovedor. ¿El alma debe ser aniquilada? ¿Qué significa tamaña afirmación que parece contradecir todo sentido común de fe? Sin embargo ya desde los Padres del Desierto conocemos un tal concepto.

Debemos usarlo con precisión pues no faltan personas que puedan entenderlo de un modo enfermizo. Lo que debe ser aniquilado es el Adán terrestre por ponerlo en simbólica paulina. Hasta que el alma no alcance una madura y estable Unión con su Amado y Adán Celeste Jesucristo, todavía persistirá en ella –liberada del pecado original pero no de la concupiscencia- una búsqueda de sí misma que excluya a Dios. Debe terminar de morir a ese volverse sobre sí para endiosarse de algún o de otro modo. Hasta que no logre descentrarse continuará impura, apropiada y posesiva.

¡Y lo novedoso es que debe desapropiarse espiritualmente también! ¿De qué se trata?

 

“…todavía antes andan a cebar y vestir su naturaleza de consolaciones y sentimientos espirituales que a desnudarla y negarla en eso y esotro por Dios, que piensan que basta negarla en lo del mundo, y no aniquilarla y purificarla en la propiedad espiritual. De donde les nace que en ofreciéndoseles algo de esto sólido y perfecto, que es la aniquilación de toda suavidad en Dios, en sequedad, en sinsabor, en trabajo (lo cual es la cruz pura espiritual y desnudez de espíritu pobre de Cristo) huyen de ello como de la muerte, y sólo andan a buscar dulzuras y comunicaciones sabrosas en Dios. Y esto no es la negación de sí mismo y desnudez de espíritu, sino golosina de espíritu.” (SMC L2, Cap. 7,5)


Estimado Fray Juan, ¡qué cansador es ver tanto hermano que no adelanta y avanza por no aceptar el camino ineludible de la Cruz! Tienen experiencia espiritual pero no pasan de sus inicios, no crecen. Porque como bien dices buscan “golosina espiritual”, y sólo están dispuestos a aceptar del Señor el consuelo, lo sabroso y dulce, lo que les parece deleitable, cuánto les produzca satisfacción interior, lo extraordinario y milagroso. Y en los principios para atraerlos Tú les hablas de ese modo, para que te conozcan y se animen a arrimarse más a Ti. Pero en cuanto les cambias tu lenguaje para niños que solo comen papilla por alimento sólido de adultos, se espantan y huyen o simplemente se disturban, confunden o entran en crisis. No acogerán la aridez y desabrimiento ni la aspereza trabajosa de la prueba. No acogerán Señor, tu Cruz.

Ellos piensan que con una moderación voluntaria de los placeres del mundo basta. Y aunque materialmente parezcan pobres y sobrios, pueden acumular ávidamente “propiedad espiritual” y enriquecerse a sí mismos perdiéndote a Ti. Porque en toda esa aventura de “tener experiencias espirituales”, las cuales además gustan de coleccionar y exhibir a los demás por vanagloria, no se buscan sino solo a sí mismos.


“En lo cual, espiritualmente, se hacen enemigos de la cruz de Cristo; porque el verdadero espíritu antes busca lo desabrido en Dios que lo sabroso, y más se inclina al padecer que al consuelo, y más a carecer de todo bien por Dios que a poseerle, y a las sequedades y aflicciones que a las dulces comunicaciones, sabiendo que esto es seguir a Cristo y negarse a sí mismo, y esotro, por ventura, buscarse a sí mismo en Dios, lo cual es harto contrario al amor. Porque buscarse a sí en Dios es buscar los regalos y recreaciones de Dios; mas buscar a Dios en sí es no sólo querer carecer de eso y de esotro por Dios, sino inclinarse a escoger por Cristo todo lo más desabrido, ahora de Dios, ahora del mundo; y esto es amor de Dios.” (SMC L2, Cap. 7,5)

 

A veces quisiera decir a quienes acompaño de una sola vez: “Cuando le pides a Dios algo para ti solo demuestras que te amas a ti mismo y que esperas que Dios te ame también. Incluso cuando lo alabas y bendices por el bien que te ha hecho sigues afirmando lo mismo: que el centro de todo eres tú. Eres amado, ¿pero amas? Solo cuando recibes lo que Dios da, sobre todo cuando es prueba y desolación, cuando es árido desierto, cuando no tiene sabor ni rédito, cuando es poda y purificación, cuando te solicita entregarle tu vida, entonces podrás decir que le amas a Él. Por eso Cristo que te ama tanto, para que crezcas y madures, no tardará demasiado en ofrecerte su Cruz. Y de tu decisión se abrirá el Camino o permanecerás dando infructuosas vueltas en el mismo lugar sin nunca adelantar en verdadero espíritu.”

 

“Porque, si el hombre se determina a sujetarse a llevar esta cruz, que es un determinarse de veras a querer hallar y llevar trabajo en todas las cosas por Dios, en todas ellas hallará grande alivio y suavidad para (andar) este camino, así desnudo de todo, sin querer nada. Empero, si pretende tener algo, ahora de Dios, ahora de otra cosa, con propiedad alguna, no va desnudo ni negado en todo; y así, ni cabrá ni podrá subir por esta senda angosta hacia arriba.” (SMC L2, Cap. 7,5)

 

Y también quisiera decirles a muchas ovejas como si hablara con chiquillos: “Oye larga ya, suelta, basta de encapricharte y empecinarte. Corta ya de una vez con tus derechos y privilegios, termina de exhibir cuánto has hecho y de reclamar para mantenerte en tu posición, culmina de hacerle pagar el derecho de piso a los nuevos porque tu estas desde antes, renuncia a ser un tapón que obstruye porque no admitirás que las cosas sigan adelante sin ti o de un modo diferente al tuyo. No te cargues de tanto peso que te será imposible ascender. ¿Cómo habrá Dios en tu vida si estás apegado tanto a tu pretendido poderío y preeminencia? ¡Desnúdate ya o morirás! ¡Sí, hermano mío, desnúdate ya o morirás!

 

“Y así querría yo persuadir a los espirituales cómo este camino de Dios no consiste en multiplicidad de consideraciones, ni modos, ni maneras, ni gustos (aunque esto, en su manera, sea necesario a los principiantes) sino en una cosa sola necesaria, que es saberse negar de veras, según lo exterior e interior, dándose al padecer por Cristo y aniquilarse en todo…” (SMC L2, Cap. 7,8)

 

“Pues los vemos andar buscando en él sus gustos y consolaciones, amándose mucho a sí, mas no sus amarguras y muertes, amándole mucho a él.” (SMC L2, Cap. 7,12)

 

 


POESÍA DEL ALMA UNIDA 35

  Oh Llama imparable del Espíritu Que lo deja todo en quemazón de Gloria   Oh incendios de Amor Divino Que ascienden poderosos   ...