Cuando Tú me visitabas
Todo se henchía con tu Luz
Y la casa en su interior
Se reacomodaba disponible
A tu Presencia
Prístina
Tu paso
y tu toque
Lo
transformaban todo
Pero siempre oh Amado
Tú te retirabas
Suavemente
Dejando el alma sumergida
En la tibieza crepuscular
De un otoño soleado
Casi como un dejo de caricia
Y dorada Ausencia
Donde me arropase
Sin tardarte al tiempo
Fielmente retornabas
Entonces
Cual primavera fragante
Con alegre esperanza de brotes
Ardía oportuna la danza
Quieta en melodías de júbilo
Y se
presagiaban los frutos
De tan
gratuito camino
Ahora que te quedas
Oh Amado
Y
permaneces
Serenamente unido a mí
Hasta las tinieblas más densas
Cortantes y gélidas
Pasan sin relieve
Y ya no pueden separarme
Del cálido sosiego de tu Voz
Cuando me visitabas
Dilatabas el corazón
Con tus
idas y venidas sabias
Mas ahora que te quedas
Y permaneces cantando
Se nota
ya que mi casa es Tuya
Que simplemente
Señor y Dueño mío
Me has vuelto tu casa
Y habitarme es tu Sello
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