“Habla mi Amado, y me dice:
¡Levántate, amada mía, y ven, hermosa mía! Porque ya pasó el invierno, cesaron
y se fueron las lluvias. Aparecieron las flores sobre la tierra, llegó el
tiempo de las canciones, y se oye en nuestra tierra el arrullo de la tórtola.
La higuera da sus primeros frutos y las viñas en flor exhalan su perfume.
¡Levántate, amada mía, y ven, hermosa mía! Paloma mía, que anidas en la grietas
de las rocas, en lugares escarpados, muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz;
porque tu voz es suave y es hermoso tu semblante.” (2,10-14)
1.
El Señor, que
trabaja mucho más de lo que el contemplador percibe, de tanto en tanto desea mostrarle
su obra para animarlo aún más en el caminar y para encenderlo aún más en
gratitud amorosa que lo hará crecer.
2.
El Amado Jesús
llama al contemplativo y lo invita a levantarse y salir de la desértica
oscuridad de la noche.
3.
Suspende a
veces el Señor por un tiempo el clima de capullo con el invierno de sus
purificaciones y la lluvia de las estrecheces. Entonces el contemplador puede
ver un paisaje nuevo: la obra que su Amado ha hecho en él.
4.
El alma ya está
florecida. Todo en ella canta con alegría anunciando el amor enamorado que la
une a su Amado y Señor.
5.
Ya hay frutos
de este caminar contemplativo en el que el Dios Bueno y Santo la ha
introducido. Ya está perfumada el alma con la fragancia de Cristo, ya la
esparce secretamente.
6.
Al reiterar su llamado
el Amado especifica bellamente el talante de una vida contemplativa. La amada
es paloma, es decir, el contemplador es un ave y como toda ave su vocación es
levantar el vuelo; un ave que habita y anida las grietas de las rocas, en
lugares resguardados y difícilmente accesibles; en lugares escarpados, es
decir, en lo más último y profundo de su yo.
7.
Para un
contemplativo lo más alto y escarpado es lo más profundo y escondido; y
levantar el vuelo unirse a su Amado y ser uno sólo con Él.
8.
Hay tiempos en
los que por Misericordia, se le regala al alma mirar la obra que el Esposo
esculpe con paciencia y delicadeza.
9.
El Señor llevó
al alma a la oscuridad y trabajó sobre ella, que experimentaba su labor sin
saber con certeza su envergadura; ahora Él la saca a la luz suspendiendo la
noche para que advierta la magnitud de la obra.
10.
La voz del alma
ya es suave y su semblante ya es hermoso, ya refulgen en ella la suavidad de
voz y la hermosura del rostro de su Dios tan amado.
11.
Ya ha comenzado
el alma a despejar en sí al Espejo de Fuego al que se ha entregado. Ya ha
comenzado la obra de divinización en el amor.
12.
La obra del
Amor trae el dolor quemante y dulce de la Cruz y, promete asegurándolo, la
unión definitiva de la Resurrección.
Que bueno !!! Me gustan todos... me gustaria que se me quedaran gravados en el corazon el que me llega mucho es el de Hay tiempos que la misericordia se le regala al alma mirar la obra y se le permite ver lo que esta esculpiendo !!! Que bello... y si como que el Señor no te niega nada ni siquiera saber lo que quiere logar.
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