CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE 35
REMEDIOS PARA LOS GOZOS POR BIENES TEMPORALES
“Ha,
pues, el espiritual de mirar mucho que no se le comience a asir el corazón y el
gozo a las cosas temporales. Y nunca se fíe por ser pequeño el asimiento, si no
le corta luego, pensando que adelante lo hará; porque, si cuando es tan poco y
al principio, no tiene ánimo para acabarlo, cuando sea mucho y más arraigado,
¿cómo piensa y presume que podrá?” (SMC L3, Cap. 20,1)
Aunque seamos
repetitivos, queridísimo hermano: primero antes que nada practicar el
desasimiento. Frente al mínimo pegoteo: ¡cortar y cortar ya! Sin dubitaciones y
sin demoras. Si no cortas de cuajo el asimiento a los bienes temporales apenas
lo detectas, se aferran a tu carne y se adhieren como ventosas a tu alma. Si
postergas la desapropiación creyendo que controlas el proceso y tienes dominio
sobre él… ¡te engañas! Desde el principio y sin concesiones:¡cortar y cortar
ya!
“…libertar
perfectamente su corazón de todo gozo …el gozo anubla el juicio como niebla …la
negación y purgación de tal gozo deja al juicio claro.” (SMC L3, Cap. 20,2)
El gozo que
experimentas en la conquista de bienes temporales es siempre peligroso. No porque
Dios no quiera que goces. Sino porque el fin que eliges no es el Fin Último.
Has de aceptar que los gozos por los bienes temporales son el primer escalón y
el menos valioso en el orden jerárquico de los bienes posibles. ¡No te
detengas! Es tu medicina la esperanza de bienes mayores. No los que tú consigas
sino los que Dios te da gratuitamente y sin merecimiento tuyo. El tiempo es
criatura que de ser idolátricamente absolutizada nos esclaviza. El camino del
tiempo es bueno solo en cuanto conduce a la Eternidad. También la temporalidad
debe ser purgada, es decir, ordenada hacia su propio fin.
¡Libera tu corazón!
Deja que Dios te sane de quedar aprisionado entre gozos efímeros que con los
días se disuelven en el pasado que no vuelve. ¡Oh Señor, te ruego y clamo por
mí y por mis hermanos: forma en todos tus hijos un corazón para la Gloria
Eterna!
“…en
tanto que ninguna tiene en el corazón, las tiene, como dice san Pablo (2 Cor.
6, 10), todas en gran libertad; esotro, en tanto que tiene de ellas algo con voluntad
asida, no tiene ni posee nada, antes ellas le tienen poseído a él el corazón;
por lo cual, como cautivo, pena; de donde, cuantos gozos quiere tener en las
criaturas, de necesidad ha de tener otras tantas apreturas y penas en su asido
y poseído corazón. Al desasido no le molestan cuidados, ni en oración ni fuera
de ella, y así, sin perder tiempo, con facilidad hace mucha hacienda
espiritual; pero a esotro todo se le suele ir en dar vueltas y revueltas sobre
el lazo a que está asido y apropiado su corazón, y con diligencia aun apenas se
puede libertar por poco tiempo de este lazo del pensamiento y gozo de lo que
está asido el corazón.” (SMC L3, Cap. 20,3)
Donde tengas tu
tesoro tendrás tu corazón, nos enseñaba el Señor Jesús. Y agregaba que
acumulemos tesoros en el Cielo donde la polilla no roe ni el ladrón irrumpiendo
por sorpresa nos arrebata cuanto acumulamos dejándonos más vacíos que al
comienzo. ¿Dónde tiene asidero tu corazón? Porque si tu lazo más fuerte es con
los bienes temporales debes preguntarte dos cosas: ¿cómo lograrás que dejen de
ser temporales ya que tu sed parece infinita? o ¿ya has aceptado que no existe
salvación ni rescate y que todo se diluye finalmente en la nada? Hazte estas
preguntas y busca tu paz.
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