Escritos espirituales y florecillas de oración personal. Contemplaciones teologales tanto bíblicas como sobre la actualidad eclesial.
CANTANDO CANTARES DEL ALMA 6
“Él me hizo entrar en la bodega y
enarboló sobre mí la insignia del Amor.” (2,4)
1.
¡Oh, qué herida
dulce y suave, profunda y quemante, extenuante que desmaya, inflamante oscura! Porque me hizo entrar en la
bodega, donde a oscuras en la intimidad, me dio el vino de su Ser y me embriagó
de amor.
2.
Enarboló sobre
mí su insignia y me hizo suyo, ya que el corazón del hombre desea entregársele
por completo pero es débil para actuar su deseo, y Él que es todo Misericordia
adelantándose, se compadece y lo toma.
3.
¡Oh dichosa
bodega guardada en el fondo más hondo del alma! Allí mete el Señor a su amador
para que reciba destellos de unión, y aunque sólo destellos, incomparables,
inimaginables e indecibles.
4.
No sabría cómo
explicar lo que comprendo sin comprender: que el alma Dios habita y el alma es
llevada allí para ser introducida como en el seno de Dios.
5.
Sabiendo que
estaba en Dios sin saber cómo, me ha ido brotando la certeza de haber
participado de algún modo de la Vida Trinitaria.
6.
Este goce de la
divina inhabitación sé que puede ser más subido en esta vida, aunque este saber
tampoco sé cómo ni de dónde me viene a no ser de Dios que llama.
7.
Quien saborea
este amor que se ofrece en la bodega, este amor insignia enarbolado, saborea un
amor en tres heridas. Y el corazón entero queda resonando tras este acercamiento al seno
Trinitario.
8.
Herida que
profiere, Herida proferida, comunicación total y hay otra Herida. El que tenga
al Amor de seguro lo tiene en Tres Heridas.
POESÍA DEL ALMA UNIDA 23
Estoy aquí
En otro umbral
El último umbral
A orillas de la Eternidad
El oleaje incesante
De la Trinidad Santa
Humedece constante mis playas
Entonces un tibio solaz se levanta
Tan verde y con abundante Luz
Trinan las aves del Cielo
¿O son ángeles y santos
Con trompetas y citaras
Un coro invisible y triunfante
En su
liturgia gozosa
Perenne de
loas
Jubilosas
Humildes
Prístinas?
Como sea
Ya vivo en este umbral
Tú me has establecido aquí en Gracia
Pero ahora
¡Qué desabrido me resulta este mundo
Tan vago
e indefinido
Solo
sombras que pasan
Deambulando
perdidas!
Y yo aquí en este umbral
Invitando
a la Unión
Los transeúntes dispersos
Raptados por naderías
Seducidos con baratijas de
ídolos
Tú también desde lo alto del Madero
Los veías pasar con su mirada baja
También tu Padre desde el Trono excelso
Los miraba transitar distraídos e indiferentes
Frente al magnifico Estandarte que había erigido
Su propio Hijo elevado en Sacrificio
Y sin embargo
No es hora de gritar ni de clamar
Es hora de silencio
Es esa hora sagrada
Cuando el retiro del ermitaño
Le ofrece
una oportunidad al mundo
Esa hora en la cual se decide
Quedarse abrazado y encadenado
Por el Espíritu a la Cruz
Y yo estoy aquí
En el
último umbral
Donde la Trinidad Santa
Baña las playas del hombre
Al borde
del Amanecer
CANTANDO CANTARES DEL ALMA 5
“Yo me senté a su sombra tan
deseada y su fruto es dulce a mi paladar.” (2,3b)
1.
El alma ya
salida de sí, existencialmente deseosa de vivir descentrada en sí misma; a su
vez padece terriblemente el reflujo del sólo-yo que desea imponerse y desterrar
al Amado que le ha ganado el corazón.
2.
El alma entrada
en contemplación sufre el descentramiento tan deseado, pues aún no alcanzado
por completo, se sabe retenida para la
unión esponsal. Esa alma en tensión sólo encuentra reposo en el encuentro con
Él.
3.
El alma encaminada
a una unión más duradera, aun experimentando como el Señor trabaja para
vaciarla completamente de sí, envuelta por dura noche, exclama su necesidad de
ser visitada para no sucumbir.
4.
¡Sé tú Amado mi
refugio y mi amparo! ¡Socórreme cuando desfallezco! Así grita el alma y el
Señor que la ama la visita con su inefable presencia y la alimenta con su
gracia.
5.
¡Oh, qué
seguridad experimenta quien descansa en el mismísimo Señor del universo!
POESÍA DEL ALMA UNIDA 22
Ven sal de tu tierra
Ven hacia Mí
Tu voz como suave correntada de Agua
Tu voz como brisa del Alba
Yo te estaba esperando
Aguardé extenso en el tiempo
Mientras Tú desmontabas y talabas sin pausa
Hasta que se perdieran todas las cosas
Y a poco del jalón final te aceleraste
Me sorprendiste y me llamaste
Entonces pude verlo todo claro
Estoy solo
Porque soy tan pobre soy tan libre
¿Qué hago yo aquí?
Por delante un desierto verde
No el yermo de antaño
Cargado de combates y purificación
Sino este desierto verde de la Unión
Aquí uno se retira a que no pase nada
Si al fin ya todo está hecho en tu Cruz
Aquí uno se retira a descansar
Porque depositado en tus manos
No puede haber desasosiego
Ya no se busca algo
Sino que se atesora la santa desnudez
Aquí se contempla sereno
Que todo está en Ti
Que tu Providencia es sabia
Solo habrá que permanecer aquí
Acompañar caminantes
Ayudarles a trazar Contigo travesías
Y aguardar la verdadera Vida por delante
En este desierto verde de la Unión
Se vive un amor estable
Hasta que se pase de este mundo al Padre
Y la Paz sea colmada en Gloria
CANTANDO CANTARES DEL ALMA 4
“Mientras el rey está en su
diván, mi nardo exhala su perfume. Mi amado es para mí como una bolsita de
mirra que descansa entre mis pechos.” (1,12-13)
1.
Cuando el Señor
revela al alma su presencia reposada y tranquila en lo más hondo de ella, no
puede menos que exhalar su perfume más original: su referencia absoluta al
Amado, el reconocimiento cándido de su dependencia creatural.
2.
El Amado -cual
escondido secreto que bulle, se derrama y se expande en el centro del alma-, se
le ofrece, se le da, se le regala.
3.
¡Oh, sí, el
alma lleva en su centro la habitación del tesoro de donde brotan mercedes y
florecen regalos que la tornan más semejante a su Amado!
4.
¡Oh, olorosa
Presencia, que tanto bien me haces, úngeme con tu néctar y sáciame de Ti, ya no
quiero más vivir en mí sin Ti pues eres sólo Tú ya mi vivir!
5.
¡Oh, Señor,
escondido en lo secreto de mí, trueca el episodio, que quede yo escondido también
en lo secreto de Ti!
CANTANDO CANTARES DEL ALMA 3
“Llévame contigo: ¡corramos! El rey me
introdujo en sus habitaciones: ¡gocemos y alegrémonos contigo, celebremos tus
amores más que el vino! ¡Cuánta razón tienen para amarte!” (1,4)
1.
Es frecuente que
un alma contemplativa pida a su Señor que la lleve consigo, que la lleve más
con Él, que la haga capaz de una unión más íntima y duradera.
2.
El caminar
contemplativo supone dejarse conducir el alma por su Señor a distintas
habitaciones de la morada interior, hasta que quizás un día sea introducida en
la habitación central donde se sirve el más precioso néctar: el culmen de la
unión.
3.
¡Oh, cuánta
razón tienen para amarte Amado mío! ¡Tu amor indecible e inefable vale más que
la propia vida! ¡Tu amor, Señor, qué gran tesoro!
4.
¡Oh, todo por
tu amor! ¡Pago el precio absoluto de mi vida por unirme a Ti, Amado y Hermoso
Señor!
5.
¡Oh, pago el
precio de mi vida para que te conozcan, te saboreen y te den a luz todos los
hermanos y hermanas que te buscan por innumerables caminos!
6.
¡Oh, qué no haría
yo para que todos gozaran de tan alto amor!
7.
¡Oh, Señor,
dime qué hacer para ayudarte a enamorar y cautivar la vida de todas tus humanas
creaturas!
CANTANDO CANTARES DEL ALMA 2
“Porque tus amores son más deliciosos
que el vino; sí, el aroma de tus perfumes es exquisito, tu nombre es perfume
que se derrama: por eso las jóvenes se enamoran de ti.” (1,2b-3)
1.
¿Cómo no
embriagarse el alma si disfruta del Sumo Bien, fuente y efluvio de todos los
bienes? Quien ha experimentado una caricia, un toque, una mirada amorosa del
Amado sabe que el alma queda fuera de sí ante tanta delicia.
2.
Causa un gran
gozo en el alma el experimentar que su pequeña y frágil vasija es incapaz de
contener tanto derroche. El amor de Dios embriaga tanto que desmaya, saca de
sí, cautiva.
3.
El amor de Dios
sobreabundante y excedente no puede sino derramarse de la vasija del alma, ya
que no hay continente que pueda contener a tal Señor.
4.
El alma sobrepasada y atravesada por tanto amor queda
embriagada y olorosa en Él. El amor del Amado la tiene secretamente
transformada, y perdida en Él lleva de Él su vino y su perfume.
5.
¡Oh, qué
maravilla este amor más delicioso que el más sabroso de los vinos y más perfumado que el más aromado elixir! ¡Oh,
cuán favorecida el alma que queda por él ungida... ya se dirá de ella que es
toda una reina desposada!
6.
Cuando Dios
disponga, quedará prendada el alma del más grande amor por su Amor que todo lo
llena y lo sacia, fuente y culmen de todo, donde se sostiene todo en
dependencia secreta que invita a la unión.
7.
¡Oh Amor tan
amado, no tardes! ¡Ven pronto a arrebatarme y elevado en tu llama hazme más
semejante a Ti, que yo contigo quiero arder y dar de Ti y de mí, por Ti y en
Ti!
CANTANDO CANTARES DEL ALMA 1
“¡Que me bese ardientemente con
su boca!” (Ct 1,2a)
1.
Quien contempla
tiene su alma encendida e incendiada y la ve tan llena de Amor. Pero éste su
amor no es suyo sino llama vibrante que la quema y la hiere, llama que le trajo
la flecha punzante que la ha atravesado toda entera.
2.
Quien contempla
tiene su alma inflamada y ya desnuda sin rastro de vergüenza ante el Señor. Y
Dios incita al alma a pedir el don de la unión.
3.
Si una caricia
la puso en fuga, si una mirada la desnudó y la dejó en tinieblas, si un toque
la atravesó hiriéndola y transformándola, ahora quiere el alma pasar del
noviazgo con todos sus raptos y pruebas a una unión más duradera.
4.
Desea el alma
que apure su Amado el tiempo de la noche, que descargue ya todos sus trabajos y
cauterios y flechas, que la vacíe ya, que la tome ya, que la haga morir ya para
gozar de la unión, de la participación serena y total en cuanto en esta vida es
posible de su Ser.
5.
¿Qué quiere el
alma enamorada? ¡Ay, que la rapte tanto que ya no pueda más que vivir
enteramente raptada para siempre! ¡Ay, que la introduzca tanto en su muerte y
su sepulcro que ya no viva más que resucitada!
6.
¡Que se apaguen
todas las fascinaciones de este mundo y ya no vuelvan a encenderse! ¡Que se
mueran los quereres y que no quede otro querer más que el del Amado hecho uno
con el querer del alma!
7.
¿Y si no se
esperara la dulcísima meta del beso de la unión cómo podría el alma soportar la
dolorosa purificación que en la noche del capullo realizará el Amado para que
pueda recibirlo?
8.
Exclama el
alma: ¡Sí, apura todos tus trabajos, cauterios y flechazos; apura las pruebas,
mortificaciones y contradicciones; apura todo el dolor de la noche hasta la
altura de la Cruz y luego bésame, oh Señor, con el beso bendito de tu boca!
DIÁLOGO VIVO CON SAN PABLO 31
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