"Cantar de amadores. Sobre el inicio de la contemplación." (2019)
Encarnación,
Eucaristía y Cruz.
¿Señor,
qué debo contemplar? Esta pregunta inquietante desbordaba mi corazón por
aquellos días. El Amado Jesús había sembrado y madurado el interrogante en mi
corazón. Y también sembrada y madurada por Él brotó la respuesta esplendorosa
de luz y de fuego: Encarnación, Eucaristía y Cruz. Esto quiero contemplar. A
este lugar soy llamado.
Contemplar quiero
el misterio grandísimo del Dios hecho pobre por amor, anonadado, abajado,
humildísimo, escondido, indefenso y desnudo, entregado sin límite.
Miro sin cesar a
ese Dios hecho feto en el vientre de María. Miro a ese bebé necesitado, a ese
Dios que quiso tomar la carne de la necesidad por amor, haciéndose Él, el
Creador, necesitado de nosotros quienes somos los verdaderamente necesitados de
Él. ¡Qué locura de amor tan grande! ¡Qué capacidad de amor la del Señor! ¿Quién
como Él humilde y pobre, desapropiado y desnudo, totalmente volcado por amor a
sus criaturas? ¿Quién como Él?
Y miro abismado a
ese Jesús, Hijo del Altísimo, que quiso quedarse para siempre entre nosotros.
Nada más simple que un pedazo de pan y un poco de vino. Nada más frágil,
disponible, pobrísimo, cotidiano y escondido. Nada más atrayente, fuente de
todo bien y de todo amor que desbordando a raudales inunda y sustenta tan
secretamente al mundo.
Y miro también al
Amado clavado en
Y luego, más
encendido por la llama del Espíritu, más enseñado por su sabiduría nueva miro
estos tres a una, todo junto el amor, y me parece ser penetrado más y más,
ahondado y sondeado por el designio de salvación. ¡Indecible misterio,
indecible!
¡Señor, moldéame
según esto!
Padre, buenas y santas .Me dejaste sin palabras y con lágrimas ....
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