"Cantar de amadores. Sobre el inicio de la contemplación." (2019)
"Contemplar es dilatar el corazón y la vida para que en ellos dance, inflame y consuma la llama viva de Amor que es el Amado." Tercera canción donde se expresa cómo crece de súbito esta inflamación y ardor de Amor.
Quiero sumergirme en Ti,
dejar que tu dulzura me desborde;
deseo bucear en Ti,
dejar que tu vida me rebalse;
anhelo navegar en Ti
y dejar que Tú hagas lo que haces:
atraerme y cautivarme.
Quiero sumergirme en Ti,
dejar que tu pureza me acaricie;
deseo bucear en Ti,
dejar que tu potencia me resguarde;
anhelo navegar en Ti
y dejar que Tú hagas lo que haces:
atraerme y cautivarme.
Sumergirme en Ti para no morir,
vivir muriendo a mí,
sólo naciendo a Ti.
Sumergirme en tu amor
y ser consumido hasta el fin
por tu llama viva.
Llama viva de Amor,
Señor, Dios Bueno y Compasivo;
Llama viva de Amor,
Dueño de mi historia y de su trama;
Llama viva de Amor,
desde el útero de mi madre;
llama viva de Amor,
hasta que la tierra me cobije;
llama viva de Amor,
y aún después, Dios Eterno.
Contemplar
es dilatar el corazón y la vida para que en ellos dance, inflame y consuma la
llama viva de Amor que es el Amado.
Es que el alma enamorada, por
inquieta, sólo halla reposo en presencia del Señor. Y en este Señor tan amado y
tan amable quiere sumergirse toda ella hasta alcanzar la unión con Él; quiere
bucear en las aguas de su Amado como el nativo que busca la perla del tesoro;
quiere soltar las amarras del puerto seguro del sólo-yo y dejar que su barca,
henchidas las velas por el viento cálido del Espíritu, se introduzca mar
adentro en el Amado. Quiere allí experimentar que el Amado es su todo. Desea
que resulte desbordada su pobre capacidad de albergar las dulzuras del Señor.
Desea que el torrente de vida de la gracia rebalse sus toneles y se vierta más
allá. Desea que la pureza del Señor la acaricie y la haga nueva, transparente a
sus ojos. Desea que la potencia del Altísimo Dios la resguarde, la cerque y la
proteja para siempre. Desea el alma, simplemente, ser de su Señor.
Y esto porque el Amado ha comenzado
la obra. No querría el alma lanzarse al mar de su Señor si él no la hubiera
vocado. El lanzarse del alma brota de la seducción amorosa del Amado que la
atrae y cautiva y la sujeta con lazo de Amor.
Y el alma dichosa, así enlazada en
amor, se lanza al mar de fuego que es su Señor. Y se lanza porque ha
descubierto que no hacerlo sería como morir. El alma despertada a la vida
contemplativa, herida toda ella por el amor del Señor, inflamada y como fuera
de sí en Él, no puede encontrar vida en la ausencia del Amado. Morir sería
vivir sólo para sí desde sí, sin tener en cuenta a su Amado. Pero ahora que ha
vislumbrado algo del Rostro de Cristo Señor, ahora que se le ha comenzado a
caer definitivamente el velo, sólo puede considerarse viva si vive sólo para
Él. Devolverse toda entera quiere a quien todo entero se le ofrece. Y para vivir
y no morir, debe morir a vivir centrada en ella para nacer al encuentro de amor
continuo con su Señor. Morir al sólo-yo para nacer al yo-contigo, al
nosotros-dos. Nacer desea el alma a una vida en el Amado, con el Amado y para
el Amado justamente, por gracia del Amado. Vivir sólo desde el Amado y hacia el
Amado. Y así enlazada en amor ser consumida por un tal fuego, habitar en Él,
arder con Él, ser de Él.
Contemplar es lanzarse confiado a
los brazos amorosos del Señor y así, abrazado, reconocer y saborear su Señorío
sobre toda la vida y aún sobre la muerte.
Contemplar es acercarse a la llama
viva de Amor que es el Amado; caminar hacia ella para algún día penetrar en
ella y habitar en ella para siempre. De tanto ser amada el alma participar, sin
confusión, del mismo amor que la ama. Llegar a ser del Amor y desde el Amor es
el camino del alma.
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