Búsqueda y encuentro. Sobre el inicio de la contemplación


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"Cantar de amadores. Sobre el inicio de la contemplación." (2019)


"Contemplar es el maravilloso encuentro de dos que se buscan para amarse gratis." Cuarta canción donde se expresa la gratuidad del encuentro entre los amadores.



Te busco, Señor mío, para amarte y nada más,

te busco para darte lo que tengo para dar;

es que Tú me buscas desde siempre sin cesar

para amarme y darme lo que tienes para dar.

 

Así es que yo te busco y Tú me quieres hallar.

Así es que Tú me buscas y yo te quiero hallar.

¡Qué maravilla este encuentro de amor será!

 

Tras la cordillera del dolor,

tras la escarcha de ambición,

tras el témpano del yo,

tras la neblina del poseer,

tras la noche del poder

y por la aurora del amor.

 

Te busco, Señor mío, para amarte y nada más,

te busco para darte lo que tengo para dar;

es que Tú me buscas desde siempre sin cesar

para amarme y darme lo que tienes para dar.

 

Así es que yo te busco y Tú me quieres hallar.

Así es que Tú me buscas y yo te quiero hallar.

¡Qué maravilla este encuentro de amor será!

 

            Contemplar es búsqueda y hallazgo en amor. Búsqueda de dos que quieren hallarse para donarse uno al otro.

            Busca el contemplador a su Amado y Señor para amarlo y nada más; sólo para tenerlo enfrente y dársele, entregarse a Él. Pero esto lo busca el contemplador traspasado del amor amante de su Amado que ha descubierto que desde siempre lo está buscando para encontrarse con él, pobre mendigo, en amor.

            Y este amor de búsqueda y de encuentro signado por la gratuidad es un amor que elige romper con los intereses. El contemplador, seducido y atraído irresistiblemente por el Amado Jesús que lo ama, enamorado de ese amor desinteresado, busca despojarse de todo interés para corresponderle en un mismo amor. Por eso la contemplación cada vez más encendida se traduce en un más continuo desnudamiento, desapego, desapropiación, empobrecimiento, anonadamiento, abajamiento del yo por amor al Tú del Amado. Esta purificación amorosa tiene una sola motivación: el contemplador ha descubierto el tesoro, ha descubierto que lo único verdaderamente esencial es la relación con el Amado; todo lo demás puede faltar, pero si falta este encuentro aún poseyéndolo todo nada se tiene, todo se pierde. Por eso el contemplador, transformado por la gracia, reubica su vida cada vez más integralmente tras todos los intereses del yo, negando el sólo-yo. Se retira y se recoge en la celda de su corazón y renuncia al yo educado en la superficie del mundo. Ahora va a dejar que el Espíritu Santo lo forme con sabiduría nueva renaciendo para el amor. Pobre, renunciando a estar anclado en sí mismo, abandonado al Amado, el contemplador cruza a la otra orilla donde ya todo es nuevo con promesa de serlo para siempre.

            Contemplar es el maravilloso encuentro de dos que se buscan para amarse gratis.


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